Tag Archives: Secuestro

Nuevo orden

26 Feb

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Año: 2020.

Director: Michel Franco.

Reparto: Naian González Norvind, Diego Boneta, Roberto Medina, Lisa Owen, Darío Yazbek Bernal, Fernando Cuautle, Mónica del Carmen, Eligio Meléndez, Claudia Lobo, Enrique Singer, Gustavo Sánchez Parra.

Tráiler

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          Parece una época propicia para vislumbrar distopías que transcurran prácticamente a tiempo real. A la espera de la ficción de alumbre la pandemia -una distopía casi inimaginable en sí misma hace apenas un par de años-, se cuenta ya con obras que exploran los rincones oscuros del homo tecnologicusBlack Mirror-, la fragilidad del mundo contemporáneo ante una catástrofe potencial –El colapso– o la volatilidad de una sociedad prograsivamente polarizada –El cuento de la criada, La caza, el reimpulso de la saga de La purga, Hijos de la ultraderecha-. En este último territorio se encuadra Nuevo orden, donde Michel Franco se imagina una nueva revolución en un país, México, históricamente renombrado por ellas.

          Al igual que El colapso, Nuevo orden extrae su fuerza de una poderosa e impactante verosimilitud. La serie francesa la obtenía apostando por crear una experiencia inmersiva mediante el empleo del plano secuencia, destinado a convertir al espectador en un personaje más atrapado en el progresivo hundimiento de la civilización -aunque, paradójicamente, el único capítulo en el que se detenía a plantear dilemas morales y emocionales era el que destacaba sobremanera frente al resto-. En esta, procederá de su recorrido por los diferentes estamentos de la sociedad mexicana –extrapolables no obstante al tratarse de la eterna contraposición entre una clase privilegiada y otra depauperada-, representada por una multiplicidad coral de personajes y escenarios, así como de la credibilidad con la que traza la crónica del proceso -la represión, el estallido, el caos, la perpetuación-.

La película se presenta con fragmentos surrealistas y agresivos, trazos de una tensión nuclear que quedarán subterráneamente enquistados en el ambiente que se respira en la lujosa casa donde, en la introducción del relato, se celebra la boda de dos jóvenes de familias de postín. Como la madre que corretea desasosegada por los pasillos, tratando de averiguar dónde se esconde una amenaza que el público barrunta de forma tácita, entrevista a través de pistas y gestos en mitad de una multitud agobiante, a la expectativa, tensa. Un palacio en los cielos manchado, salpicado, por la agitación que se agita tras sus altos muros. La detonación definitiva de la violencia, salvaje, cruda y despiadada, es lo que abre el angular para tratar de mostrar las facetas -la desigualdad congénita, la corrupción rampante, el racismo, el clasismo, la ineficacia de un Estado fallido para hacer valer garantías y derechos, el machismo recalcitrante, el ínfimo valor de la vida del otro…- de esta realidad que Franco aspira a retratar alegóricamente.

          Con gran dominio de la atmósfera y el nervio del relato -es inusual y narrativamente encomiable que un filme con esta complejidad de puntos de vista se concentre en menos de hora y media-, el cineasta descerraja un reflejo profundamente pesimista de la naturaleza humana, desesperadamente trágico, en el que los personajes se ven arrastrados por la deshumanización, bien como víctimas -atropelladas por muerte de la conciencia en el sálvese quien pueda y por una injusticia que por su parte es sistémica-, bien como entusiastas victimarios.

Pero lo cierto es que, dentro de este lacerado y lacerante desencanto moral, Franco carga contra todo y contra todos. Reserva un puñado de caracteres para dotarlos de personalidad propia -la muchacha acaudalada, la madre e hijo sirvientes…- con el objetivo de, a partir de su individualidad, aportar matices ante unas partes enfrentadas que, por lo demás, se componen por medio de arquetipos -e incluso estereotipos- que tienden a representar esta dualidad y este conflicto de manera abstracta, limando casi cualquier detalle particular o reconocible, desideologizando en buena medida el planteamiento. Semeja preferir la perturbación, el zarandeo. Una decisión que a la postre, y probablemente de manera involuntaria aunque en cualquier caso cuestionable, termina por hacer prácticamente tábula rasa desde la barbarie e igualar las reivindicaciones de una masa que se rebela por los 60 millones de pobres del país con la situación que se vuelve en contra de una cleptocracia endémica. Con todo, es este devenir un tanto ambiguo podría admitir también cierto espacio para la reflexión y el debate.

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Nota IMDB: 6,3.

Nota FilmAffinity: 6,3.

Nota del blog: 7.

