Objetivo: Birmania

6 Jul

El rey de los crápulas asume con empeño su responsabilidad bélica. En Bandeja de Plata.

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«La guerra es la manera que tiene Dios de enseñarles geografía a los norteamericanos.»

Ambrose Bierce

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Operación: Birmania

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Operación Birmania.

Año: 1945.

Director: Raoul Walsh.

Reparto: Errol Flynn, James Brown, William Prince, George Tobias, Henry Hull.

Tráiler

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             A Hollywood le costó entrar en la Segunda Guerra Mundial. [más] Estados Unidos se escudaba inflexible tras el aislamiento en política internacional, su tónica predominante a lo largo de la Historia. [más]. En el periodo anterior al conflicto, aún marcado en el séptimo arte por la corriente pacifista y antibélica heredada de la Primera Guerra Mundial, solo Confesiones de un espía nazi aparece como advertencia contra el peligro alemán. [más].

A pesar de obras maestras como El gran dictador, el punto de inflexión en esta tendencia lo marcaría el taquillazo de El sargento York, que a través de la transformación mental de su protagonista simbolizaba a la perfección la transición desde el lógico pacifismo del idealista hasta un ardor guerrero imprescindible e inapelable, el cual, para tranquilidad del combatiente receloso, encontraba ahora su debida justificación ante Dios y el hombre. Apenas dos meses después, el ataque de la aviación japonesa sobre Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 fue la espita que, definitivamente, haría estallar todo este belicismo latente en los Estados Unidos y Hollywood. [más].

             El estreno de Objetivo: Birmania coincide cronológicamente con la cruenta batalla de Iwo Jima (19 de febrero a 26 de marzo de 1945), la primera celebrada en suelo japonés. [más], es razonable tolerar que, como la mayoría de producciones del momento, el cometido de Objetivo: Birmania pase por los fines propagandísticos de enardecer el valor de los combatientes y, al mismo tiempo, mantener alta la moral de la retaguardia. Porque si Errol Flynn, el rey de los crápulas, podía asumir con conmovedora convicción la difícil responsabilidad de guiar a un pelotón de paracaidistas en medio del caos y la locura, quién no iba a ser capaz de igualar su transformación espiritual.

No obstante, el capitán Nelson de la díscola estrella tasmana no es la reencarnación de sus característicos héroes románticos e imperturbables ante la amenaza de un villano novelesco; el arquetipo aventurero clásico que, entremezclado con el falaz ‘Dulce et decorum est pro patria mori’ de Horacio, Hollywood había extrapolado a sus primeros productos de campaña [más]. La hostil realidad de la contienda más sanguinaria de todos los tiempos había apuñalado al romanticismo hasta desangrarlo. El capitán Nelson, decíamos, es un guerrero tejido con unas flaquezas, dudas y tormentos de lo más humano. Un civil, en conclusión, que, en tributo a la responsabilidad colectiva que le corresponde, desempeña su labor con la más absoluta entrega y disciplina, liderando ejemplarmente a sus subordinados sin echar mano de peliculeras tretas de sargento chusquero, sino desde la identificación fraternal, el calor emocional, el carisma personal, el temple en la adversidad y, en todo caso, la jerarquía paternal [más].

             Raoul Walsh, paradigma del cineasta clásico, que merced a su vocación como contador de historias imprime un fluido y entretenidísimo ritmo a la película, apuesta en la obra por el hombre de a pie, más que por las grandezas del conflicto. El foco de su atención se concentra por tanto en el pelotón y no tanto en la estrategia marcial [más].

A decir verdad, el filme no es la crónica de un episodio de la campaña del Pacífico, sino de una huida desesperada en pos de la supervivencia. En consecuencia, las tres batallas que aparecen en Objetivo: Birmania carecen de épica y laureles [más]. En sentido estricto, la gloria se reduce a no perecer bajo las balas. [más].

             Este escenario selvático y hostil en el que deambulan los hombres de Nelson, el infierno verde, representa sin embargo uno de esos puntos en los que se advierte que el bélico acusa de manera más pronunciada el paso del tiempo que otros géneros. [más]. Pero la jungla del sureste asiático no constituye aquí un personaje omnipresente del relato como sí lo hará en obras posteriores más modernas y más terribles, rigurosas e inigualables en la plasmación un horror cerval e inhumano que, simplemente, la mayoría de producciones de este tiempo no son capaces y no desean reflejar. Del mismo modo, el drama del soldado raso se disuelve con ingenuidad entre los típicos chascarrillos bravucones [más].

             Siguiendo estas premisas, y tal y como se menciona en párrafos anteriores, se comprenden las necesidades euforizantes del cine bélico del periodo, a las que Objetivo: Birmania no es ajena. [más] Observador curioso y lúcido, las destempladas y acertadas reflexiones acerca de la infamia de la guerra quizás aproximen su postura a una cierta imparcialidad humanista, pareja a la sensibilidad del propio Walsh. [más]. Nos encontramos ante un sacrificio honorable en favor de la que probablemente sea la única guerra justa de la Historia –o, cuanto menos, en la que se puede señalar sin temor a dudas quién representa el Mal-, pero supone asimismo una pérdida incalculable, quién sabe si proporcionada.

[más].

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Nota IMDB: 7,4.

Nota FilmAffinity: 7,3.

Nota del blog: 7.

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