Magical Girl

27 Mar

El original, en la sección DVD de Cine Archivo, que este mes viene cargadita, cargadita.

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“Me ocurrió con Víctor Erice y con Iván Zulueta y me ha vuelto a ocurrir con Carlos Vermut y su Magical Girl. Los dos primeros y el tercero han firmado una segunda película (El Sur y Arrebato, respectivamente) que es una verdadera obra maestra. Una película que crece con los años, en el caso de los dos primeros, y con las horas y los días en el caso de Carlos Vermut.”

Pedro Almodóvar

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Magical Girl

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Magical Girl

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Año: 2014.

Director: Carlos Vermut.

Reparto: Bárbara Lennie, Luis Bermejo, José Sacristán, Israel Elejalde, Lucía Pollán.

Tráiler

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            La Concha de oro en el último festival de San Sebastián y los entusiastas elogios de tótems como Pedro Almodóvar encumbraron a Magical Girl como una de las grandes sensaciones del año en lo que al cine español se refiere, por más que luego la academia nacional de cine, que tan solo concedería el Goya a la interpretación de la fascinante Bárbara Lennie como actriz principal, apostase en su gala por inclinar su reconocimiento hacia un tipo de filmes más conservadores pero taquilleros e incluso, por qué no, igualmente notables como La isla mínima, ampliamente destacada sobre el resto de propuestas contendientes merced a sus diez galardones, incluidos el de mejor película, mejor director y mejor actor protagonista.

            Magical Girl supone la confirmación del universo autoral del joven cineasta Carlos Vermut, puesto que prolonga muchas de las constantes temáticas y estilísticas que ya aparecían en su sorprendente debut en el largometraje, Diamond Flash, donde en una dimensión dual se fusionaban pasado y futuro, maltrato machista y ambiguos superhéroes justicieros, realidad y fantasía. Magical Girl es un insólito pastiche de cine negro subvertido, melodrama costumbrista y fábula perversa con influencias del manga y un insospechado surrealismo; todo ello amalgamado por la desesperación común a sus desvalidos personajes, empujados sin remedio al borde del abismo –los tres capítulos del filme se titulan Mundo, Demonio y Carne, los enemigos del alma en el cristianismo (y el nombre de un disco de Los Brincos)-. Se trata de una galería de seres desdichados cuyas vidas y odiseas se cruzan entre sí a través de unas asfixiantes relaciones de dominación y sometimiento: el chantaje de Luis (Luis Bermejo) sobre Bárbara (Bárbara Lennie), la dependencia de Bárbara de su marido (Israel Elejalde), el control de la voluntad de Bárbara sobre Damián (José Sacristán), la amenaza de Damián sobre Luis.

Un contexto límite y compartido por todos estos partícipes a su pesar -tipos corrientes y bastante reconocibles en general- dentro de una trama que los va encadenando mediante audaces elipsis que parten de pequeños pero expresivos símbolos y cuya conexión conforma en perspectiva un puzle caleidoscópico al que, del mismo modo que el rompecabezas que trata de completar Damián en una metáfora evidentísima, le falta una serie de piezas para la construcción integral de los caracteres y su situación. Aquí, el director y guionista madrileño, como ya hacía en su anterior cinta, repleta de enigmas sin resolver, prefiere ceder el testigo a la sensibilidad del espectador al otro lado de la pantalla.

            Si bien ambientada a juego en la España contemporánea subyugada por la crisis, donde la cultura se salda al peso, los negocios caen como moscas, la corrupción es galopante y al individuo no le queda más que vender sus ideales o su dignidad para apenas sobrevivir, la particular y cuidadísima factura estética de Vermut y el simbolismo de ciertos detalles del argumento introducen en la función un perceptible poso de irrealidad –la magia y la transferencia de personalidad a la que, en mayor o menor medida, aspira cada desdichado personaje y verbalizado explícitamente por la niña Alicia; ese alegórico y fallido intento de Bárbara de traspasar al otro lado del espejo-. Una irrealidad, decimos, que recubre subrepticiamente esta realidad exterior acre y hostil hasta el extremo, desbordada por cuestiones tan atroces como la postración económica, la leucemia infantil terminal, las patologías psicológicas, la soledad absoluta, la reinserción imposible o la prostitución sadomasoquista –un elemento un tanto innecesario y plasmado de forma manida y hasta ingenua-.

