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Stella Cadente (Estrella fugaz)

22 Ene

“Ah, por Baco, no entiendo nada, esto es una jaula de locos.”

Amadeo I

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Stella Cadente (Estrella fugaz)

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Stella Cadente (Estrella fugaz)

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Año: 2014.

Director: Luis Miñarro.

Reparto: Àlex Brandemühl, Lorenzo Balducci, Lola Dueñas, Bárbara Lennie, Àlex Batllori, Francesc Garrido, Gonzalo Cunill, Francesc Orella.

Tráiler

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           “¡Por Baco!”, exclaman los personajes de Stella Cadente (Estrella fugaz). El segundo largometraje de ficción de Luis Miñarro, centrado en el breve y anómalo reinado de Amadeo de Saboya en España, es, en efecto, una película dionisíaca.

           Bajo el prisma alucinado del cineasta catalán, la figura bienintencionada pero impotente del rey italiano que vino a reinar “en un país de locos” se transforma en un collage tragicómico, teatralizado y autoconsciente en el que lo mismo tienen cabida las referencias pictóricas como la música pop francesa de los sesenta, pasando por unas metáforas en absoluto veladas acerca del estado actual de una nación propiedad de los banqueros y sus acólitos políticos, según testimonio del progresista para la época Amadeo I, en pantalla un Àlex Brandemühl en progresiva catatonia, atrapado en un limbo ora onírico, ora bufonesco.

Por supuesto, no faltan en esta temeraria mezcolanza las concesiones simbolistas y surrealistas carentes por completo de inhibiciones o complejos y cuya pertinencia, o no, se deja en su mayor parte al juicio del espectador. En este sentido, los escasos medios de la producción no se disimulan, sino que se explota su anacronía como un elemento más en la construcción del tono experimental, iconoclasta y delirante de la propuesta –la fotografía digital, el castillo como evidente espacio turístico aprovechado también para componer postales de peliculero e impostado romanticismo en el reencuentro con la reina María Victoria-.

Son desbarres de justificación peregrina y sugerencias arbitrarias que convierten al filme en aquello que sería la María Antonieta de Sofia Coppola si, antes de cada rodaje, la directora hubiera optado por desayunarse un buen bol de peyote en vez de regalar su proyecto a un empalagoso decorador de interiores –y contase con un presupuesto cien veces inferior, claro-.

           En su perversa carrera hacia el sinsentido –rasgo que, insinúa el guion, parece dominar la eterna deriva social y política este país incomprensible “de espada y mantilla” y facciones en constante pie de guerra-,  Stella Candente husmea con retranca en la soledad del poderoso, en el desgaste personal que ejerce el gobierno (aunque sea simplemente nominal), en el fetichismo popular hacia el poder y en el repudio y marginalización sistemática que la sociedad aplica al diferente, al independiente o al librepensador que sabe ver más allá de sus narices.

Fracasado de antemano en sus aspiraciones modernizadoras y a fuerza de ser vilipendiado, vejado o ignorado en el mejor de los casos, tanto por el resto de personajes como por la sarcástica realización de Miñarro –su única corona será de sombra, lucida además en su único trono, un nada sutil retrete-, Amadeo I personifica ese abandono e incomprensión que, cita el desencantado monarca, por lo general le reserva el ser humano a sus semejantes, incentivados aquí por el absurdo aprisionamiento de un rey que no reina en un palacio que no es un palacio en un país que no es un país.

 

Nota IMDB: 5,4.

Nota FilmAffinity: 4,8.

Nota del blog: 6,5.