“El cine americano lo han hecho los europeos.”
Wim Wenders
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El viento
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Año: 1928.
Director: Victor Sjöström.
Reparto: Lillian Gish, Lars Hanson, Montagu Love, Dorothy Cummings, Edward Earle, William Orlamond.
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No es estrictamente un western, pero El viento, un melodrama femenino y romántico ambientado en el lejano Oeste estrenado en 1928, la obra más conocida del cineasta sueco Victor Sjöström en su periodo hollywoodiense, desentraña ya las capacidades dramáticas, poéticas y simbólicas que posee el espíritu de la frontera, el hálito de la conquista, el territorio donde todo está por hacer y todo puede hacerse de nuevo, el paisaje como una presencia insoslayable y decisiva. En manos de los directores americanos, el Oeste tardará al menos una década más en alcanzar semejante grado de enjundia.
Como se comenta en el prólogo, la historia de Letty (la estelar Lillian Gish) es la historia de una lucha contra la todopoderosa y sobrecogedora naturaleza, representada por un viento hostil, feroz e perpetuo que es, a su vez, una somatización externa de los terrores y las represiones íntimas de la protagonista. La fuerza del viento, monstruosa y fascinante, terrible y desoladora, transformado en un elemento mágico, mítico, telúrico, divino, domina la escena en el mismo plano que Letty y siempre intermediado por su percepción personal.
En un inconmensurable trabajo visual, Sjöström demuestra con su superdotada sensibilidad estética que el silente, con su extinción ya a la vista en el horizonte, porfiaba todavía como una bestia herida para entregar sus máximas cotas expresivas, rebosante de belleza y sustancia.
El caballo de los dioses encabritado, el vendaval humano que zarandea a su antojo a la chica, los montajes paralelos que comparan estados anímicos de personajes, una delicada muerte fuera de campo,… El viento que no cesa; los ojos desmesurados de Gish embarcados en un viaje a la locura, los inocentes sueños de juventud al pie del abismo, de la descarnada madurez; la tormenta de sombras y amenazas físicas y figuradas, volcada sobre el expresionismo en su deriva psicológica, próxima a las fronteras de lo fantástico –e incluso con una insólita cámara libre y trémula, puro terror-.
La colección de imágenes y sentimientos fusionados en fotogramas que arroja El viento componen un relato cargado de una atmósfera emocional de altísimo voltaje, apoyado también en el atrevidamente antimaniqueo retrato de personajes, presentados con encomiable elocuencia. Una narración extraordinariamente fresca y moderna en su maestría lingüística, conmovedora y apabullante en el aspecto plástico.
El viento es un pedazo de cine palpitante, que arrastra con él a los protagonistas, al espectador. Ni siquiera la variación del desenlace respecto al de su novela original perturba o desmerece la colosal potencia del filme.
Nota IMDB: 8,3.
Nota FilmAffinity: 8,2.
Nota del blog: 9.
Contracrítica