La salida de la luna

4 Oct

La salida de la luna: un viaje nostálgico al locus amoenus fordiano para Bandeja de Plata.

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“John Ford era mitad tirano, mitad revolucionario; mitad santo, mitad demonio; mitad posible, mitad imposible; mitad genio, mitad irlandés; pero un director completo y para siempre.”

Frank Capra

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La salida de la luna

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La salida de la luna

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Año: 1957.

Director: John Ford.

Reparto: Tyrone Power, Cyrill Cusack, Noell Purcell, Jimmy O’Dea, Tony Quinn, Paul Farrell, Denis O’Dea, Eileen Crowe, Donal Donnelly.

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            Supongo que la definición más legítima y reivindicable de ese término tan sospechoso que es ‘patria’ hace referencia a aquel lugar, existente o no, transitado o incógnito, cuya simple evocación nos produce nostalgia, saudade, morriña o como se tenga a bien denominar. Para John Ford la noción de patria parece conectar con dos espacios: el Sur profundo de los Estados Unidos y la Irlanda de sus ancestros, [más].

Son dos enclaves geográficos e históricos que comparten, desde el punto de vista del cineasta, una identidad rebelde y orgullosa, complementada con un dechado de valores humanos elementales, puros y primigenios. Dos enclaves, además, retratados ambos con un tono que se aproxima al de un cuento dulce, cálido, familiar. [más]

            La salida de la luna, también conocida bajo el título de Relatos de Irlanda, es un regalo que, altruistamente -no percibiría sueldo durante el rodaje- John Ford hace a los irlandeses y por tanto, de acuerdo con su lógica, a sí mismo. [más] La salida de la luna, oscurecida por la descomunal sombra de El hombre tranquilo –se estrenaría simbólicamente, quedaría fuera de las salas españolas y apenas recaudaría unos 48.000 dólares en todo el mundo-, surge en la filmografía del director norteamericano de forma mucho más modesta, en blanco y negro, con un presupuesto más escueto y ambiciones artísticas y temáticas más limitadas, aunque con idéntico cariño en su génesis e idéntica exaltación de los valores tradicionales y románticos que configuran este particular locus amoenus fordiano.

Plácida y deliberadamente pequeña, la película recopila con la ayuda de la pluma de Frank S. Nugent, guionista de cámara de Ford, tres historias cortas de literatos irlandeses, [más].

            La introducción del primer relato, The Majesty of the Law, de Frank O’Connor, es explícita en este sentido [más], destapa un universo de melancolía folclórica irlandesa en el que el pasado se rebela testarudo contra la agonía del presente inexorable, en el que se canta por las viejas costumbres irremediablemente perdidas como el secreto para elaborar aguardiente de brezo y se brinda con licor casero (e ilegal) por los rescoldos atávicos que perduran, irreductibles, en el hoy carente de dignidad y romanticismo.

Escenificada bajo las ruinas de una torre nobiliar desgajada por los siglos aunque todavía en pie, hercúlea e imponente, a Ford le seduce la pintoresca anacronía de la situación, análoga a ese sentido del humor sencillo y extemporáneo que chispea en su filmografía y, especialmente, en la defensa irrenunciable de unos códigos y unos valores de vida que, por la simple fuerza de los cambios políticos y sociales, acostumbraban a entrar en conflicto con la realidad circundante. [más]

            Perdura en A Minute’s Wait, compuesta a partir de una comedia de un acto de Martin J. McHugh, este apacible costumbrismo, cuyos últimos resabios permanecen inmunes al ajetreo de la vida moderna y a la invasión de costumbres foráneas [más], es el más bufonesco de la antología, y combina el retrato de estereotipos idiosincráticos, debidamente caricaturizados, con un humor que explota en paralelo el ritmo visual de las escenas, [más].

            A Minute’s Wait es la parada previa a una clausura donde Ford manifiesta de manera más decidida la vocación patriótica de la cinta, puesto que el vértice de este cierre será Sean Curran (el debutante Donal Donnelly), preso político y héroe en la Guerra de la Independencia Irlandesa, en la que el realizador ya había situado su angustiosa El delator. [más] Así las cosas, Ford parece revestir al segmento de un punto más de intensidad y atención, si bien sin perder la desenfadada frugalidad que predomina en la función.

[más] La paz de espíritu en el Edén perdido, solo quebrada por los invasores incapaces de comprender el alma genuina e ingobernable de los irlandeses.

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Nota IMDB: 6,8.

Nota FilmAffinity: 7,2.

Nota del blog: 6,5.

2 respuestas to “La salida de la luna”

  1. Hildy Johnson 5 octubre, 2015 a 10:36 #

    … siempre quedan obras por descubrir, y esta película que reseñas me falta todavía en la filmografía de Ford. Y me interesa. Pues Ford ‘dibuja’ en momentos cruciales de su obra cinematográfica una Irlanda que él mismo construye, Irlanda se convierte en un paraíso idealista, no real. Se puede rastrear esa Irlanda ideal de Ford en su obra, ese paraíso perdido… pero me falta para completarlo esta película. Y tu buen texto me lo ha recordado.

    Besos
    Hildy

    • elcriticoabulico 6 octubre, 2015 a 15:50 #

      Ford es un gran retratista de sus pasiones, las cuales transmite con un entusiasmo fuera de lo común. En ocasiones, ingenuo incluso. Pero siempre es interesante bucear en su particular universo y en estas arcadias perdidas a las que canta con ternura y melancolía.

      Besos.

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