Archivo | abril, 2011

Sospecha

30 Abr

 «El público quiere cosas extraordinarias. Lo normal ya lo vive en casa.”

Alfred Hitchcock

 

 

Sospecha

 

Año: 1941.

Director: Alfred Hitchcock.

Reparto: Joan Fontaine, Cary Grant, Nigel Bruce, Auriol Lee.

Tráiler

 

 

            En su cuarta película en suelo americano, aunque ambientada en Inglaterra, Alfred Hitchcock se embarcaba en uno de esos característicos ejercicios de suspense que tan buenos resultados conferirían a su carrera, a pesar de estar considerado entonces como casi un director de películas de entretenimiento populista y más bien intranscendente, no reconocido como gran autor sino hasta su reivindicación por parte de los miembros de la Nouvelle Vague francesa.

Un juego de intriga en torno a un elemento cotidiano, ‘el otro’ en el matrimonio, que ya había dejado su influencia como elemento recurrente en la creación de suspense del director británico en películas como Sabotaje o Rebeca.

             En Sospecha, el orondo inglés se atreve nada menos que a crear un estado de inquietud en el espectador en torno a Cary Grant, un actor que se caracterizaba sobre todo por papeles de galán cómico como y que aquí, sin renunciar a detalles de humor, sobre todo en el inicio con la presentación del personaje como bon vivant caradura  y seductor, realiza un encomiable y creíble alejamiento de su propio estereotipo hacia la creación de un personaje de imagen tremendamente ambigua, que llevará de cabeza a su nueva y rica esposa, Joan Fontaine, galardonada con el Oscar por su actuación y que repetía con Hitchcock tras su debut estadounidense, la ya mencionada Rebeca.

             Una siniestra transformación de Grant ayudada por el genial director, que demuestra su maestría a la hora de crear y transmitir emociones por medio de planos, cambios en la iluminación y poderosos juegos de sombras o detalles en el guion que llenan de claroscuros la figura de Grant, a la vez que maneja a la perfección la fluidez narrativa del film en una progresión de intriga que sufre tanto la protagonista como el espectador.

Aunque suene a perogrullada, Sospecha resulta un buen ejercicio de suspense del maestro del género, a pesar de que sufra el paso del tiempo sobre todo en situaciones y actitudes de los personajes que a día de hoy pueden resultar demasiado ingenuas y, sobre todo, en un factor que pesa sobre unas cuantas películas de Hitchcock: su patente indiferencia a la hora de incluir trampas en el guion, sobre todo para un final deslucido que puede que acuse también los estrictos códigos morales impuestos en el cine de la época.

Buena.

 

 Nota IMDB: 7,5.

Nota FilmAffinity: 7,6.

Nota del blog: 8.

El arrecife (The reef)

29 Abr

“…y otras veces se quedaba mirándole a uno fijamente a los ojos. Una de sus características es sus ojos sin vida, de muñeca, ojos negros y quietos. Cuando se acerca a uno se diría que no tiene vida. Hasta que le muerde. Esos pequeños ojos negros se vuelven blancos y entonces…. Ah, entonces se oye un grito tremendo y espantoso. El agua se vuelve de color rojo y, a pesar del chapoteo y el griterío, ves como esas fieras se acercan y te van despedazando…”

Quint (Tiburón)

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El arrecife (The reef)

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Año: 2010.

Director: Andrew Trauki.

Reparto: Damian Walshe-Howling, Zoe Naylor, Adrienne Pickering, Gyton Grantley, Kieran Darcy-Smith.

Tráiler

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           Producto directo de la herencia del ecoterror de la década de los setenta, en concreto de Tiburón, película fundadora del terror hacia el escualo que tantas obras producirá para el Séptimo Arte, la mayoría pobres o paupérrimas casi a excepción de la original, The reef presenta la historia de unos buceadores aficionados que verán, tras el naufragio de su embarcación, cómo son perseguidos por un gran tiburón blanco en su nado hacia tierra firme.

