Tag Archives: Yonki

Heaven Knows What

14 Dic

.

Año: 2014.

Directores: Ben Safdie, Josh Safdie.

Reparto: Arielle Holmes, Caleb Landry Jones, Buddy Duress, Diana Singh, Benjamin Hampton, Necro.

Tráiler

.

         La serendipia también es una importante fuente creativa. Josh Safdie dio con Arielle Holmes por Manhattan mientras él y su hermano Ben estaban trabajando en un proyecto que, al final, cristalizaría pasados los años en Diamantes en bruto. Por entonces, Holmes trataba de sacar la cabeza de la vida en las calles y la adicción a la heroína. Intrigados por su historia, los hermanos la animaron a ponerla blanco sobre negro y, a partir de sus escritos, compusieron Heaven Knows What. Además, Holmes iniciaría su desintoxicación para consolidare como alma mater de este proyecto, asumiendo el protagonismo de esta adaptación de sus vivencias que, como remate, está dedicada a la memoria de Ilya Leontyev, su expareja, fallecido de sobredosis. Pero esta búsqueda de realismo desde la concepción de la producción no solo se restringía a Holmes. Otra de las cabezas del reparto, Buddy Duress, penaba en la cárcel durante la promoción de la cinta como colofón a su historial de trapicheo de drogas.

         Por momentos, Heaven Knows What parece recoger la herencia del cine underground estadounidense con su cámara a pie de calle en modo guerrilla y su apariencia de urgencia, de veraz imperfección en sus planos ligeramente descentrados, trabados, interrumpidos por el ritmo urbano al que le importa un bledo las convenciones artísticas. Los movimientos de cámara, fluidos con la steadycam, y los enfoques lejanos integran a los personajes en este territorio salvaje y caótico, en perpetuo movimiento, vivo, vibrante. A veces, la protagonista desaparece en la masa, en el paisaje de esta Nueva York de mortecina luz invernal, y hay que rastrear la imagen en su busca, marginada en el rincón donde come precariamente o donde mendiga.

Pero, a pesar de estas alusiones estéticas y de afincarse en el pasado de una mujer que es a la vez testimonio y representación, Heaven Knows What no es una obra de intenciones documentales y también cuenta con recursos de ruptura, entre los que sobresale la estridente e invasiva banda sonora de ritmos electrónicos que, durante un punto climático de la introducción, de completo estrés, llega a ahogar el resto de sonidos.

         Este es el escenario donde tiene lugar una relación tóxica y destructiva que es análoga al abuso de las drogas. Hasta se subrayará verbalmente escogiendo nada menos que una frase de Hellraiser: Revelations en la que se hermana el dolor con el placer. Porque lo cierto es que ese Ilya Leontyev es un imbécil redomado y puede que, de tan cruel y balbuceante, supere incluso los límites de lo que se admite como creíble -o cuanto menos interesante-. Heaven Knows What no destaca trasladando esa fascinación que provoca en la chica. Puede que esta no sea esa su principal intención, porque además no se retrata a una persona precisamente equilibrada y también es perfectamente verosímil que un yonki ofrezca un personaje plano, aunque tampoco creo que su crudeza -no exenta de cierta ternura y cariño por cómo observa a la persona/actriz- pretenda lo contrario.

Entretenida en describir sin jucios morales los azares cotidianos de Harley/Arielle para conseguir su dosis -unas penurias suficientemente vistas de suficientes maneras distintas y con suficientes empachos de argot y acentos callejeros, que de hecho aquí podrían equipararse por ambientación, apego por la realidad urbana, drogradicción y relaciones turbulentas a los de la cargante Pánico en Needle Park-, esa vertiente de tragedia sentimental termina quedando medio perdida por el camino durante el grueso del metraje para, al final, potenciarla de nuevo para intentar imprimirle, de forma un tanto tosca, un cierre dramático al desenlace.

.

Nota IMDB: 6,8.

Nota FilmAffinity: 6,5.

Nota del blog: 6,5.

Magnolia

29 Jul

.

Año: 1999.

Director: Paul Thomas Anderson.

Reparto: Tom Cruise, John C. ReillyMelora Walters, Philip Baker Hall, William H. Macy, Jeremy Blackman, Jason Robards, Julianne Moore, Philip Seymour Hoffman, Emmanuel Johnson, Melinda Dillon, April Grace, Henry Gibson, Michael Bowen, Alfred Molina, Michael Murphy, Luis Guzmán, Ricky Jay.

