eXistenZ, Cronenberg en su salsa para el Especial David Cronenberg de Cinearchivo.
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«¿Qué es real? ¿Cómo defines lo real? Si estás hablando de lo que puedes sentir, lo que puedes oler, lo que puedes saborear y ver, entonces lo real son simplemente señales eléctricas interpretadas por tu cerebro.»
Morfeo (Matrix)
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eXistenZ
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Año: 1999.
Director: David Cronenberg.
Reparto: Jude Law, Jennifer Jason Leigh, Ian Holm, Willem Dafoe, Christopher Eccleston, Don McKellar, Sarah Polley.
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David Cronenberg, visionario del caos existente en las entrañas de la sociedad occidental, supuestamente ordenada y civilizada, había previsto con profética clarividencia las obsesiones materiales del individuo del presente –la televisión en Videodrome, el automóvil en Crash-, degeneras en filias fetichistas, hasta el punto de fundirse con ellas, formando un solo ente orgánico, a través de ese concepto malsano de la Nueva Carne: la evolución y el cambio de identidad del ser humano nacida de la unión entre cuerpo y materia tecnológica, privilegio o deformación idiosincrática de la cultura contemporánea.
Pocos avances tecnológicos podrían simbolizar este concepto de la Nueva carne como la informática, merced a elementos como la conexión universal que ofrece internet –una vía de contacto abierta por el sistema telefónico que ya parecía aventurar en alguna escena de Scanners-, o los hiperrealistas videojuegos de rol multijugador. De ahí que, en vista de la precisión de sus profecías formuladas décadas atrás, es posible que ni siquiera fuese indispensable una nueva exploración del concepto desde la perspectiva de las innovaciones informáticas como hace eXistenZ, un filme que aborda de manera literal esta nueva realidad virtual, paralela a la propia vida y con un grado de importancia respecto a ella siempre en dependencia de las necesidades existenciales del usuario. Es una idea que se daba por sentada. Se colegía a partir las conclusiones precedentes de sus obras.
De este modo, no es de extrañar la paradoja de que eXisteZ parezca bastante más avejentada e incluso ingenua que Videodrome. A pesar de que el futuro de su ambientación exhibe objetos y tecnologías más reconocibles en el inmediato presente, la obviedad del mensaje lastra ese trasfondo temático tan característico del canadiense aunque, en este caso, mucho más explotado por cineastas de observación más inmediata y menos intuitiva acerca de la deriva humana que él –y en ocasiones también con mayor agudeza respecto a este tema en concreto-. Ahí quedan, con resultados irregulares, la refundación del mito de la caverna platónica de Nivel 13 y Matrix, la incursión en una irrealidad más real que la realidad e igual de enfermiza de Demonlover, el control de presos de carne y hueso por medio de control remoto de videojuego de Gamer, la existencia surrogada en replicantes manejados desde el aislamiento del hogar de Los sustitutos, el romance cibernético como expresión del amor verdadero en el que un programa informático inteligente y sensible sustituye a los humanos fríos y mecánicos de Her, la acidez crítica acerca de una sociedad enajenada por pantallas que especula la serie británica Black Mirror,… Hasta una cinta como Juego mortal, viaje interactivo, cuatro años anterior, manejaba ya diversos aspectos de este conflicto de la confusión entre realidad y ficción, producto en su argumento de una realidad virtual demasiado intensa que terminaba por materializarse en la vivencia analógica del jugador.
eXistenZ habla de la alienación del individuo inmerso en un universo donde su percepción sensorial y su razón intelectual no aciertan a distinguir entre auténtico y falso, entre realidad marcada por contratos y reglas sociales establecidas, y fantasía desprovista de convenciones y normas morales: una inseguridad que deriva en el desmoronamiento de toda certeza empírica y ética. Aunque aquí intermediada por un videojuego en primerísma persona –el eXistenZ que da nombre al filme-, la premisa remite a la novela Los tres estigmas Palmer Eldritch del torturado pope de la ciencia ficción Philip K. Dick –caben citas como que los protagonistas coman en Perky Pat-, donde esta realidad alternativa venía creada por la ingesta de drogas un poco al estilo de El almuerzo desnudo de William Burroughs, cuya traducción a celuloide precisamente había acometido Cronenberg en 1991.
Se reafirma por tanto que eXistenZ se ajusta como anillo al dedo a las inquietudes del director y guionista. De hecho, su plasmación visual podría utilizarse como recopilatorio explícito y exagerado de las constantes teóricas y visuales de su cine. En el catálogo, aparece la gelidez y el constreñimiento de las emociones y las relaciones humanas, suplidas por inyecciones externas de impulsos sensoriales extasiantes y liberadores –entre los juegos futurísticos sobresale el divertido Hit by a car, a todas luces autorreferencial-; la ausencia de poder establecido, reemplazado este por difusas corporaciones de diversa índole; el abrupto contraste entre tecnología punta y miseria; el sustrato religioso que rodea la premisa –las eclesiásticas reuniones de lanzamiento de juegos, la protagonista adorada como demiurga, los usuarios de sus creaciones que puede a su vez duplicarse en auténticos dioses, la partícula “isten” entre la X y la Z mayúscula del título que hace referencia al vocablo húngaro que designa a Dios-.
Pero, sobre todo, emerge ese característico sentido físico y visceral de la fusión entre hombre y máquina, que se aleja del tópico del frío y deshumanizado accesorio tecnológico para convertirse en una prolongación orgánica y complementaria que agrega al organismo receptor una nueva e insólita cualidad, si bien, al mismo tiempo, acostumbra a ser infecciosa, malsana y pecaminosa. Es decir, un nuevo y desconcertante paso evolutivo fruto de la mano del hombre que, por otro lado, se diría una mutación en absoluto artificial. En consecuencia, el componente sexual impregna todo lo relacionado con las ‘vainas de juego’ –¿un guiño a las vainas que deshumanizaban a la América del ‘red scare’ en La invasión de los ladrones de cuerpos?-, por medio de las cuales los jugadores se introducen en eXistenZ -o, mejor dicho, al contrario-. Se trata así de una masa cálida y palpitante de origen animal que se activa con el roce de una protuberancia semejante a un pezón o clítoris y que se conecta al usuario gracias a un cordón umbilical configurado para empotrarse en un ‘biopuerto’: una abertura de la espina dorsal semejante al ano que se puede excitar con el puro deseo de unirse a la partida y que requiere una delicada y cariñosa lubricación manual para rebajar la resistencia a la penetración.
En cualquier caso, como se insinuaba antes en el texto, de tan obvios, la fisicidad de los efectos especiales y el horror tangible de eXistenZ queda en la superficie, en lo banal, en lo simplista. No se produce la conexión entre esa profunda y atávica repulsión sensitiva y repulsión moral que generan las grandes obras de Cronenberg, como La mosca. Dejando de lado la voluntariosa banda sonora de Howard Shore en la composición de atmósfera -encuadrada en la columna del haber de eXistenZ-, no ayuda tampoco al éxito de la propuesta las paupérrimas prestaciones de sus protagonistas -Jude Law está especialmente mal-, ni las lagunas argumentales que la trama va dejando a lo largo del metraje –primer guion original de Cronenberg desde Videodrome– y que finalmente se agudizan debido a la estructura de matrioshka del filme, tan destinada a incrementar la hibridación y confusión pretendida entre realidad y ficción en el apartado filosófico –y donde Cronenberg desarrolla constantes referencias y paralelismos hacia la propia tarea de construir películas, con lo que a su vez el argumento puede escapar de los propios fotogramas para instalarse en el mismo nivel de los espectadores-, como ampliamente previsible en el estrictamente lúdico.
Nota IMDB: 6,8.
Nota FilmAffinity: 6,2.
Nota del blog: 5,5.
Que duro eres! El crítico implacable… Próximamente en cines. 😉
¿Yo? Si soy un encanto. Como verás en las calificaciones, apenas suspendo películas y cuando lo hago, por lo general me entra cierto remordimiento.
Jajajaja… Lo cierto es que me gustan tus críticas 😉 !
Entonces seguiré dando caña jeje
Absolutamente personal y excesiva, no llega a la altura de «Videodrome», «La mosca», «Inseparables» o «Crash», pero le permite seguir indagando en su recurrente imaginería sobre la aleación orgánica de carne y máquina, aunque de manera menos visceral e infecta.
Como digo por ahí, creo que aporta más bien poco. Creo que Cronenberg no logra sacar ningún matiz nuevo a un discurso que ya había hecho, y mejor, en ocasiones anteriores.
Pues yo tenia un recuerdo bastante bueno de esta película. Tendremos que volver a verla. Cuidate
En mi opinión, de lo menos fino de Cronenberg, Plared.
El poster bien feo si es.
Un rato. Y eso que sale gente guapa en él.