Tag Archives: Frontera

First Cow

28 Nov

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Año: 2019.

Directora: Kelly Reichardt.

Reparto: John Magaro, Orion Lee, Toby Jones, Ewen Bremner, Scott Shepherd, Gary Farmer, Jared Kasowski, Alia Shawkat.

Tráiler

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          Una mujer encuentra y desentierra los restos de dos personas. Esqueletos aparejados, remiten a la representación de los lazos eternos que la pareja protagonista de Te querré para siempre observaba carbonizada en Pompeya, esculpida en el tiempo. Su rastro es una pregunta lanzada al presente, la invitación a una historia. «El pájaro un nido, la araña una tela, el hombre la amistad», avanzaba William Blake.

          Con First Cow, Kelly Reichardt regresa al western de Meek’s Cutoff y a la intimidad masculina de Old Joy. El género de los grandes paisajes, de la fotografía panorámica, queda concentrado en un formato más bien angosto que parece enfocarse en los personajes, que parece retratar la estrechez -social, económica- en la que penan en un mísero fuerte del Oregón apenas colonizado. «No es lugar para vacas», sentencian los pioneros ante la insólita importación de un ejemplar destinado a proporcionar leche para el té del patrón, quien, a pesar de su ridículo poder, se halla tan desubicado como el resto de tipos varados en este confín del mundo. Tampoco es lugar para la sensibilidad y la compasión de Cookie, para su búsqueda de una dulzura que, pese a todo, está fuertemente demandada. Dentro de la babélica y dura zona franca, incluso otro marginal como King-Lu, hombre de mundo pero chino al fin y al cabo, muestra más aptitudes de supervivencia en este entorno violento e inmisericorde.

El filme posee un tratamiento verista de la ambientación, tanto en el vestuario y los objetos de época, como en la mugre y la pobreza. Sin embargo, el escenario natural alrededor es de una belleza majestuosa. La cineasta la atrapa mediante una hermosa fotografía de tonalidades apagadas. En los interiores, el trabajo de iluminacion es igualmente espléndido.

          First Cow reencuentra el viejo tema del western, de la última frontera virgen, en el sentido de una segunda oportunidad para que los desheredados persigan un nuevo comienzo, su destino manifiesto, que no es solo de prosperidad financiera, sino de realización personal, emocional. Una tierra de promisión en la que reescribir la historia desde la tábula rasa, esta vez sin renglones torcidos. Uno más dubitativo, otro más determinado, Cookie y King-Lu trazan planes para rebelarse contra su condición, tejen en el techo de su cabaña sueños de futuro que giran alrededor de esa preciosa vaca jersey. Reichardt, que conoce el desenlace, contempla sus vicisitudes con embargada ternura. Con mimbres aparentemente frugales, sin necesidad de ningún énfasis artificioso, de ningún efectismo narrativo, recompone una historia profundamente conmovedora.

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Nota IMDB: 7.

Nota FilmAffinity: 6,9.

Nota del blog: 8,5.

Oro Negro

16 Jul

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Año: 1947.

Director: Phil Karlson.

Reparto: Anthony Quinn, ‘Ducky’ Louie, Katherine DeMille, Raymond Hatton, Elyse Knox, Thurston Hall, Moroni Olsen.

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          El prólogo de Oro Negro le pone a uno incondicionalmente a favor del filme. La voz en off informa al espectador de que el filme es una historia sobre purasangres para, a continuación, señalar como protagonistas a un chinoamericano y a un indio hermanados por la voluntad homicida del hombre blanco, autor del asesinato de los padres de ambos. El del primero, acribillado por la espalda ante la pantalla, en una plasmación de una ferocidad atroz.

Posteriormente se irá matizando esta imagen tremebundamente crítica del estadounidense anglosajón, concediéndole el perdón en su condición de garante de la justicia y de aliado amigable. Al fin y al cabo, son los años cuarenta y aún restan un par de décadas para que Hollywood comience a desacreditar sistemáticamente las idealizaciones del pasado de conquista del territorio. De hecho, este maquillaje no es óbice para perseverar en la idea de que lo que mueve a Charlie Eagle y al joven Davey en pos de la victoria es, respectivamente, una reivindicación de la dignidad del auténtico nativo y de la venganza contra el sustrato racista y xenófobo que anida en una sociedad que lo margina sin reparo.

