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Año: 2015.
Director: Stefano Sollima.
Reparto: Pierfrancesco Favino, Elio Germano, Greta Scarano, Alessandro Borghi, Adamo Dionisi, Giulia Gorietti, Claudio Amendola.
Tráiler
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De espaldas, contraído ante la Cruz en las sombras de su soledad, el Papa confiesa a uno de sus asistentes que su renuncia es inminente. En la ciudad, un parlamentario romano celebra su escalada triunfal con una orgía de putas y drogas duras. En el averno de la marginal Ostia, un gánster local despedaza a mazazos a un propietario que se niega a cederle su debida cuota al Poder. La noche atruena y se descompone en diluvio sobre la capital de Italia, mientras los intertítulos pregonan el Apocalipsis cercano. El retiro de Benedicto XVI, el golpe de Estado tecnócrata de noviembre de 2011, el ‘bunga bunga’ y las velinas, la Mafia Capitale.
En su insolente inmoderación, Suburra parece el reverso definitivamente tétrico y chabacano de la corrupción existencial que, con ansias de trascendencia, plasmaba Paolo Sorrentino en La gran belleza, aunque en este caso volcada furiosamente sobre la vertiente política y mafiosa del país, una misma cosa toda vez que se retroalimentan y se legitiman recíprocamente. Podría pasar también por una versión berlusconizada del cine criminal de Michael Mann en su manejo de los espacios urbanos bajo el dominio de la noche, el hechizo onírico de la iluminación fluorescente y los eufóricos crescendos musicales de reminiscencias ochenteras. El contraste entre la estilización de los planos, el contrapunto estéticamente hortera de los decorados y los personajes, y la sordidez física y moral de las acciones que acontecen en ellos, provocan el surgimiento de imágenes de un extraño poder hipnótico.
Pero, en puridad, la película se encuentra a la estela de obras como Gomorra -sintetización periodística, cinematográfica y televisiva de la podredumbre estructural del Belpaese, manifiesta en las regiones meridionales bajo el yugo de un Estado alternativo que adopta diferentes apelativos territoriales: Camorra, ‘Ndrangheta, Cosa Nostra…- o Roma Criminal -esta vez, filme y serie basada en el narcotráfico de los setenta y ochenta-. De hecho, el director, Stefano Sollima, firma diez capítulos de la primera serie y los veintidós que componen la segunda. En la presente, al estilo de Las manos sobre la ciudad, clásico del cine italiano del compromiso, la excusa es una operación inmobiliaria para convertir el degradado puerto capitalino en una despampanante Las Vegas mediterránea.
La cinta compone un mosaico coral en el que explayar la corrupción endémica y el castigo divino que, consideran los autores, se cierne sobre ella, al modo de la lluvia que reclamaba el enajenado Travis Bickle para limpiar las calles de un Nueva York posVietnam sumido en la decepción política y moral, también entre infernales luces de neón. Y, al mismo tiempo, se diría que Suburra quiere trazar el camino de una sublevación ciudadana que simboliza esta necesaria regeneración colectiva, desde los bajos fondos laziales hasta el Palacio Chigi. En su trayecto, deja un puñado de fotogramas exaltados y poderosos, paradójicamente siempre al borde del ridículo. No admite término medio en su apreciación; al igual que este país de excesos idiosincrásicos, que el Mediterráneo en su conjunto, que la Europa del liberalicidio que fusila a la ética. Lo hortera y lo desaforado es parte del mensaje, de la esencia del panorama que se representa.
El político que, desde lo alto de sus exclusivas estancias, orina impunemente hacia la calle.
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Nota IMDB: 7,4.
Nota FilmAffinity: 7,2.
Nota del blog: 7.
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Etiquetas: 10's, Buena, Conspiración, Corrupción, Gángsters y mafia, Italia, Kitsch, Poder, Política
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