Archivo | mayo, 2014

Una mujer de París

31 May

«Charles Chaplin es el Adán del que todos descendemos.»

Federico Fellini

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Una mujer de París

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Una mujer de París.

Año: 1923.

Director: Charles Chaplin.

Reparto: Edna Purviance, Carl Miller, Adolphe Menjou, Lydia Knott.

Tráiler

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            Si hay un director que sabe cómo maniobrar los resortes emocionales del espectador, ese es Charles Chaplin. Baste con devolver la mirada a El chico, en concreto a la escena del rapto de Jackie Coogan por las autoridades. La transición desde el corazón en un puño y el nudo en la garganta hasta la sonrisa aliviada y la carcajada no puede ser más natural, más conmovedor, más perfecto. Aunque por entonces su reconocimiento provenía en exclusiva del género cómico, el cine de Chaplin ya poseía detrás de las risas un evidente poso melodramático, tanto de orden social como sentimental.

            Bien encorajinado para buscar nuevos retos a través de los cuales continuar perfilando su madurez como cineasta, bien deseoso de librarse de incómodos encasillamientos, Chaplin decidiría con Una mujer de París volcar en un filme todo su potencial dramático, sin cortapisas humorísticas, por chocante que esto pudiera parecerle a sus seguidores. De ahí la doble advertencia de los títulos de crédito: primero, que él no hará acto de presencia en los fotogramas –una figura siempre asociada a la comedia, aunque interprete a un asesino en serie-, y, segundo, que la película es su primera obra “seria”. Toda una declaración de intenciones.

            Una mujer de París narra la evolución a lo largo de los años de un romance prohibido y condenado al infortunio. Es la batalla a muerte entre el verdadero amor, imperecedero e insobornable, y un destino sádico que emplea a su servicio diversas armas familiares, sociales o económicos. Uno tiende a pensar que, presa de este ansia por demostrar seriedad, a Chaplin se le va la un poco la mano en una trama con cierto exceso de tragedias folletinescas. Clímax de dramatismo exagerado que contrastan, en cambio, con la innovadora sugerencia de las elipsis, que dinamizan el desarrollo del relato y esconden una parte del drama para reservarlo a la intuición o la imaginación del espectador, y la matizada exploración psicológica de los personajes –basten conmovedores detalles como el repudio paterno del novio-.

            Protagonizada por Edna Pruivance, protegida del cineasta y fiel compañera secundaria de sus populares andanzas, la cinta se ambienta en los círculos burgueses de la hedonista capital francesa de los años veinte, cuyo boato se traslada a la expresiva puesta en escena –recargada en la lujosa estancia de ella, luminosa en los salones de baile, oscura y sucia en la casa del pintor-. París aparece entonces como paraíso de vida disoluta en contraste directo con un Hollywood que, tras ser proclamado Nueva Babilonia, rendía sus estudios a la pertinaz ola de hipócrita puritanismo –el convencional desenlace redentor podría pasar aquí como una concesión-.

El escenario y las imágenes ayudan por tanto a perfilar el carácter de los personajes –es especialmente significativo el trato del acaudalado amante en relación a su chica, como otro objeto del escenario puesto a su disposición-. Dentro del romanticismo y el arrebatado fatalismo de Una mujer de París, Chaplin guarda también lugar para algún gag visual, sutil o explícito, que aligera el tono del conjunto y, al mismo tiempo, otorga aún mayor profundidad a su composición del fondo del relato –la comparación de ricos y cerdos a través de las trufas, el “despacho”, la mirada censora de la esteticista durante la escena de confesiones entre amigas, el “padre”, el uso de objetos para sugerir situaciones entre los personajes implicados,…-.

            La complejidad y la escasa complacencia en el retrato de caracteres que revelan estos citados recursos es, por tanto, la virtud revolucionaria de la película, de importancia capital en el posterior desarrollo del subgénero melodramático en particular y de un cine en general que abogaba por la exploración interior y exhaustiva del individuo.

            En su época de estreno, supondría el primer gran fracaso de crítica y público Chaplin.

 

Nota IMDB: 7,2.

Nota FilmAffinity: 7,3.

Nota del blog: 7,5.

Big Bad Wolves

29 May

“Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.”

