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Nueve reinas

30 Nov

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Año: 2000.

Director: Fabián Bielinsky.

Reparto: Gastón Pauls, Ricardo Darín, Leticia Brédice, Ignasi Abadal, Tomás Fonzi, Óscar Núñez, Elisa Berenguer.

Tráiler

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         En la primera escena de Nueve reinas, Marcos, experto timador de amplio repertorio de trucos sucios, le advierte a Juan, el principiante pescado con las manos en la masa, de que no se puede hacer «la uruguaya» dos veces en el mismo establecimiento. Es ley. Nueve reinas es una película de estafas y engaños que, como «la uruguaya», no puede hacer su truco dos veces delante del mismo espectador. Aunque, al igual que la dependienta de la gasolinera, uno no recuerde en qué consistía concretamente la artimaña, sigue sabiendo que, en el fondo, en todo lo que observa hay algo que no termina de cuadrar. Y vuelta a ver se le aprecian las costuras; la cartita que desaparece, el pase de manos exagerado, la palabrería que trata de distraer, la atractiva ayudante del mago.

         Nueve reinas es una obra divertida -con algún deje (anti)estético propio del periodo y un par de interpretaciones no del todo afinadas, como la del catalán Ignasi Abadal e incluso la de Leticia Brédice- y que se maneja con agilidad en estos bajos fondos argentinos apoyada en la (inestable) complicidad que se establece entre los carismáticos personajes principales, quienes juegan a la vez el papel de maestro y aprendiz, el de amigos enredados en una relación tóxica y, por último, tal y como se sugiere a través de detalles que mantienen la incertidumbre acerca de la naturaleza del personaje al que da autoridad Ricardo Darín, el de timador y primo.

Una versión a pequeña y pobretona escala del sistema que impera sobre el país austral, según termina de componerse en el paisaje humano y social de la obra. Un pícaro sobrevive, pero solo para ser seguir siendo apaleado en una partida mayor, inalcanzable para él, donde se juega siempre con las cartas marcadas. Pero, al menos, sus lecciones de cinismo superviviente son siempre sugerentes de escuchar, reveladoras dentro de su tendencia a la generalización tajante y jactanciosa. Y de paso, sobrepasando en parte el arquetipo universal, se obtiene un satisfactorio realismo reforzando la veracidad de los hechos y la potencia del retrato personal y nacional.

         El thriller escrito y dirigido por Fabián Bielinski es, de esta manera, una colosal competición de viveza entre tipos dudosos. El joven Juan, que trata de mantener ciertos códigos morales dentro de esta cancha embarrada, nunca puede fiarse por completo de nada. Para un trilero, las casualidades no existen. El relato mantiene constante esta atmósfera de sospecha, de suspicacia bajo la que se otea la tradicional combinación de sorprendentes giros de guion tan característica del género. De hecho, Nueve reinas cierra sus fotogramas en una especie de feria bajo techo que remite a la que Paul Newman tenía en su escondrijo en El golpe, rutilante clásico en estos lares. Aunque, para ello, es tramposa. Es tramposa, por ejemplo, en el sentido de que hay actuaciones y acciones que los personajes realizan exclusivamente de cara al espectador, para engañarlo a él y no al resto de individuos sobre el escenario. De ahí que, como «la uruguaya» no convenga probar suerte más de una vez, por si nos pescan con las manos en la masa.

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Nota IMDB: 7,9.

Nota FilmAffinity: 7,8.

Nota del blog: 6,5.

RocknRolla

7 Oct

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Año: 2008.

Director: Guy Ritchie.

Reparto: Gerard Butler, Tom Wilkinson, Thandie Newton, Mark Strong, Idris Elba, Tom Hardy, Karel Roden, Toby Kebbell, Jeremy Piven, Ludacris, Gemma Arterton, Jimi Mistry, Matt King, Geoff Bell, Michael Ryan, Dragan Micanovic, Nonso Anozie.

