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El camino de San Diego

8 Dic

«La gente tiene que entender que Maradona no es una máquina de dar felicidad.»

Diego Armando Maradona

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El camino de San Diego

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Año: 2006.

Director: Carlos Sorín.

Reparto: Ignacio Benítez, Carlos Wagner de la Bella, Paola Rotela.

Tráiler

 

          En los recientes premios Oscar de 2010 se procedió a confirmar lo que ya era un hecho sabido: la enorme calidad del cine argentino actual. Un país arruinado por años de incapacidad y corruptelas pero con un cine mayúsculo que escarba en raíces como las del Neorrealismo italiano, también surgido en una época de carestía y problemas sociales, a lo que se suma la propia visión argentina en películas enormes como El hijo de la novia, Luna de Avellaneda, Nueve reinas, La ciénaga, Un oso rojo o, como decía antes, la premiada como mejor película de habla no inglesa en los Oscar El secreto de sus ojos. 

          Uno de los directores más destacados de esta nueva y exitosa hornada es Carlos Sorín, especialista en relatar historias pequeñas, imperceptibles, con una sensibilidad extraordinaria. Es este el caso, por ejemplo, de la presente El camino de San Diego; una película a caballo entre una fábula de realismo mágico y uno de los sagaces anuncios de Quilmes –que bien se podrían incluir en este cénit de la creatividad audiovisual argentino- que narra la peregrinación del “Tati” Benítez (actor amateur, como todos los del film) para honrar a su Dios, y el de muchos argentinos, Diego Armando Maradona, desde la selvática y mísera provincia Misiones hasta el hospital de Buenos Aires donde se encuentra internado.

Una historia sencilla y bien contada sobre las pequeñas ilusiones y sueños de cada uno, las pequeñas locuras personales que nos permiten sobrevivir a una realidad más o menos despiadada (en este caso bastante). A su vez, El camino de San Diego retrata a través del periplo del “Tati” la situación de la propia Argentina, un país de un potencial enorme pero maltratado y autodestructivo del cual la mejor metáfora precisamente es “El Pelusa”, su ídolo máximo, en el que la ilusión y la solidaridad es un valor capital para volver a alzar la cabeza.

            Una pequeña joya sobre la necesidad de mirar al futuro con motivación y esperanza tanto desde un plano personal a un plano colectivo, el de todo un país. Se le puede perdonar que a veces se le vaya la mano con el azúcar.

Premio especial del jurado en el Festival de San Sebastián.

 

Nota IMDB: 7.

Nota FilmAffinity: 6,7.

Nota del blog: 8.