Archivo | diciembre, 2010

El Lute: Camina o revienta

31 Dic

“La amargura es una herencia atávica que llevamos todos los españoles. Es muy difícil que un cineasta español haga una película optimista al estilo de Frank Capra.”

Luis García Berlanga

 

 

El Lute: Camina o revienta

 

Año: 1987.

Director: Vicente Aranda.

Reparto: Imanol Arias, Victoria Abril, Antonio Valero.

 

 

 

 

          El denominado cine quinqui es probablemente uno de los productos más auténticos y quizá minusvalorados del panorama cinematográfico nacional, que ha legado cintas no magníficas pero sí bastante interesantes como Perros callejeros, Deprisa, deprisa o El pico; películas que surgen como variantes del realismo social tradicional fruto de las circunstancias de la España de la época –la mezcla entre las libertades que ofrecía el fin del Régimen junto con los problemas socioeconómicos del inicio de la democracia-, además de equipararse con tendencias paralelas en desarrollo en el cine mundial: las exploitation movies como el blackxploitation norteamericano o algunas categorías del cine criminal europeo, centrados en temas considerados entonces morbosos y marginales y que no ahorraban en situaciones explícitas y polémicas.

El Lute: Camina o revienta forma parte de este cine quinqui que, por entonces, ya daba sus últimos coletazos en España, en gran parte porque los protagonistas y hacedores de dichas películas –«el Torete», «el Pirri», José Luis Manzano,…- irían desapareciendo progresivamente víctimas de situaciones muy similares a las de sus películas, también parte inherente de su propia vida: droga, marginalidad, delincuencia,… Más tarde se dará una cierta recuperación, con mayor calidad estética esta vez, por Fernando León de Aranoa (Barrio) y ya pervertido, aséptico y aburguesado en el nuevo milenio con el denominado new choni cinema.

            El Lute: Camina o revienta traslada a la pantalla la carrera criminal de Eleuterio Rodríguez Sánchez, “el Lute”, basada en la autobiografía del protagonista, desde sus inicios como ladrón de gallinas hasta convertirse en uno de los fugitivos más buscados del tardofranquismo, un proceso en el que se retrata de paso la sociedad española del momento, presa de un brutal terrorismo de Estado y de una pobreza que parecía ya endémica. Pese al interés del argumento, tanto una dirección artística poco elegante –como, no obstante, mandan los cánones del género- y unos personajes y diálogos que buscan el realismo pero que en ocasiones se presentan un poco de pandereta y que resultan mucho menos auténticos que los de otras obras anteriormente mencionadas, lo que disminuye la identificación con el personaje que sería posteriormente uno de los símbolos por la libertad y contra la opresión del franquismo pese al loable trabajo de Imanol Arias.

Una película que supone los últimos estertores de una corriente cinematográfica ya en vías de extinción.

Habría segunda parte de las andanzas del Lute, El Lute II: mañana seré libre.

 

Nota IMDB: 6,5.

Nota FilmAffinity: 6,4.

Nota del blog: 5,5.

El americano

28 Dic

«Lo único que se necesita para hacer una película es una chica y una pistola.»

Jean-Luc Godard

El americano

Año: 2010.

Director: Anton Corbijn.

Reparto: George Clooney, Violante Placido, Paolo Bonacelli, Thekla Reuten.

Tráiler

 

 

           El americano es un thriller crepuscular y melancólico, con un regusto parecido al de El silencio de un hombre, Atrapado por su pasado, Ronin, Escondidos en Brujas o a alguna de las maravillas de Kitano. Es la historia de Jack (George Clooney), un asesino a sueldo exiliado en el mezzogiorno italiano tras fracasar en su última misión, en el que perdió tanto su prestigio como lo que parecía su amor.  Es un ser cuyo trabajo es la muerte y, por tanto, la muerte es lo que le rodea, aunque él lo que desea es volver a la vida por medio de los sentimientos, lo que realmente nos hace humanos; un paraíso lejano. En su nuevo destino, deberá cumplir con su último encargo antes de retirarse definitivamente del negocio, aunque sus mayores esfuerzos se concentrarán en esa recuperación de su alma, para lo que tendrá que vencer a la amenaza latente que rodea su vida y a la paranoia que lo atenaza.

