Heat

12 Feb

“Al, nos hemos estado robando papeles el uno al otro durante todos estos años. La gente ha intentado compararnos para que nos enfrentásemos y nos destrozásemos entre los dos. Pero, francamente, nunca he comprendido esa comparación. Obviamente, yo soy mucho más alto, más el prototipo de líder. Honestamente, es posible que seas el mejor actor de nuestra generación, con la posible excepción de mí mismo.”

Robert de Niro

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Heat

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Heat

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Año: 1995.

Director: Michael Mann.

Reparto: Al Pacino, Robert de Niro, Val Kilmer, Jon Voight, Tom Sizemore, Diane Venora, Amy Brenneman, Ashley Judd, Kevin GageMykelti Williamson, Wes Studi, Ted Levine, Danny TrejoDennis Haysbert, William Fichtner, Natalie Portman, Hank AzariaTom Noonan.

Tráiler

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            Llamado en los ochenta a ser uno de los renovadores del maltrecho cine negro gracias a películas como Ladrón y más centrado en la producción televisiva durante finales de la década  –La historia del crimen, Corrupción en Miami-, Michael Mann retomaría en los noventa el pulso a su carrera en la dirección por medio de películas ambiciosas en su concepción y sus dimensiones.

Heat constituiría así una de sus cintas más populares -al igual que lo es El último mohicano, dos años anterior- en buena medida por el entonces promocionado encuentro entre dos de los intérpretes más reverenciados e icónicos del momento: Al Pacino y Robert de Niro, que habían coincidido ya en una misma obra, El Padrino. Parte II, pero nunca en un mismo plano.

            Mann recicla su telefilme Corrupción en Los Ángeles -inspirado en investigaciones entre sus contactos policiales de su Chicago natal-, para armar un megathriller de casi tres horas de metraje que sirve como un compendio de los estilemas tradicionales del noir fusionado con la espectacular pirotecnia del cine de acción de la época. En el argumento de Heat conviven el vacío existencial y los dilemas de la tragedia griega con las enérgicas tramas policíacas y criminales, todas ellas envueltas en fotogramas fríos, nocturnos, que capturan la desoladora y alienante impersonalidad de la megalópolis californiana, cuya intensa presencia contempla influyente los hechos desde el fondo del escenario.

“Soy lo que estoy persiguiendo”, referirá el policía dando cuenta de uno de estos tópicos idiosincráticos del género. El destino implacable que convierte al individuo en marioneta despojada del control de un futuro escrito de antemano, la redención inalcanzable, el fracaso emocional, la urbe como jungla y prisión de asfalto, la salvífica inocencia femenina,… Tópicos y normas a los que se suman también herencias de otros territorios como el western -el del forastero desarraigado y solitario entregado a un eterno errar que reflejan la mansión sin amueblar y la renuncia a todo aquello que no se pueda abandonar de inmediato-.

            El filme narra el duelo al borde del abismo entre el teniente Hanna (Pacino) y el ladrón McCauley (De Niro), trazado a través de un espejo. El retrato antimaniqueo se extiende en los paralelismos entre ambas facciones del relato, que se reflejan en los procedimientos de acción, la forma en la que se relacionan con sus semejantes, la evolución interna del relato y de los personajes y hasta en la extracción biográfica de Hanna y McCauley –el historial común en los marines-.

De hecho, la conexión entre ambos roza por momentos lo instintivo y primario -“todavía está aquí, puedo sentirlo”-. Incluso en su antagonismo –arrollador y agresivo el primero, mesurado y digno el segundo; a la espera de su tercer divorcio y a los pies de la primera relación estable que quiebre su ascético código criminal, respectivamente-, los dos hombres cruzan sus líneas vitales en un limbo de soledad, insatisfacción y desencanto donde tan solo les queda aferrarse a su ética personal y profesional -a la angustia como forma de vida- para sobrevivir en el infierno.

            Hay que reconocer que la hondura dramática y psicológica a la que aspira el guion es casi más ampulosa que profunda y que, en ocasiones, se sirve del calzador en su creación de dilatadas ramificaciones para la composición de este monumental fresco angelino –el microrelato del conductor de reinserción imposible, el episodio de la hijastra encarnada por una jovencísima Natalie Portman-, si bien destaca por otro lado su atención para dotar de relieve y personalidad a cada uno de los personales, perfilados además con una extraordinaria concisión. Pero lo cierto es que, en conjunto, conforma un suculento veteado que se infiltra entre los avatares de la arrolladora trama policíaca confiriéndole a la función un sabor poderoso y embriagador, perfectamente estimulado por la atmósfera pesimista y elegíaca que embarga a los protagonistas.

