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Nunca, casi nunca, a veces, siempre

23 Oct

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Año: 2020.

Directora: Eliza Hittman.

Reparto: Sidney Flanigan, Talia Ryder, Théodore Pellerin, Ryan Eggold, Sharon Van Etten, Kelly Chapman, Mia Dillon, Brian Altemus, Drew Seltzer.

Tráiler

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          No es casual que en cierto plano de Nunca, casi nunca, a veces, siempre, mientras un joven hace avances amorosos hacia la prima de la protagonista, en el encuadre se infiltre, como disimulado, un muñeco caricaturesco de Donald Trump. A través del tour de force de una joven de Pensilvania que acude a Nueva York para que le practiquen un aborto, Eliza Hittman conecta con el turbulento sustrato social de los Estados Unidos contemporáneos, presididos por un hombre orgullosamente maleducado y envuelto en polémicos antecedentes y declaraciones sexuales que parecen revelar una visión cosificadora y denigrante de la mujer.

En este contexto, Nunca, casi nunca, a veces, siempre rodea a la adolescente Autumn -quizás un poco a lo bruto- de una recopilación de personajes masculinos invasivos o, directamente, agresivos hasta lo delictuoso. Es un retrato desolador de la masculinidad; un elemento tóxico que agrava la sensación de claustrofobia de esta chica encerrada en un pueblo que podría considerarse representativo de esa Norteamérica rural en la que, precisamente, Trump cuenta con un importante granero de apoyos.

          Hittman expone este viaje a lo largo del tunel desde un estilo naturalista, con una fotografía de textura basta, una cámara que se sitúa a la altura de los personajes para seguir sus movimientos y un objetivo propenso a detenerse en los rostros, a observar los pequeños cambios que se filtran de entre unas interpretaciones austeras, ajustadas a esa verosimilitud cruda que caracteriza el relato. En esta línea, la narración posee un tono sobrio, alejada de efectismos y de la exaltación de unas emociones que, no obstante, vibran con virulencia bajo la superficie -y que, de hecho, se desbordan en una escena ubicada en un entorno paradójicamente protegido: esa consulta con la trabajadora social en la que, con la toma fija en ella, Autumn lidia y se desmorona bajo una batería de preguntas tan punzantes como imprecisas y desasosegantes, formuladas con actitud dolorosamente compasiva-.

Así pues, ante un argumento tan conflictivo, esta apuesta por la contención resulta en la potenciación de la capacidad perturbadora de la sugerencia de los abusos y, también, de lo conmovedora que es la complicidad de Autumn y su prima, parca en palabras y efusividad pero incondicional y gloriosamente libre de juicios.

          Pero, por entrar en comparativas entre historias relativamente relacionadas, Nunca, casi nunca, a veces, siempre no es tan lacerantemente gélida como 4 meses, 3 semanas, 2 días. Esa proximidad demuestra una delicada atención por lo que viven y lo que sienten estas dos mujeres desamparadas. Y, además, permite transmitir una sensación muy física del drama. Los detalles de dolor corporal, contundente o incisivo, como manifestaciones de ese dolor psicológico. La incomodidad constante pareja a esa pesada maleta que se arrastra a todas partes. El hambre y el vacío existencial. El frío de deambular por la calle sin cobijo y las carencias afectivas. El contacto invasivo y la inquietud ante la omnipresente amenaza sexual. El proceso del aborto como sanación de una herida infligida en lo más profundo.

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Nota IMDB: 7,3.

Nota FilmAffinity: 6,9.

Nota del blog: 7,5.

The Banishment

26 May

“Fascina y aterra: todo lo que decimos deviene en verdad.”

Thomas Vinterberg

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The Banishment

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The Banishment

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Año: 2007.

Director: Andréi Zvyagintsev.

Reparto: Konstantin Lavronenko, Maria Bonnevie, Aleksandr Baluev, Dmitriy Ulyanov, Vitaliy Kishchenko, Maksim Shibayev, Yekaterina Kulkina, Aleksey Vertkov, Igor Sergeev, Elizabet Dantsinger.

Tráiler

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           Después de sorprender y levantar comparaciones con el gigante Andréi Tarkovsky gracias a El regreso, además de coronarse con el León de oro de la Mostra de Venecia, el joven director ruso Andréi Zvyagintsev prolongaba con The Banishment –“el destierro”- su indagación grave y tortuosa en la psicología de la familia y de la paternidad, núcleos humanos que como en la citada opera prima, estallan por los aires a causa de una perturbación determinante –la reaparición del padre ausente en aquella, la confesión de un embarazo fruto de una supuesta infidelidad en la presente-.