Tráiler

.

          Si Lawrence de Arabia es el ejemplo del cine épico convertido en cine intimista, se podría situar a Magnolia como ejemplo de cine intimista resuelto a escala épica, plagas bíblicas -la lluvia, las ranas- incluidas. Y citas tomadas de las sagradas escrituras acerca de castigos heredados y el mal compartido en la sangre.

En Boogie Nights, Paul Thomas Anderson ya había demostrado su talento para desplegar el fresco social de todo un periodo a través de una intrincada galería de personajes y situaciones entrelazadas, tanto en el fondo como en la forma -los movimientos de cámara ejemplificados en poderosos planos secuencias, el uso de la steady cam para seguir sus recorridos cruzados-. Magnolia eleva este entremado a la enésima potencia para retratar el desgarro de la sociedad del cambio de siglo, concentrada en Los Ángeles -y en buena medida en torno al Magnolia Boulevard-, y sintetizada en un ramillete historias que parecen encadenadas entre sí por el azar, cuando en realidad poseen mimbres comunes a partir de un concepto problemático de la familia, así como de la culpa, de la frustración y de los trastornos del afecto asociados, con sus múltiples manifestaciones. El cáncer que extiende su metástasis en las entrañas de la comunidad, pudriendo su interior oculto con escasas opciones de esperanza -el perdón, el amor-.

Es de suponer que el cineasta, que tenía a su padre postrado en el lecho mortuorio por esta enfermedad -al igual que ocurre con el patriarca alrededor del cual se diría que orbita todo pese a la inmovilidad de este-, vuelca una importante carga personal en la concepción de un drama que mira tanto desde la perspectiva del hijo como de la de aquel que salda su balance existencial al término del camino.

          Tres ejemplos sobre terribles o sarcásticas coincidencias abren el filme para asentar las bases de la narración por venir, del tono de la función y, por qué no, para contribuir a la suspensión de la incredulidad, dado el ejercicio de equilibrismo que entraña la composición del libreto, armado igualmente por Anderson. Pero, luego, es realmente la gramática visual la trabaja para proporcionar cohesión, coherencia y credibilidad a esta coralidad de ramales -más allá de señales, signos y detalles que aparecen dispersos, y por fortuna sin caer en el subrayado-.

Además del soberbio montaje y de la fluidez de los planos y del tempo de las escenas -ajustadas en su aceleración o reposo a la naturaleza del personaje y su estado psicológico-, la música cobra una importancia capital. La banda sonora -y en ocasiones también el silencio, en un recurso de oposición- ejerce de hilo conductor de los relatos, enhebrándolos entre sí, incluso superpuesta a la música diegética –la comunión literal con el Wise Up de Aimee Mann quizás ya sea rizar el rizo, aunque no desentona dentro de este relato donde puntean notas que, desde esa discusión entre casualidad y predestinación, juegan con una nota sobrenatural-.

Esta conjunción de narración textual y visual -el cine, en definitiva- ubica a los protagonistas al borde del desastre, compartiendo un contexto de enorme tensión emocional. El estrés creciente del concurso también puja en esta dirección, guiando el drama al completo incluso hacia una auténtica tragedia en directo -donde brilla la extraordinaria interpretación de Philip Baker Hall-.

          El más difícil todavía, pues, encumbraría a Anderson.

.

Nota IMDB: 8.

Nota FilmAffinity: 7,6.

Nota del blog: 9.

Traffic

1 Abr

Traffic

.

Año: 2000.

Director: Steven Soderbergh.

Reparto: Michael Douglas, Benicio del Toro, Catherine Zeta-Jones, Don Cheadle, Jacob Vargas, Tomas Milian, Luis Guzmán, Miguel Ferrer, Caroline Wakefield, Topher Grace, Albert Finney, James Brolin, Steven Bauer, Dennis Quaid, Clifton Collins Jr., Viola Davis, John Slattery, Benjamin Bratt.

Tráiler

.

