Año: 1984.
Director: Walter Hill.
Reparto: Michael Paré, Diane Lane, Amy Madigan, Rick Moranis, Willem Dafoe, Deborah van Valkenburgh, Richard Lawson, Rick Rossovich, Bill Paxton, Stoney Jackson, Elizabeth Daily, Lee Ving.
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Calles de fuego es un cuento de caballeros andantes, princesas en peligro y malvados monstruos que quieren poseerlas. Calles de fuego es también un western donde el pistolero errante se enfrenta al cacique de la ciudad para salvar a la chica en apuros. Calles de fuego es una película ambientada en los años cincuenta, pero también en los ochenta y, de paso, en un futuro inconcreto. Calles de fuego es una fábula del rock and roll.
Entre el pulp, el cómic y el fantástico, Walter Hill recoge arquetipos tradicionales para arrojarlos a un universo donde la noche se enfrenta a la luz de neón, cuya tonalidad y cromatismo procede de la frontera con lo onírico, con lo irreal. Dentro de esta estética y esta atmósfera, orgullosamente artificial, coquetamente atractiva, tiene cabida el romanticismo arrebatado que demanda la historia. Épica urbana que, dentro de la filmografía del cineasta, entronca en espíritu con la de Los amos de la noche (The Warriors) en su ejemplo más evidente. Son ingredientes que se encuentran pues al filo de lo imposible, en el límite de lo directamente kitsch, pero que entregan una obra que seduce y deja recuerdo de su carisma.
Las tribus de este mundo salvaje, lideradas por Willem Dafoe y su rostro vampiresco, atentan contra la estrella que lo ilumina, una rock star de regreso a casa que luce la dulce belleza de Diane Lane. Como de regreso a casa, retornado de un limbo de dolor y endurecimiento, está también el héroe, impasible ante cualquier adversidad y con el que Michael Paré reparte tiros sin mudar el gesto, todo autoconfianza, arrastrando palabras con melancólica desgana, como si fuera John Wayne -quien también había retornado misterioso de la nada para completar una misión de rescate en Centauros del desierto-.
Acorde al palpitar del relato, Calles de fuego exhibe una potente banda sonora, capaz de contagiar su energía juvenil incluso a un tipo relativamente alérgico a la música ochentera como servidor. Por supuesto, su ritmo electriza el montaje del filme -más allá de escenas que son auténticos videoclips-, impregnado este también de sabores urbanos como esas cortinillas que imitan el paso de un vagón de tren o de metro.
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Nota IMDB: 6,7.
Nota FilmAffinity: 6,3.
Nota del blog: 7,5.
Contracrítica