Tráiler

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          Con sus adeptos y sus detractores, Guy Ritchie se convertiría en uno de los directores más influyentes del cine criminal de comienzos de milenio gracias a Lock & Stock y Snatch. Cerdos y diamantes. Películas de peligrosos y excitantes bajos fondos retratados con potentes dosis de humor negro e ironía en el lenguaje y la trama, que las acercan a un tebeo filmado a ritmo de videoclip y poblado por personajes fulleros y carismáticos entre los que un grupo de amigotes persigue un macguffin imposible que les permitiría salir de la miseria para alcanzar esa idea de éxito que, precisamente, podría extraerse de los vídeos musicales o los anuncios de publicidad. Un mundillo cochambroso y cool a la par. Glamour barriobajero. Más emparentado con el Danny Boyle de Trainspotting que con el revisionismo pop de Quentin Tarantino.

Pero, después de inscribir su nombre con firmeza en la industria, Ritchie se la pegaría sonoramente con Barridos por la marea -el presunto regalo cinematográfico que le haría a su pareja, Madonna– y con la enrevesada y delirante Revolver. Quizás por ello, regresaría a sus fueros con el rabo entre las piernas, dispuesto a lamerse las heridas aplicando, una vez más, la fórmula ganadora.

          RocknRolla reproduce fielmente el esquema macarra de Lock & Stock y de Snatch tanto en lo visual -montaje dinámico, sobreimpresiones en los fotogramas, aderezos sonoros, banda sonora cañera…- como en lo argumental -incluidos los personajes pintorescos sacados de la mitología urbana, el argot y la coprolalia desatada; los pequeños conflictos entre colegas, aquí con la homosexualidad de uno de ellos en este universo tópicamente viril…-. Si en la primera era una timba de póquer la que destrozaba los sueños y metía en serios apuros a los protagonistas, malandros de poca monta, en esta lo será un intento de operación inmobiliaria. Ambas son partidas amañadas.

Estamos en el Londres de los pelotazos urbanísticos y el auge de la City, en el momento álgido de ostras, champagne y chanchullos previo al descalabro de la crisis financiera global de 2008. También en época de magnates exsoviéticos metidos a nuevos dueños del deporte inglés por excelencia, el fútbol, como Roman Abramovich, a quien se caricaturiza para dar forma a uno de los villanos de la función. No corren buenos tiempos para la vieja escuela. La antigua e imperial Britannia ya no es lo que era.

          Ritchie iguala y conecta ambos mundos como distintas escalas de un mismo juego -probablemente su nota más destacada- en el que los participantes emprenden una carrera contrarreloj con varios objetivos a conseguir y distintos premios en liza. RocknRolla se mantiene como una cinta divertida pero, a estas alturas, la baraja está ya bastante sobada y se conoce cuáles son las cartas marcadas.

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Nota IMDB: 7,3.

Nota FilmAffinity: 7,2.

Nota del blog. 6,5.

Crónica negra

20 May

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Año: 1972.

Director: Jean-Pierre Melville.

Reparto: Alain Delon, Richard Crenna, Catherine Deneuve, Riccardo Cucciolla, Michael Conrad, Paul Crauchet, Simone Valère, André Pousse.

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         Un coche avanza con tranquilidad por una calle vacía. Los cortes de montaje, súbitos y fulminantes, asestan profundos y oscuros tajos a la imagen. Al fondo, las formas de una ciudad, siluetas azuladas sumidas en la bruma, se pierden en la abstracción. Suena una música suave que procede del interior del vehículo, pero las olas baten con ferocidad contra los espigones, pugnando por acallarla. Espera. La lluvia se desploma contra el parabrisas. El letrero del banco se ilumina y dos de los hombres se apean y entran. Espera. Varios transeúntes imprevistos acceden a la sucursal y los hombres se intercambian una mirada. El cajero sospecha. Un tercer ocupante del coche, casi conminado por la mirada dura del chófer, también acude al banco. El dominio de la tensión, de la inquietud y de la agonía están expresados con implacable rotundidad en la apertura de Crónica negra, el filme con el que un coloso, Jean-Pierre Melville, ponía el colofón inesperado a su obra, poco antes de que un infarto se lo llevara a la tumba.

         Un lacónico fatalismo impregna el filme. Es el mismo que impregnaba su anterior El círculo rojo, donde los personajes están condenados de antemano. En esta, todos parecen ser conscientes de cómo funciona la partida, sin necesidad de explicaciones. Ni al espectador ni a ellos mismos. La velada amistad entre el comisario y el ladrón. El vértice femenino en el que convergen, conformando un ambiguo triángulo que se traza con miradas. La esposa que barrunta el destino de su marido. Este que también olfatea lo inexorable. Pero, ¿qué otra cosa puede hacerse que jugarla? La poesía de Melville no se recita canturreando. La vida es el rostro de Paul Crauchet.