No es esta una película de acción pese al pretexto argumental que hila la trama, sino, como se ve, se trata más de un drama amoroso-espiritual sobre la necesidad del hombre de amar como principal valor en su vida. “El infierno, un mundo sin amor”, dice el cura amigo del protagonista.

            Anton Corbijn, más habituado a dirigir videos musicales que películas, marca el tono melancólico del film por medio un tempo pausado, abundantes y expresivos silencios y una banda sonora tenue a excepción de un par de temas musicales que parecen un tanto forzados. Una sobriedad y belleza formal que esquiva buena parte de la violencia por medio de elipsis. Un Clooney contenido pero intenso y magnético suma una virtud más a la obra. Sin embargo, considero un error de reparto situar a una chica tan buena actriz como dulce como es Thekla Reuten en un papel de mercenaria en el que no termina de encajar.

            Pese a las ya mencionadas virtudes, El americano es una cinta a la que le falta garra, una fuerza final que la proyecte como gran película, diluida también por un desenlace que suena a ya visto. Una bella obra que no acaba de funcionar como debiera.

Nota IMDB: 6,6.

Nota FilmAffinity: 5,2.

Nota del blog: 7.

JCVD

27 Dic

“Las escenas violentas presentadas en el cine o en los programas de televisión estimulan mucho más a los espectadores a imitar lo que ven que las escenas reales que aparecen en los informativos. En las películas, la violencia se filma con una iluminación perfecta, un escenario espectacular y a cámara lenta, lo que la convierte incluso en algo romántico. Sin embargo, en los informativos el público percibe mucho mejor lo horrible que puede ser la violencia, y esta se utiliza con fines que no existen en el cine.”

Steven Spielberg

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JCVD 

 

Año: 2008.

Director: Mabrouk El Mechri.

Reparto: Jean-Claude Van Damme, François Damiens, Zinedine Soualem, Karim Belkhadra.

Tráiler

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           Algo tienen en común los héroes de acción con las actrices explosivas: a partir de cierta edad, su ciclo en Hollywood parece que termina. Urge evolucionar de algún modo o, si se ha sido suficientemente listo, haber estado ahorrando dinero suficiente como para tener un retiro dorado y dedicarse al golf y a la filantropía. No suele ser el caso.

De los action heroes de los ochenta, el primero en reinventarse –antes de hacerlo totalmente y dar el paso al mundo de la política- fue Arnold Schwarzenegger, un tipo que siempre supo reirse de sí mismo. De ahí nacerían comedias y comedietas varias basadas en la autoparodia, como Los gemelos golpean dos veces, Junior, Un padre en apuros, etc. Lo que le permitió mantenerse en la onda aún durante unos cuantos años más. El otro gran dinosaurio del cine de acción, Sly Stallone, supo ver el valor económico que ofrece la nostalgia de los niños que había crecido jaleando sus soplamocos y apuntó más hacia la renovación fisica, barnizado de botox mediante, y el autohomenaje en su sentido más estricto con la creación de productos dirigidos por él mismo y hechos a medida de esta demanda; es decir, echar mano de los viejos héroes y confeccionar obras de corte totalmente clásico y, digamos, artesanal (Rocky Balboa, John Rambo, Los Mercenarios). Otros, como Steven Seagal, decidieron concentrarse temporalmente en otras de sus muchas virtudes artísticas, como la música country, y en tener la suerte de que un director tan nostálgico como los espectadores –Robert Rodríguez, como suele hacer su amigo Tarantino- decida contar con él para dar el punto justo de calculada decadencia a su proyecto. Todas esas opciones son siempre mejores que la de Wesley Snipes: estafar a Hacienda y acabar en la cárcel.

            Visto el panorama, el karateka belga Jean-Claude Van Damme, protagonista de sangrientos éxitos como Doble Impacto, Soldado Universal o Timecopha optado por dar un paso más allá: participar en una película que se encuentra a medio camino entre la burla descarnada y el homenaje, aunque la primera es la que predomina. JCVD presenta el trasfondo oscuro de la estrella, algo parecido a lo que sucedía en Lost in Translation pero en clave de comedia negra, más similar a Hazme reir, con Adam Sandler, un año posterior a la película de Van Damme. Tampoco sería desatinada la comparación con otra cinta que ridiculizaba la figura del héroe de acción llevado a la realidad como El último gran héroe, protagonizada por Schwarzenegger. Así pues, JCVD  plantea las sombras tras las luces de un Van Damme acabado, con una vida que se precipita al vacío en lo personal y lo profesional y que, para colmo, se verá envuelto en un robo con secuestro del que es inculpado; una realidad aún más desquiciada que el argumento de sus películas, las cuales tampoco se libran del escarnio a lo largo del metraje.

