«Lo trágico no es morir, sino echarse a perder.»
Hannibal Lecter (Hannibal)
.
.
El dragón rojo
.
.
Año: 2002.
Director: Brett Ratner.
Reparto: Edward Norton, Anthony Hopkins, Ralph Fiennes, Emily Watson, Philip Seymour Hoffman, Harvey Keitel, Mary-Louise Parker, Anthony Heald, Frankie Fayson.
.
La esperada confirmación del doctor Lecter como revienta-taquillas con Hannibal dejaría el camino expedito para nuevas entregas de cinematográficas de sus macabras aventuras. Tanto así que el productor Dino de Laurentiis ni siquiera quiso esperar a que la mente de Thomas Harris diseñase una nueva trama, sino que prefirieron revisitar esa primera novela donde aparecía el sofisticado psiquiatra caníbal, El dragón rojo, que dos décadas atrás tantos disgustos le había proporcionado en su traslación al cine con Hunter, una cinta interesante saldada con un fracaso de público.
De esta manera, Will Graham, el agente especial del FBI con una fidelísima empatía por los psicópatas, retornaba del olvido, ahora con el rostro de Edward Norton, para descender a los infiernos de la perversión humana guiado de la mano de Hannibal Lecter (el sempiterno Anthony Hopkins), su némesis cautiva. Bajo su tutela didáctica y corruptora Graham se empeña así en una obsesiva persecución de El Dragón Rojo (Ralph Fiennes), el asesino en serie inspirado por las pinturas de William Blake y víctima de una tormentosa lucha ínterna entre el monstruo que brota de sus entrañas y sus fragmentos todavía humanos, alentados por la inocencia de Reba (Emily Watson).
Esta nueva versión de El dragón rojo es una producción menos ambiciosa y más centrada en satisfacer el paladar de los seguidores, por lo que la indagación estética y operística que afrontaba la ostentosa Hannibal se diluye aquí en una factura desprovista de personalidad donde solo el peso específico del elenco y la firma de Harris justificarían una posible vitola de blockbuster de calidad. En este sentido, es sintomática la confianza en Brett Ratner –se tantearía incluso al inefable Michael Bay– para asumir la dirección, un cineasta curtido en proyectos comerciales con escasas pretensiones y que si bien no imprime un sello artístico interesante a la obra, cuanto menos sí sabe dotarla de un ritmo absorbente que la haga entretenida y le permita superar con holgura los problemas de pulso que habían lastrado a su inmediata antecesora.
La película, pues, busca más la espectacularidad que la introspección y el choque de caracteres entre Graham y Lecter, piedra angular del relato, permanecerá citado de forma superficial para dar testimonio del mismo pero sin abundar más de lo debido en estos terrenos psicológicos privados y retorcidos. Decisiones evidentes asimismo en el retrato más duro y agresivo de Dolarhyde que afronta Fiennes, un actor clásico en la interpretación de personajes inquietantes o perturbados y que da cuerpo con rotunda contundencia a un personaje menos ambiguo que la atípica y más matizada encarnación ofrecida por Tom Noonan en Hunter.
Dando por bueno el original de Harris, el libreto mantiene textualmente una notable cantidad de líneas de diálogo que ya aparecían en la obra de Michael Mann y reproduce un esquema argumental muy semejante al de El silencio de los corderos, lo cual subraya esa mencionada querencia por reproducir las bases del éxito de la saga.
.
Nota IMDB: 7,2.
Nota FilmAffinity: 6,5.
Nota del blog: 6,5.
Contracrítica