Archivo | junio, 2011

La conquista de la tierra perdida

30 Jun

“Algunos me tienen por loco porque siempre intento escapar de los límites, ser un terrorista del género. Me mantengo dentro pero, de vez en cuando, pongo una bomba para intentar volarlo por los aires.”

Lucio Fulci

 

 

La conquista de la tierra perdida

 

Año: 1983.

Director: Lucio Fulci.

Reparto: George Rivero, Andrea Occhipinti, Sabrina Siani, Conrado San Martín.

Tráiler

 

 

            En cine italiano, que tantas obras maestras había legado en las décadas anteriores, se encontraba ya en los ochenta sumido en una decadencia absoluta, envilecido por la perversión de la commedia all’italiana en forma del éxito de la commedia erotica all’italiana, paralela al destape español, y por producciones que basaban todo su ser en la copia indisimulada de los modelos en boga en el cine norteamericano, desde el spaghetti western y el peplum, el giallo como vuelta de tuerca propia del thriller estadounidense y la ciencia ficción hasta todo tipo de películas de explotación y el terror, películas rodadas con escaso presupuesto, exageración hasta el desquiciamiento de sus códigos arquetípicos y la renuncia a gran parte de la calidad a cambio de la cantidad. No obstante, surgen creadores de cierto talento que renuevan, innovan y extienden nuevas formas de entender estos géneros, influyendo decisivamente en autores posteriores que reivindicarán sin tapujos esta herencia trash o de serie Z.

Este es el caso de Lucio Fulci, músico, productor, director, guionista, actor…, creador de películas de violencia tratada de forma casi pornográfica, provocadoras, tan cínicas como macabras, considerado uno de los padres del gore y reverenciado y referenciado en muchas de sus obras por Quentin Tarantino, en el icono de la posmodernidad cinematográfica.

            Los años ochenta verían nacer el auge del cine de espada y brujería de la mano del éxito de Conan, el bárbaro, que derivará posteriormente en multitud de copias e imitaciones a uno y otro lado del Atlántico (El señor de las bestias, Ator el poderoso,…). La conquista de las tierras perdidas es una coproducción española-italiana-mexicana que busca precisamente sumarse a esta corriente, experimento que sería también probado en tierras patrias en un par de producciones de Paul Naschy, imagen del terror nacional, Los cántabros o La bestia y la espada mágica. La película contiene muchos de los elementos característicos de este cine, como la localización en un remoto y mítico pasado inconcreto, el musculoso y rubicundo héroe errante libertador, perversos tiranos enmascarados, brujas sicalípticas,…

Fulci imprime su carácter a la obra -pese a ser totalmente de encargo como reconocería más tarde, ante las acusaciones de decadencia de su cine-, con la hipertrofia de las fórmulas que supuestamente hacía triunfar a estas películas, en este caso una ración doble de tetas, seres monstruosos y sangre y grotescas escalpaciones craneales, con un par de números gratuitos de gore de lo más desagradable que incluyen entre sus víctimas a la sobrina de Camilo José Cela, a la sazón actriz, Violeta Cela.

             Por lo demás, la película sigue más o menos el esquema tradicional de epopeya del héroe (Mace, el mexicano George Rivero, bastante mejor actor que otros forzudos del estilo) y su compañero y su encuentro con una malvada tirana y sus secuaces, que subyugan con violencia y terror todo un territorio, y a quien no cabrá más remedio que quitar de en medio atravesando mil y una aventuras que mezclan, sin demasiado sentido, elementos fantásticos, bárbaros y detalles de mitología griega.

Con una banda sonora, efectos de sonido y una estética tremebunda sacados de lo peor de los ochenta –que ya es decir- La conquista de las tierras perdidas ofrece una serie Z pura, de diálogos, escenografía y calidad artística deplorable, aunque si bien con una acción dinámica favorecida por la buena ración de bizarros enemigos que saldrán al paso de los héroes y un cierto punto interesante en la fotografía brumosa, con un desmedido gusto por las imágenes a contraluz, que dan un curioso aire onírico a la cinta que, no obstante, no convendría haber extendido a todo el metraje, que se ve fatal.