Esta ambivalente sensación entre cotidianeidad y surrealismo se acrecienta además por una generosa ración de chispazos de humor negro que no guardan reverencia alguna hacia cualquier clase de drama humano, sueño esperanzado o código cinematográfico, lo que reduce la espiral de acciones que absorbe a los protagonistas -en su mayoría bienintencionadas en su concepción inicial o cuando menos forzadas por la inclemente adversidad, aunque irredimiblemente desorientadas o erradas-, a un desolador absurdo que Vermut extrapola a la esencia de un país extraño que se debate sin solución en un dilema entre racionalidad y emoción, entre sus brillos y sus oscuridades.

            Por otro lado, y a pesar de su originalidad y atractivo, este cálculo milimétrico, elaboradísimo y distanciado de la composición de los planos –frecuentemente fijos y de gran longitud-, del complejo montaje y de las peculiares situaciones dramáticas también le resta vida a Magical Girl; enfría y plastifica un porcentaje de esa pasión que a buen seguro poseía Vermut mientras concebía una obra personal, mutante e imperfecta que desde luego posee una impronta que comienza a ser perfectamente identificable e intransferible para el cinéfilo.

 

Nota IMDB: 7,4.

Nota FilmAffinity: 7,3.

Nota del blog: 7.

7 respuestas hasta “Magical Girl”

  1. Sergio Sánchez (@sesaga58) 29 marzo, 2015 a 15:26 #

    Para mi muchísimo mejor que «Diamond flash» pero todavía un tanto vacía y olvidable. Creo que Vermut hará grandes películas si tiene vocación de mejorar y madurar.

    • elcriticoabulico 29 marzo, 2015 a 22:58 #

      Magical Girl es menos deslavazada que Diamond Flash. También un poco más refinada, aunque por otro lado pierde parte de la sorpresa inicial que supone el estilo de Vermut. La encontré interesante, pero estas películas con tanto exceso de elaboración, y tan puntillosas, tiendo a encontrarlas demasiado frías. No es que desprecie este tipo de cine, pero tiende a gustarme menos. Creo que Vermut tiene que desencorsetarse un poco de sí mismo.

  2. Hildy Johnson 30 marzo, 2015 a 12:16 #

    … Es curioso, querido crítico abúlico, a mí me gustó más que Diamond Flash (aunque con esa película me pegué también una buena sorpresa) y me causó momentos culminantes de emoción (como un melodrama desaforado) pero sobre todo me sobrecogieron los personajes de Luis Bermejo y de José Sacristán (y por tanto sus interpretaciones)… A mi cabeza viene la melodía de La niña de fuego o una niña enferma con un disfraz de manga y su varita mágica… Eros y tanatos o mejor dicho el poder destructivo del amor…

    Besos
    Hildy

    • elcriticoabulico 30 marzo, 2015 a 16:08 #

      Pues sí, tiene mucho de lo que dices y creo que compone un contraste muy interesante que se mantiene durante toda la película. Incluso quizás reforzando esta idea, con mayor concreción, hasta hubiera terminado de redondear la obra.

  3. altaica 24 abril, 2016 a 01:13 #

    Todo lo que indicas es riguroso y cierto, pero la gran objeción está en precisamente su profunda artificiosidad, que al mismo tiempo que la hace original e interesante, la configura en un, en el fondo, vacuo ejercicio de estilo tan tramposo como peculiar y brillante. Pesan demasiado sus pretensiones hipnóticas y su sistémica concepción autoral.

    • elcriticoabulico 25 abril, 2016 a 15:43 #

      Sí, en ese aspecto me parece que está bastante rígida la película, y que limita sus posibilidades. Como digo en algún comentario de arriba, desencorsetarse un poco le hubiera venido mejor.

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