L’Atalante

30 Sep

«L’Atalante es una pieza maestra capaz de trastocar cualquier noción que sobre el cine pudiera tener el espectador común.”

Luigi Comencini

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L’Atalante

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L'Atalante.

Año: 1934.

Director: Jean Vigo.

Reparto: Jita Darlo, Jean Dasté, Michel Simon, Louis Lefebvre, Gilles Margaritis.

Tráiler

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            Paradigma del malditismo hecho cine, Jean Vigo heredaría la etiqueta de poetas románticos como Rimbaud o Baudelaire gracias a una escuetísima obra que cuenta con tres cortometrajes o mediometrajes (A propósito de Niza, Taris, rey del agua y Cero en conducta) y un único largo (L’Atalante).

Personalísima, lírica, en ocasiones incendiaria –Cero en conducta, relato sobre una revolución escolar, arrastraría la cruz de su prohibición hasta después de la Segunda Guerra Mundial- y de uno u otro modo siempre maltratada por sus contemporáneos, la filmografía de Vigo, decisiva en la evolución del cine francés y antesala inmediata de su prestigioso realismo poético, descubre la mirada única de un soñador que encuentra en el cine el medio de expresión de su aliento vital, caracterizado por el compromiso sociopolítico, el intento de redención de la figura de su padre –acusado de traición por el anarquismo francés- y trágicamente zaherido por la tuberculosis que provocaría su temprana muerte.

            L’Atalante, su última creación antes de su fallecimiento, sería una obra frustrada desde la producción y mutilada en la sala de montaje antes de su estreno, si bien recientemente el trabajo de los investigadores de su obra, no recuperada y revalorizada hasta después de la guerra, ha conseguido reajustar su montaje para aproximarlo lo máximo posible a las intenciones originales de su autor.

            La película describe el tormentoso contraste entre deseo y realidad, trasladados a la inconstante y voluble relación amorosa entre el posesivo y estricto patrón de una barcaza mercante que recorre sin descanso y ni destino aparente el río Sena, y su joven esposa, egoísta, inmadura y con un hambre voraz por descubrir el mundo.

La vida cotidiana, rutinaria y agridulce que propone el marido choca entonces con los anhelos de la muchacha, alentados en primer lugar por el exotismo y la magia que esconden los asombrosos secretos ocultos en el camarote del tío Jules, un anciano marino que recuerda con nostalgia sus días de trotamundos –el personaje más logrado y jugoso de la función, engrandecido por Michael Simon-, y en segundo lugar por las deslumbrantes luces parisinas, personalizadas en la figura de un vitalista y zalamero charlatán de feria.

Es en esta disyuntiva donde Vigo expone el conflicto sentimental de sus protagonistas: un apasionado canto a la voluntad inquebrantable del verdadero amor, aquel que se reafirma y robustece ante la distancia y las dificultades –el arco dramático encuentra algún punto de contacto con la reverenciada Amanecer de F.W. Murnau-.

            Se trata entonces de un filme sencillo en su argumento, de tratamiento un tanto ingenuo y descompensado en su estructura narrativa a causa del inexorable paso del tiempo -y, es de suponer, por las perniciosas alteraciones del montaje primigenio-, lo que se manifiesta en la arritmia de su metraje.

No obstante, permanecen inalteradas las virtudes de una realización en la que Vigo vuelca una sincera delicadeza y romanticismo. El hermoso empleo de la luz consigue alumbrar por momentos la escena con un aura onírica o fantástica, exacerbada en secuencias aún poderosas y sugerentes como la del viejo lobo de mar “haciendo” sonar un vinilo con el dedo o el sorprendente y atrevido encuentro amoroso de los dos amantes a través del espacio.

            Aunque irregular y un tanto ajada en su conjunto, L’Atalante conserva todavía estimables muestras de cine.

 

Nota IMDB: 7,9.

Nota FilmAffinity: 8,1.

Nota del blog: 6,5.

4 respuestas to “L’Atalante”

  1. altaica 30 septiembre, 2013 a 23:47 #

    Es cierto que hace océanos de tiempo que no la he vuelvo a ver, pero en algún lugar de mi memoria guardo un enorme recuerdo de ella. Después de leerte y aceptar mucho de lo que comentas, haciendo un alarde de imparcialidad e independencia con semejante clásico del séptimo arte, lo que demuestra el valor de la honestidad, es justo decir que fue un enorme soplo de sencillez una obra como ésta.

    Echar un vistazo a obras de su misma época pueden poner de manifiesto que la película de Vigo ha perdido con el paso del tiempo, pero es también de justicia reconocer que juega en otro concepto, o al menos yo la conceptúa bajo un prisma distinto, pues su autor es muy, muy personal. Yo, por si la moscas, me dejaré llevar por tu análisis y no volveré a verla, pues ya sabes que el encanto se puede quedar en el camino de ese dictador llamado tiempo.

    • elcriticoabulico 1 octubre, 2013 a 01:15 #

      Francamente, creo que le pesan demasiado los años. Tiene detalles hermosísimos y audaces, pero no la encontré una belleza tan permanente ni tan incomparable como para compensar una narración que por momentos se me hizo bastante pesada.

  2. antoniomartingarcia 1 octubre, 2013 a 16:03 #

    Tenía la intención de volver a verla en breve arriesgándome a que «ese dictador llamado tiempo» (como poetiza altaica) decidiera expoliar la fascinación que en su momento me produjo. En el recuerdo conservo una historia que alternaba realismo cotidiano, fulgor poético y onirismo con tanta sensibilidad como entusiasmo. Probablemente seguirá en la recámara…

    • elcriticoabulico 1 octubre, 2013 a 19:13 #

      No te entre miedo revisarla, a lo mejor todo se reduce a que la pillé en mal momento… A veces ocurre.

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