“Un buen director es aquel que no te aburre.”
Howard Hawks
Pasto de tiburones
Año: 1932.
Director: Howard Hawks.
Reparto: Edward G. Robinson, Zita Johann, Richard Arlen.
A inicios de la década de 1930, el prolífico y versátil Howard Hawks, también automovilista, aviador e ingeniero aeronáutico, descollaba en el cine de gángster con The Criminal Code y Scarface, el terror del hampa, aunque, muestra de su amplio registro y adaptabilidad a cualquier tema, en ese mismo año, 1932, estrenaba a su vez un drama automovilístico, Avidez de tragedia, y un drama romántico enmarcado en la industria pesquera de San Diego, esta Pasto de tiburones.
La película presenta a Mike Mascarenhas (Edward G. Robinson), un experto pescador portugués, personaje pintoresco, bravucón, visceral, pero entrañable, que encuentra el amor en la figura de Quita Silva (Zita Johann, en el año que alcanzaría la fama con La momia, frente al legendario Boris Karloff), la hija de un anciano miembro de su tripulación fallecido en alta mar. Ambos son seres heridos, física o anímicamente, por el tiburón, verdadero instrumento del destino, que acaban por unirse en matrimonio por anhelo de superar sus heridas con una vida feliz junto a una bella mujer uno, y a modo de agradecimiento por el soporte en los momentos más bajos otra. Un matrimonio condenado al fracaso y que pillará por medio a Pipes Boley (Richard Arlen), el mejor amigo de Mike, la tercera punta de un triángulo amoroso cuya tensión no termina de estallar y, cuando por fin se decide, lo hace con poca lucidez.
Y es que el tiempo ha hecho su mella en un filme mejorable en el desarrollo argumental dentro de un tema, el del enredo amoroso a tres bandas, que Hawks llevaría a mejor puerto en numerosas y chispeantes comedias, y que, por otro lado, exhibe como principales virtudes el buen hacer de un director incapaz de crear una cinta aburrida, que rueda con convicción una historia con unas magníficas escenas de pesca del atún; además de unas notables interpretaciones entre las que destaca el siempre efectivo Edward G. Robinson con pendiente de oro, dotando de dignidad y sustancia a un personaje tragicómico que en otras manos estaría abocado a ser la caricatura del estúpido extranjero exótico.
Con indudable calidad, pero menos fresca que otras de uno de los más grandes directores de la historia del cine.
Nota IMDB: 6,4.
Nota FilmAffinity: 7.
Nota del blog: 6.
Contracrítica