          En definitiva, una obra en el que “Los músculos de Bruselas” hace balance de su vida, incluida una histriónica testificación final. Una encomiable y amarga reflexión con un humor tremendamente ácido en la que el argumento –sencillito y resuelto un poco chapuceramente- es lo de menos.

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Nota IMDB: 7,3.

Nota FilmAffinity: 6,4.

Nota del blog: 7.

Origen

24 Dic

«Haz de tu vida un sueño, y de tu sueño una realidad.»

Antoine de Saint-Exupéry

Origen

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Año: 2010.

Director: Christopher Nolan.

Reparto: Leonardo DiCaprio, Joseph Gordon-Levitt, Ellen Page, Ken Watanabe, Tom Hardy, Cillian Murphy, Marion Cotillard.

Tráiler

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           Christopher Nolan: un tipo que se atreve a dar el salto a Hollywood con un fascinante rompecabezas inverso (Memento), que brinda a Al Pacino la que probablemente es la última pelicula decente que ha hecho (Insomnio) y que revive y reinventa una franquicia aniquilada como Batman con un entusiasmo y habilidad fuera de lo común (Batman Begins y, sobre todo, la magnífica El caballero oscuro) no puede ser malo. Un cineasta que apuesta siempre al riesgo que supone proponer algo original y atrevido, una cualidad tristemente escasa en el panorama cinematográfico hollywoodiense actual, o es un fenómeno o es un loco. Y Nolan sabe bien lo que se hace.

            Origen es la séptima película del director londinense, una obra que bebe de las fuentes del anime japonés Paprika, de Satoshi Kon, con la vuelta de tuerca que supone la filmación de una trama tan surrealista con actores reales, y que podría definirse como una audaz mezcolanza entre El golpe, ¡Olvídate de mí! y La ciencia del sueño –tres películas y temáticas que me apasionan, por otra parte-. El argumento presenta una película de robos trasladada al laberíntico mundo de la mente y de los sueños, en el que un particular equipo de ladrones desarrolla sus golpes dentro del subconsciente de sus víctimas para extraer de ellos información oculta para otras empresas; aunque en esta ocasión tendrán que rizar el rizo y «sembrar» una idea tendenciosa en el joven heredero de una poderosa corporativa en vez de robarla. Un plan en el que Cobb (Leonardo DiCaprio) tendrá que luchar contra todo tipo de adversidades y contra sus propios remordimientos por la muerte de su esposa en circunstancias similares.

No me dirán que no es un planteamiento arriesgado.

            En su desarrollo, la maestría de Nolan en el dominio de la escena y de la progresión dramática, con una dirección artística con un montaje muy trabajado repleto de imágenes sugerentes y que imita secuencias oníricas, permiten que la película funcione tanto en su parte más surrealista –aunque la frecuencia de explicaciones hace que los diálogos parezcan a veces acartonados y confusos- como en la parte de acción, con un ritmo trepidante que, si bien, en ocasiones parece de tráiler; un campo en el que Nolan ya había obtenido buenos resultados (Memento, El caballero oscuro). El reparto, capitaneado por DiCaprio –que no es mal actor, pero que siempre se empeña en intentar dar una imagen más adulta frunciendo el entrecejo y con una perilla de disfraz de El Zorro– luce a buen nivel.

            No será del agrado de todo el mundo, también puede ser acusada de excesiva y pretenciosa pero, a mí, me ha encantado.

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Nota IMDB: 9.

Nota FilmAffinity: 8,1.

