El hombre que mató a Liberty Valance

30 Jul

“A lo mejor el público se identifica conmigo, pero sueña con ser John Wayne.”

James Stewart

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El hombre que mató a Liberty Valance

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Año: 1962.

Director: John Ford.

Reparto: James Stewart, John Wayne, Lee Marvin, Vera Miles, Edmond O’ Brien, Andy Devine, Woody Stroode.

Tráiler

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             Un cambio, como situación traumática que es, requiere una espita que dinamite el enrocado ayer para abrir el camino al futuro. Un motor de transformación dinamizado por el sacrificio o por la heroicidad, uno u otro diferenciados por cuestión bien de matices, bien de suerte.

El Oeste representa la reproducción de la civilización occidental en territorio virgen. Un proceso sangriento y convulso de incontables siglos apenas resumido en unas pocas décadas. De la anomia a la ley del más fuerte, del Talión a la legalidad constitucional.

El Estado, como el ferrocarril y el telégrafo, marca el fin de unos tiempos tan indómitos como épicos. Es el melancólico terreno del western crepuscular.

             En esta ocasión, el forastero (James Stewart) no viene a poner paz en el pueblo blandiendo el revolver, sino por la dignidad de la ley, desde un idealismo un tanto ingenuo. Es el héroe, pero con su esfuerzo no basta para apagar el último y aún ardiente rescoldo del Salvaje Oeste en toda su expresión, Liberty Valance (Lee Marvin), un hombre cuyo poder emana de su intimidación, así como su frontera está donde acaba la misma. Carece de jurisdicción, por tanto, sobre Tom Doniphon (John Wayne), otra especie en extinción, un hombre, como el propio país, hecho a sí mismo, a base de empeño, orgullo y coraje, resolviendo sus propios problemas sin pedir ayuda, sin responsabilizarse de nadie, o casi nadie. Un tótem de tiempos olvidados, condenado a una marginalidad próxima e inevitable, a la soledad del héroe –su amada permanece en el marco de la puerta, símbolo de pertenencia recurrente en Ford, mientras Doniphon se aleja pesaroso, consciente de su condición irreparable-, y a la que decide servir por la fuerza de su valor, del que nace su capacidad única para sacrificarse y resistir con rostro impávido una tortura interior brutal.

             En El hombre que mató a Liberty Valance, Ford vuelve a la gravedad y el lirismo elegíaco del blanco y negro del pasado para retomar uno de sus temas predilectos, el del sacrifico, en el que fue experto en retratar la ingrata hiel del mismo, su amarga heroicidad, desde su estilo sencillo pero preciso, sutil y poético, apoyado en un reparto que no es sino la personificación sublimada de los estereotipos que representan. Y ningún sacrificio es más doloroso que el de Tom Doniphon.

             Como en Centauros del desierto, el inicio y el final del filme conectan casi de manera circular en ese viaje transformador en el que aparecen, con toda su crudeza, belleza, romanticismo, negras sombras, humor agridulce y emoción, en definitiva, la tortuosa lucha de la razón –la ley, la conciencia del periodismo, la regulación de un Estado democrático- contra la barbarie –los pistoleros a sueldo, la defensa del territorio abierto de los ganaderos-; los principios e ideales contra la brutalidad, el amor contra la muerte.

             Las victorias más importantes en el cine de Ford son antiépicas, hermosas,  desoladas y huelen, sin diferencia alguna, como la derrota.

 

Nota IMDB: 8,1.

Nota FilmAffinity: 8,4.

Nota del blog: 10.

17 respuestas to “El hombre que mató a Liberty Valance”

  1. altaicaaltaica 30 julio, 2012 a 20:39 #

    Maravillosa crónica, llena de tu capacidad para el análisis siempre rebosante de talento y rigor. En este caso sobre una cumbre del cine y para mi la mejor película del oeste y una de mis 20 películas favoritas. Ese diez que le das está plenamente justificado y eso que no sueles regalar jamás valoraciones de dos dígitos sin decimales.

    Una obra que como bien dices está impregnada del mejor Ford y, en este caso, en estado de gracia. Donde sus secundarios, como siempre, están a la altura de los protagonistas o incluso superiores. Donde se respira esa atmósfera Fordiana incalificable de derrota pero al mismo tiempo de dignidad. Me ha encantado la vinculación que haces con los últimos estertores históricos vinculándolos con el propio género. Es toda un proeza como el cine americano ha sabido crear este género en base a un lugar y su tiempo. Un lugar nada habitable y próspero moralmente, pero que algunos han sabido contarlo desde ese lirismo y espíritu de lucha que lo ha transformado en toda una doctrina moral y vital, en todo un viaje épico a veces, otras bárbaro.

    La película requería de una crítica como esta, y es un verdadero placer leerla y que la misma esté a la altura de las circunstancias. Eso no está al alcance cualquiera y quería decírtelo. Y todo ello siempre desde el rigor y la concisión y no desde la especulación y la extensión. Blog de referencia sin ningún género de dudas sobre esto que llamamos cine.

    • elcriticoabulico 31 julio, 2012 a 11:29 #

      Gracias por las flores pero, como siempre digo, ante una película como esta la inspiración viene dada y, aún así, es imposible estar a la misma altura. El hombre que mató a Liberty Valance es una de las grandes maravillas de esto que le dicen Séptimo Arte.

