Tag Archives: Dimensiones paralelas

Spider-Man: Un nuevo universo

26 Ene

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Año: 2018.

Directores: Bob Persichetti, Rodney Rothman, Peter Ramsey.

Reparto (V.O.): Shameik Moore, Jake Johnson, Hailee Steinfeld, Mahershala Ali, Brian Tyree Henry, Luna Lauren Velez, Lily Tomlin, John Mulaney, Kimiko Glenn, Nicolas Cage, Kathryn Hahn, Liev Schreiber, Chris Pine, Zoë Kravitz.

Tráiler

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         Cualquiera que haya seguido el catálogo de Cartoon Networks, Adult Swim y alguna otra compañía puede haber llegado a la conclusión de que estamos atravesando la edad de oro de la animación. No solo por la audacia con la que su trasfondo aborda la sociedad contemporánea -la fidedigna Clarence y las familias disfuncionales; Steven Universe llevando a otro nivel su sensible actualización de los debates sobre la identidad, la familia y las relaciones-, sino también por su originalidad de impronta posmoderna –Hora de aventuras, Tito Yayo, Gravity Falls-, que puede incluir un jugoso manejo de referencias –Historias corrientes, Rick y Morty-. Y otro tanto es su arrolladora creatividad estética –El asombroso mundo de Gumball, una auténtica maravilla visual capaz de mezclar con fluidez, en un mismo universo, la animación tradicional, el stop-motion, las marionetas y actores con el rostro dado la vuelta y con ojos de pega en la barbilla-. Hasta series algo más formulaicas como Teen Titans Go! -reedición de bajo saldo, según reconoce ella misma, de la anterior Teen Titans– dejan detalles verdaderamente sorprendentes y se atreven a jugar con la metaficción mediante recursos conceptuales y formales -casi siempre de la mano de Control Freak, un personaje armado con un mando a distancia que encarna tanto al espectador como a un fanático pasado de rosca, y con frecuencia con sonoro sarcasmo contra la serie precedente y, en general, contra todo el género superheroico-. De hecho, a la par que Spider-Man: Un nuevo universo, explorarán satíricamente su propia multidimensión en un largometraje.

         Construida a partir de ese concepto del Spider-Verso desarrollado previamente en cómic, Spider-Man: Un nuevo universo es parte de toda esta corriente, con un salto a la gran producción cinematográfica vinculado a esa factoría de blockbusters que es la Marvel. Y, al mismo tiempo, es perfectamente fiel a la naturaleza del personaje: un adolescente cualquiera que, de repente, puede alzarse contra el Mal que detecta en la sociedad. Al fin y al cabo, la historia de Miles Morales es la misma que la de Peter Parker, como expresan de hecho esas realidades paralelas que convergen en su mundo. Descubrir las nuevas habilidades, conocer que un gran poder entraña una gran responsabilidad, sobreponerse a los problemas personales para derrotar al villano.

         A través de estos universos alternativos fundidos en uno solo, Spider-Man: Un nuevo universo despliega un sugerente juego de texturas y formas de animación que desprende amor por las páginas del tebeo, los fotogramas del cine y -explícito ya rizando el meme en la escena poscréditos- hasta el encanto vintage de los dibujos de los sesenta.

Erigido en protagonista sobre el resto de personas-araña, Miles Morales, por su parte, es lector y héroe, todo uno. Así pues, desde esta perspectiva metaficcional, el filme también revisa, retuerce y renueva a su gusto los códigos propios del cómic, la televisión y el cine -otros tres universos paralelos habitados por Spider-Man- utilizando se esa irreverente autoconsciencia pop y cinéfila a la que por otro lado son tan aficionadas las películas de la Marvel y que, en cualquier caso, se integra perfectamente en el desarrollo convencional del relato.

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Nota IMDB: 8,4.

Nota FilmAffinity: 7,6.

Nota del blog: 7,5.

Coherence

20 Ene

“El humor es tan solo otra defensa más contra el universo.”

Mel Brooks

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Coherence

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Coherence.

Año: 2013.

Director: James Ward Byrkit.

Reparto: Emily Baldoni, Maury Sterling, Nicholas Brendon, Elizabeth Gracen, Alex Manugian, Lauren Maher, Hugo Armstrong, Lorene Scafaria.

Tráiler

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            Si una ciencia a priori anticinematográfica como las matemáticas construían el armazón argumental de Pi, fe en el caos, en Coherence es nada menos que la compleja física cuántica la que proporciona una teoría científica -la paradoja del gato de Schrödiger y la existencia de realidades paralelas- encargada de sustentar el argumento de la función.