         Estoicos y melancólicos, los ladrones preparan con rectitud y precisión el golpe. La tensísima ejecución de Melville, con suspense en tiempo real, consigue hacer olvidar el empleo de unas maquetas hoy difícilmente admisibles. En paralelo, el policía, -con el rostro/máscara de Alain Delon a su servicio, después de haber estado al otro lado de la línea de la ley en El silencio de un hombre y El círculo rojo– patrulla una ciudad sumida en la nocturnidad y el vicio, con sus valores morales degradados -también hay conservadurismo en la perspectiva que lo refleja, es verdad-. Hasta Papá Noel forma parte del complot. Los compañeros también conspiran contra nosotros, con sus propios intereses, como los directores que prefieren lucir en la prensa que culminar un trabajo bien hecho. La comisaría es un edificio prácticamente surrealista, cuyas líneas parecen plegadas, torcidas, líquidas, mientras en su interior se sugiere un interrogatorio a mamporros.

         En Crónica negra, el vencedor se aleja dejando atrás el arco del triunfo, cada vez más distante en el retrovisor.

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Nota IMDB: 7,1.

Nota FilmAffinity: 6,8.

Nota del blog: 8.

Out of sight (Un romance muy peligroso)

27 Abr

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Año: 1998.

Director: Steven Soderbergh.

Reparto: George Clooney, Jennifer Lopez, Ving Rhames, Don Cheadle, Steve Zahn, Albert Brooks, Dennis Farina, Isaiah Washington, Keith Loneker, Luis Guzmán, Nancy Allen, Catherine Keener, Viola Davis, Michael Keaton, Samuel L. Jackson.

Tráiler

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          A finales de los noventa se produjo una especie de corriente adaptadora de las novelas Elmore Leonard que dejó casos como Cómo conquistar Hollywood, Touch, Jackie Brown o Out of sight (Un romance muy peligroso). Esta última rescata una de sus características incursiones en el neo noir de la mano de dos personajes, el ladrón de bancos Jack Foley y la marshall Karen Sisco, que aparecen en varios de sus libros -la agente de la ley tendría incluso su propia serie de televisión, esta vez con la piel de Carla Gugino y con Robert Forster, que precisamente había coprotagonizado Jackie Brown, en el papel de su padre-.

          La descarnada precisión literaria de Leonard se encuentra aquí con la estilización de Steven Soderbergh, quien, desde que irrumpiera con Sexo, mentiras y cintas de video como una de las personalidades clave del cine indie estadounidense, no había terminado todavía de sembrar de éxitos su carrera. Este filme no le ayudaría aún a cambiar el rumbo, con una escueta acogida en taquilla a pesar de la presencia de dos actores de moda: George Clooney y Jennifer Lopez. Ambos sexis a rabiar, el primero con relativo prestigio interpretativo y la segunda generalmente defenestrada por la crítica, si bien aquí cumple en la piel de un rol no demasiado exigente y, sobre todo, desarrolla buena química de pareja con su compañero, esencial para que la trama, que encadena el fatalismo de los bajos fondos al fatalismo romántico, llegue a buen puerto.

          Siguiendo esta línea, el relato dibuja unas relaciones entre personajes que también están fuertemente influidas por el azar -el coche que no arranca, la pistola que se dispara, el criminal que siente la obligación de llamar a su hermana santurrona… el luminoso extraño que se cruza en tu vida-; una deriva contra la que puja el deseo y la tentación que se traba entre los protagonistas, imantados a partir de un viaje en un maletero de coche. La cercanía de los actores, la cálida luz roja, la suave música, el tono de la conversación cómplice… La realización sortea las advertencias que incluso surgen del diálogo, con directas alusiones metaficcionales. La chispa -romántica, cinematográfica- esta conseguida. Hay atracción, como también sensación de intriga. Soderbergh juega con el tiempo y el tempo. Lo fragmenta, lo congela por momentos incluso, para expresar esta incidencia del destino en el rumbo de los personajes, pero también para reforzar la intensidad de la atmósfera que subyuga a Foley y Sisco, que los empareja y empuja a un juego tan tentador como peligroso.