          A pesar de que su construcción termina siendo excesivamente caricaturesca, con interpretación a juego de Anthony Quinn, Charley Eagle también ostenta otra mirada crítica hacia las convenciones culturales e ideológicas de la nación. Su manifiesta indiferencia hacia el dinero y hacia los bienes materiales es un atentado directo contra los principios socioeconómicos del país, y se expone en contraste con la estima que obtiene dentro de la comunidad a raíz de la explotación del petróleo en su exigua propiedad, perdida en la frontera entre Texas y México. No en vano, también hay una noción de muerte -que llega a ser literal- en la instalación de la torre de perforación, símbolo de un progreso que atropella a un hombre que vive y siente de acuerdo con las viejas y perdidas constumbres del indio. Porque qué importan en definitiva un millón de dólares en comparación con el poderoso galope de un hermoso caballo, con poder compartir ilusiones y sentimientos con aquellos a quien se quiere.

          Pero Oro Negro, inspirado en las aventuras del corcel del mismo nombre, campeón del derby de Kentucky de 1924, también contiene un puñado de efectismos que buscan la lágrima de forma demasiado sentimentalista, lo que echa a perder otros momentos donde la emotividad se logra desde maneras más elegantes y honestas, como las pacientes enseñanzas del padre adoptivo.

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Nota IMDB: 6,6.

Nota FilmAffinity: -.

Nota del blog: 6,5.

El juez de la horca

12 Jun

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Año: 1972.

Director: John Huston.

Reparto: Paul Newman, Victoria Principal, Ned Beatty, Jacqueline Bisset, Roddy McDowall, Jim Burk, Matt Clark, Bill McKinney, Steve Kanaly, Anthony Perkins, Stacy Keach, Tab Hunter, Anthony Zerbe, Ava Gardner, John Huston.

Tráiler

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         Pasar de Walter Brennan a Paul Newman es ya toda una declaración de intenciones. John Milius, que acorde a su anacrónica y romántica cosmovisión había escrito un libreto donde se ofrecía una evocación más solemne, primitiva y obsesiva del singular Roy Bean -uno de esos personajes con ropajes de patriarca bíblico que aparecen en el relato de la conquista del Destino manifiesto, aquí autoproclamado encarnación y brazo ejecutor de la Ley en las tierras salvajes al oeste del río Pecos-, manifestaría que, de ser por él, deberían haberlo encarnado tipos como Lee Marvin o Warren Oates, gente de rostro agreste y contracultural.

La visión de Milius quedaría desmantelada en gran medida por la que filmaría otro cineasta de fuerte personalidad como John Huston, hombre vitalista que vería en las aventuras de tan peculiar personaje un material idóneo para revisar una leyenda del western desde una perspectiva irreverente, hasta hacerlo protagonista de una comedia entre bufa y negra que incluso da lugar a escenas de picnic con osos amaestrados y música pop.

         Newman se transforma pues en un Roy Bean del que disfruta y con el que se luce ante la platea, entre gracietas con mayor o menor fortuna que, en cualquier caso, histriónicas y silvestres, bordeando la parodia, terminan por ser repetitivas.

El rupturismo de la producción también se refleja en decisiones formales como los soliloquios con ruptura de la cuarta pared o en recursos técnicos como la aceleración de la imagen en aras de obtener efectos cómicos, ambos resueltos con bastante tosquedad. El tono farsesco del filme desactiva además la potencia mitológica primero y crepuscular después que Milius -al igual que había hecho con Jeremiah Johnson y que hará luego con Gerónimohabía vislumbrado en el draconiano juez. Al mismo tiempo, la narración, marcada en un inicio por las idas y venidas de personajes y después por una estructura en río que atraviesa las distintas etapas de la conquista del territorio, queda deslavazada.

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Nota IMDB: 7.

Nota FilmAffinity: 6,8.

Nota del blog: 5,5.

Pasaporte para Pimlico

3 May

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Año: 1949.

Director: Henry Cornelius.

Reparto: Stanley Holloway, Barbara Murray, John Slater, Raymond Huntley, Hermione Baddeley, Philip Stainton, Paul Dupuis, Jane Hylton, Betty Warren, Roy Carr, Margaret Rutherford, Basil Radford, Naunton Wayne.