Pero el filme no trascenderá de esta original idea –o, más bien, no sabrá cómo hacerlo-.

            Coherence presenta a un grupo de ocho amigos que cenan distraídamente bajo el vuelo de un cometa misterioso al que se atribuyen enigmáticas propiedades capaces de influir en la percepción y el comportamiento humano. El cometa es por tanto el agente desencadenante de lo que estos sujetos, cortados todos ellos por estereotipos predefinidos, interpretan como una versión en vivo y en directo de la teoría de Schrödiger, de acuerdo con las enseñanzas que extraen de los apuntes de un manual de física convenientemente enviado por el hermano de uno de ellos, de profesión científico extravagante.

Cierto es que, de inicio, Coherence logra crear un notable estado de tensión a partir de estas advertencias sobre las confusiones emocionales y psicológicas, pero éstas se disuelven en cuanto uno trata de ponerse en la piel de cualquiera de los personajes. Sobre todo si, como es el caso de un servidor, se tiene el sarcasmo y el desdén como rasgo definitorio de la personalidad. Verme enfrentado ante un yo paralelo solo conduciría a la comedia. Como, cabe decir, también conduce la mayoría de las decisiones que los desdichados amigos irán adoptando a lo largo del metraje. ¿Tan difícil es saludarte educadamente a ti mismo a través de las dimensiones y entablar una conversación animada sobre las cachondas complejidades del universo?

            El debutante James Ward Byrkit intenta dotar de verosimilitud y suspense a la cinta con una puesta en escena que, contradictoriamente, es prototípica del terror realista contemporáneo, que explota hasta la saciedad el recurso del metraje encontrado: imágenes inquietas grabadas cámara al hombro, encuadres y enfoques imperfectos, cortes bruscos de montaje herederos de la técnica de videoaficionado,… Es en vano. La premisa y sus posibilidades se agotan sin remedio, siempre dependientes del frágil hilo que constituye esa especulación científico-metafísica cuya esencia ha de ser continuamente explicada.

El libreto pretende además introducir con escasa relevancia una pálida reflexión sobre la naturaleza de la identidad humana y la incidencia de la toma de decisiones en su configuración y evolución, asunto en el que Las vidas posibles de Míster Nobody ya había indagado con mayor profusión –al igual que la coetánea Interstellar abundaba con más ambición y lustre presupuestario en ese viaje farragoso a través de las múltiples dimensiones espaciotemporales-.

            En cualquier caso, sus esfuerzos son inútiles. Coherence no sabe rebajar la inconveniente solemnidad de un guion al que termina resultado difícil tomar en serio. Sobre todo si, además, se permite el lujo de incluir un remate infantil y efectista sin importarle que éste traicione sus propios principios.

 

Nota IMDB: 7,2.

Nota FilmAffinity: 7,1.

Nota del blog: 4.

Interstellar

20 Nov

“Uno de los problemas universales de los directores es que después de una gran película intentan superarlo y normalmente se caen de bruces. Yo sigo esta regla: cuando consigues un éxito haz después una película barata, relájate tres o cuatro semanas mientras preparas otra historia. Normalmente, en mi opinión, las películas pequeñas son siempre las mejores.”

John Ford

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Interstellar

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Interstellar.

Año: 2014.

Director: Christopher Nolan.

Reparto: Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Mackenzie Foy, Jessica Chastain, Matt Damon, David Giasy, Wes Bentley, Casey Affleck, Thopher Grace, John Lithgow, Michael Caine, Ellen Burstyn.

Tráiler

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            Uno de los principales argumentos que suelen esgrimir los detractores de Christopher Nolan para desacreditar su éxito es la acusación de que sus obras son demasiado mecánicas, estudiadas, frías. De que, detrás de ellas, se ve el cerebro que las compone. Personalmente, a pesar de que por lo general disfruto mucho con el cine de Nolan, me parece que es una imputación acertada. Pero no me importa en absoluto que al mecano de Memento, El caballero oscuro y Origen, tres impresionantes ejemplos de cine lúdico, se le intuyan las piezas y las junturas que las mueven, porque están bien engrasadas, no chirrían y poseen un extraordinario vigor y agilidad. Como juego, indiferentemente de su tamaño, en este caso en progresivo y amenazador crecimiento –tanto que en Origen el realizador británico ya consideraba necesario leer al espectador un manual de instrucciones para seguir el desarrollo de la propuesta-, estas tres muestras apabullan con su capacidad de diversión. Le clavan a uno en la butaca como pocas películas lo consiguen.