           A poco que uno se documente, no es difícil superar el corte mínimo con una crónica del narcotráfico, tal es la fascinación que provoca este sistema en negativo donde convergen la iniciativa empresarial, la corrupción moral, la amenaza sangrienta y el atractivo del fuera de la ley. Hay ejemplos recientes y populares de ello, como la novela El poder del perro -en la que un escritor mediocre no logra estropear unos hechos absorbentes- o la serie Narcos -donde el simpar imperio de la cocaína de Pablo Escobar está reconstruido mediante fórmulas y trucos gastadísimos que parecen sacados del thriller más convencional de hace por lo menos dos décadas-.

Algo semejante ocurre en Traffic, flamante ganadora de cuatro Óscar y nominada a la estatuilla a mejor película. Apropiación de la miniserie británica Traffik, esta es, sin duda, una película ambiciosa que emplea el recurso narrativo de las vidas cruzadas -por aquellos años de notable prestigio, como demuestran los premios y elogios cosechados por filmes como Happiness, Magnolia, Ciudad de Dios, Crash (Colisión) o las primeras obras de Alejandro González Iñárritupara condensar el problema del contrabando y consumo de drogas entre Estados Unidos y México. Desde la volátil trinchera de Tijuana -reproducida en fotogramas de penetrantes tonos amarillos, de grano duro y movimiento incierto- hasta la torre de marfil que habitan las altas esferas judiciales y políticas de Washington D.C. -en acerados tonos azules y planos más estáticos-, con toda una gradación de estratos, estilos y colores entre medias.

           El problema es que para ello pergeña una serie de dramas que acuden a estereotipos didácticos simples y forzados -la hija díscola del fiscal antidroga-, a segmentos superficiales y apresurados -la ciudadana de clase alta que descubre y asimila sus inesperados vínculos con el crimen- o a relatos de una increíble ingenuidad -el propio fiscal-, más grave aún debido a que este último es a través del cual se articula un discurso político determinado -o, mejor dicho, la falta de él, expresado en una rueda de prensa final que huele a topicazo mal desarrollado-.

Lo inverosímil del desconocimiento que muestra un cargo de tamaña importancia -y que podría interpretarse como una postura cercana a lo exculpatorio- revela una mala elección para intermediar, hasta con entrevistas enmascaradas, el punto de vista del espectador, quien, de la mano del fiscal, toma consciencia de los mecanismos sobre los que se asienta todo este terrible tinglado, a cuya carencia de escrúpulos explícitos, por omisión o por hipocresía -recordemos las palabras del indómito narco cambadés del hachís Laureano Oubiña sobre su intención de demandar al Estado por un delito contra la salud por su control del comercio del tabaco y el alcohol-, le acompaña una colección de consecuencias y costes.

           Las mejores tramas tampoco destacan por su credibilidad o por su complejidad, y de hecho acumulan sus propios clichés -la pueril composición del villano de opereta al otro lado de la frontera-, pero al menos poseen una tensión y un músculo cinematográfico que sacan a flote un conjunto nutrido principalmente, decíamos, por el interés que suscita un mundo subterráneo y a la vez tangible.

.

Nota IMDB: 7,6.

Nota FilmAffinity: 7,1.

Nota del blog: 6.

Trainspotting

3 Mar

trainspotting

.

Año: 1996.

Director: Danny Boyle.

Reparto: Ewan McGregor, Ewen Bremner, Jonny Lee Miller, Kevin McKidd, Robert Carlyle, Kelly Macdonald, Peter Mullan, James Cosmo, Eileen Nicholas.

Tráiler

.

           Cinta generacional para los chavales criados en los años noventa y principios de los dosmiles -como Terminator 2: el juicio final, La lista de SchindlerForrest Gump, Pulp Fiction, Cadena perpetuaSeven o American History X entre otras, tan comentadas y compartidas en los pasillos del instituto-, Trainspotting supo aunar el eterno desencanto de la juventud del periodo -idéntica a la que otrora, y sin salir de las islas británicas, habían reflejado obras desalentadas como Sábado noche, domingo mañana-, junto con la fascinación por las drogas y la marginalidad contestataria frente a las imposiciones de una sociedad incomprensiva respecto al diferente -como es todo adolescente que se precie, en definitiva-, una estética ajustada a las fórmulas y gustos del momento -la proximidad al videoclip mediante una trabajada sección musical y cortes ágiles de montaje- y, además, unos personajes carismáticos: Renton, Sick Boy, Spud, Tommy y Begbie; tipos inmersos en mil desventuras rebosantes de sentido cinematográfico que implicaban desmadre con sustancias tabú, placeres y problemas con las chicas; estimulantes situaciones de riesgo y autodestrucción, conversaciones cinéfilas, melómanas y futboleras; rebeldía y libertad atolondrada, y a la vez una denuncia dramática que por su parte también queda rebajada por la comicidad de los aprietos escatológicos en los que se ven envueltos nuestros antihéroes favoritos.