A grandes rasgos irritante, pero con algún ocasional encanto tonto e inexplicable.

 

Nota IMDB: 4,8.

Nota FilmAffinity: 3,8.

Nota del blog: 3.

En el calor de la noche

29 Jun

“El odio es siempre igual, ciego y sin sentido. Un día mata a irlandeses católicos, otro a judíos, otro a protestantes, otro a cuáqueros… No puede parar, puede acabar matando a los hombres más justos.”

Capitán Finlay (Encrucijada de odios)

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En el calor de la noche

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Año: 1967.

Director: Norman Jewison.

Reparto: Sidney Poitier, Rod Steiger, Warren Oates, Quentin Dean, Anthony James.

Tráiler

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           En el calor de la noche supone el primer gran éxito de la carrera del cineasta canadiense Norman Jewison. Extraído de la serie de novelas de John Ball, protagonizadas por el inspector afroamericano Virgil Tibbs, la película navega entre las aguas del thriller policiaco y el alegato antirracista, ambos género y temática de gran calado en el cine americano de la década de los sesenta, una época de renovación de los códigos y formas de hacer películas que llevarán a una mayor conexión con la realidad social, su vocabulario, sus personajes, en aras de un reflejo más realista de la misma, lo que lleva a su vez un tratamiento más descarnado e impactante de la violencia. Hechos estos que permiten la madurez del thriller como uno de los géneros de mayor relevancia, presencia y calidad en ese cambio de década.

Por otro lado, los sesenta suponen un periodo especialmente tenso en la sociedad americana por las reivindicaciones de igualdad de las minorías, los disturbios y extremamientos consiguientes y el asesinato de las cabezas visibles de los movimientos, Malcolm X y Martin Luther King –de hecho, la muerte del reverendo llevaría a atrasar unos meses el estreno de esta película-, preocupaciones raciales llevadas a la gran pantalla gracias a la aparición de numerosos autores que hacen del compromiso social una de sus principales fuerzas de creación. Así se explica el éxito de cintas centradas en el racismo latente en la sociedad estadounidense –además de otras muchas en las que también forma parte general de la trama, como en la agria visión de la sociedad americana en La jauría humana– como Matar a un ruiseñor, Un retazo de azul o Adivina quién viene esta noche, estos últimos protagonizados por la gran estrella afroamericana del cine del momento, Sidney Poitier, precisamente también protagonista de esta En el calor de la noche.

           Como en La jauría humana, la acción se traslada al sur de los Estados Unidos, un territorio especialmente conflictivo, de gran presencia y a la vez miseria de la población negra que convive junto con una población blanca, muchas veces no en mejores condiciones económicas, pero recalcitrante y nostálgica de un rico pasado de plantaciones y esclavitud. Es en concreto en Sparta, Mississippi, donde el inspector Tibbs (Sidney Poitier) será el primer sospechoso del asesinato de uno de los prohombres de la ciudad, el constructor de una nueva fábrica para el pueblo, su promesa de futuro. Un asesinato en el que Tibbs se verá forzado a colaborar, casi contra la voluntad de ambos, con la policía local, desconfiada, terca y prejuiciosa, representada por su duro jefe Gillespie (Rod Steiger).

            En el calor de la noche es una cinta en la que ya se ve presente esa cierta renovación del género, más crudo y veraz, en el que la tensión se palpa en el bochorno de las noches –en realidad filmado en la fría y septentrional Sparta, Illinois, lo que se aprecia en el vaho ocasional que aparece en los diálogos-, un calor que, sumado a la abierta hostilidad racial del pueblo, pone cada situación al borde del estallido, una sensación realmente lograda y que hay que agradecer al talento de Jewison en la dirección. Virtud a la que hay que sumar una trama solvente en la que la intriga es cuidadosamente dosificada, sin trampas, y con un buen desarrollo en la relación a la fuerza de los dos enérgicos personajes enfrentados, el pulcro, inteligente y orgulloso Tibbs y el rudo, obstinado y no menos orgulloso Gillespie, con unos Poitier y Steiger entonadísimos, muy en su papel, bien secundados por otro intenso actor de carácter como Warren Oates.

