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Peregrinos

24 Feb

“El amor de una madre por un hijo no se puede comparar con ninguna otra cosa en el mundo. No conoce ley ni piedad, se atreve a todo y aplasta cuanto se le opone.” 

Agatha Christie

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Peregrinos

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Peregrinos

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Año: 1933.

Director: John Ford.

Reparto: Henrietta Crossman, Norman Foster, Marian Nixon, Jay Ward, Charley Grapewin, Lucille La Verne, Maurice Murphy, Heather Angel.

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            Fuertes, prosaicas, decididas, abnegadas; alma discreta de la unidad familiar constituida en imprescindible elemento integrador del individuo. La figura de la mujer posee una valiosa influencia en el cine de John Ford como encarnación de unas virtudes ideales que les hace sobreponerse a ese teórico segundo plano de la acción que, a priori, les reserva su rol de cálidas encarnaciones del marco íntimo y protector del hogar.

            La Hannah Jessop de Peregrinos es, precisamente, una firme representante de la mujer fordiana, si bien el comienzo del filme refleja que su esencia es incompleta o, mejor dicho, está deformada por el exceso de celo amoroso, transformado de este modo en una obtusa frialdad sentimental que nada tendría que envidiar a la del célebre tío Ethan de Centauros del desierto.

En consecuencia, el argumento de Peregrinos desarrolla un camino de perdón, redención y reconciliación por medio del cual Hannah Jessop (una magnífica Henrietta Crossman) deberá reencontrarse con los sólidos valores que se le supone a su estereotipo y que le convierte en pilar fundamental de la vida en familia que, como se observa en la filmografía del autor, se erige como un ente superior en trascendencia a cuestiones mundanas como los pareceres políticos –¡Qué verde era mi valle!-, conceptos errados acerca del honor –la citada Centauros del desierto– o, aquí, a la falsa moralidad religiosa, malversada de forma ciega y egoísta.

            El filme narra el via crucis de una madre enviudada del Arkansas rural y bucólico quien, en su enajenación, decidió enviar a su hijo a la muerte con tal de no verlo casado con una joven la cual, desde su punto de vista, no se encontraba a su altura. El viaje a Francia para visitar la tumba del muerto, condecoración bélica mediante, se convierte por tanto en un purgatorio alegórico donde la mujer expiará unas penas que llevan la marca de la malentendida moralina cristiana –el enfrentamiento de la verdadera espiritualidad esencialmente humanista contra la espuria creencia nominal-. Un proceso introspectivo en el que, además, quedan desnudos y carentes de significado engolados términos como el heroísmo o el sacrificio patriótico, concepto sin embargo esgrimido también como factor unificador de un país de aluvión –las múltiples nacionalidades, incluidas la alemana, que componen la expedición-.

Ford imprime un notable calado emocional a sus imágenes que, acompañadas de la autenticidad que Crossman confiere a su personaje, sortean en buena medida el convencionalismo del tópico de la segunda oportunidad de enmendar sus pecados que se le ofrece a la señora Jessop, bastante obvio en su planteamiento y desarrollo, así como los ligeros y ajados contrapuntos de humor costumbrista y chauvinista que nacen de la confrontación de la naturaleza rústica y terrenal de la protagonista frente a los incomprensibles modales urbanitas de la gran ciudad neoyorkina y, especialmente, de los refinamientos de la exótica y remilgada París.

            Entrañable siempre, algo envejecida en ocasiones, Peregrinos contiene un inequívoco aroma fordiano –la historia pequeña y personal que termina por proyectar un relato épico y monumental- que, a pesar de sus imperfecciones, la hace disfrutable en su elegancia visual y nobleza narrativa.

 

Nota IMDB: 7,3.

Nota FilmAffinity: 7. 

Nota del blog: 7.