           Sin la conciencia crítica que ostentaban pese a todo sus posibles antecedentes de los Angry Young Men -caso de la citada Sábado noche, domingo mañana o Alfie o, mejor dicho, con la conciencia disuelta por las ansias de alardeo crápula y glamour cinematográfico, Trainspotting se deja llevar por la simpatía de sus protagonistas y convierte su patetismo -la adicción a la heroína y todas las tragedias que ello conlleva- en travesuras con encanto, renunciando a cualquier distanciamiento reflexivo o desmitificador en favor de una plasmación visual y psicológicamente atractiva -el narrador ocurrente, la música arrolladora, festiva o con un punto sarcástico allà Scorsese; una puesta en escena dinámica, de estimulantes colores, angulaciones y ritmo que se salen de lo tradicional…-. Rasgos formales que, a la postre, resultarían bastante influyentes y serían profusamente empleados y desgastados en los años venideros.

           Pero, no obstante, el filme trata de lanzar andanadas elementales contra la sociedad de consumo escocesa -versión ‘mísera’ de la opulenta sociedad inglesa, por ejemplo, y más o menos equiparable a la del resto de países de Europa-, y con ello contra la inmoralidad inherente que sustenta sus principios, la vacuidad existencial a la que conduce su escala de valores y las adicciones admitidas culturalmente que alivian sus penurias -el alcohol, el juego, los barbitúricos…- Así pues, un tanto al estilo de esa Norteamérica atiborrada de pastillas legales que retrataba otra novela/película de culto juvenil de la década, El club de la lucha. Es, en resumen, el toque de desobediencia civil, familiar e incluso personal que engancha sin remedio a cualquier carácter en proceso de autoconocimiento y autodefinición que tenga respeto hacia sí mismo.

.

Nota IMDB: 8,2.

Nota FilmAffinity: 8,1.

Nota del blog: 7.

Posibilidad de escape

30 Sep

“Me fascina la gente que desea ser una cosa pero su manera de intentar llegar a serlo es contradictoria. Alguien que podría decir ‘quiero ser feliz, pero sigo haciendo cosas que me hacen infeliz’”.

Paul Schrader

.

.

Posibilidad de escape

Año: 1992.

Director: Paul Schrader.

Reparto: Willem Dafoe, Susan Sarandon, Dana Delany, Victor Garber, Jane Adams, David Clennon.

Tráiler

.

            Como había hecho durante su fecunda carrera de guionista, Paul Schrader, avanzando ahora en su aventura la realización para dar rienda suelta a sus turbulentas inquietudes, firmaba en Posibilidad de escape una nueva exploración y vuelta de tuerca a sus obsesiones particulares y cotidianas, derivadas de la mezcla entre la atracción por la pecaminosa vida marginal y la fervorosa culpabilidad cristiana, versión calvinista en este caso.

            De esta manera, Schrader prolonga en la pantalla un extracto de sí mismo, John  LeTour (Willem Dafoe), crepuscular camello de lujo -variante no reconocida de la industria del entretenimiento, como el cine o la música-, parte de un pequeño y exclusivo negocio de venta al detalle regentado por una dueña cabal (Susan Sarandon) que no duda en criticar la dudosa moral y la amenaza inquietante de los tiburones de Wall Street mientras negocia y registra con glamour los pedidos del día.

            LeTour es un personaje extremo, exalcohólico y exdrogadicto, de vuelta de todo, torturado; solo, vacío e insomne, como aquel Travis Bickle de Taxi Driver. Incluso el empleo de metáforas visuales para simbolizar su desamparo es similar, con un apartamento desnudo en el caso del primero, un pasillo vacío en el segundo. Sin embargo, la vía de redención imposible y tabla de salvación de LeTour pasa por ser menos sublimada y más romántica que la del alienado taxista: recuperar el amor de Marianne (Dana Delaney), su exmujer, víctima de sus años de tropelías.