           Con una trama ascética en su concepción, su expresión y su resolución, suspendida en el tiempo y el espacio –las localizaciones del escenario y la ambientación material no se corresponden con un lugar o un periodo concreto-, The Banishment habla del peso de la herencia en la sangre, el perdón, la culpa y la relación de divergencia y sometimiento entre sexos. Un conflicto introspectivo que deriva en una sublimación los desequilibrios de la pareja que, por una parte, se manifiesta a través de las sombras que envuelven al padre y sus negocios y, por la otra, por medio de la soledad extrema de la madre y las motivaciones e implicaciones morales de sus actos –planteados de forma un tanto más tosca en comparación con la delicadeza con la que el guion entreteje sus hilos temáticos y distribuye la información y el suspense a lo largo del argumento-.

           La realización impone desde la introducción un tono solemne y trágico, delimitado por una banda sonora tenebrosa que, junto con la irrupción puntual del trueno y, en general,  de una serie de detalles dramáticos –el ejemplo del hermano como posible anticipo de un destino escrito de antemano-, reafirman esa sensación de trascendencia o de proyección religiosa que parece albergar el discurso moral del filme.

Aunque sólida y menos fría que El regreso, la narración de The Banishment adolece de un exceso de metraje y de cierta reconcentración que se compensa por el refinamiento estético de las composiciones de Zvyagintsev.

 

Nota IMDB: 7,7.

Nota FilmAffinity: 7,4.

Nota del blog: 7,5.

Edicto Siglo XXI: Prohibido tener hijos

28 Sep

“No vivo en un mundo de sobriedad.”

Oliver Reed

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Edicto Siglo XXI:

Prohibido tener hijos

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Edicto Siglo XXI. Prohibido tener hijos.

Año: 1972.

Director: Michael Campus.

Reparto: Geraldine Chaplin, Oliver Reed, Diane Cilento, Don Gordon.

Tráiler

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            En el cine no basta con tener ideas ingeniosas y sugerentes: hay que saber expresarlas convenientemente en fotogramas.

Edicto siglo XXI: Prohibido tener hijos, producción británica acerca de una distopía malthusiana similar a la un año posterior pero más conocida Cuando el destino nos alcance, ofrece una tremebunda visión del futuro de una humanidad envuelta en nubes de polución, carente de recursos y aséptica emocionalmente, ya sea como producto de una sociedad gris y egoísta, sea impuesta por un gobierno que, en aras de controlar el excedente de población de la forma más humana posible –es decir, descartando la eutanasia y la esterilización-, acude a la responsabilidad civil del individuo para que renuncie voluntariamente a su esencia biológica: la maternidad (con el incentivo de la pena de muerte en caso de trasgresión, eso sí).

           El guion de Frank de Felitta y Max Ehrlich -quien, avispado, publicaría un año antes del estreno del filme una novela basada en la misma historia que por entonces se encontraba desarrollando en el libreto-, mezcla notorias influencias de la literatura de ciencia ficción, caso del Estado niñera y policial de 1984 o la infancia robotizada de Los superjuguetes duran todo el verano.

A ese cúmulo de préstamos, referencias y saqueos se añade alguna idea interesante acerca del inmediato descalabro del mundo: su acusación directa hacia los poderes económicos y sus deudores poderes políticos y religiosos, la panacea convertida en otro síntoma de una muerte que siempre busca nuevos caminos para imponerse, los rugidos de estómago como contestación inconsciente a un video que reprueba el placer de la gastronomía, la competición familiar por el último bebé del ser humano o, en definitiva, esa pareja protagonista de actores de museo que se niegan a fingir la última broma macabra del destino, la maternidad reducida a juego de muñecas.

           Sin embargo, Edicto siglo XXI: Prohibido tener hijos es una película sin pulso, lastrada por una excesiva descripción de ese entorno deformado, muy descompensada en comparación con la trama dramática. La sensación opresiva y claustrofóbica, introducida por una niebla de contaminación impenetrable -que a su vez sirve para ahorrar en decorados imaginativos-, está bastante conseguida por momentos. En cambio, el desarrollo del relato se presenta deslavazado y, en ocasiones, falto de la suficiente verosimilitud, cerrado además por un desenlace poco inspirado.

 

Nota IMDB: 6,3.

Nota FilmAffinity: 5,9.

Nota del blog: 4,5.

La habitación en forma de L (El cuarto indiscreto)

11 Jun

“El valor de toda forma de arte dramático radica en la exactitud con la que retrata personajes verdaderos, que realizan gestos verdaderos y dicen cosas verdaderas.”

Tod Browning

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La habitación en forma de L

(El cuarto indiscreto)

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La habitación en forma de L.

Año: 1962.

Director: Bryan Forbes.

Reparto: Leslie Caron, Tom Bell, Brook Peters, Cicely Courtneidge, Avis Bunnage, Patricia Phoenix.