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Nota IMDB: 7.

Nota FilmAffinity: 5,2.

Nota del blog: 7.

El golpe

24 Abr

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Año: 1973.

Director: George Roy Hill.

Reparto: Robert Redford, Paul Newman, Robert Shaw, Charles Durning, Eileen Brennan, Dimitra Arliss, Charles Dierkop, Ray Walston, Harold Gould, Dana Elcar, John Heffernan, Jack Kehoe, Robert Earl Jones.

Tráiler

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         El golpe ofrece todo lo que se le puede pedir a una gran producción del Hollywood de las estrellas. El glamour de dos astros plenos de fotogenia, una historia tan inteligente como divertida y una atmósfera atractiva y estimulante. Hasta con cierto aire de autohomenaje en esa apropiación del estilo visual de las películas de gángsteres de los años treinta, desde el logo de la Universal hasta las portadas de los capítulos, pasando por los recursos empleados para la transición entre escenas.

         Es decir, que El golpe es una película que invita al espectador a dejar atrás su grisácea vida cotidiana para viajar a través de los fotogramas a otra época y otro mundo, y participar así con dos pillos encantadores en el espectacular timo a un villano que, por violento y cruel, bien se lo tiene merecido. Esa hermandad de los buenos ladrones, constituida en industria seria, posee la fascinación que se desprende observar cómo unos especialistas hacen su trabajo de forma impecable. Con camaradería, con dignidad; valores que suscitan empatía frente a la brutalidad de ese irlandés que ni bebe, ni fuma ni va con mujeres. Humildes proletarios en un terrible contexto de Gran Depresión, en el que las promesas de prosperidad del país de las oportunidades han quedado desmentidas. Si acaso, solo puede aspirarse a ellas desde fuera de los cauces de este sistema que, al fin y al cabo, está igualmente amañado.

         Hay un sentimiento de entretenimiento en toda la trama que se reconoce abiertamente y se abraza. Los estafadores hablan de sus planes bajo el término ‘play’, que es el mismo que se utiliza tanto para definir el acto de jugar como las obras de teatro. Y es que, en el fondo, todo lo que hacen es un teatrillo, una representación. Tanto de cara al malvado Doyle Lonnegan como para el público al otro lado de la pantalla, a quien se puede decir que también le está reservado algún truco propio del oficio.

La belleza, el encanto y la química de Robert Redford y Paul Newman también está ahí para satisfacernos, para darnos el gusto -y, por qué no, para deslumbrar al igual que lo hace la ayudante de un mago-. George Roy Hill, clásico sin sacrificar el halo romanticismo, se entromete lo justo para afinar la orquesta y que todo suene bien. Sabe que no le corresponde demasiada cuota de protagonismo y se dedica a plasmar con perfecto saber hacer -elegante saber hacer- el relato. A gestionarlo con pulso, a que la tensión de la intriga quede bien distribuida y no decaiga nunca. A salvaguardar la autenticidad tanto del complot de los buenos como de la película que nos regalan.

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Nota IMDB: 8,3.

Nota FilmAffinity: 8,6.

Nota del blog: 9.

Croupier

23 Dic

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Año: 1998.

Director: Mike Hodges.

Reparto: Clive Owen, Alex Kingston, Gina McKee, Kate Hardie, Nick Reding, Alexander Morton, Paul Reynolds, Ozzie Yue, Nicholas Ball.

Tráiler

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         Una ruleta que gira en la incertidumbre, una voz en off que relata los hechos y unos ojos que miran al espectador al otro lado de la pantalla. Esos son los tres elementos sobre se levanta Croupier, que es tanto un neonoir existencialista como una exploración metalingüística que, jugando con el punto de vista del relato, reflexiona acerca de cómo se construye la ficción y la influencia recíproca que se establece con la vida del autor.

         Así pues, el protagonista es un aspirante a escritor que aprovecha su regreso al casino -el lugar donde literalmente nació- para tratar de alumbrar una obra en la que él mismo es juez y parte. Erigido en estas dos figuras de poder simbólico, desdobladas como se desdobla su imagen en el espejo, mueve los hilos de la fortuna ajena a la par que enhebra pensamientos sobre la influencia de la suerte y de la elección en el destino particular, todo encabalgado en una trama que contiene íntegros los códigos del cine negro -el antihéroe de sombras duales, la femme fatale que abre la puerta de la perdición frente a la pareja legítima que ofrece la estabilidad de la vida casera, el dilema entre la tentación y la sanación, el deseo y el peligro, el giro final…-.

