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Uno de los nuestros

22 Feb

“Sin Uno de los nuestros no se entiende el cine de los últimos 20 años, lo contiene TODO. Fondo y forma alimentándose y colisionando a golpe de planos.”

Rodrigo Cortés

 

 

Uno de los nuestros

 

Año: 1990.

Director: Martin Scorsese.

Reparto: Ray Liotta, Robert De Niro, Joe Pesci, Lorraine Bracco, Paul Sorvino.

Tráiler

 

 

           Una de las claves del cine de Martin Scorsese es la atracción del hombre por la violencia, el peso del pecado y la redención, siempre con una cierta aureola nostálgica, siempre con un importante peso del apartado musical y buena parte de ellas ambientadas en un mundo mafioso o de marginalidad. Uno de los nuestros es un gran ejemplo de este cine.

           La película se basa, con unas cuantas licencias, en el libro de no-ficción de Nicholas Pileggi -también partícipe en la adaptación del mismo-, que relata en primera persona el proceso de ascensión, caída y redención de Henry Hill (Ray Liotta) en una de las organizaciones mafiosas de Nueva York en un descenso a los infiernos paralelo a su escalada de posiciones en la familia; a la vez que traza una reflexión sobre esa fascinación de la naturaleza humana por el poder y la violencia, una agresividad que está enquistada en toda persona más allá de su bondad o maldad, también como forma de reivindicación de uno mismo y como reacción contra la mediocridad de la vida del ciudadano medio, y que, inevitablemente, acaba aflorando en una vida al límite. Es también un retrato de las relaciones personales de supuesta amistad y camaradería en un mundo amoral, terrible y despiadado.

Elementos todos ellos que tan solo puede conducir a un único fin posible: la autodestrucción física y moral del individuo.

           Scorsese bucea así de nuevo en sus obsesiones recurrentes, con una puesta en escena impecable a excepción, para mi gusto, de ciertos excesos como el abuso de la voz en off para dar continuidad a la narración o la ruptura de la cuarta pared en el final del filme.

Por otra parte, destaca una banda sonora que va subrayando toda la vida del protagonista y que sirve además para expresar esa amoralidad del gangster mediante la contradicción entre pop alegre y violencia, un recurso frecuente en el cine del director neoyorkino, que cuenta aquí de nuevo con Robert De Niro, su actor fetiche, aún en forma, cuando todavía hacía cine, si bien en un papel más secundario de lo que solía ser habitual en dichas colaboraciones.

El protagonismo recae en cambio en un efectivo Ray Liotta, ideal físicamente para expresar esa contradicción entre inocencia y pecado, secundado también por Joe Pesci en un papel que más tarde sería característico en su carrera y que bien le valió un Oscar, pese a que su particular actuación queda sepultada en la versión española con un doblaje poco natural en forma y fondo, lo que sucede a su vez con otros cuantos personajes e, igualmente, en otras películas ambientadas en la mafia, un universo que siempre cuenta con un vocabulario muy determinado y difícilmente transferible a otros idiomas sin perder parte de su sentido.

           Una de las cumbres de la carrera del genial director y del cine de final de siglo.

 

Nota IMDB: 8,8.

Nota FilmAffinity: 8,4.

Nota del blog: 9.