Un contundente thriller que contaría con otras dos secuelas y una serie de televisión.

Y cinco Oscar, mejor película incluido.

Nota IMDB: 8.

Nota FilmAffinity: 7,6.

Nota del blog: 7,5.

Winchester ’73

28 Jun

“Dadle a Mann un paisaje, una montaña y un itinerario y ya tendremos una obra maestra.”

André Bazin

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Winchester ’73

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Año: 1950.

Director: Anthony Mann.

Reparto: James Stewart, Stephen McNally, Shelley Winters, Millard Mitchell.

Tráiler

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             Anthony Mann es quizás de los autores más infravalorados del Hollywood clásico, menospreciado por superproducciones en las que las grandes estrellas de la pantalla deslumbraban e impedían ver, en cierto modo, su enorme habilidad para combinar grandes colosales de espectaculares formas que al mismo tiempo no renunciaban a fondos dramáticos complejos y humanos, como son películas voluminosas pero magníficas como El Cid y La caída del Imperio romano.

Además de estas rutilantes producciones a las órdenes de Samuel Bronston, Mann destacó por ser un gran especialista en westernsHorizontes lejanos, Colorado Jim, El hombre de Laramie, El hombre del oeste, etc.-, muchos de ellos protagonizados por James Stewart, un actor excelente que era una de las mayores estrellas del momento y que venía a representar la viva imagen del americano modélico: bondadoso, educado, simpático, respetuoso con el orden y los valores tradicionales y de aire algo ingenuo,  pero valiente y siempre con su propia y marcada personalidad por delante. Winchester ’73 es una de las cimas de su trayectoria y, por tanto, una obra clave en el género.

            La excusa que sirve como hilo conductor de la película es el rifle que da nombre a la cinta y su continuo cambio de manos; el “uno entre mil” que gana Lin McAdam (James Stewart, primera de sus ocho colaboraciones) en el concurso de tiro de Dodge City frente a Dutch Henry Brown (Stephen McNally), un hombre casi igual de hábil con las armas pero con el que se adivina un conflicto pasado ineludible al que va a tener que ponerse solución.

            Un western de parajes y tiempos épicos, con esos grandes espacios abiertos característicos de Mann; la época de Wyatt Earp y Little Big Horn, un escenario poblado por héroes forzados a actuar con determinación y violencia contra su naturaleza, malvados cuatreros sin escrúpulos que responden casi a arquetipos del noir, indios belicosos, que no irracionales (un irreconocible Rock Hudson), deudas de sangre, de cobardía y de amor…

Un cine que rebosa intensidad y fuerza, con un espléndido guion con frases punzantes, buen ritmo narrativo y excelentes interpretaciones, capitaneadas por el noble y desgarbado Jimmy Stewart junto con su compañero y particular voz de su conciencia Millard Mitchell.

Muy recomendable.

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Nota IMDB: 7,8.

Nota FilmAffinity: 7,9.

Nota del blog: 8,5.

Más allá de la vida

27 Jun

“Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.”

Rabindranath Tagore

 

 

Más allá de la vida

 

Año: 2010.

Director: Clint Eastwood.

Reparto: Matt Damon, Cécile de France, Frankie McLaren, Georgie McLaren, Bryce Dallas Howard, Jay Mohr.

Tráiler

 

            Primero carismático icono de la pantalla y luego metido a director, la constancia, variedad, fuerza, peso y calidad de la dilatada carrera de Clint Eastwood le hace merecedor de un hueco entre los grandes del Séptimo Arte, con un reconocimiento tanto del público como de la crítica ganado a base de incuestionable talento, esfuerzo frente a sus detractores y aprendizaje continuo gracias a su inquietud y capacidad de observación de los grandes maestros con los que se había codeado ya desde sus tiempos de actor. A estas alturas de película, el viejo Clint no tiene que demostrarle nada a nadie.