            Interstellar es otra cosa. Nolan, quizás demasiado consciente de reivindicarse como cineasta ‘serio’, ‘trascendente’ y por tanto importante, trata de ir un paso más allá de lo propuesto en Origen con el objetivo de avanzar en su despegue del blockbuster de entretenimiento –mucho más elaborado que la media, pero de consumo preeminentemente popular al fin y al cabo-, lo que, aquí, significará adentrarse en las profundidades del universo y del ser humano. En el salto, sus defectos como creador se acentúan; las costuras de sus filmes se ensanchan. Ambientada en un planeta exhausto que se extingue a la par que las formas de vida que alberga, el meollo de Interstellar reside en dirimir la esencia del hombre: materia que envuelve una mente racional y, no menos relevante, una marejada de percepciones extrasensoriales, instintos premonitorios, creencias metafísicas y ligazones emocionales que, en parte y por ahora, escapan a los porqués de la biología y sin embargo constituyen el fundamento de la existencia. O, al menos, aquello por lo que merece la pena vivir.

Un tema íntimo e introspectivo difícil de abordar desde una producción de semejantes proporciones presupuestarias, de escenario y de metraje, porque, en un resumen un poco precipitado -y dejando de lado el concepto aquí quasiliteral de odisea homérica-, Interestelar acaba recordando más a Señales que a la excesivamente citada 2001: Una odisea del espacio. Para fijarse y enmarcar el detalle que particulariza al homo sapiens, para fotografiar la sutileza sentimental intrínseca a su ser, Nolan construye un ostentoso telescopio de kilómetros de diámetro, instalado en un circo de cinco pistas y con un grandioso orfeón animando una galería de imágenes concebidas para empotrar a la platea en sus respaldos a golpe de impacto visual. Un coloso abotargado, inmodesto, demasiado ampuloso y forzadamente solemne, en definitiva.

A causa del enrevesamiento físico de la trama –que implica viajes espaciales a través de agujeros negros y la exploración de hasta ¡cinco! dimensiones que permiten incluir artimañas de guion más que dudosas- y, lo que es peor, para guiar al público en el desarrollo dramático del filme, Nolan reincide y abunda sin mesura en el abuso explicativo y verbalizador. El cineasta británico quiere dejar tan claro su alegato –monólogos a corazón abierto como el de Anne Hathaway como paradigma-, que el conjunto, en vez de acentuar ese pretendido poder conmovedor de la película, provoca que ésta aparezca todavía más mecanizada, fría e incluso predecible en su rebuscamiento final.

            No obstante, esta eterna persecución del equilibrio entre raciocinio y sentimiento como definición y tabla de salvación de la especie –los contrastes en la comprensión y las reacciones ante su entorno de Cooper, Brand y Mann, distintos “modelo ejemplares” de la humanidad-, permite extraer de Interstellar subtramas y debates más afortunados. En especial, el que proporciona esa visión profética de un mundo enfermo y exangüe retratado con resabios de Las uvas de la ira -en el temible dust bowl y los ecos de la Gran Depresión funcionan como claros  antecedentes de la tragedia económica contemporánea- y que ultima sus días bajo el desacuerdo entre el inmovilismo de las políticas terrestres y la audacia de la fe en el progreso científico –la dicotomía entre el hombre precavido y el hombre temerario, ambos potencialmente peligrosos en su extremo-. Desde esta perspectiva emanaría una discusión pertinente –aunque luego difuminada- en estos mismos días en los que se apela al gasto de investigaciones extraterrestres clamando por unas injusticias mundiales en que son independientes de éste y otras inversiones –siempre cabe citar el discurso del comprometido Sam Seaborn en El ala Oeste de la Casa Blanca en defensa la exploración espacial-. O, si se acude a un territorio más cercano, en estos días de recortes en I+D+i en aras de no se sabe bien qué difusas cuestiones nacionales.

 

Nota IMDB: 9.

Nota FilmAffinity: 8.

Nota del blog: 6.

Heavy Metal

29 Sep

“Cada vez que ellos hacen una película porno, yo hago dinero.”

Walt Disney

 

 

Heavy Metal

Año: 1981.

Director: Gerald Potterton.

Reparto (V.O.): Percy Rodrigues, Richard Romanus, John Candy, Eugene Levy, Alice Playten, Vlast Vrana.

Tráiler

 

 

            No todo va a ser Disney. La animación occidental para adultos –el manga siempre tuvo más desparpajo- existe. Es un medio válido para relatar tanto historias profundas –Cuando el viento sopla, Vals con Bashir, Persépolis, Arrugas,…- como para la diversión intrascendente o gamberra, como Heavy Metal.

