“El periodismo es la protección entre la gente y cualquier clase de regla totalitaria. Es por eso que mi héroe, obviamente dañado, es periodista.”
Andrew Vachss
Nothing But the Truth
Año: 2008.
Director: Rod Lurie.
Reparto: Kate Beckinsale, Matt Dillon, Alan Alda, Vera Farmiga, David Schwimmer, Noah Wyle, Angela Bassett.
Sostenía Habermas que el periodismo debía ser el instrumento de reacción social en contra de la colonización que la política ejercía sobre la vida.
La profesión que surgió para informar sobre cuestiones comerciales acabó por convertirse en perro guardián, en cuarto poder al servicio del común en constante vigilancia del resto de poderes, en un pilar del sistema democrático como salvaguarda, a través de la garantía del acceso a una información independiente, de la libre participación del ciudadano en la vida social.
Este compromiso, junto con su indudable atractivo y relevancia, no será desaprovechado por un cine que ha elevado a la categoría de mito popular acontecimientos clave en la historia de la profesión como la firme y valiente oposición del periodista Edward R. Murrow frente a los abusos del mccarthismo en Buenas noches y buena suerte, en defensa de los valores liberales y democráticos, o el destape del escándalo Watergate en Todos los hombres del Presidente, además de otros relatos ficcionalizados a partir de hechos reales, como El dilema o esta que nos ocupa.
Nothing But the Truth –“nada más que la verdad”- se inspira directamente en la situación de la periodista de The New York Times Judith Miller, que pasó 85 días en prisión por negarse a revelar sus fuentes de información, y el caso de la revelación de la identidad de la espía Valerie Plame –cuyo punto de vista sería llevado a la pantalla en Caza a la espía-, esposa del diplomático Joseph Wilson, quien contradijo públicamente algunos de los argumentos que había empleado la administración Bush para invadir Irak.
Así, sustituyendo el país medioriental por otro del eje del mal como Venezuela y cambiando en parte los motivos de la periodista –mucho se ha dudado y comentado sobre las intenciones de Miller, considerada instrumento del gobierno para desprestigiar a Wilson y justificar la guerra, mientras que aquí se presenta como un caso de cuestionamiento de los métodos del poder-, Rod Lurie, quien ya había indagado en los oscuros callejones de la alta política y su voraz opresión sobre el individuo, también desde una perspectiva femenina, en Candidata al poder, sienta las bases para analizar el conflicto entre la autoridad de un Estado casi policial o marcial y la libertad de información y sus derechos –el de ejercer el secreto profesional, que permite al periodista no desvelar sus fuentes-, secuestrados por dudosas razones de seguridad nacional.
Lurie compone una trama sólida e inteligente, consigue hacerla pavorosamente verosímil –algo que, curiosamente, tiende a no ocurrir con las historias “basadas en hechos reales”- merced a la ausencia de dramatismos fáciles, golpes bajos emocionales o efectismos de saldo –aunque no termine de funcionar la ultimísima revelación, que de haberla suprimido no hubiera ocurrido nada-, y eso que suficientes motivos tenía para ceder a ellos –el ámbito carcelario, el conflicto familiar, la lucha del ciudadano de a pie contra la injusticia del poder omnímodo-.
Nada cae en clichés o imposturas cinematográficas melodramáticas, los personajes actúan con lógica, interpretados con sobriedad y credibilidad por un reparto entonado en todas sus líneas, desde una sorprendente Kate Beckinsale hasta un tipo soso como David Schwimmer, pasando por un correctísimo Alan Alda o la siempre agradecida presencia de Angela Basset, incluso en aquellos más peliculeros como la espía descubierta encarnada por una espléndida Vera Farmiga, esa soccer mom ideal, vulnerable y terrible al mismo tiempo.
Incomprensiblemente, ya que es mejor que la mayoría de los estrenos de este u otros géneros, pasó directamente al DVD.
Nota IMDB: 7,3.
Nota FilmAffinity: 6,7.
Nota del blog: 7,5.
Contracrítica