            Músculo y delicadeza. La adrenalina se alterna con la introspección proponiendo una fórmula capaz de sostener el descomunal peso narrativo de la película. Así, Heat absorbe al espectador en un furibundo juego de persecución y huida, respeto y rivalidad. Lo zarandea con giros tomados a pólvora y hiel hasta arrojarlo definitivamente contra ese duelo mágico dirimido en el aeropuerto, en tierra baldía, entre luces rutilantes y la amenaza del alba.

 

Nota IMDB: 8,3.

Nota FilmAffinity: 7,5.

Nota del blog: 8,5.

7 respuestas to “Heat”

  1. plared 12 febrero, 2015 a 19:58 #

    Una muy buena película que entretiene y derrocha calidad por todos los lados. Intensa trama policial que atrtapa y curiosamente el personaje que mas me gusto fue el de Val kilmer

    • elcriticoabulico 13 febrero, 2015 a 16:42 #

      Efectivamente. El reparto está bastante bien, Mann parece buen director de actores. Incluso los secundarios, como digo, están trabajados con atención y bien interpretados. Me suele gustar mucho aquí el trabajo de Diane Venora y Dennis Haysbert.

  2. ALTAICA 12 febrero, 2015 a 22:42 #

    Una crónica generosa, muy generosa para con una obra sólida, buen contada pero que en su conjunto final resulta demasiado ampulosa y, en el fondo, pretendidamente grave y aparente. Me gusta Mann, especialmente en la espléndida, aunque a veces inverosímil, Collateral y me fascina en El dilema, su obra maestra. Pero en Heat evidencia detalles de su fuerza como director, pero también hay demasiadas muestras de artificio. Un 8,5 me resulta «brutal», máxime cuando en este blog esa nota implica el magisterio y en la propia crónica no percibo la pasión que puede haber producido semejante calificación.

  3. Francisco Martinez Vegazo 13 febrero, 2015 a 12:17 #

    Por cierto, en cuanto al texto inicial de Robert de Niro, decir que él no está a la altura del gran Pacino, si bien es cierto que nunca ha sido especialmente santo de mi devoción, salvo en algunas de sus iniciales películas. Lo que sí está claro es que están teniendo un final de “mandato” muy distinto, pues contemplar al señor de Niro en algunas de sus últimas intervenciones resulta, cuando menos, esperpéntico, máxime cuando uno tiene que padecer sí o sí esa mueca a modo de sonrisa bufa que imposibilita ya cualquier tipo de perdón, por no hablar de un ramillete de películas a mayor gloria de la indecencia. Quiero asumir que ese comentario sobre su compañero Al tiene mucho de irónico, pues en caso contrario la arrogancia y la ceguera serían considerables.

    • elcriticoabulico 13 febrero, 2015 a 16:46 #

      Es ampulosa, sí. De hecho lo reconozco en la crítica. Pero disfruto muchísimo con Heat por las razones que expone Plared. Y ojo, que la he rebajado la nota respecto de la última ve que la había visto (hace un montonazo, eso sí). Respecto a De Niro y Pacino, no estoy seguro que los últimos años de unos hayan sido mejor que los del otro. Ambos coleccionan atrocidades y lo peor de su galería de caretos y muecas. Son tipos curiosos y, sí, comparables. Cuando están bien ofrecen interpretaciones muy intensas (a veces demasiado, incluso) y si están mal te sacan de cualquier película por buena que sea. En su máximo potencial, en el supuesto de que ambos estuvieran concentrados en su trabajo y se dejaran dirigir, creo que preferiría a Pacino, que en sus mejores papeles tiene menos poses del Método que su compañero de generación. El comentario de De Niro lo diría en tono jocoso, imagino.

  4. Hildy Johnson 13 febrero, 2015 a 12:43 #

    Recuerdo que vi esta película en el momento de su estreno y recuerdo también cómo en las informaciones lo que destacaban era ese esperadísimo encuentro entre Al Pacino y Robert de Niro y como en la película se hacía esperar ese encuentro que se producía casi al final. Pero una vez en la sala, sé que disfruté de un thriller que me pareció triste, muy triste y que combinaba a la perfección los momentos de acción con los momentos íntimos de cada uno de los personajes protagonistas. Me has devuelto las ganas de volver a verla de nuevo.
    Beso
    Hildy

    • elcriticoabulico 13 febrero, 2015 a 16:48 #

      En efecto, el pesimismo, ese gran componente del noir clásico, es la sensación que predomina en esta historia megalómana pero también atenta a los pequeños detalles, gélida y sombría. Creí que se conservaría peor (como muchas películas de los noventa, que ahora empiezan a notar los años), pero mantiene firme su pegada.

      Besos.

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