            Heavy Metal presenta una recopilación de seis historias cortas, paridas por la mente de otros tantos grupos de historietistas y las manos de más de mil dibujantes de varios países, y que encuentra como nave nodriza una revista de cómics independiente canadiense –de origen francés- titulada de la misma manera. Tan solo dos, Harry Canyon y Taarna son creaciones originales.

También se percibe, no obstante, la influencia del cine fantástico de la naciente década de los ochenta, marcada por La guerra de las galaxias y Conan el bárbaro. El lejano espacio exterior y la espada y brujería. Espacios perdidos en el tiempo; tiempos perdidos en el espacio.

              En realidad, el hilo conductor, más que ese leitmotiv del Mal absoluto encarnado por el Loc-nar -una esfera extraterrestre de color verde, narrador oficioso de la cinta-, es la irreverencia de sensibilidad orgullosamente masculina. Es éste el cajón de sastre que da cabida a relatos de noir futurista, dimensiones paralelas, ciencia ficción espacial, steampunk con zombis de la Segunda Guerra Mundial, chicas voluptuosas, robots salidos, extraterrestres morfinómanos y aventuras barbáricas con un toque de spaghetti-western.

            De este modo, la coherencia en el ensamblaje de las piezas tampoco importa mucho, y algunos de estos episodios ni siquiera están demasiado elaborados –se dirían simples apuntes de una historia que no se concreta finalmente en nada, ni lo pretenden- y no logran pasar de un entretenimiento juvenil y desenfadado sin mayor pretensión que una juerga de sexo, drogas y rock & roll en dos dimensiones.

            Pero, al mismo tiempo, además del buen ritmo que asegura la variación constante y la diversidad de estilo y temática sus relatos, es ese carácter heterodoxo y libérrimo, con el espíritu de su matriz en papel, alejado de toda pomposidad e ínfula, lo que convierte a Heavy Metal en una obra refrescante y divertida, con un adorable encanto.

 

Nota IMDB: 6,5.

Nota FilmAffinity: 6,4.

Nota del blog: 6,5.

Ferocious Planet

31 Jul

“Al final te pagan lo mismo por una mala película que por una buena.”

Michael Caine

 

 

Ferocious Planet

 

Año: 2011.

Director: Billy O’Brien.

Reparto: Joe Flanigan, Dogmar Döring, Catherine Walker, Yare Michael Jegbefume, John Rhys-Davies.

Tráiler

 

 

             Lo de que los currantes del canal SyFy tienen una imaginación desbordada y relativamente simpática, equiparable a la de los creadores de la ciencia ficción de la serie B y las sesiones dobles de los cincuenta, podría ser un hecho. Que la sepan canalizar adecuadamente es algo mucho más cuestionable.

             Ferocious Planet sigue la premisa habitual de las producciones de SyFy, es decir, crear un entorno favorable para la aparición de monstruos de todo tipo y pelaje. Esta vez se debe a la intervención de un maletín que, aunque en principio su función era la de crear energía limpia y renovable – ¡que aprendan esos hippies!-, cual tostadora mágica de Homer Simpson transporta a los incautos protagonistas a dimensiones paralelas a la Tierra. Por supuesto, es un entorno lleno de seres horripilantes y peligrosísimos, esta vez retratados parcamente con un CGI de una cutrez desconcertante, bastante peor incluso de lo que suele ser habitual en sus películas, en las que había llegado a tener un nivel incluso decente en ocasiones. Sí conservan la calidad de siempre (ínfima) unas líneas de guion rellenadas por compromiso, si bien hay que decir que el libreto tiene la honradez de no tomarse muy en serio a sí mismo, hecho que no lo convierte en bueno pero sí en más tolerable, a lo que se suma una actuación principal de Joe Flanigan -conocido por participar en una serie que también explora las posibilidades de las dimensiones paralelas y viajes interestelares como Stargate: Atlantis, de la misma productora-, que sigue esos mismos principios casi autoparódicos. Ya que nos reímos, que sea aposta.

             A pesar de ello, lo rudimentario del tratamiento, como siempre más concentrado en sacar criaturas –aquí solo de una especie, que también es ser – que en establecer unos engranajes de narración mínimos, hace que al final canse igualmente y te importe bastante poco lo que ocurra delante de tus ojos.

 

Nota IMDB: 4,6.

Nota FilmAffinity: -.

Nota del blog: 2,5.

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