Nota del blog: 9,5. *

 

* Vuelta a ver, se detectan  los laberintos  y trucos que pone en acción, de forma sobrepensada y muchas veces con empujones de esteroides visuales, este grandilocuente circo de tres pistas. Como ocurre luego con Interestelar (donde parece que, consciente de ello, trata de compensarlo a palazos de edulcorante), no deja de ser curiosa la escala con la que Nolan traduce ese amor ‘bigger than life’, esas pérdidas traumáticas sepultadas bajo capas cuánticas de recuerdos, sueños o dimensiones espaciotemporales. Una rebuscada aparatosidad que acaba jugando en contra precisamente de la emoción natural, aplastada bajo un despliegue técnico que, eso sí, me sigue resultando bien entretenido. La condición del sueño permite desplegar una explosiva combinación de géneros y subgéneros con un gran sentido lúdico que se potencia a través del músculo de la realización, capaz de mantener clímax de una hora, con un muy buen control del montaje y un ritmo torrencial que, sin embargo, en el peor de los casos, por su desaforada intensidad, con banda sonora a juego, puede provocar igualmente que algunos tramos parezcan enormes tráileres promocionales. De hecho, a esta vocación popular quizás también responda esa tendencia sobreexplicativa, el miedo a que alguien se pierda en el laberinto de trucos y paradojas tan medido al dedillo.

Nota del blog: 7.

El niño que gritó puta

23 Dic

«Jamás ha habido un niño tan adorable que la madre no quiera ponerlo a dormir.»

Ralph Waldo Emerson

El niño que gritó puta

Año: 1991.

Director: Juan José Campanella.

Reparto: Harley Cross, Karen Young, Dennis Boutsikaris, Moira Kelly, Adrien Brody.

Tráiler 

           Resulta que el argentino Juan José Campanella, autor de películas tan maravillosas como El mismo amor, la misma lluvia, El hijo de la novia, Luna de Avellaneda o El secreto de sus ojosOscar a la mejor película de habla no inglesa- hizo su debut cinematográfico, a excepción de un pequeño corto y una docudrama semidesconocido, en Estados Unidos; es decir, el camino contrario que suelen recorrer los directores no estadounidenses.

Así pues, El niño que gritó puta se puede considerar la opera prima de Campanella, una película indie bastante provocativa y arriesgada que se centra en las desventuras de un niño de once años que sufre trastornos mentales y hace la vida imposible tanto a su madre como a la gente que se va cruzando en su camino, gente que, la mayoría de las veces, no está mucho mejor que él, especialmente los adultos presuntamente sanos que ofrecen modelos tan ejemplarizantes como una madre bastante desubicada y un poco ligera de cascos o un sustituto de la figura paterna en un paranoico veterano del Vietnam de tendencias pedófilas y homicidas. Como ven, un niño que es más víctima que culpable de una sociedad enferma en la que no tiene lugar.

            El desarrollo de la cinta viene de la mano de un guión endeble que cae en abundantes lugares comunes sobre el mundo del psiquiátrico y en el que los problemas de este niño desquiciado irán a peor –como la película en general-. Una obra que también sufre el lastre de una dirección artística muy pobre, con regusto a telefilm, tics fruto de su época y errores de dirección inexcusables como que el micrófono de ambiente sobrevuele por encima de unas cuantas escenas. Aun así, se puede rescatar ya algún pequeño detalle interesante de la personalidad que mostrará Campanella en el futuro, esta vez ya con gran maestría.

Además, ya en un ámbito estrictamente español, el mediocre nivel general de las interpretaciones –incluido el niño protagonista, Harley Cross, premio al mejor actor en la SEMINCI de 1991– se refuerza con un doblaje realmente nefasto, más de lo habitual en películas con niño, incluso con un solo actor de voz para varios personajes.

           En definitiva, una película que hace creer en la capacidad de superación de uno mismo; no tanto por la trama en sí, sino por la observación de cómo evolucionará Campanella como director desde este inicio tan poco prometedor.

Nota IMDB: 6,3.

Nota FilmAffinity: 7,5.

Nota del blog: 2,5.

Con el agua al cuello

22 Dic

«Así que eres un detective privado. No sabía que existieran, excepto en los libros. O bien que eran pequeños hombrecillos grasientos que husmeaban en los pasillos de los hoteles. Dios, es usted un desastre, ¿no cree?»

Vivian Rutledge (Lauren Bacall, El sueño eterno)

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Con el agua al cuello

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Año: 1975.

Director: Stuart Rosenberg.

Reparto: Paul Newman, Joanne Woodward, Anthony Franciosa, Murray Hamilton, Melanie Griffith.