           Un esquema básico de individuos perdidos en un entorno aislado, agreste y abrumador acosados por una amenaza latente que es de gran utilidad frente a la carencia de medios materiales, ya que la mayor o menor efectividad de la propuesta depende de la habilidad del propio realizador para crear esa sensación de indefensión y angustia en el espectador desde la nada aparente –muchas veces apoyadas en el epígrafe «basadas en hechos reales» y también otras muchas emparentadas con otro género tradicional de la serie B como el slasher-, como prueban clásicos indie como El diablo sobre ruedas -precisamente el debut de Spielberg como director-, un gore primigenio como la interesante pero desaprovechada Holocausto caníbal, la sobrevalorada El proyecto de la bruja de Blair o, ciñéndonos al ámbito acuático, Open water, y la opera prima del director, Black Water, de las cuales la presente The reef es claramente deudora.

           La película presenta esa parquedad de medios habitual, rodada con una fotografía digital desde luego poco elegante, y un guion famélico en el que una presentación pírrica sirve como mero trámite para dar lugar a la historia en sí; elementos estos suplidos con creces por un hábil desarrollo en el que se transmite con notable acierto la tensión, el desamparo y la desesperación de unos personajes que poco más pueden hacer que huir hacia delante en ese desierto azul en el que se han zambullido; sentimiento de tensión que se incrementa más si cabe si el espectador, como un servidor, es de esos que no se atreven a meterse donde no hacen pie desde que vieron el inmortal clásico de Spielberg.

Una película tan sencilla como digna.

 

Nota IMDB: 5,7.

Nota FilmAffinity: 5,3.

Nota del blog: 7.

El imperio de las hormigas

27 Abr

«Los directores de cine que ponen el mensaje político primero por lo general terminan haciendo películas muy aburridas que no contribuyen a la causa. Yo quiero llegarle a la gente como director de cine. Si quisiera hacerlo como político, me presentaría en las elecciones.»

Michael Moore

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El imperio de las hormigas

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Año: 1977.

Director: Bert I. Gordon.

Reparto: Joan Collins, Robert Lansing, John David Carson, Pamela Susan Shoop, Robert Pine.

Tráiler

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           Nadie como las hormigas ha simbolizado más directamente, aparte del pueblo convertido en autómatas de La invasión de los ladrones de cuerpos, la imagen de América del invasor soviético y su sociedad de individuos despersonalizados y sometidos al Estado totalizador. En 1954, pleno red scare, surgen las dos películas más representativas de la filmografía particular de las hormigas: Cuando ruge la marabunta, más de aventuras exóticas que película de Guerra Fría, y La humanidad en peligro, donde aparecen ya como temible invasor de raíces nucleares, también en consonancia con la preocupación por lo nuclear en esas tensiones de Guerra Fría.

La década de los setenta representa el boom del cine catastrofista, en el que el ecoterror -amenazas naturales, frecuentemente animales, contra la humanidad- jugará un papel importante. Sucesos en la cuarta fase (1974), única película del afamado autor de títulos de créditos Saul Bass, indaga en modo pseudo-documental sobre las consecuencias de un enfrentamiento entre humanos y hormigas en igualdad de tamaños.

            Tres años después llegaría este El imperio de las hormigas, basada muy libremente en una novela corta de H.G. Wells. La película, dirigida por Bert I. Gordon, experto en films de corte fantástico en general y del gigantismo como elemento de terror en particular (King Dinosaur, La araña, El alimento de los dioses); presenta a unos personajes-monigote –cuesta una escena saber quién morirá y quién no- atrapados en un resort en construcción, crítica a la vez de la especulación inmobiliaria, víctimas del ataque de unas hormigas mutadas por el vertido de residuos radiactivos. Unas hormigas que precisamente homenajean a La humanidad en peligro en el chirrido e, incluso, a Tiburón en un par de detalles de la partitura.

