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Todo los caballos bellos

16 Dic

“El cine es un oficio, no un arte. El arte sale del oficio. Por ejemplo, uno puede tener una buena idea para un cuadro, pero ¿sabe pintar? Si la respuesta es no, la idea carece de valor, porque uno no tiene forma de expresarla. Lo que a uno le da la libertad es la capacidad de realizar esa idea.”

Gordon Willis

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Todos los caballos bellos

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Todos los caballos bellos.

Año: 2000.

Director: Billy Bob Thornton.

Reparto: Matt Damon, Penélope Cruz, Henry Thomas, Lucas Black, Rubén Blades, Miriam Colón, Sam Sephard, Robert Patrick, Bruce Dern.

Tráiler

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            Si el western, género capital en el séptimo arte, se encontraba ya agonizante durante el cambio de milenio, flaco favor le iba a hacer además el estreno de obras como Todos los caballos bellos.

            Encuadrada en la fase más crepuscular del género, aquella en la que la figura del vaquero se difumina definitivamente víctima del avance de la salvaje civilización –Los valientes andan solos, Vidas rebeldes, Monte Walsh, El rey del rodeo, La balada de Cable Hogue, Los indeseables, Muerde la bala,…-, Todos los caballos bellos se inspira en la novela homónima de Cormac McCarthy –pobre- para dar a luz una cinta que hace aguas por todos los lados.

            Billy Bob Thorton, que había cosechado críticas favorables con su debut tras las cámaras, El otro lado de la vida -la cual cumplía también una segunda función como vehículo de lucimiento interpretativo-, se muestra incapaz de generar cualquier emoción o de insuflar ningún tipo de aliento poético a su criatura, nacida muerta.

La torpe y autocomplaciente realización –¿se puede rodar de forma más fea el típico plano y contraplano de las conversaciones?- acaba por rematar un guion de por sí mal armado, con las piezas arrejuntadas a trompicones y ligadas por medio de un esqueleto deslavazado e inconsistente, poblado por personajes diluidos, sin el suficiente cuerpo como para sentir interés por sus andanzas a lo largo de los épicos territorios fronterizos de la decadente Texas y el todavía brioso y mágico México; todo ello aderezado con una banda sonora meliflua y empachosa.

El protagonismo del insulso Matt Damon no ofrece precisamente un tablón al que aferrarse en mitad de esta deriva.

            El balance de esta historia fatal contada muestra una película fláccida, carente de entusiasmo narrativo, huérfana de esa lírica del paraíso perdido a la que apela a voces el relato y vacía de toda sensualidad en su vertiente romántica, la cual se adivina turbulenta y desesperada y en cambio resulta lánguida y viscosa, sin llegar siquiera a edulcorada. 

Un filme para olvidar.

 

Nota IMDB: 5,7.

Nota FilmAffinity: 3,7.

Nota del blog: 3.