Año: 1963.
Director: John Sturges.
Reparto: Steve McQueen, James Garner, Charles Bronson, Richard Attenborough, James Coburn, James Donald, Donald Pleasence, Gordon Jackson, David McCallum, John Leyton, Angus Lennie, Lawrence Montaigne, Tom Adams, Nigel Stock, Jud Taylor, Hannes Messemer, Robert Graf, Ulrich Beiger, Hans Reiser.
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No soy un cinéfilo nostálgico. No opino que cualquier tiempo pasado fuera mejor, ni creo especialmente en ninguna edad de oro. Pero sí es posible que haya algunas virtudes que, o sea han perdido, o ya no son admisibles debido a la evolución de las formas de hacer y entender las películas, tanto por parte de los realizadores como del público, cuyo nivel de credulidad varía con el paso del tiempo, se encallece dando pie a cierto cinismo escéptico. Quién sabe. El caso es que tengo la impresión de que el factor diferencial de las grandes producciones destinadas a un público masivo como La gran evasión reside en su capacidad y su cuidado para conseguir modelar a los personajes destinados a vivir, en representación del espectador, una aventura extraordinaria. Insuflarles vida, conferirles personalidad y carisma. Lograr que te importe mucho lo que les ocurre, en definitiva.
La gran evasión es un espectáculo formidable que está perfectamente concebido como tal. Su ambientación, un campo de prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial, no apunta a provocar una conmoción, a ensayar una denuncia del horror -es decir, a algo así como que James Donald terminase de nuevo como en El puente sobre el Río Kwai, espantado y clamando por la locura del hombre… aunque aquí la siga viendo-. Su trama está formulada, en cambio, como un juego; como una competición en la que los carceleros, en primera instancia, presentan un reto a sus rivales, los presos, que se muestran desafiantes ante su autoridad y ante los obstáculos que les han planteado. Hay unas reglas, unas penalizaciones –¡neverra!– y unos enfrentamientos basados en la habilidad, bien mediante el trabajo coordinado de una gran selección de talentos -los británicos-, bien mediante la testaruda iniciativa individual -el estadounidense, haciendo gala de su respectivo espíritu nacional y del que también representaba el propio Steve McQueen dentro del rodaje-. O, si se prefiere ver de otra manera, La gran evasión funciona como una película de golpes perfectos, en la que cada personaje, cada especialista, debe cumplir con un cometido preciso para, al final, cosechar un preciado botín -en este caso, nada menos que la libertad y, de paso, distraer a las fuerzas del Reich sembrando el caos tras sus líneas defensivas-. Desde este punto de vista, no estaría muy lejos, pues, de esas cintas pocos años posteriores como Doce del patíbulo, Mercenarios sin gloria o Los violentos de Kelly, que se apropiaban de este conflicto, el mayor que ha padecido la especie humana, desde una perspectiva bañada de picaresca y juego sucio.
Sea como fuere, Donald Pleasance, que había estado encerrado en el Stalag Luft I, opinaba que la recreación del escenario se aproximaba bastante a la realidad. Además, la producción contaba con la asesoría de auténticos expertos en fugas de campos de prisioneros nazis, a lo que se añaden los consejos de Charles Bronson como antiguo minero. No llega, no obstante, al punto de ser la rigurosa crónica que José Giovanni escribía para La evasión, en la que constituía un insólito placer el hecho de, simplemente, detenerse a observar con exhaustiva veracidad la destreza de Jean Keraudy para construir una vía de escape desde la nada.
La gran evasión es una estelarización de esta premisa carcelaria. La marcha que compone la pieza principal de la banda sonora es alegre; la moral de los participantes, alta. Sus actores, ídolos como Steve McQueen, James Garner, Charles Bronson o James Coburn, están conjuntados con un competente grupo de secundarios. John Sturges ya había dirigido a la mayor parte de los americanos en Los siete magníficos, otra obra en la que cobra gran importancia la camaradería de un grupo de hombres enfrentados a un portentoso y mortal desafío, a la postre una de las claves de su filmografía. De ahí nace la intriga y la emoción de la aventura, hilvanada además con impecable ritmo narrativo a través del desarrollo del ingenioso plan de escape y coronada por épicas escenas que han terminado por convertirla en la obra quintaesencial de este subgénero de campos de prisioneros.
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Nota IMDB: 8,2.
Nota FilmAffinity: 8,2.
Nota del blog: 8.
Contracrítica