Año: 1958.
Director: Alfred Hitchcock.
Reparto: James Sewart, Kim Novak, Barbara Bel Geddes, Tom Helmore.
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Uno, que sigue amando el cine como vehículo para contar historias, detecta en Alfred Hitchcock una tendencia que resulta irritante: su confesada indiferencia a caer en trampas de guion. Vértigo (De entre los muertos) es un ejemplo flagrante de ello. Pero, aun así, es una de mis películas favoritas del maestro británico.
En Vértigo, la capacidad de Hitchcock para transformar el trauma psicológico del protagonista en una pesadilla recurrente otorga validez a una obra que induce un profundo estado de hipnosis mientras John ‘Scottie’ Ferguson persigue fantasmas por San Francisco, una ciudad fascinante de por sí, laberíntica y alucinada ya todavía antes de la primavera hippie. Primero voyeur, luego ser encantado, por último obseso enfermizo, los ojos de James Stewart -el actor que encarnaba la idealización del ciudadano medio- son los del propio espectador, también voyeur, ser encantado y obseso enfermizo. De tan exagerados, el color y la iluminación dinamitan cualquier ilusión de naturalidad e invocan el misterio. Trasladado el relato al otro lado del espejo, Scottie queda atrapado en una espiral en rojo y verde, de luz y oscuridad, de deseo y peligro, de romanticismo y obsesión, de vida y muerte. Antagonismos como el contrazoom mirando al vacío que sirve para expresar su mente asediada.
A Stewart, como personaje de ética inmaculada, ya lo había trastocado Anthony Mann en una serie de westerns que exhacerbaban esa turbia sombra que se le había quedado en la mirada después de la Segunda Guerra Mundial. Aquí, interpreta a un personaje que, pese a su apariencia afable, es verdaderamente dudoso. La escena introductoria, que lo presentaba como persona de autoridad -un detective de la policía con brillante porvenir- lo deja impotente o, como mínimo, antiheroico. Su estrecha relación con una amiga de los años de universidad, antigua prometida y esposa presumiblemente perfecta -por lo convencional-, encierra una serie de miradas, anhelos y rechazos que acrecientan ese perfil resbaladizo del bueno de Scottie. La tortura a la que se le somete después agravará las consecuencias de esta base con la que, cruel y sarcástico, trabaja Hitchcock.
De hecho, la trama criminal, el suspense paradigmático del autor, es mucho menos interesante que el tercer acto, donde explota ese cóctel, cada vez más fuerte, más intenso, de aguijonazos eróticos, subversiones y coqueteos, con un abismo que siempre parece estar ahí, aguardando la caída. Con Scottie sacado directamente del psiquiátrico, sin escenas intermedias que acomoden o expliquen su nuevo estado, Vértigo se adentra entonces, descosiendo el progresivo cambio de tornas en este juego entre personajes, en un patológico y monomaníaco tour de force. En él, los valores que impulsaban la existencia del personaje/espectador -la belleza y el amor sublimados- se terminan por desquiciar hasta desbocarse en pulsiones desesperadas, frustrantes, tóxicas. Irreales. Scottie ansía a Madeleine, no a Judy, y no digamos ya a Midge. Y la persigue no en una ensoñación, sino en una pesadilla. Una pesadilla recuerrente.
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Nota IMDB: 8,3.
Nota FilmAffinity: 8,2.
Nota del blog: 9.
Un milagro de película. La adoro. No sé las veces que la habré visto. Me resulta imposible saber que la emiten en algún canal, siempre el mismo TCM, y no volver a verla. Pese a todas esas reiteradas inconsistencias de guión de esta y otras obras del genio, el prodigio es tal que te importan un pimiento. Y cómo no, Novak me parece el ser más bello de la creación. Y ya puestos me gustaría tener el coche verde que ella conduce. Y también recorrer esas calles en su interior. Y perderme entre las secuoyas. Y abrazarla eternamente. E ir a cenar con ella todas las noches de mi vida. Y desnudarla para meterla en mi cama y contemplar absorto como descansa.
