“Me fascina la gente que desea ser una cosa pero su manera de intentar llegar a serlo es contradictoria. Alguien que podría decir ‘quiero ser feliz, pero sigo haciendo cosas que me hacen infeliz’”.
Paul Schrader
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Posibilidad de escape
Año: 1992.
Director: Paul Schrader.
Reparto: Willem Dafoe, Susan Sarandon, Dana Delany, Victor Garber, Jane Adams, David Clennon.
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Como había hecho durante su fecunda carrera de guionista, Paul Schrader, avanzando ahora en su aventura la realización para dar rienda suelta a sus turbulentas inquietudes, firmaba en Posibilidad de escape una nueva exploración y vuelta de tuerca a sus obsesiones particulares y cotidianas, derivadas de la mezcla entre la atracción por la pecaminosa vida marginal y la fervorosa culpabilidad cristiana, versión calvinista en este caso.
De esta manera, Schrader prolonga en la pantalla un extracto de sí mismo, John LeTour (Willem Dafoe), crepuscular camello de lujo -variante no reconocida de la industria del entretenimiento, como el cine o la música-, parte de un pequeño y exclusivo negocio de venta al detalle regentado por una dueña cabal (Susan Sarandon) que no duda en criticar la dudosa moral y la amenaza inquietante de los tiburones de Wall Street mientras negocia y registra con glamour los pedidos del día.
LeTour es un personaje extremo, exalcohólico y exdrogadicto, de vuelta de todo, torturado; solo, vacío e insomne, como aquel Travis Bickle de Taxi Driver. Incluso el empleo de metáforas visuales para simbolizar su desamparo es similar, con un apartamento desnudo en el caso del primero, un pasillo vacío en el segundo. Sin embargo, la vía de redención imposible y tabla de salvación de LeTour pasa por ser menos sublimada y más romántica que la del alienado taxista: recuperar el amor de Marianne (Dana Delaney), su exmujer, víctima de sus años de tropelías.
A pesar de lo que sugiere su argumento, Posibilidad de escape tampoco es tanto un thriller, sino más bien un drama nocturno envuelto en una ciudad decadente y sucia, en la que esa posibilidad de escape del título español es poco menos que una utopía. O un camino errado, o simplemente extraño e inescrutable.
Aunque Schrader se vuelque en su personaje y el producto sea medianamente sugestivo e interesante, la película en conjunto se le acaba por quedar destensada, con un preámbulo excesivamente alargado al que no consigue hacer bueno del todo una trama fiel a los parámetros esenciales de las desasosiegos y los simbolismos de su autor, lacónica y ascética pero bastante arquetípica en su desarrollo.
No es lo mismo ir por libre que contar con Scorsese tras las cámaras.
Nota IMDB: 6,7.
Nota FilmAffinity: 7.
Nota del blog: 6.
Contracrítica