Éxodo 21:23-25

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Big Bad Wolves

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Big Bad Wolves.

Año: 2013.

Directores: Aharon Keshales, Navot Papushado.

Reparto: Lior Ashkenazi, Rotem Keinan, Tzahi Graz, Doval’e Glickman, Dvir Benedek.

Tráiler

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            Es la elección de Quentin Tarantino para la temporada 2013 –esta ha sido la principal arma publicitaria de la película-, y también se encuentra avalada por el festival de Sitges. Durante su visionado, no cuesta adivinar qué en Big Bad Wolves le tocó la fibra al icónico y reverenciado director estadounidense.

Esta farsa crudelísima, producción israelí, es un relato de venganza sobre sórdidos asesinatos pederastas en el que destacan los raptos de violencia desatada –que no descontroladamente gore; estilizada pero no barroca o rebuscada en el sentido de espectáculo sangriento-. Pero, en especial, Big Bad Wolves sobresalta por su hilarante e implacable mala baba, nada sutil pero con momentos de gran eficacia cómica.

            El corrosivo humor negro de la propuesta despelleja sin piedad la naturaleza irracional de la venganza y su completo sinsentido, si no por sus evidentes motivos morales, al menos sí en su aspecto práctico, si así se prefiere.

Esta lectura -que se mantiene más proporcionada que en la reconcentrada aunque paulatinamente diluida Prisioneros-, podría acaso aplicarse a una política estatal israelí fuertemente influenciada en su Historia por este concepto de retribución de mano dura frente a los ataques exteriores –los personajes más activos en la tortura son excombatientes, la relación con el vecino árabe siempre es de sospecha o de culpabilidad asumida-.

            Desde su excelente prólogo, Big Bad Wolves pone en práctica un juego (o narra un cuento atroz) que equilibra en sus premisas el thriller, la comedia negrísima y el salpicado de subtextos críticos –picantes pero tampoco excesivamente elaborados-, y en el que los tres personajes de este triángulo macabro –el presunto pedófilo profesor de religión, el obsesivo y amoral policía que lo persigue, el padre de una de la niñas asesinadas que acecha a ambos-, acaban por desarrollar entre ellos unas similitudes y paralelismos de lo más sorprendentes.

Despiadadamente divertida.

 

Nota IMDB: 6,9.

Nota FilmAffinity: 6,6.

Nota del blog: 7.

Godzilla

27 May

“Tengo una idea sobre una película de Godzilla que siempre he querido llevar a cabo. El asunto va sobre el papel de Godzilla en Tokio, donde siempre está luchando contra otros monstruos y salvando a la humanidad una y otra vez. ¿No acabaría esto convirtiéndole en dios? Se podría titular Bajo el imperio de Godzilla. Y muestra cómo es la sociedad cuando un puto lagarto verde gigante domina tu mundo.”

Quentin Tarantino

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Godzilla

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Godzilla.

Año: 2014.

Director: Gareth Edwards.

Reparto: Aaron Taylor-Johnson, Elizabeth Olsen, Bryan Cranston, Ken Watanabe, Carson Bolde, Sally Hawkins, David Starthaim, Juliette Binoche.

Tráiler

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            En su sexagésimo aniversario, y después de una desafortunada visita en 1998, Godzilla vuelve a América. Pero el rey de los monstruos no parece sentirse cómodo jugando fuera de casa.

            Nacido como metáfora del enemigo descomunal, mortífero y despiadado –los Estados Unidos de la bomba atómica-, adoptado posterior y ocasionalmente como icónico defensor frente a otros monstruos –opción benefactora que, disfrazada de fuerza kármica de la naturaleza, se retoma en la presente cinta-, Godzilla bien podría haber encajado en la mentalidad del Hollywood de los años posteriores al 11-S. De hecho, son numerosas las influencias y los ecos de éste y otros traumas –los tsunamis de 2004 y 2011, el accidente nuclear Fukushimaque resuenan en los fotogramas de este ‘reboot’, el cual, en realidad, poco aporta a la longeva y dilatada franquicia.

Son códigos y expresiones visuales característicos del ‘blockbuster’ catastrófico contemporáneo que remiten desde a La guerra de los mundos hasta a Lo imposible, con un punto de influencia principal que gravita sobre el tema del desastre global reducido a una lucha familiar en la que mezclan pulsiones de venganza con la supervivencia épica –lo que aquí amenaza con coronarse hasta con un duelo directo tirando a ridículo-.