La pregunta obligada es… ¿Novak solo como Madeleine? ¿O Novak en general, como Madeleine y como Judy?
Ella, en cualquier versión, forma o manera.
Bien, bien, no vaya a ser un caso patológico como el del bueno de Jimmy jeje.
Hola, Altaica. ¿Qué tal estás llevando esta crisis?
He de decirte que Kim Novak no es santo de mi devoción, aunque está en algunas películas excelentes. Aquí en «Vertigo» es donde más bella sale, pero Hitchcock se llevaba fatal con ella. Entre otras cosas porque el papel se lo ofrecio a Vera Miles, que era a quien quería en un principio. Pero Hitchcock criticaba a Novak porque según él, ella se creía irresistible.
Jose Luis Garci dice dos cosas interesantes sobre esta película. Por un lado, le gustaba especular sobre si el personaje de James Stewart había visto a Madeleine desnuda, puesto que se sobreentiende que le ha quitado la ropa cuando ella se tira a la bahía de San Francisco. Todos deducimos que, evidentemente,sí, puesto que luego se la lleva a su casa, le quita la ropa, y le pone una bata para que no se pille una neumonia. Pero, bueno, se supone que lo comenta porque en su día seguro que fueron escenas incómodas para la censura.
Por otro lado, Garci reflexiona muy agudamente diciendo que esta es una película muy del gusto masculino, y que no gusta demasiado a las mujeres por lo general. Porque destila un cierto fetichismo, un voyeurismo quizás un pelín insano y además, porque esa idealización de la mujer, esa búsqueda del Eterno Femenino, de tratar de ajustar a las mujeres a nuestro ideal, es una obsesion (aparte de muy hitchcockiana y de los directores de cine en general,) muy masculina: Y, por lo general, las mujeres son más pragmáticas y no son partidarias de estas ensoñaciones algo húmedas.
No obstante a mi esta me parece una obra maestra total y absoluta. Un ejemplo palpable de que se puede hacer una película con elementos contadísimos si los ingredientes son utilizados con talento. Apenas hay diálogo y la estética en general es brillantísima, aparte de la memorable y magistral partitura plagiada hasta el hastío pero nunca igualada del maestro Bernard Herrmann.
A mi tambien me llama la atención el lado surrealista de la trama. Esta película solo se puede disfrutar desde un pacto de lectura de absoluta credulidad y de concesión a la fantasía. incluso el final es absolutamente demencial y casi hasta mordaz , con un humor negro muy cercano al negro carbon.
Además, abúlico, no se si sabes (supongo que sí) que la manera en la que esta historia se hizo pelicula es muy peculiar. Al parecer, Hitchcock había visto «Las diabólicas» de Henri George Clouzot y le gustó mucho. Los autores de la novela en que se basó dicha película (Pierre Boileau y Thomas Narcejac) se enteraron de dicho interés y escribieron una novela con la intencion de llamar la atención del Mago del Suspense. E, increiblemente lo consiguieron y Hitchcock compró los derechos y nos regaló otra de sus grandes obras maestras.
Otra cosa, Altaica.. Como veo que te gusta mucho «Vértigo» te recomiendo que te leas la última novela de Juan Manuel de Prada («Lucía en la noche») que está muy inspirada en la obra de Hitchcock, como el propio De Prada no solo ha reconocido sino que incluso ha subrayado.
Una maravilla.
Nada más. Un saludo a todos.
La obsesión por el ideal es el meollo de la cuestión, aunque no estoy seguro de si las mujeres son ajenas a ello… El caso es que aquí alcanza unas revoluciones delirantes que, además, viniendo de un tipo formal como Stewart, que siempre es uno de nosotros, no dejan de sorprender, fascinar y, sobre todo, inquietar.
No sabía lo de Boileau y Narcejac, la verdad. Vaya tipos, encadenando Las diabólicas y Vértigo, nada menos.