De igual manera, el personaje juega contra las reglas del juego de azar, las reglas de la moralidad y las reglas de los cánones narrativos. De hecho, utiliza de forma muy marcada elementos de atmósfera para ofrecer pistas sobre el devenir de la trama -el sonido de alarma, de graznidos terroríficos, de tormenta que se desata…-, como manifestando esa autoconsciencia metaficcional. Es también evidente en el empleo de la voz de off, con el cinismo desencantado y descarnado que caracteriza al pulp, o en el vestuario que adopta el protagonista -el sombrero, el smoking- para caracterizarse o, si se prefiere, para transformarse.

         Con guion original de Paul Mayersberg, Mike Hodges maneja con soltura todas estas vertientes, incorporándolas con naturalidad a esa entretenida base argumental de género, que incluso funciona con autonomía con su estricto respeto por las constantes vitales del cine criminal. El estatismo como distanciado de Clive Owen se ajusta a lo que pide ese pecular Jack Manfred, escritor, crupier y personaje de novela.

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Nota IMDB: 7,1.

Nota FilmAffinity: 6,2.

Nota del blog: 7,5.

Dragged Across Concrete

20 Nov

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Año: 2018.

Director: S. Craig Zahler.

Reparto: Mel Gibson, Vince Vaughn, Tory Kittles, Laurie Holden, Jordyn Ashley Olson, Michael Jai White, Jennifer Carpenter, Thomas Kretschmann, Matthew McCaull, Primo Allon, Justine Warrington, Fred Melamed, Don Johnson, Udo Kier.

Tráiler

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          Desde cierta trinchera que podría considerarse de serie B, S. Craig Zahler trabaja por consolidarse como uno de los más personales y atractivos renovadores del cine de género en los Estados Unidos. Arrancó con un western de terror (Bone Tomahawk), prosiguió con el filme carcelario (Brawl in Cell Block 99) y ahora se adentra en el criminal con Dragged Across Concrete. En cualquier caso, las constantes que muestran todas ellas son homogéneas y coherentes, y algunas parecen osadamente extemporáneas.

          Zahler define el espacio y los personajes con una mezcla de violencia cruda -por momentos gore- y humor sardónico -por momentos negrísimo- que los ubica en un universo cínico y desencantado, empujados aquí, como si los hubiera parido George V. Higgins o Elmore Leonard, hacia un destino salvaje. La ambiguedad moral en la que se mueve todo no está exenta de un punto comiquero e incluso irónico, de tan hiperbólico -cómo se puede interpretar si no que a ese justiciero exageradamente parafascista lo encarne nada menos que Mel Gibson-.

En este contexto se mueve una pareja de policías suspendidos por abusos a un detenido de origen mexicano que, en vista de su magro porvenir, decide asaltar el botín de un mafioso. Dominando el montaje, el director y guionista presenta y pone en confluencia -sin importarle demasiado la concreción narrativa, eso sí- a un cúmulo de individuos de los que poca cosa buena puede uno esperarse. Zahler se luce en los diálogos mientras se divierte haciendo avanzar el relato desde sus diversas líneas, que se encaminan hacia un poderoso sentido de la sordidez y el fatalismo. Por el trayecto, hace palanca en los códigos y los clichés para arrojar una sabrosa originalidad. Y algo semejante ocurre con el estilo y el tempo con el que filma las secuencias, de planos contados, con poco o nulo movimiento de cámara, dejando reposar las conversaciones y ese drama que nunca pierde su omnipresente acidez.

          Zahler plasma, en definitiva, una nueva prueba de que posee una marcada personalidad, la cual, en este caso, hace de Dragged Acroos Concrete un ejercicio tan rotundo y macarra como estimulante y divertido. Un cine de género que no hace prisioneros. Y que, por desgracia, al igual que Brawl in Cell Block 99, no encuentra distribución en el circuito comercial español.

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Nota IMDB: 7.

Nota FilmAffinity: 6,6.

Nota del blog: 7,5.