Alemania, año cero

21 Feb

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Año: 1948.

Director: Roberto Rossellini.

Reparto: Edmund Moeschke, Ernst Pittschau, Barbara Hintz, Franz-Otto Krüger, Alexandra Manys, Erich Gühne, Jo Herbst, Christl Merker, Inge Rocklitz, Hans Sangen.

Tráiler

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         La guerra son las ruinas. La cámara de Roberto Rossellini las recorre en Berlín con una objetividad pasmosa, con un simple trávelling al que nada más le hace falta. El cine no puede inventar un decorado más terrible que la cicatriz abierta de una ciudad destruida por la artillería, casa por casa. El escombro, de tan terrible, semeja hoy el escenario de una película distópica -cuando probablemente no debiera, pues es memoria vigente-. El paisaje humano que retrata con idéntica crudeza, también.

         El cineasta italiano, de luto personal por la muerte prematura de su hijo Romano, no cierra su Trilogía de la guerra antifascista con el fin de la guerra. Los cañonazos retumban todavía en las fachadas de las otrora orgullosas sedes del poder nazi. Por las arcadas resuenan los ecos de los discursos del odio, emparejados en siniestra danza con las letales consecuencias que acarreaban. La lucha del hombre contra el hombre se acomete todavía en sus calles, donde la humanidad no ha retornado aún. La herencia de la barbarie sigue viva, envenenando mortalmente el presente.

         En Roma, ciudad abierta, Rossellini ya rastreaba los resquicios de solidaridad, empatía y, por lo tanto, esperanza que restaban a duras penas en un país, el suyo, también arrasado por el fascismo. Esa voluntad de reencuentro, de reconstrucción, afloraba asimismo, vulnerable pero resistente, en Paisà (Camarada). Paradójicamente, Alemania, año cero es la más desesperanzada de las tres. Esta vez, la inocencia quebrada, a la que incluso se prohibe literalmente el juego, es la protagonista absoluta del relato. A través de sus ojos, endurecidos por el sacrificio impuesto en pos de la supervivencia de los seres queridos, Rossellini, igualmente a cargo del libreto, retrata a un colectivo que, en manos de la desesperación, reproduce en lo moral la ruina que le circunda.

         Alemania, año cero despliegua un excepcional dibujo de una sociedad reducida a la depredación, la carroñería y el oportunismo, impelida por un impulso de supervivencia que se sobrepone a cualquier otro valor. La crudeza con la que se manifiesta, desde el primero al último de sus habitantes, es desoladora. En contraste, el melodrama familiar con el que conduce los avatares del pequeño Edmund no está ni mucho menos tan logrado, a pesar de la fuerza con la que expresa la presión de su psicología obligada a cumplir cometidos impropios de su edad, deformada a martillazos por la degeneración de una ideología aberrante. Condenada.

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Nota IMDB: 7,9.

Nota FilmAffinity: 8,1.

Nota del blog: 7,5.

4 respuestas to “Alemania, año cero”

  1. Hildy Johnson 23 febrero, 2020 a 21:30 #

    Recuerdo que me impactó muchísimo cuando la vi hace bastantes años. Me has despertado ganas de verla de nuevo. Pero no olvido la cara del niño protagonista, su final desolador… y las ruinas. Hace tiempo me vi casi toda la filmo de Rossellini, tengo que volver a ella de nuevo.

    Beso
    Hildy

    • elcriticoabulico 24 febrero, 2020 a 14:04 #

      Me llama mucho la atención que, a pesar de que haya terminado la guerra, Rossellini arroje un final tan duro y tan desesperanzado. Es muy significativo.
      ¡Besos!

  2. Deckard 24 febrero, 2020 a 14:44 #

    En la línea del mejor Rossellini. Estas películas del neorrealismo casi han quedado como los mejores testimonios de la pobreza de aquellos años de la postguerra en Alemania y en Italia, dos de los países que al final la sufrieron más sobre el terreno porque habían estado gobernados por dos impresentables que los llevaron a la ruina, y contra los que, lógicamente, los aliados se cebaron mucho (recordar el terrible bombardeo de Dresde).

    Saludos.

    • elcriticoabulico 24 febrero, 2020 a 17:50 #

      La colisión entre miseria económica/material/moral y dignidad humana es absolutamente explosiva en el neorrealismo. Qué buenas películas dejó esta corriente, qué rotundas y poderosas aun hoy en día.
      Saludos, Deckard.

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