Archivo | diciembre, 2016

Las mejores películas de 2016

31 Dic

Después de los ránkings selectos de 2013, 2014 y 2015, llegamos ya a la cuarta edición de la iniciativa de este gran grupo de cinéfilos que me ‘obliga’ a estar más pendiente de la actualidad cinematográfica de lo que estaría en condiciones normales y que, por ende, tanto me hace seguir aprendiendo sobre el cine y descubriendo nuevas maravillas. Me alegra ver que este 2016 hay una o dos apuestas personales de cada participante con las que apenas coincide con ningún otro. Encuentro muy saludable la heterogeneidad de posturas y perspectivas respecto del séptimo arte, y aprecio el debate sin prejuicios como uno de los grandes alicientes de este mundillo. Digamos que me encanta que me hagan ver que estoy equivocado. Respecto a mi elección, insisto una vez más: no tengo yo el conocimiento suficiente para reivindicar películas que ‘iluminen’ la ‘ignorancia’ de nadie ni saco conclusiones acerca de posibles tendencias o corrientes que se hayan podido intuir este año. Se estrenarán más de trescientos largometrajes a lo largo de este tiempo, supongo que encadenar diez o doce con temáticas o estilos afines no es cosa complicada y sí un poco ociosa. En definitiva, que me limito a clasificar las diez que más me han gustado de lo poco que he podido ver, que no tienen por qué ser las diez mejores, ni las diez que recuerde con más agrado dentro de un tiempo. En fin, ahí quedan en todo caso.

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Julieta

30 Dic

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Año: 2016.

Director: Pedro Almodóvar.

Reparto: Emma Suárez, Adriana Ugarte, Daniel Grao, Darío Grandinetti, Inma Cuesta, Rossy de Palma, Michelle Jenner, Priscilla Delgado, Blanca Parés, Pilar Castro, Nathalie Poza, Tomás del Estal.

Tráiler

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          «Es la peor recepción comercial que he tenido nunca», se lamentaba Pedro Almodóvar por los resultados que cosechó el estreno de Julieta en la taquilla española. Quizás la aparición de su nombre en el escándalo de los papeles de Panamá alimentó una animadversión popular hacia el cineasta manchego y su cine que, en el plano artístico, parece poco justificada en este caso, más allá de la tradicional antipatía que, entre los sectores más reaccionarios de la sociedad, despiertan los abanderados del séptimo arte estatal que se han significado públicamente en favor de la izquierda política durante los últimos años -véase por ejemplo el reciente boicot ‘patriótico’ a Fernando Trueba-.

Porque no hay Julieta la estridencia provocativa de las obras iniciales del director, ni los tópicos que acusan a su obra de inquietudes obsesivas por la sexualidad anticonvencional, ni del modernismo combinado con el costumbrismo para crear una mezcla petarda, ni de la acumulación desbocada de citas y referencias. Julieta es una película libre de excesos, más allá del tremendo melodrama que habita su protagonista. Pero la contención y el grito reprimido son los rasgos que dominan este relato de desgarros que no cesan, de una turbulenta sucesión de pérdidas y culpa que agostan la vitalidad de una mujer a lo largo de su existencia.

          Almodóvar se basa en una serie de textos de Alice Munro para reconstruir, con voz en primera persona, una personalidad femenina despedazada por el trauma. Así, el relato que se desgrana dentro del relato nace de la muerte, pero se enhebra a través del amor para describir un futuro siempre incierto en el que, al igual que le sucede a cada uno de nosotros, resulta imposible averiguar de qué lado caerá la suerte cada vez, independientemente del fatalismo que parecen cargar las decisiones vitales de Julieta (Emma Suárez y Adriana Ugarte). No por nada, ella lee a sus alumnos de literatura clásica un pasaje de la Odisea -el libro primigenio, el gran viaje de vivir- en el que el héroe prefiere escoger la aventura inescrutable -la esencia de la vida- a la inmortalidad encerrada los brazos de Calipso.

          Entre los paralelismos que la memoria y el dolor trazan a lo largo de la historia, entre los contrastes del desaliento y la esperanza, Almodóvar moldea la semblanza de una mujer en la que refleja con gran sensibilidad la fragilidad y la desesperación, sometida a los castigos de la conciencia propia y ajena, inmersa en un universo reconcentrado donde los males de las entrañas o se purgan o se heredan. Desde la realización, la perspectiva personal de la protagonista-narradora se desborda en un halo onirismo a través una puesta en escena muy estilizada donde el tratamiento del color en el vestuario, los objetos y el decorado cobra especial relevancia para estimular sensaciones de pasión, de abatimiento o de ofuscación. Contribuye también a ello, no sé si voluntaria o involuntariamente, el formalismo literario de los diálogos y su apariencia de estar dictados y luego enunciados.

