Año: 1957.
Director: Ingmar Bergman.
Reparto: Victor Sjöström, Ingrid Thulin, Bibi Andersson, Gunnar Björnstrand, Jullan Kindahl, Folke Sundquist, Björn Bjelvenstam, Naima Wifstrand, Gertrud Fridh, Gunnar Sjöberg, Gunnel Broström, Max von Sydow.
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Al parecer, durante una etapa de mala salud motivada por el estrés, el médico de Ingmar Bergman, también amigo personal del director, le recomendaba asistir a sus charlas sobre los trastornos psicosomáticos. Pero lo cierto es que Bergman es un cineasta que vierte sus preocupaciones, su dolor físico y existencial, en su obra. En crisis personal a causa de la mala relación con sus padres y la deriva de sus relaciones amorosas -el ya irregular romance con Bibi Andersson que se compagina con un tercer matrimonio todavía no zanjado-, Bergman imagina en Fresas salvajes a un doctor que, al final del viaje de su vida, emprende un viaje en coche mientras que, en una tercera reflexión, impulsado por sus vivencias presentes -ese reconocimiento que prácticamente sabe a póstumo, la compañía de tres chavales enredados en un triángulo amoroso, el encontronazo con un matrimonio tóxico-, este emprende viajes mentales y oníricos en los que recorre puntos de inflexión de su vida -el presentimiento de la muerte, la frustración del amor de juventud, la infidelidad de su esposa como culmen de un enlace desdichado-.
Berman entrega el personaje a un ídolo, Victor Sjöström, a quien ya había dirigido en Hacia la felicidad. Con el reloj ya sin manecillas que marquen el tiempo que le queda de prórroga, el doctor Borg abandona su refugio de ermitaño para exponer sus debilidades e inseguridades en la confrontación con su nuera, perteneciente a otra generación y dueña de otro aliento vital, con quien comparte odisea y duelos dialécticos marcados por unas confesiones tan aparentemente educadas como dolorosamente incisivas. Fuera de su aislamiento, los adentros del anciano galeno se remueven, saliendo a flote un remolino de dudas, remordimientos y miedos que se manifiestan a través de sueños y evocaciones que parecen tomar cuerpo en las incidencias de la ruta -como evidencia el doble papel de Bibi Andersson, en un detalle que llega a recalcarse incluso en las conversaciones-. La frialdad emocional y la insensibilidad hacia el otro; el egoísmo; los dilemas entre racionalidad y creencia; la angustia existencial como condición psicológica hereditaria, como si se tratase de un mal congénito -un retrato de familia que «no tiene valor», la paternidad como otro clavo para retenernos en el absurdo de la vida-.
La fotografía se oscurece en torno al confuso y atribulado protagonista, perdido ya el soleado resplandor de la niñez y dejado atrás también ese bosque ligeramente tétrico en el que tienen lugar unos cuernos donde lo más terrible no es lo que se representa en escena, sino lo que sucederá fuera de pantalla y que se rememora mediante la voz y las correspondientes expresiones de reacción. Los diálogos son afilados y contundentes. La dirección del reparto, precisa. Las imágenes, tan aparentemente sencillas como expresivas; bien taciturnas, bien inquietantes, bien sensuales, bien hermosas.
Precisamente, ese regreso del doctor Borg a las relaciones sociales -a la que había renunciado al considerarlas un mero sistema de enjuiciamiento de los unos a los otros- es uno de los motores dramáticos de Fresas salvajes; el proceso de autoexploración y de transformación que desencadena la confrontación frente al prójimo. En este caso, se traduce en un abandono del ensimismamiento que deja una puerta abierta al perdón, a la reconciliación con el presente fuera del permanente refugio en los recuerdos de la infancia.
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Nota IMDB: 8,2.
Nota FilmAffinity: 8,1.
Nota del blog: 8,5.
Vaya reseña, muy interesante tu lectura del viaje del protagonista! Esta peli la vi en un cine de verano de la universidad, me impresionó mucho!
Pues muchas gracias, Sam. Probablemente sea de las más exitosas de Bergman, ahí es nada.
Para muchos está es la mejor película de Bergman. Yo no sé si es la mejor, pero desde luego es la más completa, y desde luego la que mejor resume su universo y sus recursos estilísticos. Su condición bastante insólita (e incluso pionera) , de road-movie hace que sea de las más reconocidas y accesibles para todo tipo de públicos, porque eso le aporta un cierto dinamismo no siempre presente en el cine del autor sueco que, por lo general, no tiene ningún reparo en agobiar a su público encerrándole entre cuatro paredes o en ambientes muy opresivos. Muy recomendable, por tanto, para todos aquellos que quieran empezar a sumergirse en su obra sin traumas. Un clásico.
Pues probablemente tengas razón en que no es mal paso para iniciarse en Bergman por no ser tan opresiva y claustrofóbica. Aunque ojo, también deja detalles que podrían considerarse propios de cine de género en unas cuantas películas. Quizás porque su enorme prestigio e influencia le ha convertido en una personalidad de dominio popular, hay veces que creo que se le encasilla un poco en una imagen algo tópica.
Billy Wilder dijo de Godard, Antonioni e Ingmar Bergman
«Comprendo sin dificultad por qué Godard ha podido por sí sólo exterminar varias empresas productoras.»
«Antonioni seguro que es un gran director, un gran artista. Pero en lo que a mí se refiere, soy incapaz de mantenerme despierto.»
«Sobre Ingmar Bergman debo decir que los críticos no tienen ni idea de lo que está diciendo, pero, pese a todo, les chifla… Existe una asociación internacional de ese tipo de críticos, capaces de extasiarse ante el asno muerto de Cocteau envuelto con telas encima de un piano.»
Bergman tiene tiene varios problemas, entre ellos su infancia, su amor por el teatro, ser sueco y la pléyade de críticos aduladores que surgieron como moscas en su momento. Por lo demás, incluso se permitió ningunear a Orson Wells al destrozar Ciudadano Kane. Pero no importa, no ofende quien quiere. Un solo plano de Fat City habla más del ser humano y sus relaciones que toda la filmografia de Bergman. Felices pascuas
Yo creo que se puede disfrutar, y mucho, de ambos. No creo que apreciar a unos excluya apreciar a los otros. Y lo dice alguien que, por lo general, no es muy de Godard y casi nada de Antonioni. Pero sí muy de Wilder y muy de Bergman.
Felices fiestas, Altaica. Lo único que queda claro es que para este año lo que sí hay que pedir el salud…