«Para que querré yo la vida cuando no tenga juventud.»
Rubén Darío
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Movida del 76
(Jóvenes desorientados)
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Año: 1993.
Director: Richard Linklater.
Reparto: Jason London, Wiley Wiggins, Michelle Burke, Sasha Jenson, Adam Goldberg, Anthony Rapp, Marissa Ribisi, Matthew McConaughey, Rory Cochrane, Cole Hauser, Jason O. Smith, Catherine Avril Morris, Christin Hinojosa, Joey Lauren Adams, Shawn Andrews, Milla Jovovich, Parker Possey, Ben Affleck.
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Si en 1973 American Graffiti, escrita y dirigida por George Lucas, miraba atrás con nostalgia hacia la juventud cultivada en los estilosos años cincuenta a través de una decisiva noche de fiesta de fin de curso en Modesto, su localidad natal, exactamente veinte años después, en 1993, Movida del 76 (Jóvenes desorientados), escrita y dirigida por Richard Linklater, mira atrás con nostalgia hacia la juventud cultivada en los estilosos años setenta a través de una decisiva noche de fiesta de fin de curso en Austin, ciudad donde se crio.
“Yo me hago viejo y ellas siguen teniendo la misma edad”, dice complacido Wooderson (el aquí debutante Matthew McConaughey) en referencia a las nuevas generaciones de novatas de la escuela secundaria, eterno sustento de su menú sexual. Nada parece haber cambiado durante estas dos décadas, al igual que nada cambiaría si, tal y como correspondía cronológicamente, en 2013 se hubiera rodado otra noche de fin de curso, esta vez ambientada en los años noventa –que esos años en cuestión no sean tan estéticamente estilosos es lo que probablemente nos ha librado de ello-.
Los adolescentes de Movida del 76, frutos en ciernes de una sociedad desorientada y de autoridad cuestionable –directamente ridícula y/o ausente en el microcosmos estudiantil-, huérfana de inocencia tras el desastre del Vietnam, experimentan las eternas e inexorables pasiones hedonistas juveniles, su anhelo sexual, sus inquietudes y miedos respecto a un futuro incierto, su reivindicación personal frente a las odiosas imposiciones venideras por parte del colectivo, su carpe diem y su tempus fugit.
A pesar de establecer cierto hilo conductor con las desventuras de Pink (Jack London), atrapado en el dilema de declararse en rebeldía contra el compromiso antidrogas inexcusable para ser el quarterback del instituto la temporada siguiente, Linklater, fiel a su estilo, desarrolla una obra coral en la que va recogiendo retazos de impresiones y reflexiones subjetivas de un grupo heterogéneo de individuos, cada uno con su sensibilidad y su punto de vista particular.
En este sentido, la mayoría de estereotipos característicos de las comedias de instituto surgen para, más tarde, ser desmentidos mediante matices que lo otorgan personalidad y cuerpo tridimensional –ejemplo palmario será el del a priori ‘capullo’ Don Dawson-. Los que se anclan en el cliché –comportamiento que también adoptan algunos adolescentes en la realidad- suelen ser, en cambio, los señalados como imbéciles o perdedores –el macarra repetidor, el fumeta, el macho alfa, el crápula descarriado-.
De este modo, la cinta resulta dinámica, entrañable y auténtica, mientras que el espectador puede reconocerse en alguno de los variados personajes así como en alguna de las sensaciones que presidieron sus propias experiencias iniciáticas de la época: en mi caso, el nerviosismo y el desconcierto de las primeras correrías de fiesta –desconozco si en otros sitios ocurre, pero en Ávila no se lleva conducir toda la noche con el maletero lleno de cervezas, ni cenar en un drive-in-.
Simpática.
Nota IMDB: 7,7.
Nota FilmAffinity: 6,5.
Nota del blog: 7.
Contracrítica