            En Godzilla no es notoria, por tanto, la influencia de Gareth Edwards, cineasta que había conquistado prestigio dentro del género por su aproximación al mismo precisamente desde un ángulo diferente y original: Monsters, una fábula intimista donde las (no tan) terribles criaturas invasoras eran un factor escénico casi secundario. Aquí, su realización se limita a ser correcta. Más plana que clásica, aunque eficaz en el rodaje de las batallas de colosos. Solo el vuelo en picado de los paracaidistas –que ya se exhibe en el tráiler del filme- irrumpe como un sobresalto de creatividad –con el Réquiem de György Ligeti empleado por Stanley Kubrick en 2001: Una odiosea del espacio, todo se dicho- frente a la atonía general de la cinta.

            Esta acumulación de fórmulas consabidas provoca que el alma de Godzilla brille por su ausencia y su sabor sea escaso, insipidez que afecta asimismo a los profusos y algo ñoños homenajes del filme –extendidos hasta a la fisionomía del monstruo, tan poco grácil y poco estilizado como su antecesor primigenio de la Toho-. Problemas generados por un guion acreditado a Max Borenstein pero al que hubieron de echar mano abundantes ‘script doctors’, entre ellos nombres reconocidos como los de David S. Goyer o Frank Darabont.

Demasiados, en vista de los ramplones resultados obtenidos, que comienzan su desarrollo desde una introducción científica bastante farragosa y concluyen con unos subtextos y relecturas más bien difusos o ambiguos.

 

Nota IMDB: 7,3.

Nota FilmAffinity: 5,7.

Nota del blog: 5.

El día de los forajidos

25 May

“Es importante no olvidar que cuando se hace un western, las imágenes son más importantes que el diálogo.”

Anthony Mann

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El día de los forajidos

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El día de los forajidos.

Año: 1959.

Director: André de Toth.

Reparto: Robert Ryan, Burl Yves, Tina Louise, David Nelson, Alan Marshal, Venetia Stevenson, Jack Lambert, Lance Fuller.

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            Insertos en un plano general, dos vaqueros comparten su indignación ante el carromato de un granjero, cargado de alambre de espino para delimitar su propiedad y cortar así el paso a las cabezas de ganado. Paulatinamente, casi de manera imperceptible, la discusión de ambos socios sobre el atávico conflicto entre ganaderos y agricultores -uno de los episodios de la conquista del Oeste fundamentales en el western-, deriva en debate acerca de las pulsiones románticas sin resolver de uno de ellos, inmerso en un triángulo amoroso con el dueño de la finca aún por parcelar y su atractiva esposa.

            André de Toth, realizador de El día de los forajidos, un cineasta repleto de agallas y celoso de su independencia, no concede ni siquiera un primer plano que, como mandarían los cánones de Hollywood, refleje a través de los ojos del actor una explosión (o implosión) de emociones destinadas a subrayar visualmente y redoblar la fuerza dramática de lo ya expresado por el texto. De hecho, en la lejanía de la toma, apenas se acierta a atribuir cada frase a cada personaje.

            El día de los forajidos es un western seco, lacónico y profundamente pesimista. A cada problema que surge, la respuesta solo parece ser la muerte. El protagonista -un cowboy impetuoso que, cual semidios mitológico, fundó prácticamente con sus manos el poblado y al que le arrebatan el porvenir y el corazón unos granjeros advenedizos-, afirma que conocer el futuro es demasiada tarea para un hombre. Pero, al mismo tiempo, él, una fiera salvaje a la que se ha ido acorralando en la marginalidad, parece augurar en su primaria clarividencia que esta resolución infortunada es el único destino posible.

            Al igual que había hecho en el noir -su otro género predilecto-, en concreto a través de películas como Pitfall, De Toth subvierte subrepticiamente los arquetipos del western dentro de un marco en apariencia clásico y respetuoso con los códigos tradicionales –que también dejan notar su impronta en otros aspectos y roles del filme-. Como se aprecia en la introducción, su héroe (Robert Ryan, hombre parco en gestos) es en realidad una bomba a punto de explotar; un individuo con una inquietante carga psicótica en sus entrañas. Parte de la caterva de malhechores que en su huida con un botín de oro amenaza con asolar el lugar, también porta en sus alforjas un importante peso de culpa y necesidad de redención.