El imperio de las hormigas es en definitiva una cinta que recupera esas constantes de metáfora de Guerra Fría y a la que, en un sentido estríctamente cinematográfico, le cuesta entrar en calor, con unos personajes vergonzantes interpretados por un par de actores que dan el pego (Robert Lansing, Robert Pine quizás) y por una mayoría muy malos (John David Carson es un tipo curiosísimo actuando, no precisamente en el buen sentido) pero que, sin embargo, gana cierta gracia según avanza el metraje, sobre todo en la parte del pueblo colonizado psíquicamente –sí, recordemos el contenido ideológico de estos bichos- por las hormigas invasoras.   

Para echar un rato distraído.

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Nota IMDB: 3,3.

Nota FilmAffinity: 3,4.

Nota del blog: 4.

Inseparables

26 Abr

«El mérito de La mosca fue hacer que la fantasía pareciese totalmente real. El reto en Inseparables es lo contrario: hacer que lo real parezca fantástico.»

David Cronenberg

 

 

Inseparables

 

Año: 1988.

Director: David Cronenberg.

Reparto: Jeremy Irons, Geneviève Bujold, Heidi von Palleske, Barbara Gordon.

Tráiler

 

 

           El cine de Cronenberg, tan peculiar, tan alegórico, tan bizarro, tan visceral (tomado literalmente), es siempre un cine original y provocador pero que puede resultar indigesto. Inseparables fue su mayor éxito de público de su carrera, considerada también por buena parte de la crítica como su obra maestra; una película que vuelve a tener presentes las claves recurrentes de su cinematografía: el sexo, la tecnología, la mutación del ser, la obsesión por el enemigo interior –en este caso en dos individuos que en realidad parecen ser uno solo- que lleva también a esa mutación, a la Nueva Carne.

            No obstante, Inseparables es una película más naturalista, menos fantástica que otras de las que jalonan la carrera del director canadiense, pero no por ello menos angustiosa, menos turbia y enfermiza, envuelta, después una introducción soleada y casi idílica de los gemelos en su infancia, en penumbra, en colores fríos; una ambientación casi esterilizada, en contraste de los intensos tonos rojos presentes en las intervenciones quirúrgicas, presentadas casi como una liturgia donde Beverly oficia de sumo sacerdote.

            Inseparables habla de dos gemelos, Beverly y Elliot (Jeremy Irons, perfecto en su doble papel), con vocación y éxito para la ginecología, triunfadores, con personales distintas –no uno bueno y otro malo, sino distintos y complementarios- que comparten algo más que figuras idénticas y cuya estrecha unión se verá amenazada ante la irrupción de Claire  (Geneviève Bujold), una conocida actriz con una deformidad orgánica que le impide crear vida. Una ruptura precipitada por la búsqueda de una identidad propia y diferenciada de Beverly, una “amputación” de su hermano que parece llevarle a una espiral autodestructiva de droga y esquizofrenia, desgarrado por esa individualización para obtener a Claire y la necesidad vital de unión a su hermano, atado a un destino común que arrastra a ambos, inseparables.

Gran ambientación y tono para una historia tan opresiva como recomendable.

 

Nota IMDB: 7,3.

Nota FilmAffinity: 7,3.

Nota del blog: 8.

Big Man Japan

25 Abr

«Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo.»

Friedrich Nietzsche

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Big Man Japan

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Año: 2007.

Director: Hitoshi Matsumoto.

Reparto: Hitoshi Matsumoto, Tomoji Hasegawa, Ua, Yaichi Yazaki.

Tráiler

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             La idea del superhéroe como parte corriente de la sociedad ha dado buenas muestras de vigencia en la comedia de los últimos años, jugando con ese efectivo contraste desmitificador entre lo sobrenatural y lo cotidiano, con la reducción de lo superlativo a lo común, como ya se atrevió el bizarrísimo y desternillante corto español Espiderman ya no vive aquí (1985) y, más recientemente, Los Increíbles, Hancock, Mi super ex-novia, el amateurismo de Mystery Men, Super, Kick Ass o Scott Pilgrim contra el mundo o, incluso, ejemplos más serios como Watchmen.