Renacimiento (Renaissance)

28 Dic

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Año: 2006.

Director: Christian Volckman.

Reparto (V.O.): Patrick Floersheim, Laura Blanc, Virginie Mery, Gabriel Le Doze, Marc Cassot, Marc Alfos, Bruno Choel, Jerome Causse.

Tráiler

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            El noir es un mundo de sombras cuya ambigüedad se manifiesta en la lucha entre la luz y las tinieblas que concita su fotografía. De ahí el poder que tiene el blanco y negro para invocar este universo que parece tan característico de las décadas de los cuarenta y cincuenta, turbulentos y dudosos. La animación de Renacimiento (Renaissance) bebe de estas fuentes al transformar una estética propia del cómic, con un entintado que en efecto es todo contraste entre el blanco y el negro, en imágenes en movimiento bajo las que se concita un París futurístico, fechado en el año 2054, donde un detective desengañado y solitario, que se mueve al margen de la sociedad, se convierte en la salvaguarda de los últimos resquicios de la humanidad durante la investigación del secuestro de la joven y eminente científica de una todopoderosa y omnipresente compañía.

            Una megalópolis claustrofóbica, tortuosa y desigual en la que yacen atrapados unos habitantes que viven en dos niveles de realidad -la prosperidad y la miseria absoluta, la superficie y lo subterráneo-; un protagonista de dualidad atormentada -nacido en la casbah de los malhechores, reconvertido en bastión de la justicia-; una trama criminal que recorre la retorcida estructura de una sociedad en la que nada es lo que parece, donde lo que está arriba es en verdad lo más bajo; una dama rubia y otra morena. Es decir, la forma expresa un fondo donde comparecen todos los ingredientes -y todos los clichés- tradicionales del género.

Al mismo tiempo, la convergencia de Renacimiento con la ciencia ficción permite deslizar determinadas reflexiones críticas -la gran corporación como poder sustitutivo del Estado, la decantación de una sociedad a dos velocidades- y existenciales -la pérdida de valor de la vida frente a una inmortalidad que pasaría a ser otra potestad de los privilegiados-, las cuales sin embargo, sobre todo en el caso de esta última, quedan en simple excusas sin especial desarrollo.

            Porque, a fin de cuentas, recargada hasta alcanzar un punto de exceso, la estética termina devorándolo prácticamente todo, en buena medida porque ese cimiento argumental sobre el que se alzan las imágenes es más bien esquemático dentro de su también tradicional enrevesamiento noir. Y es además una estética que entrega alguna composición visualmente poderosa pero cuya ascendencia de papel queda finalmente deslucida por la fealdad de los trazos y la pedestre cinética de la animación digital, pobre en comparación con la de Sin City, estrenada un año antes, o la de otras traslaciones de novela gráfica posteriores como Alois Nebel.

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Nota IMDB: 6,7.

Nota FilmAffinity: 6,6.

Nota del blog: 4,5.

Humanidad y globos de papel

11 Dic

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Año: 1937.

Director: Sadao Yamanaka.

Reparto: Chôjûrô Kawarasaki, Kan’emon Nakamura, Shizue Yamagishi, Kosaburô Tachibana, Takako Misaki, Kikunojo Segawa, Sukezô Sukedakaya, Emitaro Ichikawa, Daisuke Katô, Tsuruzô Nakamura.

Tráiler

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          El pesimismo mató a Sadao Yamanaka a los 28 años. En apenas un lustro de carrera, había firmado una veintena de filmes, convirtiéndose en uno de los grandes representantes del género histórico del país, el jidaigeki, y haciendo gala de un humanismo que permitía ponerlo a la altura de otros compañeros de generación como su amigo Yasujiro Ozu, Kenji Mizoguchi o Mikio Naruse. Humanidad y globos de papel es la última pieza de su obra, de la que tan solo se conservan tres largometrajes. Y su derrotada sentencia acerca de la imposibilidad de revertir el injusto orden de las cosas trasladaría la tragedia también al otro lado de los fotogramas. Los censores, ofendidos en su vanidad nacionalista, le retiraron la exención del permiso militar y Yamanaka fue reclutado prácticamente a la par del estreno de la película, en 1937. Un año después, fallecería de disentería en Manchuria, donde estaba destinado para combatir en la Segunda Guerra Sinojaponesa, una de esas antesalas donde comenzaba a librarse la Segunda Guerra Mundial.

