El tiempo de los gitanos

6 May

“El cine es un medio arriesgado, imperfecto y emocional, y todo esto debe, de alguna manera, sentirse en una película.”

David Fincher

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El tiempo de los gitanos

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El tiempo de los gitanos

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Año: 1989.

Director: Emir Kusturica.

Reparto: Davor Dujmovic, Bora Todorovic, Ljubica Adzovic, Sinolicka Trpkova, Husnija Hasinovic, Elvira Sali, Zabit Memedov, Suada Karisic.

Tráiler

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            Después de firmar dos tragicomedias costumbristas en las que el tono fabulesco barnizaba el crudo realismo propio del contexto político y social de los personajes, con El tiempo de los gitanos, Emir Kusturica daba un paso adelante y se adentraba en un realismo mágico a la balcánica que, en puridad, se ajusta perfectamente a la cosmovisión de los romaníes que protagonizan este pequeño cuento moral que, contradictoria y desaconsejablemente, se traduce de nuevo en un voluminoso metraje.

El Perhan (Davor Dujmovic) de El tiempo de los gitanos hereda en cierta manera la obsesión por la hipnosis del Dino de ¿Te acuerdas de Dolly Bell? y el sonambulismo del Malik de Papá está en viaje de negocios, prolongado aquí en unas habilidades telequinéticas que, por otro lado, le provienen de su abuela, prestigiosa curandera y encaladora del poblado chabolista donde habitan. En paralelo, Perhan recoge asimismo la incertidumbre característica de su etapa vital, marcada por su sangre bastarda, por el amor frustrado por una vecina (Sinolicka Trpkova), por la grave enfermedad de su hermana pequeña y por la necesidad de labrarse un futuro personal en medio de la miseria. 

            El argumento encadena así una serie de ritos de iniciación universales, envueltos en el drama social de este pueblo marginal y por lo general aparejados al desencanto, dueños además un patetismo existencial también común a cualquier adolescente de cualquier parte del mundo. Enhebrado con la combinación de crueldad y ternura que componen el estilo narrativo de Kusturica, el camino de Perhan, pese a sus nobles sentimientos, comienza a torcerse a medida que se adentra en el curso de las mafias que gestionan la mendicidad de niños y discapacitados en Italia, imagen del éxito y figuras de poder caciquil en el seno de la comunidad gitana. En consecuencia, el cineasta serbobosnio transforma los sueños bucólicos e idealizados del joven –el sueño de amor de la noche de San Jorge– en metáforas y alegorías más oscuras y funestas, encalladas en un paisaje lluvioso y desolado.

Se trata de detalles de fantasía que se corresponden con la ascendencia casi mitológica del protagonista –hijo de un encuentro entre una “ninfa” de hermosura legendaria y un soldado esloveno desconocido- y que se une al resto de trazos fabulosos del filme, que alcanzan su culminación a través del influjo de la superstición y la religión sobre las aventuras y desventuras de los personajes –las constantes menciones a Dios y el vano intento de hacer pactos con él, cuando en el prólogo se proclama que, en su descenso a la Tierra, el mismo Altísimo no había conseguido ponerse de acuerdo con los gitanos-. Guiños que se intercalan en la descarnada trama que compone el fondo del relato hasta el punto de introducir una serie de rimas simbólicas que dibujan una sensación de ciclo irrompible, casi una maldición eterna que pesa sobre los cíngaros.

            En comparación con el inflado desgarro y el brusco ascenso, caída y redención hacia el que conduce la historia, quizás los capítulos más sencillos y naturales de El tiempo de los gitanos sean los que más emociones despierten, caso la relación entre Perhan y su pavo –si bien recuerda a la británica Kes con un giro cómico y surrealista-, la ingenuidad y pasión de su anhelo romántico, esa reconocible iniciación a la vida adulta o la vida familiar alterada por el voluble temperamento de su tío, seductor por naturaleza, jugador sin fortuna y añorante de Alemania. Aparte, destaca el excelente empleo de la banda sonora, donde Goran Bregovic, líder del popularísimo grupo Bijelo Dugme y aquí en la primera de sus tres afortunadas colaboraciones con Kusturica, extrae inolvidables resonancias de la canción Ederlezi, versión romaní del Đurđevdan serbio, la citada fiesta de San Jorge, capital momento mágico de la obra.

 

Nota IMDB: 8,3.

Nota FilmAffinity: 7,7.

Nota del blog: 7.

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