  2. plared 31 julio, 2012 a 00:22 #

    Secundarios, ambientación. Diálogos, trama. Sacrificio, ironía, un malo de muchos quilates. Un héroe clásico inmaculado, otro que no quiere serlo y es cien veces mas atractivo. Todo agitado por un maestro y como colofon, pistolas, sombreros y caballos….

    En fin que decir, junto con centauros y los dos ríos. Lo mejor del cine del oeste y del de siempre. Obra maestra sin ninguna duda y un 10 totalmente merecido. Genial la critica en especial esa alusión al sacrificio, algo que a Ford, le encantaba en sus héroes…que no querían serlo. Un fuerte abrazo

    • elcriticoabulico 31 julio, 2012 a 11:32 #

      Es una lástima que la mayoría de la gente joven vean un sombrero vaquero y automáticamente apaguen la tele. El cine de Oeste está lleno de experiencias increíbles, de grandes tragedias atemporales y aespaciales. Y sí, el héroe de Ford suele ser melancólico, reflexivo y marginal. Son tiempos de victorias amargas y derrotas dulces, o casi.

  3. altaicaaltaica 31 julio, 2012 a 17:12 #

    Deben de estar y están, Raíces profundas, Solo ante el peligro, La diligencia y Sin perdón y El gran combate. Hay otras maravillosas, pero creo que esas nueve son brutales. De todas maneras y observando algunas listas para refrescar memoria, realmente obras maestras, lo que se dice obras maestras no hay tantas para su producción. Bueno eso creo que sucede en cualquier género. Pero no sé, al revisar veo que o soy muy exigente o tenía la idea de muchas más grandes, verdaderamente grandes.

    • elcriticoabulico 31 julio, 2012 a 19:36 #

      Así a bote pronto, aunque no sean plato de tu gusto, yo sí me animaba a meter dos o tres de Peckinpah…

  4. altaicaaltaica 31 julio, 2012 a 21:00 #

    Claro, para los amantes de Sam es probable, yo recuerdo mágica La balada de …, pero tendría que refrescarla, al igual que una de Ford, La pasión de los fuertes, que también la tengo algo lejana. Un abrazo.

  5. plared 1 agosto, 2012 a 01:54 #

    La balada de cable hogue, es una película grandiosa y lírica. Una especie de testamento de un mundo que se va. Pero decir que es del oeste, pues no se yo. Ambientada en esa época y poco mas. Eso si, una obra de arte total y absoluta. Grandiosa sin duda.

    En cuanto a el genero. Pues in duda, los dos ríos, centauros, el hombre que mato a liberty Valance y dos cabalgan juntos. No deberían de faltar en ninguna lista. Saludos

  6. altaicaaltaica 1 agosto, 2012 a 18:27 #

    La tengo muy lejana pero guardo un gratísimo recuerdo de El día de los tramposos, una espléndida obra más carcelaría que del oeste, pero como dice elcriticoabulico si matizamos mucho podrían no ser del oeste La balada de .. y sí serlo Conspiración de silencio o El gran Torino

  7. altaicaaltaica 1 agosto, 2012 a 18:29 #

    Lo de los géneros es cuando menos peliagudo, pero apasionante pues siempre gusta ver un género en otro y viceversa. Las reglas, las casillas, los clichés están para ser puestos en duda, para amarlos y para destrozarlos.

    • elcriticoabulico 1 agosto, 2012 a 23:09 #

      Y más teniendo en cuenta que el paradigma del forastero -el extraño que llega de la nada, cambia la vida de todo el que le rodea, y retorna a esa nada misteriosa- es patrimonio del cine en general.

      • Germán Ruiz 4 agosto, 2012 a 12:04 #

        Detesto el falso claroscuro que nos muestra a John Waine ejecutando a Valance; pero me horroriza mas la vejatoria aclaración que J.W. hace del crimen al obstinado James Stewart, y más, cuando la película empieza con el ya senador J.S. y esa aureola de cínica dignidad, que hace innecesaria cualquier aclaración sobre quién fue el hombre que mató a Liberty Valance.

        • elcriticoabulico 4 agosto, 2012 a 20:02 #

          Ford, aun con la profundidad que puede lograr en sus películas, no rechaza la sencillez. Éste que comentas es un gesto quizás demasiado explicativo, una concesión innecesaria, sí, que, no obstante, yo diría que tampoco empaña el resultado de la película.

  8. Dessjuest 18 junio, 2013 a 21:58 #

    Hoy ponían esta en la tele, la había visto, pero como tantas otras hacía tiempo ya, tenía grabada a fuego la escena del «duelo» entre el abogado y el matón, pero muchos detalles de la peli los tenía en el olvido, como al comisario, que creo que debe salir en la mitad de westerns de la época 🙂

    Una gran peli, no hay duda, te engancha de narices y no te suelta incluso en el final, que creo que quizá sobra un poco, quitando la escena del tren claro.

    Para mí no sobra la explicación de que fue uno y no el otro quien mató a Liberty Valance, quizá haberlo hecho de una forma menos clara, vale, pero si se hubiera dejado a Steward como el autor la peli sería otra y casi de las prescindibles.

    • elcriticoabulico 19 junio, 2013 a 14:56 #

      Cada quince días la suelen pasar en la Paramount, sí. Se agradece, porque es uno de los mejores westerns de la historia, con una enjundia y una profundidad abisal.

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