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            De entre los estereotipos del mundo cinematográfico, mi favorito ha sido siempre el del detective privado: antihéroes tan inteligentes como cínicos, desarraigados y desengañados, habitantes de una sociedad hundida en la mugre y en la que se mantienen a flote aferrados a su propio e inquebrantable código moral.

Las películas de detectives privados habían tenido su Edad de Oro durante la década de los cuarenta y ahora en los sesenta y setenta se encontraban de nuevo de moda, ya en sus formas más clásicas (Adios, muñeca, Detective Privado o Harper, investigador privado, primera parte de la cinta que hoy nos ocupa) como en nuevas versiones más actuales y desmitificadoras –y estupendas- de la figura del private investigator (El largo adiós).

           Tanto la ya mencionada primera parte –Harper, investigador privado– como esta Con el agua al cuello se sitúan en los modelos clásicos del género. En esta ocasión, el detective Lew Harper –basado en el Lew Archer de Ross MacDonald– cambia Los Ángeles por el Deep South norteamericano para investigar, contratado por una ex amante suya, el supuesto caso de chantaje que sufre el marido de esta. Como es natural, la investigación en la que se enredará Harper pondrá de manifiesto las intrigas familiares, la avaricia del magnate del petróleo local y las corruptelas de una sociedad rancia y moralmente decadente. Ya saben, el mundo en el que los detectives privados se mueven como pez en el agua.

            Como se puede ver, un argumento de corte clásico narrado con solvencia bajo la dirección de Stuart Rosenberg –tercera colaboración con Newman tras La leyenda del indomable y Los indeseables, con un guión efectivo y la carismática presencia de un Paul Newman un poco pasado de rosca y que se divierte de lo lindo de nuevo en la piel de Harper. También aparece Melanie Griffith pre-cirugía en una de sus primeras incursiones en el cine.

Una obra decente dentro de un género que, por otra parte, ha dado auténticas obras maestras. Entretenimiento garantizado.

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Nota IMDB: 6,4.

Nota FilmAffinity: 6,4.

Nota del blog: 7,5.

El hombre tranquilo

21 Dic

«Lo que el cine necesita es belleza, la belleza del viento moviéndose entre las hojas de los árboles.»

D. W. Griffith

 

El hombre tranquilo

 

Año: 1952.

Director: John Ford.

Reparto: John Wayne, Maureen O’Hara, Barry Fitzgerald, Victor McLaglen.

Tráiler

 

 

            John Wayne conduce sus bamboleantes pasos a Innisfree, Irlanda, el idílico –puede que también granado de tópicos irlandeses- pueblecito de sus antepasados. Allí, se las tendrá que ver y desear con los peculiares lugareños de la Isla Esmeralda, donde tendrá que enfrentarse al hostil cacique local, a la hermana de éste -luego su propia esposa- y a sí mismo para dejar atrás un pasado que le persigue y abruma y alcanzar la paz espiritual.

Unos mimbres de apariencia sencilla y un argumento –el del extraño que llega a un pueblo pequeño repleto de gente muy particular- que si bien no son muy originales sí que obtienen en El hombre tranquilo un nivel inalcanzable, rayano en la maestría. Una historia llena de sentimiento en el que John Ford –curiosamente de orígen irlandés- hace gala, como casi siempre, una dirección sobria, impecable y elegante, llena de hermosos planos y escenas inolvidables; apoyado en un guión con cuidados diálogos, tan simpáticos como inteligentes, que dibuja unos personajes trazados con gran cariño y perfección, trabajados como ya no se hace. Y todo ello subrayado por unas actuaciones modélicas, capitaneadas por un John Wayne, actor fetiche de Ford, alejado de sus habituales personajes del western y que demuestra que, además de un auténtico tipo duro nacido para calzar un sombrero de cowboy, es un actor capaz, haciendo patentes con gran sutileza las contradicciones de este hombre tranquilo pero atormentado. Aparte, mención especial para ese entrañable robaplanos que es Barry Fitzgerald, que ilumina cada escena con su presencia.

Lo del cierto machismo del argumento, en fin, eran otros tiempos.

Un ejemplo magnífico de cine en estado puro, artesanal, hecho con mimo y dedicación y cuidando hasta el mínimo detalle. Una gran película.

Oscar al mejor director y mejor fotografía, más otras cinco nominaciones.

 

Nota IMDB: 8.

Nota FilmAffinity: 8,2.

Nota del blog: 9.