          Ambientada en el Japón feudal, Humanidad y globos de papel parece emparentarse con Los bajos fondos, de Maksim Gorki -que, precisamente, sería trasladada a ese periodo Edo por Akira Kurosawa en la cinta homónima, dos décadas posterior-. Abre sus fotogramas en el arroyo, a los pies de un vecindario miserable donde se junta todo tipo de gente, desde obreros manuales hasta samuráis sin amo. Todos ellos pugnan por sobrevivir en su día a día y, si pueden, correrse una juerga con sake y apuestas. Desde ese punto de partida, Yamanaka utiliza cierto aire y estética costumbrista con unas afiladas intenciones que se manifiestan en la indiferencia, e incluso en el humor negro, con el que los habitantes de este rincón depauperado abordan el suicidio de uno de los inquilinos del lugar, un viejo espadachín que ni espada tenía para cometer el seppuku como manda la tradición.

Pero la crueldad en la que el cineasta enmarca a los personajes encuentra su sentido dentro de una sociedad inmoral gobernada por unos poderosos que no reconocen ni la dignidad ni los méritos de los ciudadanos por debajo de ellos. Es un entorno opresivo e insalubre. El viejo samurái, se informará, es el tercer arrendatario que opta por quitarse la vida. La fatalidad que se barrunta en el relato apunta a tener que presenciar un cuarto suicidio.

En este contexto, Yamanaka se decanta por los puntos de vista de dos personajes que, a pesar de vivir puerta con puerta, muestran un origen y una personalidad antitética -o viceversa-. Son un pícaro peluquero aficionado al juego que, en un golpe de orgullo, lanza su último y arriesgado envite; y un decoroso ronin que persigue quedamente desesperado al antiguo amo de su padre para que le dé empleo. En torno a ellos, Yamanaka también dibuja las circunstancias de otros personajes secundarios, como la esposa del guerrero, que sabe y calla, o la hija del acaudalado propietario de la casa de empeños, a quien se trata de enlazar en un matrimonio concertado y a quien, en una imagen simbólica, se compara con una muñeca.

          De este conjunto de dramas parte la mirada entristecida de Yamakana, quien, con todo, expresa con delicado lirismo su dolor ante estas escenas de persecución, humillación, resignación e imposible rebeldía. Un fresco desesperanzado que, a la postre, le llevaría a compartir un destino funesto que, irónicamente, es análogo al de los personajes, cuya muerte es, en cierta manera, un amargo y postrero grito de reivindicación.

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Nota IMDB: 7,8.

Nota FilmAffinity: 7,3.

Nota del blog: 7,5.

Collateral

13 May

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Año: 2004.

Director: Michael Mann.

Reparto: Michael Foxx, Tom Cruise, Jada Pinkett Smith, Mark Ruffalo, Javier Bardem, Barry Shabaka Henley, Bruce McGill, Peter Berg, Jason Statham.

Tráiler

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         Por momentos, Collateral es un viaje casi fantasmagórico y abstracto. El diablo, la muerte, en el asiento de atrás. Hay una seducción esencial en el sicario que interpreta Tom Cruise, enzarzado en un duelo dialéctico con el taxista al que ha obligado a conducirlo en su sangriento recorrido. Las conversaciones, más extensas y violentas que las ejecuciones -resueltas con una extraordinaria precisión expositiva cuando aparecen en pantalla-, dan vueltas en torno a la naturaleza de una ciudad, una sociedad y un mundo indiferentes, deshumanizados, que corren hacia el precipicio enloquecidos por una prisa y una ambición sin cuento. Desde un argumentado nihilismo, el diablo trata de someter al hombre justo.

         El taxi era hasta entonces prácticamente un santuario. Un santuario, no obstante, mancillado por el hecho de ser compartido con otros trabajadores con menos respeto con esa burbuja de aislamiento que, contradictoriamente, sirve para transportar, prácticamente hombro con hombro, a otras personas. El asunto es que, cuando aparece la chica, la atmósfera cambia. La música, la iluminación y el color se tornan cálidas, la noche da amparo y la intimidad se extiende suavemente por el interior del vehículo. El contraste con la entrada de Cruise es evidente. A él se le refleja con una luz dura, fría, con colores verdosos, incluso con la fealdad de la fotografía digital acentuada. Su posición en el plano puede situarse incluso detrás del conductor, fuera del alcance de su vista y de su retrovisor. Al fondo, la ciudad parece incluso difuminarse, concentrándolo todo, la vida y la muerte, la esperanza y el fatalismo, en la cabina del taxi.

