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Arn: El Caballero Templario

10 Jun

«Hollywood es una mierda, y el cine europeo no goza de mucha mejor calidad.»
Aki Kaurismäki

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Arn: El Caballero Templario

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Arn El Caballero Templario

Año: 2007.

Director: Peter Flinth.

Reparto: Joakim Nätterqvist, Sofia Helin, Milind Soman, Bibi Andersson, Stellan Skarsgård, Nicolas Boulton, Simon Callou, Vincent Pérez.

Filme

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           A priori, desde un punto de vista teórico, el Malmoe F.F. no puede aspirar a jugar como el F.C. Barcelona. No puede, porque no solo no cuenta en su plantilla con Lionel Messi, sino porque entre sus jugadores nadie alcanza siquiera la técnica más modesta pero eficaz de un segunda fila como Alexandre Song o la de un talento emergente y entusiasta como Thiago Alcántara. Como es obvio, tampoco podría costear sus fichas, así como igualar su equipo de preparadores o sus instalaciones deportivas, dado su presupuesto. De igual modo, tales profesionales no querrían devaluar su caché en una liga menor, atendiendo a las aspiraciones hipertrofiadas de proyecto que, además de ilusas, serían del todo erradas.

En cambio, el Malmoe F.F. puede olvidarse del modelo y las aspiraciones de un coloso que no es. El Malmoe F.F. podría construir un fortín en su escueta cancha, conectar con las raíces culturales de su fútbol y sacar el máximo rendimiento a las cualidades naturales de las que disponen sus futbolistas: los centímetros, el músculo y, quizás, la implicación de unos jugadores locales y canteranos con ganas de agradar, de reivindicar sus capacidades y de defender la camiseta que sienten en el corazón. Así, continuando con el suponer, el Malmoe F.F. podría tocar la gloria en el campeonato sueco imponiéndose entre equipos de una categoría similar y, tras ello, realizar una intentona a nivel europeo donde, a partir de su consabida inferioridad, la fuerza de la ilusión, la suerte y sobre todo el conocimiento de las debilidades y fortalezas propias puede llevar, quién sabe, a una gloria inesperada.

           Arn: El Caballero Templario, lustrosa coproducción escandinava ambientada en tiempos de las cruzadas, no es Gladiator, y ni siquiera es El reino de los cielos. Tampoco dispone del capital, la infraestructura o el talento técnico necesario para serlo, a pesar de que la segunda, a cuyo rebufo surge –en conjunto con la inexplicable fascinación del momento por las novelas de misterio y ocultismo inspiradas en órdenes religiosas como templarios, cátaros y demás ralea-, es una película bastante mediocre, con la excepción de ciertos méritos en su factura visual –el último truco en la chistera del desgastado Ridley Scott-.

Por ello, su ambición de equipararse en lo posible a una superproducción hollywoodiense en vez de encontrar una voz propia que la convierta en una cinta especial, en una sorpresa agradable, resulta ser un error evidente.

           El esfuerzo en dotar al filme de una ambientación de relumbrón es manifiesto, y no desmerece en modo alguno. Sin embargo, la verdadera pobreza de Arn: El Caballero Templario queda revelada por la rudeza de un guion que recurre a los tópicos temáticos y estéticos más sobados del cine épico y el best-seller histórico y que, en especial, contribuye a desajustar sin remedio el mecanismo narrativo del filme con su desequilibrio. Parte de culpa, imagino, corresponderá a la trilogía literaria de la que procede, fenómeno social en Suecia.

           El realizador danés Peter Flinth, impersonal en su cometido, plegado como un obediente artesano a las ostentosas aspiraciones de la producción, calibra mal las fases de desarrollo de la película. La descompensación entre introducciones que piden concisión a gritos, el posterior atropello en el desarrollo de las tramas y el anárquico manejo del transcurso del tiempo de la ficción tienen como consecuencia la arritmia general y, en último caso, la ausencia de un sentido de la épica o cuanto menos de la aventura.

De las tres batallas del filme -eje fundamental de toda película de sus características-, puede que dos pasen el corte con más o menos apuros. Aquella emplazada en el campamento cristiano, muestra por el contrario una absoluta falta de tensión. Aparecen todas ellas deslavazadas, insertadas entre tropiezos en medio de un libreto en el que prima el relato de amor prohibido y penado en la distancia por el caballero de la triste figura de Joakim Nätterquivst, insulso rostro principal de un reparto en el que, como contrapartida, aparecen rostros más conocidos en el panorama internacional, caso de Vincent Pérez, Stellan Skarsgård y Bibi Andersson.

Convencional y anodina.

            P.D.: En 1979, el Malmoe F.F. materializaba la sorpresa y alcanzaba la final de la Copa de Europa, con tan solo dos goles encajados en las fases previas del torneo. Caería derrotado 1-0 por el Nottingham Forest del legendario Brian Clough, pero aún a día de hoy el Malmoe F.F. es el primer y único equipo escandinavo en disputar la final de la más importante competición de fútbol del continente.

 

Nota IMDB: 6,5.

Nota FilmAffinity: 6.

Nota del blog: 4.