            En papel de director, guionista y protagonista, Hitoshi Matsumoto propone una parodia de un tipo de superhéroe presente en la tradición cinematográfica japonesa como el kyodai hero de las kaiju eiga (películas de monstruos), una criatura igual de incomprendida o más que los monstruos a los que combate -aquí totalmente desquiciados y risibles, peinados a cortinilla, con cara de actores populares del país como Riki Takeuchi, ligones, con pinta de crío,…- por una sociedad frívola, insensible y profundamente mercantilista.

             Rodada en formato de falso documental, de probada eficacia en la comedia como muestran obras similares como This is Spinal Tap, Zelig o, más ajustada este tema, la ya mencionada Espiderman ya no vive aquí -excepto por unos monstruos presentados como jefes de nivel de videojuego y un final totalmente lisérgico al estilo de Ultraman que rompe con la imagen de veracidad que se presentaba a lo largo del film-, este retrato de la decadencia e incomprensión del héroe, del distinto, arroja finalmente unos resultados irregulares, con situaciones y detalles de enorme comicidad y simpatía más interesantes detalles satíricos, junto con otros en los que el ritmo se muestra demasiado plúmbeo, con un estilo documental demasiado estricto y algo alargado.

Curiosa donde las haya.

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Nota IMDB: 6,3.

Nota FilmAffinity: 6,3.

Nota del blog: 6,5.

It’s kind of a funny story

24 Abr

«La risa debe ser liberadora. Pasamos por momentos muy duros y debemos ayudar a la gente a superarlos. Esa es la misión básica del cine.»

Ruben Fleischer

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It’s kind of a funny story

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Año: 2010.

Director: Anna Boden, Ryan Fleck.

Reparto: Keil Gilchrist, Zach Galifianakis, Emma Roberts, Zoë Kravitz.

Tráiler

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             La adolescencia en sí es una locura. Toda esa revolución de hormonas, de sentimientos y desafíos terroríficos puede hacer un lío hasta al más pintado. Un hecho muy cinematográfico, el adolescente que busca su sitio y ha de madurar, normalmente a través de una experiencia especial como rito de paso, como conocer el amor a través una mujer adulta, el reencuentro con las propias raíces, participar en un conflicto o, como It’s kind of a funny story, ingresando en el psiquiátrico por tus tendencias suicidas.

            La película muestra todas esas dificultades de la edad que experimenta Craig (Keil Gilchrist), un chico desconcertado, desnortado, falto de autoestima e insatisfecho que confunde esas frustraciones con depresión suicida, lo que le vale para ingresar así por las buenas en el psiquiátrico, lugar donde conocerá a Bobby (Zach Galifianakis), que ejercerá como cicerone tanto en el manicomio como en ese tránsito a la madurez.

            Establecidos en el circuito indie con relativo éxito, Anna Boden y Ryan Fleck abordan desde la dirección y guion conjuntos esta pequeña historia de búsqueda del sentido de la vida, de la necesidad de comprensión y aprecio, de la valoración del diferente y del cuestionamiento de la cordura y la locura; una historia si bien no demasiado original pero sí llevada a cabo con efectividad, ponderando bien la parte cómica con la dramática y con un decente ritmo narrativo, aligerado por interludios narrados por el protagonista y reflejo de sus procesos mentales al estilo de Trainspotting y otras obras jóvenes y gamberras de similares, en las que se consiguen de vez en cuando algunas imágenes bastante interesantes, pero que no terminan de compensar el exceso de lugares comunes presentes en la cinta, sobre todo en su parte final.

El popular Zach Galifianakis se aleja contradictoriamente del absurdo total de sus personajes habituales pese a interpretar a un lunático, cumpliendo con creces en los aspectos más dramáticos. Algo menos entonada está la parte juvenil del reparto, con un sosete Gilchrist junto con la sobrinísima Emma Roberts y la hijísima Zoë Kravitz como sus musas y parte de peso en su desequilibrio.

Una película simpaticona.

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Nota IMDB: 7,2.

Nota FilmAffinity: 6,6.

Nota del blog: 6.

El partido de sus vidas

23 Abr

«Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol.»

Eduardo Sacheri

 

 

El partido de sus vidas

 

Año: 2005.

Director: David Anspaugh.