          Sea como fuera, esta fuga de tenue surrealismo le sienta bien a la película para aliviar el recargamiento trágico en el que podría encallar el libreto y termina de pulir este camino de curvas inseguro y hechizante.

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Nota IMDB: 7,1.

Nota FilmAffinity: 6,4.

Nota del blog: 8.

Midnight Special

29 Dic

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Año: 2016.

Director: Jeff Nichols.

Reparto: Michael Shannon, Joel Edgerton, Kirsten DunstJaeden Lieberher, Adam Driver, Paul Sparks, Bill Camp, Sam Shepard.

Tráiler

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           A lo largo de la trayectoria autoral que está componiendo el cineasta Jeff Nichols, subyace la familia como uno de los temas principales, a partir del cual se establecen relaciones problemáticas acerca de la irreparable consanguineidad del pecado (Shotgun Stories),  la supervivencia en la descomposición de la clase media a causa de la catastrófica crisis económica contemporánea (Take Shelter) o el refugio en una figura paterna sublimada para asumir, desde una fantasía romántica, el desmoronamiento de la estructura familiar tradicional (Mud).

           Estrenada de soslayo en España a pesar de la estimulante progresión de Nichols, Midnight Special podría considerarse un retorno a los presupuestos de Take Shelter a raíz de la proyección de un evento sobrenatural y apocalíptico como eje alrededor del cual bascula la vivencia de una familia que, en este caso, queda compuesta por un niño con habilidades sobrehumanas (Jaeden Lieberher) y un padre (Michael Shannon) que lo secuestra de la comunidad -la pequeña secta que lo considera el salvador, el Gobierno que lo vigila como amenaza-, ayudado por la madre (Kirsten Dunst) y un amigo (Joel Edgerton) que, a estos efectos, bien podría pasar por un tío del chaval. «Hubierais sido una bonita familia», observará este individuo, un tanto ajeno a la especial naturaleza del chaval en cuestión.

           Los personajes se enfrentan pues a una sociedad ambigua donde las fronteras entre la bondad y la villanía se diluyen debido al contraste entre prioridades, sacrificios y desesperación en el caos, los cuales, en último término, tienden a encontrar en ese núcleo íntimo un refugio de protección contra el exterior amenazador.

De ese conflicto proceden las líneas más poderosas del filme, concentradas en las emociones del progenitor, si bien incluso corren el riesgo de desaprovecharse en medio de la vorágine estrictamente perteneciente a la ciencia ficción, dueña de notables lecturas místicas y cuya concepción general resulta más convencional y menos interesante -la incomprensión y persecución del diferente-.

           «Me gusta preocuparme por ti, ese es el trato», zanja el hombre mientras abraza a su hijo, que quizás está construido de forma un tanto rígida y en consecuencia contraproducente para esa expresión de la inquebrantable conexión paternofilial que constituye el meollo de la obra.

Y eso a pesar de que, con todo, la plasmación de la vertiente fantacientífica del relato sabe tomar cierta distancia respecto a la grandilocuente espectacularización que en ocasiones afecta a este género -la ingenuidad de las gafas de buceo que protegen al niño, las invocaciones al cómic y la cultura popular estadounidense-.

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Nota IMDB: 6,7.

Nota FilmAffinity: 5,9.

Nota del blog: 6,5.

Dos buenos tipos

28 Dic

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Año: 2016.

Director: Shane Black.

Reparto: Russell Crowe, Ryan Gosling, Angourie Rice, Kim Basinger, Matt Boomer, Margaret Qualley, Yaya DaCosta, Keith David, Beau Knapp, Jack Kilmer.

Tráiler

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            Una gloriosa playmate se hace carne y hueso ante los ojos asombrados de un adolescente pajillero. En la misma postura insinuante que en la revista que sostenía un momento antes, solo que herida de muerte y agonizante.

El Los Ángeles de Dos buenos tipos subvierte el sueño americano gracias a una sencilla introducción que, a su vez, presenta la trama que da lugar al filme: el asesinato de una serie de individuos pertenecientes a la industria californiana del porno de finales de los setenta, enredados en una trama delictiva que, herencia del cine negro tradicional, de tan enmarañada no parece tener más sentido que el de representar a una sociedad que está desquiciada mientras finge comportarse de acuerdo con las coordenadas establecidas por el sistema.