Tráiler

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         La premisa argumental que sienta las bases de Pasaporte para Pimlico no deja de ser una ocurrencia: el estallido accidental de la penúltima bomba que quedaba de la Segunda Guerra Mundial descubre a los habitantes de un barrio londinense que, en realidad, no son británicos, sino súbditos del ducado de Borgoña. Pero su desarrollo, aunque satírico, no deja de arrojar serias cargas de profundidad no solo en su descripción de la relación entre los ciudadanos y el orden establecido -en ocasiones un Leviatán muy alejado de sus necesidades-; sino también acerca de los mecanismos que se esconden detrás de los movimientos nacionalistas y de su gestión por parte de los poderes fácticos. Que no dejan de ser otras ocurrencias al servicio de muy determinados intereses, como se puede vislumbrar en el estruendo que provocan determinadas corrientes políticas en este cierre de década.

         El filme se erige fundamentalmente en un canto a la capacidad solidaria y humana de la pequeña comunidad, dentro de un contexto que tiene bien presentes los esfuerzos realizados durante la resistencia desde suelo inglés contra los nazis y que, al mismo tiempo, contempla con mirada afligida terribles sucesos de posguerra como el bloqueo de Berlín. Esto es, un tema clásico de la Ealing en la segunda mitad de los años cuarenta y que aquí se acomete con concisión y sencillez en un relato que logra capear las dificultades que implica dar continuidad al golpe cómico de partida y que está habitado por un reparto coral con los roles sociales bien definidos, interpretados por rostros conocidos de la casa impecables en su función.

         Pero, como decíamos, aparte de esta contraposición entre la autorregulación popular frente a la burocrática legislación estatal -un sueño de una noche de verano que tiene un punto de coqueto gozo de la anarquía y también de mala leche desde unos títulos de crédito que se despiden con sorna de los bonos de racionamiento y los cupones para adquirir ropa-, el análisis político de Pasaporte para Pimlico ofrece punzantes pistas a propósito del funcionamiento de las relaciones internacionales, en especial en lo tocante a los vínculos y estrategias de colonización y/o sometimiento entre una potencia imperial y un país de menor pujanza. Estas, además, aparecen siempre enfocadas desde esa perspectiva empática y llana, a pie de calle, desde la conciencia del ciudadano común -aquí elevado al nivel de los gerifaltes del Gobierno, hasta alcanzar a mirarlos a los ojos-. Y se abunda asimismo en cómo algunas fuerzas -particularmente las económicas y amorales- se sirven de ello para sus propios propósitos.

Es decir, vertientes que, setenta años después, confieren cierto punch de actualidad a la película.

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Nota IMDB: 7,2.

Nota FilmAffinity: 6,9.

Nota del blog: 7.

Triple frontera

24 Abr

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Año: 2019.

Director: J.C. Chandor.

Reparto: Óscar Isaac, Ben Affleck, Charlie Hunnam, Garret Hedlund, Pedro Pascal, Adria Arjona, Reynaldo Gallegos.

Tráiler

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          Triple frontera enclava su acción en un impreciso lugar entre Brasil, Colombia y Perú, con la selva del Amazonas a un flanco y la cordillera de los Andes al otro. Su relato, paralelamente, parece atravesar otros tres géneros o subgéneros: arranca como una heist movie protagonizada por mercenarios desencantados, se adentra luego en el western y deriva por momentos hacia una cinta de supervivencia. A lo largo de esta trayectoria, el libreto de Mark Boal se carga con la amarga mirada existencialista, herida de desilusión y absurdo, de los narradores-aventureros de las generaciones perdidas, como el Ernest Hemingway de El viejo y el mar y el John Huston de El tesoro de Sierra Madre.

          «Estos trabajos en seguida se vuelven oscuros», reflexiona uno de los militares de vuelta de todo que regresa por sus fueros por razones en absoluto románticas. En concreto, asaltar la fortaleza de un narcotraficante para robar su dinero a espaldas de las fuerzas internacionales de la ley y de las agencias subterráneas subcontratadas por el Gobierno estadounidense para ejecutar cualquier tipo de trabajo sucio. El acercamiento que realiza Triple frontera hacia los cánones espectaculares que parecen propios de su argumento es revirada y agria, próxima incluso al bélico fangoso y desmitificado, teñido de cine criminal, de Doce del patíbulo, Mercenarios sin gloria o Los violentos de Kelly.