Reparto: Gerard Butler, Wes Bentley, Costas Mandylor, Louis Mandylor, Jimmy Jean-Louis.

Tráiler

 

 

Fútbol y cine.

Las dos grandes aficiones de la humanidad nunca han tenido una relación buena. Aún a estas alturas se sigue considerando el mayor logro de este choque de pasiones Evasión o victoria, una cinta realizada por un gran aficionado a los deportes y a la aventura como John Huston pero un analfabeto total en cuanto al fútbol, lo que se notaba en una película que tuvo que dar la parte principal y final de heroísmo a un mal necesario de este deporte, el portero. Quizás por su condición de deporte colectivo y democrático en cuanto a su participación y por su desarrollo en cuanto a juego, por esa falta de épica individual, no puede lucir tanto como en otros como el boxeo, a lo que se suma el desinterés, cada vez menos eso sí, de La Meca del cine, cuyos deportes nacionales son el béisbol y el fútbol americano. Una falta de heroísmo personal y un poco cinematográfico desarrollo del juego, difícil de rodar aunando credibilidad y espectacularidad, patente en el fracaso de crítica y público de la ambiciosa trilogía Goal!, ayudada también por un protagonista que era obvio que no sabía dar una patada a un bote.

Es por ello que la temática del fútbol como deporte en el cine, más allá del retrato del aficionado o el hooligan, desarrollada sobre todo en los países más importantes para el mismo, quede reducida a ambientes populares más que profesionales –a excepción de los filmes con moralina producidos bajo el franquismo, que explotaban a las estrellas del momento, como Di Stéfano en La saeta rubia o Kubala en Los ases buscan la paz o, más recientemente, la despreciable Real, la película, la aburrida The Damned United, centrada el el Mourinho de los sesenta-setenta, Brian Clough, o la ya mencionada Goal!-, bajo pretextos como el tópico sobadísimo y mediocre de equipo desastroso que se une y triunfa ante la adversidadUn entrenador genial, Camino hacia la gloria, Mean machine, prácticamente remakes de películas pertenecientes a otros deportes-, el cumplimiento de sueños y la autoafirmación del adolescente en crisisQuiero ser como Beckham, El sueño de Jimmy Grimble-, en el acercamiento a temas sociales y costumbristas con el fútbol como excusa -la inglesa Mi nombre es Joe, que une clase proletaria y deporte, combinación clásica del cine social británico-, los retratos generacionales con el balón como paraíso perdido como la hilarante Días de fútbol, que incluye un guiño a la anterior, e Italia-Alemania 4-3, o la interesantes, parejas y más eclécticas cintas italiana 4-4-2, il gioco più bello del mondo y chilena Historias de fútbol-, así como en obras puramente cómicas –las italianas L’allenatore nel pallone y Centroavanti di sfondamento, la delirante Shaolin soccer o comedietas tardofranquistas como Las Ibéricas F.C.-.  

            Esta El partido de sus vidas, dirigida por el experto en estas lides David Anspaugh (Hoosiers: más que ídolos, en baloncesto, y Rudy, reto a la gloria, en fútbol americano),  sigue de nuevo el primer caso de equipo que pasa from zero to hero, centrado en la selección norteamericana participante en el Mundial de Brasil 1950, aparentemente destinado al ridículo. Es decir, una película pobre que sigue el tópico paso a paso, desde un guión planísimo y carente de emociones, con las típicas luchas de egos y confrontaciones de personalidades dispares –muchas de ellas excusadas en la adoración vudú del jugador haitiano Gaetjens, que no se corresponde con la realidad- y su posterior unión hacia un objetivo común, con burdas llamadas al ardor y honor guerrero y al patriotismo, hasta unos actores en general poco acertados y una banda sonora horrible que subraya el cliché. Si acaso se puede destacar la fotografía de aire vintage y un rodaje más o menos decente de las situaciones deportivas.

           Así parece imposible que la unión de fútbol y cine fructifique en una obra definitiva. Habrá que seguir esperando.

 

Nota IMDB: 6.

Nota FilmAffinity: 4,8.

Nota del blog: 3.

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