“En el mundo del cine, seguramente no hay nadie que resulte tan superfluo como el autor del libro original en el rodaje de la película basada en su texto.”
John le Carré
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Enemy
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Año: 2013.
Director: Denis Villeneuve.
Reparto: Jake Gyllenhaal, Mélanie Laurent, Sarah Gadon, Isabella Rossellini.
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Adaptar una novela-ensayo de José Saramago es una tarea que roza lo suicida. ¿Cómo plasmar en fotogramas esa permanente búsqueda existencial, lingüística, social, cultural e incluso política?
Los ejemplos precedentes –La balsa de piedra, A ciegas-, no salieron precisamente airosos de tan dificultoso lance, limitados a la extraña y alegórica epidermis argumental del ensayo sin apenas conseguir penetrar en la complejidad subyacente en su fondo. Enemy, aproximación a El hombre duplicado, una reflexión acerca de la naturaleza de la identidad del individuo, tampoco consigue profundizar más allá de ella.
La película de Denis Villeneuve encuentra serios problemas para trascender la arquitectura superficial de su insólita trama –un apocado profesor de historia con problemas para establecer relaciones personales duraderas encuentra su doble en un actor de tercera categoría, crápula y a la espera de un hijo-, por mucho que así lo pretenda la gravedad de su banda sonora, el desolado filtro amarillento de la fotografía o los tics recurrentes de Jake Gyllenhaal.
El guion del español Javier Gullón escarba sin fuerza el tema original del yo como fundamento del sujeto, sometido aquí a la amenaza de una disolución absoluta que, en consecuencia, se correspondería ineludiblemente con la disolución absoluta de la existencia de los protagonistas. Un proceso alienante incentivado además por las servidumbres que la sociedad contemporánea impone al hombre y donde la sobreinformación y la egolatría imperantes contribuyen paradójicamente a la sumisión y licuación de la identidad personal.
Más allá de las peligrosas fracturas abiertas por una hiperburocracia kafkiana, no hay más que observar los fenómenos virales que se imponen en las costumbres sociales, la evidente similitud de un muro de Facebook a otro o los fingimientos de la personalidad y el estado emocional que por lo general se manifiestan en ellos.
La escasa incidencia metafísica de un filme anclado en la anécdota y no en el contenido provoca que Gyllenhaal, en su doble papel, quede reducido a un pelele paranoico que corre de un lado para otro porque hay un tipo que se le asemeja sospechosamente. La narración de Vileneuve remite, con menor intensidad, a la premisa del enemigo interior estelarizada por la filmografía del también canadiense David Cronenberg –aquel que despierta repentinamente en la vida del protagonista para ejercer sobre él una transformación traumática y decisiva-.
En este sentido, su desarrollo tiende a la composición de un tibio cuento moral sobre el combate íntimo entre el Bien y el Mal aparejado a la fantasía del cambio radical de vida que uno podría disfrutar con mayor fortuna en cintas como Una historia de violencia -la discusión y conciliación entre un despreciable yo pasado y un parcialmente impostado pero respetable yo presente-, aderezado en esta ocasión con pálidos simbolismos –las arañas- a propósito de esas redes tiránicas que la sociedad contemporánea tiende sobre la persona.
Nota IMDB: 6,8.
Nota FilmAffinity: 6,3.
Nota del blog: 5.
elcriticoabulico 
Reconozco querido crítico abúlico que a mí sí que me gustó «Enemy» mucho más de lo que pensaba. Estuvo rondando en mi cabeza varios días. Compruebo curiosamente que también sentí la sombra de Cronenberg entre los fotogramas de la película. Y es que reconozco que hasta ahora Denis Villeneuve no me ha decepcionado. Y sí que noto varios nexos de unión de las tres películas que he visto de él hasta ahora Incendies, Prisioneros y Enemy. Ya lo escribí en un texto en un blog colectivo, logra en las tres crear inquietud e incomodidad y filtrarlo a lo largo de todo el metraje. Y también trabaja el concepto de dualidad, concepto presente también en Incendies y Enemy. Así como expresar de formas muy complejas la identidad del individuo (y eso también está presente en los tres largometrajes).
Besos
Hildy
Buena observación. Se trazan muchos paralelismos entre estas películas, por más que unas sean personales y otras nazcan de encargos. Villeneuve es un cineasta interesante, aunque no siempre termine de concretar las posibilidades de sus obras. De momento, mi favorita de su filmografía es Incendies.
Besos.
Siempre de acuerdo con lo que pones 😉
Y uno que lo agradece, oiga.
Gran critica Abúlico, con la que coincido plenamente. La película tiene la trucada y única virtud de hacerse así misma interesante o, al menos, parecerlo en su inicio y por momentos, para después entregarnos su verdadero resultado, eso es, una confusa metástasis introspectiva, plúmbea búsqueda de la dualidad interior y, finalmente, un ejercicio fallido de todas todas. Si ahora la confusión más evidente, por el hecho de estar vestida de un cierto registro formal y estético, es calidad cinéfila pues apaga y vámonos. Yo al menos pido que se sepan contar las historias. Pero me temo que se está poniendo muy de moda ese deambular en un notable grado de turbacion desordenada que para algunos viste de especulativo intelectual. Saludos
Se viste de ropajes importantes, pero cuando una la desnuda queda en poca cosa. Es tarea difícil adaptar a Saramago… Gracias por tus palabras, Altaica.
Pues en el fondo Saramago es bastante sencillo, al menos en el fondo.
Me parece que el tipo de trasfondo filosófico de las obras de Saramago no es fácil de reproducir. Su forma, aún menos, pero eso ya es otra historia.