            Desde el blockbuster de apariencia comercial, Shane Black se erige en un nuevo francotirador contra el status quo, equiparable al sádico Paul Verhoeven de los años ochenta y noventa pero con un estilo más apegado a las convenciones del cine taquillero estadounidense, probablemente debido a que es un cineasta nacido y criado en el lugar. Su mejor ejemplo se encuentra en esa Iron Man 3 que, pese a ser dilapidada por los incondicionales del cómic original, arrojaba cáusticos dardos contra la política exterior del país, haciendo del villano -un trasunto indisimulado de Osama Ben Laden– una simple marioneta al servicio de los intereses espurios de la seguridad nacional, Patriotic Act mediante.

            En Dos buenos tipos todo se revela contra el prejuicio de partida. Ese que, basado en los férreos tópicos del conservadurismo rancio, protesta contra una juventud pervertida, tacha de frívolos a los concienciados antisistema y se carcajea hipócritamente de las presuntas desviaciones delimitadas por el moralismo de manual.

Este es el panorama contra el que se amotinan dos individuos marginales, desterrados del país de las oportunidades: un detective privado que carga con su hija preadolescente (Ryan Gosling) y un matón de tres al cuarto (Bud Spencer… digo Russel Crowe). Unidas sus fuerzas, protagonizan la clásica historia del primo que se subleva contra su destino natural y triunfa enfrentándose un sistema corrompido y que además juega con las cartas marcadas, favorecidos en este caso por la influencia redentora de una jovencita (Angourie Rice) que encarna con propiedad la auténtica rebeldía y esperanza del relato.

            Sin desbocarse en el sustancioso absurdo de lo que podría ser la fundamental El gran Lebowski o la sociológica Puro vicio, Dos buenos tipos despliega su arsenal con notable simpatía y solidez, alzada por la vis cómica de Gosling y Crowe allá donde la función amenaza con estancarse en su juego de equilibrios entre su respeto hacia los cánones de la buddy movie -que Black prácticamente reglamentó con el libreto de Arma letal y su innata voluntad subversiva.

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Nota IMDB: 7,4.

Nota FilmAffinity: 6,2.

Nota del blog: 6,5.

Suburra

27 Dic

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Año: 2015.

Director: Stefano Sollima.

Reparto: Pierfrancesco Favino, Elio Germano, Greta Scarano, Alessandro Borghi, Adamo Dionisi, Giulia Gorietti, Claudio Amendola.

Tráiler

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           De espaldas, contraído ante la Cruz en las sombras de su soledad, el Papa confiesa a uno de sus asistentes que su renuncia es inminente. En la ciudad, un parlamentario romano celebra su escalada triunfal con una orgía de putas y drogas duras. En el averno de la marginal Ostia, un gánster local despedaza a mazazos a un propietario que se niega a cederle su debida cuota al Poder. La noche atruena y se descompone en diluvio sobre la capital de Italia, mientras los intertítulos pregonan el Apocalipsis cercano. El retiro de Benedicto XVI, el golpe de Estado tecnócrata de noviembre de 2011, el ‘bunga bunga’ y las velinas, la Mafia Capitale.

En su insolente inmoderación, Suburra parece el reverso definitivamente tétrico y chabacano de la corrupción existencial que, con ansias de trascendencia, plasmaba Paolo Sorrentino en La gran belleza, aunque en este caso volcada furiosamente sobre la vertiente política y mafiosa del país, una misma cosa toda vez que se retroalimentan y se legitiman recíprocamente. Podría pasar también por una versión berlusconizada del cine criminal de Michael Mann en su manejo de los espacios urbanos bajo el dominio de la noche, el hechizo onírico de la iluminación fluorescente y los eufóricos crescendos musicales de reminiscencias ochenteras. El contraste entre la estilización de los planos, el contrapunto estéticamente hortera de los decorados y los personajes, y la sordidez física y moral de las acciones que acontecen en ellos, provocan el surgimiento de imágenes de un extraño poder hipnótico.

           Pero, en puridad, la película se encuentra a la estela de obras como Gomorra -sintetización periodística, cinematográfica y televisiva de la podredumbre estructural del Belpaese, manifiesta en las regiones meridionales bajo el yugo de un Estado alternativo que adopta diferentes apelativos territoriales: Camorra, ‘Ndrangheta, Cosa Nostra…- Roma Criminal -esta vez, filme y serie basada en el narcotráfico de los setenta y ochenta-. De hecho, el director, Stefano Sollima, firma diez capítulos de la primera serie y los veintidós que componen la segunda. En la presente, al estilo de Las manos sobre la ciudad, clásico del cine italiano del compromiso, la excusa es una operación inmobiliaria para convertir el degradado puerto capitalino en una despampanante Las Vegas mediterránea.