Siempre atento a la condición humana, su ocaso físico quizás sea el responsable del interés de Eastwood en estos últimos años por obras en cierto modo crepusculares, testamentarias o centradas en la vuelta la vista atrás y la reconciliación con la vida y con uno mismo al final del camino, como muestra la simpatiquísima reivindicación de las viejas glorias que era Space Cowboys, la amistad y relación otoñal casi padre-hija de Million Dollar Baby o la impagable redención y a la vez testamento actoral de Gran Torino.

            Más allá de la vida es un melodrama de rasgos fantásticos que incide de manera más directa y con una carga mística más literal de con mayor presencia en la idea de la muerte y la vida ultraterrena por medio de tres historias: la de una exitosa presentadora de televisión francesa que contacta con el más allá tras sobrevivir in extremis al tsunami del sureste asiático de 2004 (Cécile de France), un niño londinense que pierde trágicamente a su hermano gemelo (los hermanos Frankie y George McLaren) y un médium de San Francisco al que cuya conexión con los muertos le impide tener una vida propia (Matt Damon, en un papel de cenizo adecuado a sus limitadas dotes interpretativas). Una historia de vidas cruzadas puestas en conexión a través de unos sentimientos universales muy al estilo de las obras del tándem IñárrituArriaga y que muestra a unas almas perdidas igualadas por la presencia de la muerte que, más reflexionar y obsesionarse con ella, necesitan esa idea ya mencionada de reconciliarse con la vida.

            Clint saca a relucir de nuevo esa dirección clásica y elegante que logra hacer desaparecer la cámara, con una fotografía oscurantista, llena de sombras –obra de Tom Stern, primero técnico y más tarde director de fotografía de muchas de las películas de Eastwood de la última década-, muy ajustada al tema en cuestión, con un inicio torrencial, nunca mejor dicho, con la pasmosa recreación de la ola gigante arrasando la costa asiática. Un inicio lleno de ímpetu que, desgraciadamente no logrará mantenerse a lo largo del metraje, de ritmo pausado en exceso, con un desarrollo del relato con altibajos, sin la fuerza necesaria para lograr mantener el interés hasta un final en el que necesariamente han de confluir las tres historias, algo siempre difícil de lograr con naturalidad, cosa que el libreto del escritor, dramaturgo y guionista inglés Peter Morgan no logra conseguir.

Un Clint menor.

 

Nota IMDB: 6,8.

Nota FilmAffinity: 6,2. 

Nota del blog: 5.

Robin Hood

26 Jun

“Después de todo Hollywood no está tan mal. Son sus películas las que dan asco.”

Orson Welles

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Robin Hood

Año: 2010.

Director: Ridley Scott.

Reparto: Russell Crowe, Cate Blanchett, Mark Strong, Oscar Isaac, Kevin Durand, Max von Sydow.

Tráiler

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            Ridley Scott y Russell Crowe volvieron a unir sus fuerzas en una nueva aventura épica que les permitiera remontar una carrera alicaída en el caso del primero y recobrar una forma física aceptable en el segundo. Para ello, Scott pondría su punto de mira en la legendaria figura de Robin Hood, un personaje con tan escaso conocimiento histórico real como peso en el imaginario de la literatura y el cine de aventuras.

            El planteamiento no diverge demasiado del objetivo a recuperar, Gladiator, último gran éxito de crítica y público del director inglés, una década anterior. De este modo, Scott mantiene mimbres similares como la presentación del héroe y su arrojo y firmeza, su ascenso como libertador del pueblo y desheredado que con su fuerza de voluntad y en cierto modo su destino de grandeza varía el rumbo de la historia y la fijación diáfana del malo de la película, el rey Juan sin Tierra, de nuevo un déspota inmaduro y caprichoso.

En cambio, se entremezclan también otras subtramas como la creación de grupos de proscritos que buscan la libertad frente a la cruel y parasitaria tiranía, las intrigas palaciegas e internacionales por la invasión francesa y el proverbial romance entre Robin y Marian. Todas ellas historias que confluyen con muy poco acierto debido al torpe guion de Brian Helgeland, que trata de recuperar con torpeza el sabor de los clásicos con detalles de humor y concesiones a la galería muy mal llevados o directamente vergonzosos –tanto Scott como Helgeland se manejan muchísimo mejor en ambientes oscuros y opresivos-, un error que casa fatal con el violento hiperrealismo visual característico de Scott y que tan buenos réditos le había aportado en Black Hawk derribado o la propia Gladiator en lo que había sido, en mi opinión, un gran paso adelante en el la modernización del cine de aventuras histórico, que perdía su inocencia frente a las disfrutables pero algo infantiles funciones de cartón piedra y alegres saltimbanquis con media melena embutidos en leotardos verdes.

