“La masa no piensa. Carece de mente propia.”
Joe Wilson (Furia)
Incidente en Ox-Bow
Año: 1943.
Director: William A. Wellman.
Reparto: Henry Fonda, Dana Andrews, Harry Morgan, Marc Lawrence, Frank Conroy, William Eythe, Harry Davenport, Paul Hurst, Jane Darwell, Leigh Whipper, Anthony Quinn.
La noche, un claro perdido en una garganta recóndita, tres acusados, veintiocho jueces furiosos y tres sogas pendiendo de un árbol.
El western se hacía adulto, y no precisamente con buen humor. El homenaje a los pioneros y la epopeya de la génesis de un país dejaba paso a complejos y oscuros valles en los que se ocultan dramas, dilemas y tragedias humanas universales.
Un taciturno proceso de cambio que encontrará en Incidente en Ox-Bow una de sus piedras angulares. En una tierra sin ley, ruda y colérica, que, como sostenía Ángel Fernández Santos en su imprescindible Más allá del Oeste, entraba a tientas en una titubeante civilización y en la que la cotidiana ritualización de la muerte había dejado a esta vacía de significado, se desvelaba por primera vez una de las cartas más negras de esta cosmogonía: la ciega justicia de la masa, el linchamiento, primer y primitivo bosquejo de ley colectiva en el Salvaje Oeste.
La caza del hombre por el hombre.
William A. Wellman procedía a trasladar a la pantalla la novela homónima de Walter Van Tilburg Clark, confeso objeto de su admiración, para filmar un western que contradice su habitual querencia por los grandes espacios abiertos. Incidente en Ox-Bow es una cinta turbia, nocturna, claustrofóbica y gélida, de tensión contenida pero penetrante.
Fonda –quien ya se había visto, en un papel más activo, frente a turbamultas ávidas de linchamiento en El joven Lincoln, como esta, también escrita por Lamar Trotti– llega a su villorrio natal sin nada en mente, tan solo con el sueño tenue de recuperar a su amor de juventud. En mal momento. La tensión acumulada por los constantes robos de reses se desborda ante el rumor del asesinato de un ganadero local. El populacho se organiza para dar rienda suelta a sus ansias de justicia. Una justicia homicida en la que las endebles instituciones poco pueden decir frente al poder del revolver y la soga.
Una ley impulsada por el valor de la masa, el deseo impotente de venganza, la insatisfacción y el traspaso de pecados de cobardía. La muerte como solución a sus problemas. Y para la muerte cualquier excusa es buena, cualquier desconocido es sospechoso.
Es este un filme firmemente posicionado a favor del respeto a los valores humanos -quizás de esta postura decidida y firme surja un cierto exceso de explicitud, mucho más matizada en el libro-, con todo lo que ello implica en este juicio tenebroso parido ya infecto por la atroz justificación de una malentendida racionalidad y que se adentra a machetazos en el infierno denso y viciado de la sinrazón colectiva e individual, alentada por los demonios particulares de cada uno.
Intenso western psicológico.
Nota IMDB: 8,2.
Nota FilmAffinity: 8.
Nota del blog: 8.
Contracrítica