            A pesar de lo que sugiere su argumento, Posibilidad de escape tampoco es tanto un thriller, sino más bien un drama nocturno envuelto en una ciudad decadente y sucia, en la que esa posibilidad de escape del título español es poco menos que una utopía. O un camino errado, o simplemente extraño e inescrutable.

            Aunque Schrader se vuelque en su personaje y el producto sea medianamente sugestivo e interesante, la película en conjunto se le acaba por quedar destensada, con un preámbulo excesivamente alargado al que no consigue hacer bueno del todo una trama fiel a los parámetros esenciales de las desasosiegos y los simbolismos de su autor, lacónica y ascética pero bastante arquetípica en su desarrollo.

            No es lo mismo ir por libre que contar con Scorsese tras las cámaras.

 

Nota IMDB: 6,7.

Nota FilmAffinity: 7.

Nota del blog: 6.

Pánico en Needle Park

24 Jun

“Elige tu futuro. Elige la vida… ¿pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?”

Renton (Trainspotting)

Pánico en Needle Park

Año: 1971.

Director: Jerry Schatzberg.

Reparto: Al Pacino, Kitty Winn, Richard Bright, Alan Vint.

Tráiler

 .

           El Nuevo Hollywood trajo consigo la ruptura de no pocos clichés, lo que permitió la creación de películas con una temática y tratamiento más realista y menos estereotipado. Punto clave de este movimiento es Easy Rider, donde, por primera vez, los protagonistas son consumidores de drogas sin ser prácticamente juzgados, no digamos ya personajes negativos o villanos.

            Pánico en Needle Park -“el parque de la jeringuilla”, como se denomina a Sherman Square, Nueva York-, dos años posterior, es producto directo de este aperturismo de las producciones de Hollywood así como de su mayor afán de compromiso y realismo en plasmar la sociedad del momento, casi sin ornamentos formales. El debutante Jerry Schatzberg, hasta entonces reconocido fotógrafo de personalidades como el cantautor Bob Dylan, presenta con toda crudeza el retrato de una pareja de jóvenes inmersos en la adicción heroína y en su autodestrucción. Un mundillo por entonces de enorme actualidad en la sociedad americana; son los años que pasan del auge de los ideales hippies de los sesenta a la posterior decepción y simple abandono en las drogas.

Así pues, el protagonismo del film recae en una joven de tendencias bohemias (Kitty Winn) que inicia una relación que significará la pérdida de su inocencia y su particular descenso al infierno de la droga dura, con un heroinómano y traficante de medio pelo interpretado por Al Pacino, claro ejemplo de la renovación de las estrellas de la industria americana, antigalanes versátiles que se adaptan a todo tipo de papeles y registros, muchos ellos procedentes del Método y el Actor’s Studio. Un Pacino que en su segunda película, la previa a su consagración en el star-system con el papel de Michael Corleone al año siguiente, realiza un papel de drogadicto de fácil lucimiento pero, en mi opinión, de resultados bastante irregulares. Algo mejor será la réplica de su compañera Kitty Winn, merecedora del premio a mejor actriz en Cannes.

           Un efectivo tratamiento naturalista, sin banda sonora, con una escena inundada por los sonidos de la ciudad y con abundancia de argot y descripción del particular universo de los yonkis y de toda la flora y fauna de los bajos fondos neoyorkinos en los diálogos; junto con un montaje de elipsis abruptas que tratan de conferir agilidad al ritmo narrativo para una película que, no obstante, a estas alturas se muestra ya demasiado envejecida, renovada y superada por ejemplos equivalentes actuales de drogas y juventud con cintas de culto como Trainspotting o Réquiem por un sueño. Una película que se queda sobre todo en la provocación por la novedad y controversia del tema y descarnamiento en la puesta en escena del mismo, que no ahorra en mostrar escenas efectistas, colocones y pinchazos, ideales para quienes, como a un servidor, le den un repelús absoluto.

            A mi juicio, Pánico en Needle Park basa su propuesta más en buscar el impacto visual y mental que en profundizar realmente sobre el drama.

Una de las favoritas de Al Pacino de toda su carrera.

 .

Nota IMDB: 7.

Nota FilmAffinity: 6,8. 

Nota del blog: 3,5.

A %d blogueros les gusta esto: