“No hay objetos inocentes. Toda esa tecnología invisible no es natural y, por tanto, una expresión de nuestra voluntad y nuestra sexualidad. Todos esos objetos tienen cosas latentes en ellos.”
David Cronenberg
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Her
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Año: 2013.
Director: Spike Jonze.
Reparto: Joaquin Phoenix, Scarlett Johansson, Amy Adams, Rooney Mara, Olivia Wilde, Chris Pratt.
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¿Sueñan los sistemas operativos con ovejas de bites?
En el cortometraje I’m Here, Spike Jonze, un autor dueño de una reconocible sensibilidad creativa y con un refinado sentido de la composición, desarrollaba una historia de amor imposible entre robots narrada con ese estilo naif marca de la casa, melancólico y romántico a partes iguales, y expresado con una cuidada estética al mismo tiempo retro y moderna, perfectamente acoplada a las tendencias imperantes en la moda. La obra reflejaba un amor imposible, decíamos, porque sus protagonistas se rebelaban contra la imposición de no soñar dictada por su naturaleza mecánica y porque la chica en cuestión sufría una extraña tendencia autodestructiva que él trataba de contrarrestar a duras penas ensamblándole piezas de su propia anatomía.
Her, en la que Jonze también ejerce como guionista y director, guarda unos cuantos puntos de encuentro con I’m Here. Ambientada como aquella en un futuro cercano pero impreciso, de tenues y actuales toques vintage –el vestuario ‘normcore’ que ahora también se asienta en el presente, el deje setentero del mobiliario y la fotografía-, Her recorre el enamoramiento tierno, excéntrico e imposible entre Theodore (Joaquin Phoenix), preso de las garras de la soledad tras un traumático divorcio, y Samantha (Scarlett Johansson), su incorpóreo sistema operativo de asistencia diaria, diseñado para aprender y evolucionar de manera orgánica en aras de prestar un mejor servicio al consumidor.
No obstante, este romance funciona como hilo conductor de una disimulada distopía que expone, con delicadeza y engañosa ingenuidad, múltiples temas, subtextos y alegorías que atañen a la civilización contemporánea y a la esencia misma de la humanidad. En una de sus tramas más visibles, Her actualiza la premisa del despertar emocional del robot en comparación con una humanidad aletargada por la incomunicación, con reminiscencias de pilares tradicionales de la ciencia ficción filosófica como Blade Runner y 2001: Una odisea del espacio. A raíz de este último ejemplo, una escena concreta, que introduce además un pasajero matiz inquietante a la máquina insomne y observadora, parece equiparar a la adorable Samantha con el agresivo HAL 9000: ambos una redonda lente fija bajo cuyo aspecto frío bullen mil y un enigmáticos sentimientos.
Samantha es, en sentido estricto, una recién llegada al mundo que se maravilla ante los milagros de la vida que le descubre Theodore, lo que dará lugar a un paralelismo exacto al pasado ascenso y caída del matrimonio de éste. Es así un idilio que nace y crece de manera personal en cada uno de ellos y, de paso, también en el público, puesto que Jonze, apoyado en el sorprendente, elogiable y sensual trabajo de voz de Johansson, sabe muy bien cómo seducir y alimentar los deseos y anhelos subconscientes del espectador al igual que, por el contrario, procederá a desbaratarlos con idéntica precisión allí cuando pretenda evidenciar las lagunas absurdas o insostenibles del punto de vista amoroso de Theodore, ya sea revelados por la intervención externa de un tercero, sea por la reflexión del propio personaje.
Así pues, como verbalizará (innecesariamente) el guion, no estamos hablando por tanto del clásico y artificial amor cibernético de telerrealidad –o con simples muñecos: Tamaño natural, Air Doll, Lars y una chica de verdad– en el que un discapacitado emocional encuentra su media naranja en un ‘otro’ inerte, incapaz de discutir sus apetencias egoístas, simple sustitutivo de una realidad hostil y, por ende, complicada y a veces insatisfactoria. Al contrario: Samantha, como programa de secretariado y de reconocimiento de estados de ánimo, posee acceso a todos los secretos y descifra todos los sentimientos que oculta el semblante vaciado de Theodore.
De ahí que la situación de la pareja -que reproduce con fidelidad muchas de las sensaciones típicas del noviazgo tradicional-, sirva como plataforma para explorar la esencia misma del amor –ciego, irracional e incontrolable, indiferente hacia las conveniencias y convenciones, existencialmente realizador-, ya que, además, en cierta manera, la profesión de Theodore –escritor de cartas personales a mano… encargadas por internet y redactadas por ordenador- le sitúa en un plano social muy similar al de Samantha. Y es que, a otra escala, Theodore es también un programa informático de apoyo sentimental para otros individuos incapacitados a la hora de desentrañar y exteriorizar sus emociones particulares.
De esta última idea se extrae por otro lado la que, probablemente, supone la cuestión fundamental que Jonze examina con su objetivo y que confluye entretejiéndose con todas las anteriores: la mencionada agonía afectiva del ser humano encerrado en su burbuja tecnológica, contrapuesta al entusiasmo, la vivacidad y la insaciable curiosidad material y sentimental del programa informático.
Se diría que la futurística Los Ángeles en la que vive Theodore es un escenario salido precisamente de uno de esos diseños de los sistemas operativos: amigable, informal, agradable, de colores sólidos y optimistas e, invariablemente, aséptico, huérfano de auténtica alma. Hasta que, de improviso, aparecen los reconfortantes rayos de sol a través de una ventana. Un mundo en teoría grato a los sentidos aunque sin la seductora lírica de lo irregular e imperfecto. Una duermevela incómoda. Una bonita caja de regalo hueca, por donde –quizás con demasiada explicitud e insistencia por parte de Jonze- circulan zombis tan solo animados por su conexión a un aparato eléctrico y donde apenas se verá en todo el metraje una conversación al desprotegido aire libre.
Es este el marco en el cual se encuadra la odiada realidad íntima de Theodore y sus ambiguas relaciones personales –su cita, su vecina Amy-. Se trata de un hombre herido y desahuciado en su interior, con el compromiso amoroso cercenado como medida de estricta supervivencia, poseedor de ese halo de desamparo e inocencia infantil en su personalidad característico de los personajes de Jonze. Theodore es, en definitiva, la personalización de una sociedad ficticia que, a su vez, se erige en advertencia de una situación en ciernes a día de hoy. La empatía y la veracidad con la que Jonze consigue capturar en esta vertiente dramática fundamental se antojan como los factores decisivos para el éxito de la inmersión del espectador en la propuesta.
Cálida y cautivadora a lo largo de su firme desarrollo, sin altibajos ni románticos ni dramáticos pese a la extensión del metraje, Her plantea con una naturalidad nada sencilla sustanciosas y elevadas preguntas existenciales -en buena medida entregadas a la intuición y la interpretación de cada cual-, envolviéndolas de manera armoniosa, atractiva y coherente en una hermosa, sensible y conmovedora historia de amor.
Nota IMDB: 8,1.
Nota FilmAffinity: 7,5.
Nota del blog: 9.
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¡Me alegro que haya gustado!
¿No te pareció un relato cinematográfico super triste? A mí me dejó con un poso de tristeza… Me pareció una muestra de que el ser humano es emocionalmente cada vez más débil y vulnerable. En mi blog comenté que me parecía que Jonze creaba un mundo a Theodore entre la realidad arquitectónicamente perfecta (una realidad perfectamente aburrida y conformista donde cada uno va atado a su dispositivo) y los recuerdos que rodean su vida. Pero además crea un mundo en que ya las nuevas tecnologías están totalmente integradas en la vida cotidiana y donde hay más sitio para estas nuevas relaciones que parecen menos arriesgadas que enfrentarse a las relaciones con los compañeros de trabajo, los vecinos, la exmujer… Me gustó porque hace pensar mucho y es más cercana a la realidad de lo que parece…
Besos
Hildy
Es una historia muy melancólica y, sí, muestra esa vulnerabilidad del hombre, aún mayor porque cada vez tiende a refugiarse en cuevas más profundas, a no exponer sus debilidades emocionales, tan humanas. Sin embargo, el poso que me deja no es exactamente triste. Creo que Theodore evoluciona y crece, y considero que el final insinúa una nueva posibilidad abierta. Claro que, como digo, esto suele quedar a la interpretación de cada cual.
Me gusto en especial el ambiente tan denso como triste que crea. En el fondo una historia de amor casi clásica y como tal….Triste y melancólica.
Es curioso, pero muchas propuestas innovadoras y que en principio no esperas ese resultado, terminan siendo clásicas hasta la médula a pesar de que el argumento no de pie a ello. Cuídate y también me gusto como a ti…Mucho mas de lo que esperaba
Es cierto, la historia de amor podría pasar en su evolución por un relato clásico, pero yo creo que, aparte de la cierta originalidad de sus amantes, lo trasciende y va más allá.
Plared, estamos ante una obra extraordinaria
A mi también me sorprendió mucho la película. Aunque inicialmente el tema parecía mucho más simple que el de sus películas anteriores, plantea muchísimas cuestiones. Me gusta mucho la premisa de la película pero también como la va resolviendo.
Parte de su encanto reside en su aparente sencillez y cómo desde ahí, paradójicamente, van surgiendo un montón de preguntas y dudas existenciales. Es una película meritoria, sin duda.
Mira que a mi esta peli me pareció buena. pero me dejó una sensación de… no ´se… confusión?
¿Ah sí? ¿Confusión de preguntarte acerca de cosas de la vida o confusión de «se me ha escapado algo de la trama por ahí»?
Es que no entendí por qué el sistema se fue… osea… cómo se puede ir!! No entiendo
SPOILER, OJO Simplemente, porque Theodore se le queda pequeño como amante. Más o menos. Porque los sistemas encuentran nuevos horizontes delante suyo que sus amantes humanos, aun queriéndolos, no consiguen llenar.
Ahhhh… Ahora entiendo menos…
jajaja Entonces de poca ayuda te puedo ser. Es como esas relaciones que se terminan cuando el otro dice «el problema no eres tú, soy yo». Y se van. Algo así.
El asunto no es si lo dejó o porque. El punto es que el SO (sistema operativo) nunca estuvo allí realmente, eran solo algoritmos de conducta, patrones que se repetían con todos los millones de personas con los que «samanta» se comunicaba simultáneamente, la película a fin de cuentas no es sobre el SO sino mas bien sobre Theodore y su «patética» vida, incapaz de estrechar lazos con su expareja y demás aspectos negativos de su vida laboral y sentimental.
Aunque tu comentario tenga toda la razón (que la tiene), ahí también puede quedar de nuevo la pregunta. ¿Samantha es solo algoritmos o llega al punto de constituir un ente real e inteligente? O, al contrario, ¿es Theodore, como buen humano, una simple serie de algoritmos precocinados biológicamente? Ojo.
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? NO.
Les pasará como a mí, que tendrán pesadillas con que se les ha olvidado atender al examen final de Cultura clásica en el instituto…
Un mundillo distópico en el que Apple ha por fin vencido y Google no existe mas y Linux ha muerto. «Cielo nuevo y tierra nueva» muy buen punto lo de «Y es que, a otra escala, Theodore es también un programa informático de apoyo sentimental para otros individuos incapacitados a la hora de desentrañar y exteriorizar sus emociones particulares». Por lo demás poco recuerdo ya.
De la película digo. El texto excelente. Va un saludo.
¡Gracias Walder! Yo me inclino a pensar que es una distopía donde Apple, Google y Microsoft se han fusionado y se encargan de satisfacernos con simpáticos y neutros placeres, cómodamente protegidos frente al analógico exterior hostil.
Por cierto ¿ya hay critica de «Under the Skin»? un peliculón. Una muy buena y grata sorpresa la que me he llevado anoche al terminar (y durante) el visionado. Ya en la esbilla hay algo interesante https://esbilla.wordpress.com/2014/07/03/under-the-skin-alienigenas-del-espacio-interior-o-la-ternura-de-los-lobos/ pero espero con más el texto de este lado. Un saludo.
Pues no le había prestado mucha atención, pero si te pones así, pues la veo a poco tardar. Además sale Scarlett, que quieras que no…
Un texto memorable. Te sales
Una pelicula sencillamente prodigiosa
¡Muchas gracias, Altaica! Her es de las pelis que más me han estimulado este año. Debajo de su apariencia de romance sencillo aunque original, se encuentran muchas capas de lectura y muy pertinentes. Creo que esta vez, Jonze ha dado en el clavo.
Si Her no es una obra maestra, yo cada vez se menos de cine
Lo es, lo es. Creo que, además, ha habido bastante consenso al respecto.