“Hago películas sobre temas que me interesan. Pueden ser carreras de coches, aviones, un western o una comedia, pero el mejor drama para mí es el que muestra al hombre en peligro. No hay acción donde no hay peligro”
Howard Hawks
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’71
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Año: 2014.
Director: Yann Demage.
Reparto: Jack O’Connell, Sean Harris, Sam Reid, Richard Dormer, Charlie Murphy, David Wilmot, Killian Scott, Barry Keoghan, Paul Anderson, Martin McCann, Corey McKinley.
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Cuando se protagoniza en solitario, el tema de del soldado abandonado tras las líneas enemigas, fundamental en el cine bélico y otros afines como el western, se convierte en un despiadado relato que conecta con el atávico espíritu de supervivencia del hombre, enfrentado a la hostilidad irracional del universo. Pero dado que aquí el factor de amenaza acostumbra a ser en exclusiva el hombre convertido en lobo para el hombre, dicha premisa puede ofrecer el escalpelo ideal para diseccionar la propia sinrazón humana.
A través de su recorrido desesperado por las calles de la Belfast de 1971, infestadas de católicos nacionalistas y protestantes lealistas en permanente carnicería, el recluta Gary Hook (Jack O’Connell) desgrana involuntariamente el absurdo que constriñe a un conflicto enmarañado en una miríada de facciones y grupúsculos tan numerosos que, a fin de cuentas, disuelven cualquier motivación original que explique su odio o su adhesión a una causa para hermanarse en cambio en un delirio común, explotado por titiriteros como el capitán Browning de la contrainsurgencia británica (Sean Harris).
’71 entreteje con habilidad y tensión el espectáculo de acción que sirve la desorientada huida del militar inglés por territorio enemigo junto con un discurso antibélico de justificado pesimismo que retrata con economía y precisión un microcosmos despojado de honor y humanidad, conquistado a sangre y fuego por la guerra sucia, la violencia psicótica, el egoísmo recalcitrante y la animadversión irreconciliable. Pocos razonamientos se escuchan en los diálogos escritos por Gregory Burke, aparte de crudos y primarios insultos o vagas consignas de odio, adueñados de una ciudad enajenada donde los últimos vestigios de empatía elemental aparecen siempre marginados o acosados por esa masa encolerizada que se encuentra absorta en una inacabable espiral de destrucción.
Debutante en el largometraje al igual que Burke, Yann Demage exhibe músculo y pulso narrativo en una combinación de cámara al hombro y arrebatos de naturalismo urgente al estilo de Paul Greengrass y su Bloody Sunday (Domingo sangriento) con un penetrante empleo de la luz y el color que juega con la densa oscuridad de la noche y su abrupto e inquietante contraste con el resplandor de la luz artificial y las llamaradas enrojecidas del fuego infernal que se ciernen sobre el protagonista desamparado.
La aventura por los infiernos de la razón del soldado Hook sigue un crescento paralelo al de la peligrosidad de las armas que se emplean contra él y al de la expansión del caos, la agresividad y el horror por la superficie de esa ratonera nocturna y destartalada de una Irlanda del Norte que es, a la vez, su mismo país y un escenario extraño, irreal, atroz e inexplicable. Una carrera al borde del abismo que, en consecuencia, representa el despertar del sueño de la inocencia a la pesadilla de la realidad.
Nota IMDB: 7,2.
Nota FilmAffinity: 6,7.
Nota del blog: 7,5.
Contracrítica