Año: 2019.
Director: Quentin Tarantino.
Reparto: Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Margot Robbie, Margaret Qualley, Emile Hirsch, Julia Butters, Al Pacino, Bruce Dern, Dakota Fanning, Austin Butler, Mikey Madison, Lena Dunham, Maya Hawke, Damon Herriman, Timothy Olyphant, Luke Perry, Rafal Zawierucha, Mike Moh, Damian Lewis, Lorenza Izzo, Kurt Russell, Zoe Bell, Michael Madsen, Scoot McNairy, Clifton Collins Jr., James Remar, Clu Gulager.
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Érase una vez en… Hollywood es en efecto, tal y como sugiere el título, un cuento ambientado en la fábrica de sueños, en el lugar donde todo puede ocurrir. Esto es, en la industria del cine, una realidad alternativa, superior en belleza y emociones a la que existe fuera de las salas, y en la que hasta es posible arreglar la Historia y reventar la Segunda Guerra Mundial a golpe de ucronía y metralleta, como demostró el propio Quentin Tarantino en Malditos bastardos.
Pero Érase una vez en… Hollywood es, principalmente, un viaje fabuloso a una era mitológica, poblada por dioses que celebran bacanales en sus mansiones del olimpo de Los Ángeles y que, incluso, descienden a los bulevares de la ciudad para convivir con los humanos, aparte de su invocación a través de las carteleras y de las pantallas de cine, omnipresentes.
Hay, por supuesto, una atmósfera elegíaca en esta dorada edad de la inocencia a punto de ser destrozada a puñaladas y malos viajes de ácido por la trasnochada Familia liderada por Charles Manson. Un despertar paralelo al del resto de unos Estados Unidos embarrados en una guerra absurda y propensos al magnicidio de figuras de progreso, aunque todo ello apenas se menciona en esta película que es una memoria sentimental, no un registro documental. Porque son cosas que no pertenecen al mundo de Tarantino, el cual se concentra en ese espacio confortable y maravilloso del cine, como parecen indicar asimismo esas escenas donde la realidad a uno y otro lado de la claqueta queda perfectamente fundida. En consonancia con esta noción, el de Érase una vez en… Hollywood es un eco elegíaco que procede de la incurable nostalgia de un creador criado y alimentado por la cultura popular y que, en esta ocasión, rinde tributo fascinado a los maratones de televisión que construyeron su infancia.
Tarantino manifiesta esta decadencia también a través de los protagonistas: un actor de seriales del Oeste que parece enfilar la cuesta abajo de su carrera y su doble de acción, reducido a chico de los recados; ambos con problemas además para entender a una juventud de rebeldes ácratas, melenudos y sin depilar. Desde luego más tragicomedia que thriller, el relato sigue sus desventuras por los márgenes de este escenario de leyenda, con un tono que parece heredar esa mezcolanza de homenaje y caricatura propio del spaghetti western, abundantemente referenciado en la cinta. Hay patetismo y humor negro marca de la casa para retratar a este par de amigos que tratan de orientarse en medio de este apocalipsis lujoso y soleado. Leonardo DiCaprio y Brad Pitt derrochan carisma y química a expuertas, convirtiéndose en uno de los grandes baluartes de una obra que, narrativamente, se muestra descompensada e irregular.
En determinados momentos, da la sensación de que el montaje de Érase una vez en… Hollywood es bastante pedestre en su intención de enhebrar las historias de los personajes de forma paralela, de igual manera que flashbacks como el de Bruce Lee durante el rodaje de El avispón verde que no funcionan bien y entorpecen la progresión y el ritmo del filme -quizás sea la entrega del cineasta donde más se aprecia la falta de la fallecida Sally Menke-. Algo semejante ocurre con las fugas, fantasías y retales de películas posibles que Tarantino va sembrando a su paso, en especial durante la introducción, si bien es necesario reconocer su soberbio talento para aprender y reproducir lenguas perdidas del cine -estilos propios de la serie B de los que, por otra parte, también podría repescar su concreción y concisión a la hora de contar las cosas, pues es fácil hallar secuencias perfectamente prescindibles entre los 260 minutos de metraje de la cinta-.
En cualquier caso, Tarantino logra terminar la función en alto, con un desparramante clímax de violencia satírica en la que se podría leer una maniobra de autodefensa contra aquellos que censuran, precisamente, su querencia por una sanguinolenta crueldad de grand gignol. Es la constatación de que, decididamente, Érase una vez en… Hollywood, su filmografía y el cine en general son un juguete con el que disfrutar. Y mejor que la realidad.
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Nota IMDB: 8,2.
Nota FilmAffinity: 7,3.
Nota del blog: 6,5.
Contracrítica