           La cinta compone un mosaico coral en el que explayar la corrupción endémica y el castigo divino que, consideran los autores, se cierne sobre ella, al modo de la lluvia que reclamaba el enajenado Travis Bickle para limpiar las calles de un Nueva York posVietnam sumido en la decepción política y moral, también entre infernales luces de neón. Y, al mismo tiempo, se diría que Suburra quiere trazar el camino de una sublevación ciudadana que simboliza esta necesaria regeneración colectiva, desde los bajos fondos laziales hasta el Palacio Chigi. En su trayecto, deja un puñado de fotogramas exaltados y poderosos, paradójicamente siempre al borde del ridículo. No admite término medio en su apreciación; al igual que este país de excesos idiosincrásicos, que el Mediterráneo en su conjunto, que la Europa del liberalicidio que fusila a la ética. Lo hortera y lo desaforado es parte del mensaje, de la esencia del panorama que se representa.

El político que, desde lo alto de sus exclusivas estancias, orina impunemente hacia la calle.

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Nota IMDB: 7,4.

Nota FilmAffinity: 7,2.

Nota del blog: 7.

Entrevista en El cine en que vivimos

25 Dic

A decir verdad, cada día que pasa, y cuanto más cine veo, más dudas tengo sobre de mi criterio, sobre por qué razones es precisamente así mi criterio y, en definitiva, sobre qué sentido tiene o qué le aporta a nadie que uno ande comentando películas. Sea como fuere, coincide que desde el completísimo blog El cine en que vivimos me hacen una entrevista para conocer mi parecer acerca de ciertas cuestiones sobre el séptimo arte. Me siento muy honrado por la propuesta y respondo como buenamente puedo, tratando de no parecer demasiado torrezno. En fin, ahí les queda el documento: http://elcineenquevivimos.es/index.php?otro=63. Y ya aprovechen para visitar el lugar, que merece la pena.

Spotlight

23 Dic

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Año: 2015.

Director: Tom McCarthy.

Reparto: Michael Keaton, Mark Ruffalo, Rachel McAdams, Liev Schreiber, John Slattery, Brian d’Arcy James, Stanley Tucci, Jamey Sheridan, Billy Crudup, Neal Huff, Len Cariou.

Tráiler

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          No me gusta el corporativismo incondicional, por lo que no seré yo quien defienda al periodismo coetáneo. Sin embargo, encuentro oportuno -aunque temo que finalmente irrelevante- que el seductor escenario de los Óscar pusiese bajo sus poderosos focospremio a la mejor película y al mejor guión original a una obra como Spotlight, que en entronca con las grandes odas cinematográficas al periodismo idealista como columna fundamental de la sociedad, garante de su salud democrática.

          Spotlight reconstruye el (re)descubrimiento, investigación y publicación de un reportaje decisivo para arrojar a la luz pública el diabólico sistema con el que la Iglesia católica escondía y protegía a la manada de depredadores sexuales de menores que ejercía el sacerdocio en el estado de Massachussets, muestra localizada de una perversión global.

A buen seguro habiendo tomado nota del deshonesto redactor que interpretase en la quinta temporada de The Wire, Tom McCarthy, director y guionista del filme -en este último apartado junto con Josh Singer-, recobra su incipiente prestigio en la realización, damnificado tras haberse puesto a las órdenes de Adam Sandler en Con la magia en los zapatos, y desarrolla el argumento con un estilo clásico, concentrado en exponer de forma amena y responsable el proceso periodístico que conduce al conocimiento por parte de la sociedad de una tumoración oculta a sus ojos, a fin de que pueda ser extirpada o, por decirlo con suavidad, corregida.

          El argumento se aleja sin embargo de la complacencia y prueba su madurez al redistribuir la responsabilidad de la problemática entre el conjunto de la comunidad, no focalizando el caso como una anomalía exclusiva de un ente putrefacto, la Iglesia, fácilmente condenable debido a su descrédito contemporáneo. Sin estridencias pero con eficiencia, Spotlight dibuja el contexto del que surge esta enfermedad, alimentada e inmunizada por un colectivo de moral selectiva, clasista en la aplicación de los derechos, la compasión e incluso la atención más elementales. Es decir, lo que en derecho penal quedaría bajo la denominación de cómplice necesario del delito.

En cambio, otros subtextos presentes en la historia, como la crisis de fe que comporta este hallazgo que no se desea ver, están retratados con menor profundidad y potencia, protagonizado además en este particular por un Mark Ruffalo que aborda su personaje, caracterizado por un toque de excentricidad, de una manera un tanto más tópica y destemplada que el resto de un elenco solvente.

          De igual manera, entre tanta corrección expositiva se echa en falta cierta atmósfera que proporcione densidad a la narración. Que la haga vibrar, que infunda mayor carisma a un filme no obstante entretenido, comprometido y equilibrado.

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Nota IMDB: 8,1.

Nota FilmAffinity: 7,3.

Nota del blog: 7.

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