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           A pesar de no formar parte de la corriente, Bryan Forbes aprovechó la influencia realista y comprometida del Free Cinema sobre la industria británica para componer su segundo filme, La habitación en forma de L, cuya temática escudriñaba en el drama de una joven embarazada soltera abandonada a la intemperie de un Londres mísero y hostil.

           La controversia acerca de un tema tan polémico social, moral y religiosamente como el aborto -todavía candente en la España actual-, sobrevuela la película del mismo modo que, de manera más tangencial, lo había hecho en Sábado noche, domingo mañana –metáfora de los fracasos de una juventud de dudoso futuro- y lo haría en Alfie –las consecuencias de un seductor que se justificaba en la amoralidad de la sociedad del momento-.

           Parte de este desaliento vital –el fracaso laboral, la carestía, la soledad, la alienación- y de esta degradación de la sociedad –la codicia y la rapiña del desesperado, las huellas de la guerra, la incultura de las clases bajas, la ausencia de intimidad– se encuentran también presentes en La habitación en forma de L, una cinta que, no obstante, resulta menos cruda en su formulación y, además, deja en su conjunto cierto regusto agridulce.

El Londres al que va a parar en su desorientada búsqueda de ayuda Jane Fosset, una joven francesa huida de la opresión de su hogar, bien serviría para desmentir el engolado romanticismo de la vida pobre pero estilosa del inmigrante juvenil. Sea como fuere, la visión de la capital inglesa arroja en su descripción unos contrastes y contradicciones en concordancia plena con ese citado tono ambivalente de las aventuras y desventuras de Jane, las cuales aúnan en sus conclusiones un cierre circular –la búsqueda que concluye con un destino fijado- y, a la vez, un desenlace abierto.

           La cámara de Forbes, elegante y expresiva, exterioriza de manera excelente las emociones de sus matizados y poliédricos personajes a través de detalles la realización y del escenario -aparte de contar con la impagable aportación de un elenco entonado y bien dirigido, donde sobresale el protagonismo de la arrebatadora Leslie Caron-. Sufre en cambio cierta extensión en el metraje que deriva en cierta sensación ligeramente redundante en el argumento, que está tratado sin embargo con una madurez que evita la caída en melodramatismos de folletín o en moralismos baratos.

Como sucedía en Cuando el viento silba, ópera prima del cineasta londinense, el discurso moral del filme se ciñe a unos principios humanitarios que poco o nada tiene que ver con las estrechas ligaduras de la mentalidad religiosa –la hipocresía sexual, el puritanismo de Johnny–, ni, por el otro extremo, con el relativismo posmoderno -la ausencia de compromiso en la pareja, la perpetua presunción de los deseos de abortar-.

 

Nota IMDB: 7,5.

Nota FilmAffinity: 6,5.

Nota del blog: 7.

Los idus de marzo

22 Dic

“El peligro está en que nos basamos en la imagen a la hora de elegir un presidente. Su popularidad como estrella en los medios de comunicación de convierte en algo más importante que los hechos.”

Jack Nicholson

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Los idus de marzo

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Los idus de marzo.

Año: 2011.

Director: George Clooney.

Reparto: Ryan Gosling, George Clooney, Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Evan Rachel Wood, Marisa Tomei, Jeffrey Wright, Max Minghella.

Tráiler

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            Sea desde la libre elección de papeles privilegiada por su estatus de estrella (Fail Safe, Syriana, Michael Clayton, Quemar después de leer, Up in the Air, Los hombres que miraban fijamente a las cabras), sea desde la silla del productor (Fail Safe, Syriana, Michael Clayton, ¡El soplón!, Argo), sea por medio de sus incursiones en el campo de la realización (Confesiones de una mente peligrosa, Buenas noches y buena suerte) y dejando aparte por supuesto sus actos públicos, George Clooney ofrece uno de los rostros visibles del compromiso liberal y democrático de Hollywood, heredero directo de la corriente ética, social y política que había constituido aquella generación de la televisión nacida de entre los rescoldos del abyecto macarthismo (precisamente recuperadas para la memoria por el propio Clooney en Buenas noches y buena suerte).

            Los idus de marzo prorroga y consolida esta vocación de conciencia ciudadana por medio de la ilustración del camino de decepción personal, fruto del traumático choque con la realidad, de un idealista director de campaña (Ryan Gosling), en nómina de un aspirante a candidato presidencial por el Partido Demócrata –cuestión aquí de escasa relevancia, a excepción de un par de consignas que servirán para definir el talante del político en cuestión-.

Clooney presenta a la política americana como un simple proceso publicitario determinado por cuidadosos cálculos probabilísticos, emprendido en insalubres despachos y guerras sucias entre bambalinas. Un escenario oscurecido por los brillantes focos del teatro/espectáculo político y, acorde a su naturaleza tenebrosa y oculta, indiferente a principios morales, humanos e incluso políticos, tal y como expresa esa escena en la que el montaje combina un grandilocuente y atinado discurso sobre economía y terrorismo junto con las pequeñas y mezquinas pugnas organizativas que se discuten entre cuchicheos, al amparo del telón.