            Una película que por todo ello resulta gélida, plastificada, con un atractivo visual marca de la casa que ni siquiera resulta ya eficaz, incapaz de atrapar la atención pese a su vocación palomitera. Poco puede hacer un reparto solvente en el que destacan buenos actores como Cate Blanchett, Max von Sydow o Mark Strong, especialmente apto para papeles de villano.

Menos mala que El reino de los cielos (no era difícil), pero insulsa y fallida.

Ni Ridley Scott logra recuperar su talento, ni Russell Crowe disimular sus michelines y mofletes.

 

Nota IMDB: 6,8.

Nota FilmAffinity: 6,2. 

Nota del blog: 3,5.

La leyenda de la ciudad sin nombre

25 Jun

“¡Aaah! ¡Si cantan! ¡Están cantando, Marge! ¡En vez de matar cantan!”

Homer Simpson

 

 

La leyenda de la ciudad sin nombre

 

Año: 1969.

Director: Joshua Logan.

Reparto: Lee Marvin, Clint Eastwood, Jean Seberg, Tom Ligon, Ray Walston.

Tráiler

 

 

            Dos de los tipos más duros del Salvaje Oeste, Clint Eastwood, vaquero de la nueva y descreída generación criada en las desoladas llanuras almerienses del spaghetti-western, perfectamente capaz de disparar por la espalda si es necesario, y Lee Marvin, un clásico de la bronca etílica de saloon, el Liberty Valance que había que parar por lo civil o por lo criminal, se enfrentarían en un cara a cara antológico… cantando.

            A finales de los sesenta, tanto el western como el musical seguían trayectorias parejas de decadencia. La leyenda de la ciudad sin nombre es un musical que sigue todavía los patrones clásicos del género, tan popular en las décadas anteriores, y que se encontraba ahora caduco, a punto de reinventarse; al igual que toda la industria, en definitiva. Joshua Logan propone aquí una visión desmitificadora, por medio de canciones y destacables y acertados detalles de humor gamberro, de los hirsutos y agrestes pioneros de la California de la Fiebre del Oro. Es en este contexto donde la fatalidad conduce a Ben Rumson (Lee Marvin), un trotamundos ácrata, vividor, de vuelta de todo y refractario a los modos y valores de la civilización, tanto a encontrar un próspero yacimiento de oro como a cruzar su camino con un joven emigrante que hará su socio (Clint Eastwood).

            La cinta se estructurada en dos episodios, como son la epopeya de construcción de la nueva ciudad y su fortuna y la de su posterior civilización y decadencia crepuscular, en la que la bisagra entre ambas será nada menos el matrimonio bígamo de la atractiva y testaruda Elizabeth (Jean Seberg) con ambos socios, reflejo del espíritu de libertad anómica que persigue Rumson en su constante peregrinar hacia tierras vírgenes y que domina la obra.

Joshua Logan, experto en musicales (Al sur del Pacífico, Camelot), amoríos atípicos (Picnic, Sayonara) y comedias (Bus stop, Me casaré contigo) compone con su habitual buen sentido narrativo un canto a la libertad, representado en ese genial personaje, esa estrella errante que es Ben Rumson, y una visión tan escéptica como irreverente sobre esos supuestos valores de la civilización, encarnados en este Wild West por las leyes, en este caso religiosas, al igual que, como no podía ser de otra manera, por la mujer.