Aunque la intromisión de los bandidos en el inflamado conflicto terrenal y amoroso que se prometía en el planteamiento resulta un tanto incómoda, la fidelidad al agrio fondo y forma de la propuesta repara poco a poco el interés y la capacidad sugestiva del conjunto.

            La cruda atmósfera, electrizada por la tensión dramática de ese juego de deudas propias y ajenas, se potencia con la sobriedad espartana de la realización, estática y expectante. Su opresiva y casi indiferente distancia deja desnudos y desprotegidos a los personajes, lo que sitúa en la debida perspectiva su patetismo y sus virtudes, sus flaquezas y sus sacrificios. En una elogiable demostración de autoridad por parte de su cineasta, el desenlace, por supuesto, participará del estoicismo emocional y expresivo que gobierna la obra.

 

Nota IMDB: 7,4.

Nota FilmAffinity: 6,9.

Nota del blog: 7,5.

Viva la libertà

22 May

«Sería una gran reforma en la política el que se pudiera extender la cordura con tanta facilidad y tanta rapidez como la locura.»

Winston Churchill

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Viva la libertà

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Viva la libertà.

Año: 2013.

Director: Roberto Andò.

Reparto: Toni Servillo, Valerio Mastandrea, Valeria Bruni Tedeschi, Michela Cescon, Gianrico Tedeschi, Eric Nguyen.

Tráiler

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            ¿Renace el cine político italiano? Gomorra, Il Divo, Draquila – La Italia que tiembla, Díaz: No limpiéis esta sangre, Piazza Fontana: The Italian Conspiracy, Il capitale umano,… Si bien quizás no tan combativo como en los años sesenta y setenta de Elio Petri, Gillo Pontecorvo o Francesco Rosi, parece que, desde las densas tinieblas del berlusconismo que gobierna el panorama social italiano –sea en cuerpo presente, sea en espíritu-, el cine mueve ficha contra la debacle moral y política de un Estado al que España debe prestar atención, dado que tiene la desaconsejable costumbre de seguir su deriva.

            Viva la libertà indaga en un universo agonizante y putrefacto del que siente desafecto hasta el propio líder de la izquierda opositora italiana (Toni Servillo, con su característico estilo teatral, carismático, intenso pero poco natural). No obstante, aunque ambos aparecen hibridados a lo largo de la fábula, el drama emocional prima sobre el drama político. Porque, como el pontífice recién electo de Habemus papam, la historia del Enrico Oliveri de Viva la libertà es la de una espantada. La aparente fuga de responsabilidades por parte de un hombre que busca reencontrar su propia esencia sentimental y, con ello, el calor humano e idealista de la fría y especulativa política del país de Nicolás Maquiavelo.

            Puede que se trate de un planteamiento con posibilidades; no lo tengo del todo claro. El asunto es que la inmadurez de la propuesta provoca que Viva la libertà no alcance cotas demasiado elevadas. Basada en la suplantación de personalidad de una pareja de gemelos que casualmente halla su inesperada vocación gracias al intercambio de papeles, la trama del doble suena a ya vista, a artificio gastado de la commedia dell’arte, a exceso argumental que no logra traducirse en verosimilitud. Meliflua en su lectura afectivopolítica, la realización visual, la banda sonora y las líneas de diálogo se empeñan además en leer un detallado prospecto para guiar las emociones del espectador durante el visionado.

Siguiendo esta misma línea, el retrato de la depresiva y autodestructiva izquierda italiana resulta pálido y sin verdadera garra, mientras que las pullas políticas que pretende propinar el filme son tan superficiales como populistas y, por tanto, ligeras en su calado –no influye el análisis localista, sus premisas con perfectamente intercambiables con las de aquí-.

La figura del loco lúcido que debido a la ausencia de filtros que coarten su honestidad o su clarividente lógica se convierte en la voz del legítimo descontento y el sentido común no es tampoco una figura en exceso original, a pesar de su indudable empatía. De hecho, no hace demasiado la industria del ‘belpaese’ ya explotaba este mismo arquetipo en Viva l’Italia, que venía a ser un Mentiroso compulsivo adaptado a la arena política trasalpina.