         Como elemento de suspense, incluso mediante amenazas veladas -la mención a los sucesos de Oakland-, Collateral también explora esa vertiente del thriller de supervivencia que consiste en arrojar al ciudadano corriente contra una trama de película que, a priori, supera en buena medida sus capacidades. Ahí se incluye la cuestión de la suerte, de lo incontrolable, como factor determinante en la vida. Y también se aborda -de forma no demasiado convincente- la mímesis o la contaminación entre el tipo común y el asesino despiadado -el convencional careo con el mafioso, la apropiación de sus sentencias-. Por su parte, aunque concentrado, Cruise no termina de dar el pego en un rol tan contundente, por más que se le tiñan el pelo y las cejas para darle cierta rotundidad. El enfrentamiento directo entre el taxista y el sicario se antoja igualmente algo más trillado, si bien Michael Mann, especialista en duelos, lo resuelve con una tensión y firmeza marca de la casa.

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Nota IMDB: 7,5.

Nota FilmAffinity: 6,8.

Nota del blog: 7,5.

Calles de fuego

20 Abr

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Año: 1984.

Director: Walter Hill.

Reparto: Michael Paré, Diane Lane, Amy Madigan, Rick Moranis, Willem Dafoe, Deborah van Valkenburgh, Richard Lawson, Rick Rossovich, Bill Paxton, Stoney Jackson, Elizabeth Daily, Lee Ving.

Tráiler

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            Calles de fuego es un cuento de caballeros andantes, princesas en peligro y malvados monstruos que quieren poseerlas. Calles de fuego es también un western donde el pistolero errante se enfrenta al cacique de la ciudad para salvar a la chica en apuros. Calles de fuego es una película ambientada en los años cincuenta, pero también en los ochenta y, de paso, en un futuro inconcreto. Calles de fuego es una fábula del rock and roll.

            Entre el pulp, el cómic y el fantástico, Walter Hill recoge arquetipos tradicionales para arrojarlos a un universo donde la noche se enfrenta a la luz de neón, cuya tonalidad y cromatismo procede de la frontera con lo onírico, con lo irreal. Dentro de esta estética y esta atmósfera, orgullosamente artificial, coquetamente atractiva, tiene cabida el romanticismo arrebatado que demanda la historia. Épica urbana que, dentro de la filmografía del cineasta, entronca en espíritu con la de Los amos de la noche (The Warriors) en su ejemplo más evidente. Son ingredientes que se encuentran pues al filo de lo imposible, en el límite de lo directamente kitsch, pero que entregan una obra que seduce y deja recuerdo de su carisma.

Las tribus de este mundo salvaje, lideradas por Willem Dafoe y su rostro vampiresco, atentan contra la estrella que lo ilumina, una rock star de regreso a casa que luce la dulce belleza de Diane Lane. Como de regreso a casa, retornado de un limbo de dolor y endurecimiento, está también el héroe, impasible ante cualquier adversidad y con el que Michael Paré reparte tiros sin mudar el gesto, todo autoconfianza, arrastrando palabras con melancólica desgana, como si fuera John Wayne -quien también había retornado misterioso de la nada para completar una misión de rescate en Centauros del desierto-.

            Acorde al palpitar del relato, Calles de fuego exhibe una potente banda sonora, capaz de contagiar su energía juvenil incluso a un tipo relativamente alérgico a la música ochentera como servidor. Por supuesto, su ritmo electriza el montaje del filme -más allá de escenas que son auténticos videoclips-, impregnado este también de sabores urbanos como esas cortinillas que imitan el paso de un vagón de tren o de metro.

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Nota IMDB: 6,7.

Nota FilmAffinity: 6,3.

Nota del blog: 7,5.

Brawl in Cell Block 99

3 Ene

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Año: 2017.

Director: S. Craig Zahler.

Reparto: Vince Vaughn, Jennifer Carpenter, Don Johnson, Marc Blucas, Udo Kier, Geno Segers, Victor Almanzar, Tom Guiry, Mustafa Shakir, Willie C. Carter, Fred Melamed, Clark Johnson.

Tráiler

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          La sorpresa que supuso su debut, Bone Tomahawk, a pesar de haberse estrenado en contadas salas, no le valió sin embargo a S. Craig Zahler para conseguir la distribución en España de su segundo largometraje, Brawl in Cell Block 99, que prosigue su camino por un cine de género donde la sanguinolenta crudeza de su argumento y sus imágenes convive con un tratamiento de fondo condicionado por un irreverente humor negro.

Es decir, un producto orgullosamente pulp que, al igual que la anterior, narra un descenso a unos infiernos que parecen literales, allí escenificados en las cavernas de unos trogloditas caníbales en plena conquista del Oeste, aquí en una sucesión de prisiones donde el protagonista ha de purgar los pecados que le impone el fatalismo que carga a las espaldas -común al del pequeño currito en tiempos de crisis económica- y, a golpe y porrazo, liberar a su esposa e hija nonata del castigo que les ha contagiado, en una clásica paradoja, por atenerse a su código ético incluso en el delito criminal.