Lee Marvin –quien ya había participado en una comedia western con rasgos musicales, La ingenua explosiva, junto a Jane Fonda– deslumbra aportando todo su carisma y una sorprendente vis cómica para dar forma a ese alma libre, bastante más desenvuelto que un Clint Eastwood decente aunque en ocasiones algo amojamado que venía a contradecir su fama de tipo duro susurrando melodías con su voz siseante, escupida entre los dientes de su apretada mandíbula, faceta que también aparecerá en el notable drama, no musical, El aventurero de medianoche.

           Una película en la que, obviamente hay que aguantar algún número musical que podría haberse ahorrado, pero que aún así cuenta una historia tremendamente simpática, desarrollada con un ritmo fluido lleno de refrescantes detalles de humor y, por qué no, alguna canción reivindicable.

Entretenida, y eso que es un musical y que dura más de dos horas y media (intermedio incluido).

 

Nota IMDB: 6,5.

Nota FilmAffinity: 7,6.

Nota del blog: 7,5.

Pánico en Needle Park

24 Jun

“Elige tu futuro. Elige la vida… ¿pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?”

Renton (Trainspotting)

Pánico en Needle Park

Año: 1971.

Director: Jerry Schatzberg.

Reparto: Al Pacino, Kitty Winn, Richard Bright, Alan Vint.

Tráiler

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           El Nuevo Hollywood trajo consigo la ruptura de no pocos clichés, lo que permitió la creación de películas con una temática y tratamiento más realista y menos estereotipado. Punto clave de este movimiento es Easy Rider, donde, por primera vez, los protagonistas son consumidores de drogas sin ser prácticamente juzgados, no digamos ya personajes negativos o villanos.

            Pánico en Needle Park -“el parque de la jeringuilla”, como se denomina a Sherman Square, Nueva York-, dos años posterior, es producto directo de este aperturismo de las producciones de Hollywood así como de su mayor afán de compromiso y realismo en plasmar la sociedad del momento, casi sin ornamentos formales. El debutante Jerry Schatzberg, hasta entonces reconocido fotógrafo de personalidades como el cantautor Bob Dylan, presenta con toda crudeza el retrato de una pareja de jóvenes inmersos en la adicción heroína y en su autodestrucción. Un mundillo por entonces de enorme actualidad en la sociedad americana; son los años que pasan del auge de los ideales hippies de los sesenta a la posterior decepción y simple abandono en las drogas.

Así pues, el protagonismo del film recae en una joven de tendencias bohemias (Kitty Winn) que inicia una relación que significará la pérdida de su inocencia y su particular descenso al infierno de la droga dura, con un heroinómano y traficante de medio pelo interpretado por Al Pacino, claro ejemplo de la renovación de las estrellas de la industria americana, antigalanes versátiles que se adaptan a todo tipo de papeles y registros, muchos ellos procedentes del Método y el Actor’s Studio. Un Pacino que en su segunda película, la previa a su consagración en el star-system con el papel de Michael Corleone al año siguiente, realiza un papel de drogadicto de fácil lucimiento pero, en mi opinión, de resultados bastante irregulares. Algo mejor será la réplica de su compañera Kitty Winn, merecedora del premio a mejor actriz en Cannes.

           Un efectivo tratamiento naturalista, sin banda sonora, con una escena inundada por los sonidos de la ciudad y con abundancia de argot y descripción del particular universo de los yonkis y de toda la flora y fauna de los bajos fondos neoyorkinos en los diálogos; junto con un montaje de elipsis abruptas que tratan de conferir agilidad al ritmo narrativo para una película que, no obstante, a estas alturas se muestra ya demasiado envejecida, renovada y superada por ejemplos equivalentes actuales de drogas y juventud con cintas de culto como Trainspotting o Réquiem por un sueño. Una película que se queda sobre todo en la provocación por la novedad y controversia del tema y descarnamiento en la puesta en escena del mismo, que no ahorra en mostrar escenas efectistas, colocones y pinchazos, ideales para quienes, como a un servidor, le den un repelús absoluto.

            A mi juicio, Pánico en Needle Park basa su propuesta más en buscar el impacto visual y mental que en profundizar realmente sobre el drama.

Una de las favoritas de Al Pacino de toda su carrera.

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Nota IMDB: 7.

Nota FilmAffinity: 6,8. 

Nota del blog: 3,5.