Bueno. Hay que decir que eso de la búsqueda del ideal es un reflexión que yo he añadido como subtexto implícito de mi cosecha a lo que decía Garci, pero al que habría que hacer matices. Yo creo que, por lo general, los humanos de cualquier sexo y condición, y de ciertos rasgos de carácter, tienden (tendemos) a idealizar o a buscar la «media naranja» y siempre se dice que hay muchas mujeres que buscan a su «caballero de armadura plateada. » Bueno. Aquí y en todas partes cuecen habas, y cada uno somos hijos de nuestro padre y de nuestra madre, pero yo pienso que las mujeres, incluso aquellas con tendencia al idealismo, por lo general suelen ser más pragmáticas, y saben negociar a la baja si es necesario. Los hombres, sin embargo, somos (creo yo) más testarudos. Eso es en parte cultural, genético y antropológico. Es más fácil encontrar a hombres que nacen, viven y mueren solteros que van en plan «picaflor» de una mujer a otra, justificando su búsqueda del «ideal» como pretexto para llevar una vida de donjuanes (aunque, ojo, ese arquetipo también se le puede aplicar de manera creciente cada vez a más mujeres emancipadas y, como se dice hoy, «empoderadas») que encontrar a una mujer ejerciendo ese papel. Esta discusión se aleja mucho del cine, pero creo que, hablando de «Vértigo» viene mucho a cuento, puesto que pocas pelìculas se prestan más al psicoanálisis que esta, además de que Hitchcock era un saco de complejos con patas (esa obsesión por las rubias, a muchas de las cuales intentó conquistar infructuosamente como era de esperar, pero también esa especie de inquietante conexión que establecía entre el crímen violento y el erotismo, o ese puritanismo acartonado de algunas de sus protagonistas femeninas que parecía excitarle por contraste con la vida real, en la que él presumía que esas mismas actrices o mujeres con las que trabajaba eran mucho más sensuales o maliciosas, léase Grace Kelly, etc….).
Sobre «Vértigo» podría escribirse una enciclopedia. Pero los debates que suscita creo que son más extracinematográficos que cinematográficos. Porque, estética y narrativamente, se le pueden poner pocos peros (alguno hay, pero no son demasiado trascendentes), y casi no hay tema de debate. La discusión acabaría pronto. Pero se podrían editar varios tomos con un sesudo análisis psicoanalítico sin lugar a dudas que hubiera hecho las delicias de Sigmund Freud.
Un saludo.
Qué personaje, Hitchcock, en sí mismo. No me extraña que le hicieran un biopic. Pero como soy alérgico a ellos, pues me lo salté. Con ese maquillaje me parecía que a Hopkins lo habían sacado de La hora chanante.
Penosa película el biopic. Ni se te ocurra verla.
Hombre, yo la vi y no me pareció tan mal. Eso sí, es un poco atrevida porque atribuye la mayor parte de los méritos de «Psicosis» a, su mujer, Alma, Reville, cosa que no me extrañaría si fuera cierta, puesto que la realidad siempre es muy engañosa frente a los mitos, pero que en este caso me resulta algo problemático. Todo muy en la línea actual de realzar siempre los méritos de «las mujeres en la sombra» (que algunas veces será cierto, pero que en otras se hace con intenciones discutible ente demagogicas…)
Saludos.
Pues nada, no la veo entonces. Soy fácil de convencer para según qué cosas.
Sí te recomendaría Las estrellas de cine no mueren en Liverpool. De escaso presupuesto pero mucho amor depositado en esta hermosa película sobre los últimos días de la actriz. Si la de Hitchcock es de una puerilidad y simpleza que aturde (curiosamente aplaudida por el errático Carlos Boyero y otros), la que te sugiero, atesora verdad, pasión y devoción por el personaje. No es perfecta, pero creo que deberías verla. Un abrazo
Ni que decir tiene que es mucho mejor película que La forma del Agua o Dunkerque, pero ya sabemos del tema de los óscar. Pero ese mismo año obras excepcionales como El hilo invisible o Tres anuncios a las afueras tampoco recibieron demasiado. Annet Bennin está portentosa.
Es que los Óscar… son lo que son. Un espectáculo en sí mismo y un premio muy poco representativo.
