Clamor de indignación

4 Dic

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Año: 1947.

Director: Charles Crichton.

Reparto: Harry Fowler, Jack Warner, Alastair Sim, Valerie White, Jack Lambert, Stanley Escane, Douglas Barr, Joan Dowling, Gerald Fox, Ian Dawson, David Simpson.

Tráiler

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           Un niño que escribe con tiza en la pared una proclama contra la Policía, un cartel de la compañía bajo un rótulo que advierte contra los que pongan carteles en el muro, un insulto jocoso en forma de grafiti contra el productor Henry Cornelius… Peleas de piedras, caos de chavalería, ambiente de barrio… La Ealing arrancaba su primera comedia marcando ya a las claras un tono gamberro aunque al mismo tiempo familiar, fiel observador de la realidad social y, a la vez, amante de la influencia que la ficción puede tener sobre la vida -sobre todo en tiempos duros de posguerra-.

           Clamor de indignación es una película que se rueda a pie de calle, en los rincones aún arrasados por las bombas nazis y ahora transformados en felices escondrijos para los críos que abarrotan la ciudad para darle vitalidad y esperanza. Es decir, un escenario por completo realista donde, sin embargo, tiene lugar una trama que se comunica directamente, sin solución de continuidad, con la que va apareciendo en una historieta juvenil que leen los niños protagonistas y que, azares de la vida, les sirve para destapar una intriga criminal que medra ante las mismas narices de los adultos, gente por lo general miope para todo aquello que se salga de las aburridas rutinas cotidianas. En cierta manera, desembrollar este entuerto constituye un acto de rebelión, como se plasma en ese apoteósico final de calles invadidas por hordas de críos a la carrera, aliados sin fisuras para enfrentarse a los malvados.

De esta manera, este decorado naturalista de Clamor de indignación muta por momentos, filtrado por los códigos y las convenciones visuales del género policíaco -escaleras siniestras, rincones inquietantes, sombras amenazadoras, risas de espanto…-, adaptándose a la perspectiva, las apetencias y la ingenuidad -a veces retorcida y cruel- de los niños. Charles Crichton desarrolla un expresivo trabajo con las imágenes, acercándolas entre el homenaje y la parodia a los recursos visuales propios de este territorio de excitante intriga. Es interesante esa confrontación entre los barrios derruidos de Londres -un recuerdo sin cicatrizar de lo verdaderamente siniestro- y esas manifestaciones sacadas de una novela pulp, de una mitología popular que en el caso de los críos puede desbocarse ante el más remoto estímulo -una fantasía siniestra-.

           Asimismo, Crichton es ocurrente para plasmar este hermanamiento entre ambos mundos, como esos bocadillos que ilustran la imaginación en acción del protagonista mientras lee el tebeo, la cual además se traduce en estéticas propias del cine mudo. Uno puede quedarse tan abstraído por esa proyección como si fuera propia, hasta el punto de tropezar contra cualquier transeúnte, como le ocurre al muchacho.

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Nota IMDB: 6,8.

Nota FilmAffinity: 6,4.

Nota del blog: 6.

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