          El viaje por los círculos del averno se tornará, por supuesto, más salvaje a cada paso, de igual manera que Zahler oscurece la fotografía, la iluminación y el vestuario de los enemigos. La de Brawl in Cell Block 99 es una narración rotunda, que trata de hacer del esquematismo abstracción y, de la tosquedad de recursos lingüísticos, brutalidad. En parte se logra de la mano de ese espíritu de serie B correosa que se divierte retomando y remodelando los clichés de este universo particular -si bien, como ocurre en sus hasta el momento tres películas, sin importarle nada la concisión narrativa de la que disfrutaban este tipo de producciones pírricas, lo que en este caso deja un relato de estructura algo irregular-.

Así, la penitenciaría de máxima seguridad a donde va a dar con sus huesos el infortunado reo es prácticamente una fortaleza distópica comandada por el villano totalitario de turno, para el que el cineasta recupera a Don Johnson -¿hay algo más serie B que recuperar a viejas glorias para dar lustre a personajes delirantes?-. Hasta los efectos especiales, basados en los trucajes físicos y desacomplejados, remiten a la exploitation de los años setenta -al igual que hace, de forma todavía más evidente, la música escogida para la banda sonora diegética-. Es otro elemento visual, de grafismo impúdico y próximo al gore, que acrecienta el impacto de la rebeldía del protagonista, un imponente Vince Vaughn que se levanta a puñetazos, pisotones y fracturas de huesos contra un porvenir que conspira contra él y se ríe en su cara.

          Zahler, en definitiva, confirma una personalidad intransferible -pese a los ecos que pueda contener el filme no estamos ante un imitador nostálgico ni ante un sampleador que fabrica juguetes únicos, como Quentin Tarantino-. La corroborará, más pulida, en su tercera entrega, Dragged Across Concrete.

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Nota IMDB: 7,1.

Nota FilmAffinity: 6,6.

Nota del blog: 6,5.

Bone Tomahawk

30 Dic

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Año: 2015.

Director: S. Craig Zahler.

Reparto: Kurt Russell, Patrick Wilson, Matthew Fox, Richard Jenkins, Lili Simmons, David Arquette, Evan Jonigkeit, Kathryn Morris, Fred Melamed, Sean Young, Sid Haig, Geno Segers.

Tráiler

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         Hasta entonces músico de heavy metal y escritor, S. Craig Zahler arrancaba su filmografía a machete. Literalmente. Tras el zumbido sucio de una mosca que se agita en el negro primigenio, surge una ejecución criminal que se recrea en la agresividad visual y sonora, en la sordidez escatológica y en el sacrilegio barbárico para aglutinar un conjunto en el que la crueldad deshumanizada y el absurdo humano se tocan a través de una masa de humor negro, violencia desaforada y trivialidad cotidiana.

         El prólogo de Bone Tomahawk, con David Arquette y Sid Haig, advierte también de que este cineasta debutante es un adicto al cine de género que, sobre un decorado de western, va a componer una obra de terror con incisiones gore que puede verse perfectamente como una reinterpretación tan bruta como en el fondo gamberra del Devoradores de cadáveres de Michael Chrichton, llevada al cine -con remate final a la desesperada del propio literato- en El guerrero nº 13.

Quizás no esté de más comparar con el estilo de Quentin Tarantino esas largas escenas de conversaciones aparentemente azarosas que, en realidad, van componiendo con cuidado, paciencia y mala baba la naturaleza de los personajes y del escenario donde se sumergen en una aventura suicida y delirante, cuya cadencia calmosa se rompe en estallidos de atroz ferocidad. Es verdad también que, con ellas, Zahler parece caer en cierto ensimismamiento, sin perjuicio de que la obra se alargue ampliamente por encima de las dos horas.

         Las raíces cinéfilas de Bone Tomahawk -con premisas argumentales que podrían llevar el rastro hasta un Centauros del desierto o un Río Bravo pasados por el tamiz de la serie B, con sus tipos, arquetipos y espíritu- no son precisamente reverentes ni tratan con melancolía los territorios por los que transita, a juego con la esencia de la función. ¿Hay mayor sátira que, en pleno Oeste, los intrépidos buscadores tengan que desplazarse a pie?

De ahí la fuerte personalidad y la sabrosa autenticidad que destila Zahler ya en su ópera prima.

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Nota IMDB: 7,1.

Nota FilmAffinity: 6,6.

Nota del blog: 7.

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