Los cinco veteranos se embarcan en esta misión estrictamente privada porque no podrían hacer otra cosa. Y lo hacen, por tanto, con ese cierto grado de cinismo resignado ante la dolorosa corrupción del mundo que poseían otros mercenarios, los de Los profesionales, encargados de desmontar otra revolución más con la formalidad, efectivamente, de unos profesionales.

          No obstante, el guion no trata de embaucar al espectador con coartadas falaces, aprovechándose de la empatía innata que suscita cualquier protagonista de fotogramas. La turbiedad moral del contexto se extiende así por unos personajes cargados de cicatrices y abiertos a contradicciones, flaquezas y matices -y bien interpretados por un reparto en el que hasta Ben Affleck muestra solventes prestaciones-. También a la sobria y contundente puesta en escena de J.C. Chandor, que a pesar de firmar lo que parece una película de encargo para Netflix, ya cuenta en su haber con otros largometrajes donde una serie de individuos trata de mantenerse a flote, con su integridad ética más o menos intacta, en mitad de un pantano de podredumbre, como sucede en el conglomerado de especulación de Margin Call o en los submundos mafiosos de El año más violento, dos filmes en los que costaría esfuerzo identificar cuál pertenece a una historia criminal y cual a una empresarial.

Aquí, hay dos conceptos que surgen ocasionalmente en los diálogos: el alma y el merecimiento. Los distintos puntos de vista acerca de ambos -la legitimidad de una acción ilegítima, el precio y la recompensa, los caminos de resarcimiento materiales y espirituales- son los que ofrecen tensión dramática al periplo de estos guerreros en conflicto.

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Nota IMDB: 6,5.

Nota FilmAffinity: 5,8.

Nota del blog: 7.

Los vividores

14 Dic

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Año: 1971.

Director: Robert Altman.

Reparto: Warren Beatty, Julie ChristieRene Auberjonois, John Schuck, Shelley Duvall, Bert Remsen, Keith Carradine, Michael Murphy, Antony Holland, Hugh Millais, Manfred Schulz, Jace Van Der Veen, William Devane.

Tráiler

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         Hay dos grandes factores que tradicionalmente ejercen de elemento civilizador del salvaje Oeste: el ferrocarril y el telégrafo. Pero hay un tercero que no desmerece a los anteriores: la mujer. El western, de hecho, es un género eminentemente masculino. La presencia sedentaria de una dama es la que, en cierta manera simbólica, desbrava el territorio de frontera, sometido a la ley del más fuerte, para convertirlo en hogar ordenado. En Los vividores, que es un western propio de un periodo de revisión transgresora del género y de la historia asociada a él, es en efecto la llegada de un grupo de mujeres la que da consistencia de pueblo digno de tal nombre al cochambroso asentamiento de Presbiterian Church, situado en un agujero minero de lo que, andando el tiempo, será el estado de Washington. Solo que estas mujeres que aportan urbanidad al lugar son, curiosamente, prostitutas.

         Hasta Presbiterian Church había llegado un presunto dandy con la intención de montar un productivo lupanar que remedie la atroz soledad de los pioneros. Pero es en realidad la llegada de una meretriz inglesa, capaz de oler literalmente la pose del anterior, la que establece en el poblacho los valores fundacionales de los Estados Unidos, los de la libre empresa organizada que proporciona un servicio esencial para la comunidad. Los vividores plantea así una especie de relación de rivalidad, colaboración y atracción entre dos auténticas beldades como Warren Beatty y Julie Christie, respectivamente. De ahí surge también cierta lectura crítica acerca de unos vínculos siempre dominados por el dólar, y que en su desigualdad y frustración se emparejarán luego con la irrupción maléfica del gran capital, la verdadera inmoralidad -y el definitivo agente civilizador-.

Es cine de los escépticos años setenta, que muestra paralelamente sus señas de identidad en la presencia de la droga en el relato.

