Un domingo cualquiera

25 Jul

“La obligación que tiene todo ser humano es rentabilizar sus opciones para ser feliz. Nosotros deberíamos aclararle a la mayoría que el éxito es una excepción. Los seres humanos de vez en cuando triunfan. Pero habitualmente se desarrollan, combaten, se esfuerzan, y ganan de vez en cuando. Muy de vez en cuando.”

Marcelo Bielsa

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Un domingo cualquiera

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Un domingo cualquiera

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Año: 1999.

Director: Oliver Stone.

Reparto: Al Pacino, Jamie Foxx, Cameron Díaz, Dennis Quaid, LL Cool J, Lawrence Taylor, Jim Brown, James Woods, Matthew Modine, Bill Bellamy, Andrew Bryniarski, Lela Rochon, Lauren Holly, Ann-Margret, Aaron Eckhart, Elizabeth Berkley, John C. McGinley, Charlton Heston.

Tráiler

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            En cierto modo, los guiones de Oliver Stone El precio del poder y Wall Street abordan uno de los pilares de la cultura americana: la gloria, el éxito, ser el número uno. Probablemente, la visión más cercana y popular de esta concepción de la gloria tan influenciada por la cultura capitalista sea la del triunfo deportivo: la épica del guerrero concentrada en una cancha donde un juego determinado se desarrolla a emulación de los parámetros conflicto bélico; del enfrentamiento a vida o muerte entre el bien y el mal, nosotros y ellos, nuestro destino luminoso contra aquellos que nos lo pretenden arrebatar.

            En Un domingo cualquiera, Stone plasma este sentido épico desde la misma introducción de la película, en la que los jugadores de fútbol americano aparecen como sombras de héroes eternos, que bregan poderosos e incansables por alcanzar el Olimpo bajo la ira de los elementos, con resonancias incluso de futuras inmersiones históricas del director como Alejandro Magno, la epopeya hecha vida. Esta estética continúa en la plasmación de los lances atléticos, repletos de fotogramas nerviosos, un montaje vertiginoso, ruido de fieras al acecho y la tradicional grandiosidad del ralentí.

En este sentido, a la par que se desarrollan las luchas por el poder entre cuatro figuras estereotipadas –la propietaria rica e ignorante y el entrenador crepuscular de vuelta de todo, la estrella declinante y la estrella ascendente-, el filme parece convertirse en el típico videoclip hiphopero de la MTv –aunque de más de dos horas-, todo chulería, lujo y victimista lucha de yo contra todos –en definitiva, otra imagen contemporánea del éxito-. Los partidos lo piden por momentos, y algunas secuencias poseen fuerza visual, pero también redunda y agota.

            En paralelo a los códigos del cine deportivo, Stone trata de formular un retrato coral y completivo del entorno del fútbol americano, sometido a una vorágine de presiones y tentaciones que abarca desde los presupuestos anuales de la franquicia hasta el anhelo de convertirse en leyenda, pasando por las presiones mediáticas, los intereses contractuales y las intrigas de vestuario, todo ello calculado en frías e indiscutibles estadísticas. El poder, el dinero, el individualismo; elementos corruptores en un juego de equipo y que, si bien de forma ligera y desaprovechada, Stone hace que apunten y reproduzcan hacia el sistema social imperante en los Estados Unidos -“esto se fue al carajo en cuanto permitieron hacer un descanso para la publicidad”-, entremezclado con el racismo, el clasismo y esa cultura de la competitividad a ultranza y despiadada antes citada, incapaz de reconocer segundos puestos. Recuerden lo que decía Albert Camus acerca del deporte rey: “todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”.

            Recelosa de este análisis negativo del negocio, la NFL rechazaría otorgar su licencia para el uso de nombres o franquicias asociadas a su liga, y hasta advertiría a los jugadores en activo de las dañinas repercusiones derivadas de una eventual participación en el proyecto –desafiarían las recomendaciones de la federación futbolistas como Terrell Owens, entre otros, dentro de un elenco que incluye asimismo a ex profesionales como Jim Brown o Lawrence Taylor-.

No obstante, Un domingo cualquiera resulta una cinta bastante acomodaticia en líneas generales, respetuosa con las claves de moralina y redención clásicos del género, con su cámara lenta enardecedora y con sus recurrentes (e insoportables) discursos motivadores, luego tantas veces reciclados por los propios deportistas al otro lado de la pantalla cerrando así un curioso círculo de retroalimentación.

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Nota IMDB: 6,7.

Nota FilmAffinity: 6,2.

Nota del blog: 6.

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