            Sobrevive por el magnetismo de Servillo en su doble papel.

 

Nota IMDB: 7,1.

Nota FilmAffinity: 6,8.

Nota del blog: 5.

El escándalo de Larry Flynt

20 May

Exploración sobre el porno y la libertad de expresión para el dossier sobre Milos Forman en Cinearchivo.

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El ex-preso de Corea

17 May

“El estado natural del hombre no es la paz sino la guerra.”

Immanuel Kant

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El ex-preso de Corea

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El expreso de Corea.

Año: 1977.

Director: John Flynn.

Reparto: William Devine, Linda Haynes, Tommy Lee Jones, Luke Askew, Lawrason Driscoll.

Tráiler

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            La Guerra de Vietnam, como todas las guerras, no acabó con la firma de la paz entre los bandos contendientes. Si atendemos a los fotogramas de los años siguientes a 1973, de Vietnam retornan el Travis Bickle de Taxi Driver, el Lander de Domingo negro, el Luke Martin de El regreso y los sencillos muchachos de El cazador. Incluso yendo más lejos, hasta la belicista, militarista y ultrapatriótica era Reagan, también John Rambo. Heridas abiertas; hombres con la guerra y solo la guerra en las entrañas; neuróticos perturbados por el horror.

            El mayor Charles Rane de El ex-preso de Corea pertenece a esta especie. En el avión que aterriza en San Antonio, después de su liberación de los campos de concentración y tortura del Viet Cong, no vuelven ni él ni sus acompañantes. Solo sus cuerpos. Carcasas huecas, rellenas de pólvora, violencia y napalm. La interpretación de William Devine, un tipo de rostro poco agradable, todo dientes prominentes y entrecejo fruncido, se ajusta con rigor a esa cadavérica parquedad expresiva. Frío, de movimientos maquinales, automáticos. Un tanto más exagerado y menos natural resulta en cambio el hieratismo afectivo de su compañero eventual, el joven Johnny Vohden de Tommy Lee Jones.

Rane, como el torturado Bickle, es también hijo de la pluma de Paul Schrader, particularísimo guionista que no quedaría demasiado satisfecho con los resultados finales del texto, que tildaría de toscos y parafascistas.

            El ex-preso de Corea –incomprensible retitulación del Rolling Thunder original, quizás a rebufo de la exitosa El expreso de medianocheparece configurarse como un drama acerca del trauma posbélico del combatiente. Sin embargo, por medio de un duro y repentino golpe de efecto, un tanto forzado en su verosimilitud –lo innecesario del asesinato, la profusión de detalles revelados en la cara del protagonista-, la película se torna definitivamente en un agrio thriller fronterizo que, más que de venganzas, es de violencia pura y primaria.

El vaciado emocional de Rane así lo dicta, por mucho que se escude en la presunta conservación de un último hálito de amor paternofilial. Su mente, desesperada y desquiciada, en realidad ansía recobrar su vigilancia marcial. La brutalidad, otrora empleada como remedio para garantizar su supervivencia como prisionero, se ha convertido en droga.

            John Flynn aporta su sequedad característica a la realización de la cinta. Una sobriedad espartana y una narración directa y sin concesiones que se ajusta a la perfección a los parámetros tonales y sentimentales de la obra. Filme decepcionado y sombrío, El ex-preso de Corea explora por el camino la cicatriz monstruosa e indeleble que la barbarie marca a fuego en el hombre, condenada a ser reproducida una y otra vez –el padre de Vohden, veterano de la Segunda Guerra Mundial que se niega a comprar productos japoneses, justificado por su rencor eterno-.

El ex-preso de Corea no ensalza la lucha, no reivindica el sacrificio del soldado, no denuncia emocionalmente a la sociedad que ha avanzado hacia adelante sin esperarle o que lo desprecia abiertamente. Únicamente expresa, y con desatada crudeza, el rastro de violencia que la guerra, entendida como un proceso continuo y nunca concluido, deja tras de sí.

            Un thriller granítico, rotundo y meritorio.

 

Nota IMDB: 7,1.

Nota FilmAffinity: 6,1.

Nota del blog: 7.

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