         Acorde a la época, la realización de Robert Altman dibuja un Oeste ajeno a los estereotipos del género y de rasgos naturalistas, que no repara en remilgos para adentrarse en el fango, la sexualidad o la violencia. Pero sus imágenes no son crudas. Los fotogramas, que parecen empañados por la humedad del entorno, se dejan cautivar asimismo por el bucolismo que puede entregar el paisaje. El montaje está igualmente trabajado -o descuidado- en su ruptura con el clasicismo, si bien en ciertos momentos sus cortes resultan más confusos que dinámicos, lo que refuerza la sensación de desconcierto que a veces acompaña a una narración orquestada de manera bastante libre -análoga a la composición de personajes secundarios, abandonada al impulso creativo de sus actores-.

El sonido sí que es verdaderamente áspero, en abierta contradicción con la banda sonora de Leonard Cohen, en la que aparece esa mezcla de western y música pop contemporánea que había avanzado Dos hombres y un destino y que contará con otros grandes ejemplos como Pat Garrett y Billy the Kid, donde actúa y canta Bob Dylan -quien precisamente había rechazado interpretar el luego célebre Raindrops keep fallin’ on my head de la cinta de George Roy Hill-.

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Nota IMDB: 7,7.

Nota FilmAffinity: 6,9.

Nota del blog: 7.

Que viene Valdez

14 Sep

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Año: 1971.

Director: Edwin Sherin.

Reparto: Burt Lancaster, Jon Cypher, Susan Clark, Frank Silvera, Barton Heyman, Richard Jordan.

Tráiler

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         Por pedir cien dólares para una viuda apache, a Bob Valdez lo crucificaron.

El argumento de Que viene Valdez, extraído de una novela de Elmore Leonard de atractivo título, parece conectar con las palpitaciones del western de la época desde una venganza justiciera que, simbólicamente, parece provenir de ultratumba, pues así terminaba por ser la que acometía el hombre sin nombre en Por un puñado de dólares y que luego heredará Clint Eastwood, en su papel de discípulo de Sergio Leone, en Infierno de cobardes, El fuera de la ley, El jinete pálido e incluso Sin perdón -además de en Cometieron dos errores-. Y como William Munny, Bob Valdez también deberá invocar a su espíritu pasado -la pulcritud, la agresividad y la dignidad del uniforme de caballería en contraste con los ropajes desgastados que envolvían su silueta agotada- para llevar a cabo su misión obcecada.

         Por un puñado de dólares es literalmente por lo que Valdez emprende su cruzada monomaníaca contra un potentado no menos tozudo que él y que trata de disimular la vergüenza de su arrejuntamiento con la mujer de un antiguo amigo asesinado lavando su mala conciencia con sangre ajena e inocente. Esta pretensión monetaria del protagonista, irrisoria dadas las circunstancias en las que se pretende -hasta la propia beneficiaria parece indiferente a todo ello-, lo aproximan asimismo al regreso de entre los muertos del Walker de A quemarropa.

El aguijón de la conciencia, pues, desempeña un papel capital en el desarrollo del drama sobre el que se vertebra el relato, puesto que precisamente Valdez, humillado sheriff de la parte mexicana de un villorrio de frontera, ejerce de involuntaria mano ejecutoria que desencadena buena parte de los acontecimientos durante la persecución de un forajido. Esta escena inicial dibuja de partida un microcosmos cruel donde la violencia es acto cotidiano y motivo de espectáculo público. Puede que este también sea el instante donde el entonces debutante Edwin Sherin demuestra mayor pericia dentro de una película harto lastrada por la tosquedad compositiva y narrativa que demuestra este director que desempeñará el grueso de su carrera en las series de televisión y los telefilmes.

         La agreste fealdad de los paisajes es adecuada a la decadencia que refleja el texto de Leonard -el racismo rampante, la impunidad del poderoso sin escrúpulos, la falta de respeto por el otro, el desprecio por la vida…-, pero los fotogramas no son capaces de dotar fuerza visual a la naturaleza espectral de Valdez, a las pulsiones irracionales de su odisea, a la degradada composición moral de los personajes, a la violencia del fondo. Tampoco, por seguir con la comparativa de periodo y parentesco, de reproducir el arrollador sentido del espectáculo de Leone, quien hacía ópera dinamitando los códigos y tópicos.

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Nota IMDB: 6,9.

Nota FilmAffinity: 5,9.

Nota del blog: 6,5.

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