No es casualidad que esta batalla épica por el poder tenga lugar en unas elecciones primarias; es decir, entre representantes de un mismo grupo parlamentario.

             El guion -inspirado por un drama teatral de Beau Willimon y apuntalado por el propio autor en compañía de Clooney y Grant Heslov, su colaborador de confianza en múltiples proyectos-, abunda en la imposibilidad de trazar líneas rojas en la arena política, en la inevitabilidad del pacto con el diablo, en la constante e irreconciliable contradicción entre pragmatismo e idealismo y el sacrificio de la integridad y la dignidad en aras de un objetivo quién sabe si más elevado o tan solo egoísta. Cuestiones que, merced a las aristas de su tratamiento, garantizan el debate posterior al visionado.

En efecto, destaca su veraz estudio de caracteres, retratos poliédricos y complejos que empiezan por su protagonista, del cual es difícil saber con certeza si obra por convicciones, ambición, despecho, desilusión,… La excelencia del reparto supone aquí un valor añadido.

            En cambio, al restringir su temática al aspecto digamos ‘formal’ de la política –el frívolo proceso publicitario al que aludíamos-, en vez de intentar lanzar cargas de profundidad en el conflicto moral entre el fin político y los medios para llegar a él Tempestad sobre Washington, Lincoln-, es inevitable que, para cualquiera que haya tenido la oportunidad de deleitarse con The Wire, ese monumental fresco sobre la sociedad contemporánea, Los idus de marzo resulte en odiosa comparación –e injusta, dados los cómodos márgenes de espacio que ostenta una serie- una película un tanto forzada y tremendista en su giro argumental y no del todo redonda o completa en su conjunto.

            No obstante, permanece como un filme estimable e interesante; con más calado que la necesaria pero liviana Buenas noches y buena suerte y más equilibrada y fluida que Confesiones de una mente peligrosa.

 

Nota IMDB: 7,2.

Nota FilmAffinity: 6,8.

Nota del blog: 7.

4 meses, 3 semanas y 2 días

16 Abr

El feto es propiedad de toda la sociedad. Cualquiera que evite tener hijos es un desertor que renuncia a las leyes de la continuidad nacional.»

Nicolae Ceaucescu

 

 

4 meses, 3 semanas y 2 días

 

Año: 2007.

Director: Cristian Mungiu.

Reparto: Anamaria Marinca, Laura Vasiliu, Vlad Ivanov, Alexandru Potocean.

Tráiler

 

 

           Probablemente el país de Europa del Este que menos proyección internacional experimentó en el mundo del cine, sin figuras o movimientos renovadores de relevancia más allá de sus fronteras, empobrecido económica y creativamente por la mano de hierro de Ceaucescu, Rumanía ha cosechado cierta notoriedad en su producción cinematográfica en los últimos años, con películas que incluso alcanzan (pocas) salas en España. La mayor parte de culpa es de 4 meses, 3 semanas y 2 días, triunfadora en el Festival de Cannes de 2007.

           Con la historia de una joven que ayuda a una amiga a llevar a cabo un aborto, 4 meses, 3 semanas y 2 días es el retrato de las miserias sociales y morales del sistema comunista rumano de Ceaucescu, acometido, bajo la dirección y guion de Cristian Mungiu, con una crudeza que bebe de buena parte de los principios del manifiesto Dogma –búsqueda de realismo con el rodaje con cámara inestable, el naturalismo de escenarios, iluminación, interpretaciones, diálogos y tiempo narrativo, ausencia de banda sonora- y que aspira a crear lo que en mi opinión es lo más destacable del film: una atmósfera opresiva y tensa, claustrofóbica y malsana, reflejo de una situación desesperada pero que bien puede hacerse extensible a todo el país transilvano, un duro y contundente drama rodado con una dirección distanciada que huye siempre del sentimentalismo gratuito.

            Por el contrario, el recurso al alargamiento premeditado de las escenas -destinado a acrecentar esa sensación de realismo, el sentimiento de tensión asfixiante y la forzada y absurda intranscendencia de una vida oprimida en una sociedad decrépita en la que la presencia del Gran Hermano más que verse se presiente, se respira-, contribuye al mismo tiempo a que el ritmo de la película vaya más por lo contemplativo que por lo activo, es decir, que se imponga la poca acumulación de hechos y la lentitud en su desarrollo en favor de la creación del ambiente y del verismo de la obra.

           Parsimoniosa, austera e interesante.

 

Nota IMDB: 7,9.

Nota FilmAffinity: 7,1.

Nota del blog: 6,5.

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