Vértigo es mi pasión dentro del cine clásico. La he visto once veces y espero poder verla muchas más. Lo extraño es que quede fascinado por ella y por Kim Novak relativamente tarde en mi vida, en agosto de 2014, después de haberla visto por primera vez a comienzos de los noventa. Tras el descubrimiento, siguieron un segundo viaje a San Francisco con un completo tour de las localizaciones de Vértigo, lectura de buena parte de la literatura escrita sobre esta obra de arte, una charla/cine-fórum en torno a ella, nuevas lecturas, otro viaje a San Francisco en la proyección y homenaje a Kim Novak en mayo de 2018 con motivo del 60 aniversario del film y un artículo. Los dos viajes fueron tan mágicos como la película en sí. Y puedo decir que conseguí estar al lado de Madeleine, una de las últimas diosas vivas del Hollywood clásico, un sueño, casi como el de Scottie.
Caramba, Ramón, eso sí que es una investigación exhaustiva, qué envidia. Yo tuve la suerte de vivir un tiempo cerca de San Francisco y sí que busqué un poco la huella de la película por Mission, aunque como estaba con otra gente a la que tampoco le interesaba tanto la película pues no pude dedicarle tampoco demasiada atención. Y sin Kim Novak al lado…
¡Un saludo!
Yo también adoro esta película, y hace poco tuve la oportunidad de verla en pantalla grande. El maestro del suspense es además el rey de los amores oscuros y tortuosos. Y Vértigo es de sus historias más retorcidas y maravillosas.
En otra de mis pelis favoritas, 12 Monos, Vértigo está presente. Y es que refleja varios momentos-homenaje a esta película.
No me extraña la fascinación de Altaica por Kim Novak. Además tiene una filmografía como para querer escaparse con ella… En Vértigo luce además uno de los moños más bonitos del cine.
Beso
Hildy
Un moño de proporciones áureas. Siempre me pareció que el póster de Toni Erdmann jugaba con eso mismo.
Aún siendo Vera Miles una mujer muy atractiva, no puedo imaginar en el papel de Madeleine a otra actriz que no sea Novak. Mi pasión por Kim viene desde niño y no solo por su belleza indiscutible, más aún por su fascinante mirada y enigmática pose. Yo soy un Scottie viviente. Puede que no presente desde un punto de vista actoral una complejidad de registros técnicos, pero sí atesora una intensa presencia y sugestión. Y sí, en Vértigo está fisicamente deslumbrante, pero es posible que su belleza aún sea más exquisita en «Me enamoré de una bruja», claramente más delgada y menos voluptuosa.
Sí, Scottie la vio completamente desnuda. En su más absoluta integridad. De hecho podemos ver colgada toda su ropa interior en el baño del apartamento del ex detective. Y dejando al margen a Goethe y Nietzsche y otras consideraciones de índole psicológica y filosóficas sobre la idealización femenina, es indudable que Stewart no solo se enamora de una mujer. Madeleine es el espectro de una abstracción. De una bellísima utopía en forma de mujer cuyo misterio debe ser resuelto por un investigador herido. Él utiliza este último caso, aún sin conocer su trucado encargo, para exorcizar en cierta medida un lastre del pasado. Solo en la mente de un hombre fracturado pueden anidar y otorgar verosimilitud a una ficción alucinada. Madeleine no es solo la creación de una manipulada intriga, es aún más una creación en la mente de un hombre trastornado.
Leí la novela de De Prada hace algún tiempo y efectivamente es igualmente la historia de una sugestión. Obra que te atrapa y no puedes parar de leer. De recomendación obligada. Entre sus líneas está una pormenorizada sinopsis de la película que nos ocupa. Sinceramente pienso que la novela del escritor baracaldés no tardará mucho en llevarse al cine.
Esta obra del maestro seguirá inspirando a escritores, cineastas y demás creadores por siempre, al ser capaz de filmar casi un imposible, la atmósfera de una fascinación.
Ese segundo párrafo es una perfecta síntesis de lo que quería yo explicar con todo esto.