Moby Dick

7 Jul

John Huston se sumerge en las lecturas simbólicas y trascendentales de la novela monumental de Herman Melville para reducirla y concentrarla en un atronador largometraje acerca del enfrentamiento entre el individuo y los poderes superiores a él -Dios, la naturaleza, la consciencia de la muerte inexorable-. Acerca de la moral, el pecado, la obsesión, la venganza irracional. Moby Dick resopla en la sección de cine clásico de Bandeja de Plata.

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Año: 1956.

Director: John Huston.

Reparto: Richard Basehart, Gregory Peck, Leo Genn, Harry Andrews, Friedrich von Ledebur, James Robertson Justice, Orson Welles.

Tráiler

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          [más] Resultado de un rodaje tan colosal, desbocado y problemático como el texto adaptado, Huston, cazador, aventurero y contador de historias, se cobraría por fin en 1956 una pieza codiciada durante años: Moby Dick, uno de los más grandiosos relatos de la literatura estadounidense, si no el mayor [más]. Huston se sumerge en las lecturas simbólicas y trascendentales de la novela monumental de Herman Melville para reducirla y concentrarla en un atronador largometraje acerca del enfrentamiento entre el individuo y los poderes superiores a él -Dios, la naturaleza, la consciencia de la muerte inexorable-. Acerca de la moral, el pecado, la obsesión, la venganza irracional. Mitología universal, en conclusión.

          [más] Moby Dick arroja constantes visiones alegóricas que prefiguran el enfrentamiento, el conflicto, que se mantiene latente en sus fotogramas, amenazador y terrible. El capítulo de New Bedford supone una magnífica plasmación del tono del filme. [más] La caza de la ballena es un asunto religioso, donde confluyen y colisionan el puritanismo de las familias cuáqueras que dominan tradicionalmente el negocio contra el influjo pagano y demencial que ofrecerá el capitán Ahab, mutilado, hendido por el rayo, maldito desde su mismo nacimiento por su nombre, heredero de un rey idólatra e inicuo. También en New Bedford cuenta Ahab con su profeta Elías, que vaticina a los marineros enrolados el infortunio de su empresa.

Los ritos continúan, pues, a bordo del Pequod. [más] Es fundamental la labor que Huston realiza con los rostros en los planos de multitudes, como se podía percibir ya en la tétrica cohorte de viudas de facciones cortadas por el viento y curtidas por el dolor que, en sepulcral silencio y luto riguroso, despedía al barco a su partida. Sobre la cubierta del Pequod, este recurso es necesario para convertir al espectador en partícipe de la rabia incontenible de un hombre en rebelión frente a quien considera su opresor, para embarcarlo en esta misión mística y blasfema al corazón de las tinieblas.

          [más] Peck, actor limitado, realiza una interpretación excesiva hasta lo caricaturesco [más]. No obstante, la exageración de Peck no es necesariamente un defecto, sino que marida adecuadamente con la exaltada intensidad del filme, aunque sea de forma involuntaria por su parte. De nuevo, los rostros. Su aparición en escena no se realiza a través de su figura, sino por medio de la expresión de los marineros. De su miedo, de su pleitesía, de su sometimiento. [más] La masa que capitula ante los designios del líder carismático, sea cual sea el cariz moral que tengan estos.

          «Que todos la veamos no la convierte en real». A lo largo de su travesía por los siete mares, Moby Dick abraza el misterio, escrito en fotogramas de colores pastel, semejantes a los de una pintura. Irreales, con la  épica de la historia antigua. El encantamiento que impone Ahab enraíza y se hibrida con las supersticiones marineras, conformando una densa y penetrante atmósfera que impregna los avances de esta enajenación impía, cada vez más abstracta y perturbadora [más]. El realismo todavía subsiste en las secuencias de cacería, rodadas junto a balleneros de Madeira [más]. Pero también estas escenas crudas poseen un aura que va más allá de lo terrenal, puesto que una profunda amargura embarga la masacre, la borrachera de sangre de los cetáceos que, gracias a la iluminada intervención de Ahab, se produce en el último paso antes de dar con la ballena blanca. A partir de ahí, del mar solo provendrá el hedor de la perdición. [más] 

          El duelo paroxístico entre entes sobrenaturales que se resuelve también a través del encuentro directo de sus miradas, enzarzadas en un combate inefable y eterno.«Hacia ti bogo, ballena omnidestructora, pero invencible; al fin lucho contigo; desde el corazón del infierno te hiero; por odio te escupo mi último aliento». La imagen está a la altura de una declaración de odio tan radical y atronadora. La obstinada sublevación contra lo imposible. La locura y la sinrazón. [más] 

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Nota IMDB: 7,4.

Nota FilmAffinity: 7,3. 

Nota del blog: 9,5.

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