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Año: 1951.
Director: Christian Nyby.
Reparto: Kenneth Tobey, Robert Cornthwaite, Margaret Sheridan, Douglas Spencer, James Young, Dewey Martin, Robert Nichols, William Self, Eduard Franz, Sally Creighton, James Arness.
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Uno de los cineastas más versátiles de la historia, Howard Hawks, estrenaría su propia productora, Winchester Pictures Corporation, con un género, el terror, que no tocará jamás acreditado como director. Y aun así, dejará una profunda huella en él, llevando las riendas -y según numerosas voces rodándola de forma efectiva- de una película que, posteriormente, otros realizadores, como Ridley Scott -que toma su base para Alien, el octavo pasajero– o John Carpenter -quien ya la guiñaba en La noche de Halloween y que llevará a cabo un remake de la obra- reconocerán como una de las influencias clave en sus carreras cinematográficas.
El enigma de otro mundo no deja de ser una producción de serie B construida sobre los cimientos habituales del subgénero de invasiones extraterrestres de los años cincuenta, de probada popularidad. Así, en el sustrato de su historia confluyen, disfrazados, los grandes miedos que en aquel periodo estaban empujando a los Estados Unidos al ‘red scare‘, es decir, la tensión antisoviética en el volcánico nacimiento de la Guerra Fría y la desconfianza hacia la ciencia que había engendrado la inquietante era del átomo. El invasor y sus aliados encubiertos.
Con las limitaciones naturales de este tipo de proyectos, El enigma de otro mundo consigue destacar en su hábil dosificación de la amenaza y la consecuente intriga, al mismo tiempo que se agradece la atención que le presta a la composición de los personajes y de sus relaciones. Destaca en este aspecto el empleo del humor para perfilar la personalidad del líder militar, sus subalternos y la chica, si bien comparece asimismo, de forma inusual, en la definición del monstruo, al que se tacha socarronamente de «zanahoria gigante» -las ‘impersonales’ formas vegetales, por cierto, cobrarán similar protagonismo en otra de las cintas fundacionales de la época, La invasión de los ladrones de cuerpos-. Este detalle, aunque nimio, permite rebajar la seriedad que se le pueda atribuir a una criatura cuya caracterización sufre, inevitablemente, el inclemente paso de las décadas.
Quizás no estén desatinados los rumores que apuntaban a que Hawks había recurrido a dos insignes amigos, Ben Hecht y William Faulkner, para darle alguna que otra solución al guion que contiene un relato que termina ajustándose a unas variables gratas al cineasta -cierto sentido de la camaradería grupal, el aguijonazo del peligro, la inquieta calma que marca la espera en el asedio-. El ritmo narrativo también muestra constantes hawksianas y deja tras de sí escenas aún de impacto como, por ejemplo, el ataque con fuego en el dormitorio.
La Winchester Pictures Corporation solo estrenará otra película más: Río de sangre, esta sí firmada por Hawks desde la silla de director y con una mezcolanza de western y aventuras más característica del autor.
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Nota IMDB: 7,2.
Nota FilmAffinity: 7.
Nota del blog: 7.
Justamente la volvi a ver hace unos meses. Es una película bastante ejemplar en su sobriedad y en el aprovechamiento milimétrico de cada uno de sus recursos narrativos. La película la firma Christian Niby, pero al parecer Howard Hawks estuvo muy pendiente de todos los detalles en todo el proceso de realización y montaje.
Para un público «millenial» a lo mejor es una película un tanto ingenua y hasta avejentada, pero si se aplica un pacto de lectura inteligente es una claro exponente de sobrio clasicismo delque se pueden extraer lecciones muy útiles.
Supongo que ya sabrás que existe un remake bastante celebrado de esta cinta mitica. Se trata de «La cosa» de John Carpenter. La verdad es que ambas son bastante distintas. Porque mientras que una apuesta por el terror elíptico (la original), la segunda versión, un poco a rebufo del exito todavía reciente de «Alien» de Ridley Scott, tuvo que acentuar un poco su faceta de «monster movie», pero la verdad es que los resultados también eran bastante notables. Sin duda una de las mejores películas de Carpenter ( junto con «La noche de Halloween» y la muy reivindicable «La niebla») y aunque seguía contando con el inevitable protagonismo de su actor fetiche, Kurt Russell, en esta ocasión contaba con una holgura de medios superior a la habitual en su cine, hasta el punto de que no tuvo que componer la banda sonora y pudo delegar la banda sonora nada menos que en Ennio Morricone (aunque, curiosamente, al maestro italiano le nominaron para los Razzie, los antiOscars).
Se habló mucho de los referentes que influyeron a «La Cosa», pero el ambiente en el que transcurría a mi me remitía un poco a «En las montañas de la locura» de H.P. Lovecraft.
besos.
Sobre la de Carpenter no me extenderé porque saldrá por aquí próximamente, pero creo que aparte de todo el rollo vísceras con el que juega (que es mucho y contundente) también tiene un factor de terror psicológico importante de la mano, precisamente como en el relato original, de que el enemigo siempre puede ser uno de nosotros. Escribiendo sobre ella leí eso de Morricone y me pareció llamativo, porque me pareció una banda sonora bastante adecuada. Ahora que lo dices, puede que influyera Lovecraft, teniendo en cuenta ese En la boca del miedo que estrenará Carpenter después, en la que se ve claramente que lo leía.
Guauuu, cuántas claves derramadas en tu texto sobre una película que creo no haber visto o por lo menos no recuerdo. La que sí me dejó marcadísima es un referente que revelas: La invasión de los ladrones de cuerpos… jamás olvidaré esas vainas…
Y también me ha interesado ese intento de varios directores y también actores en el Hollywood clásico de ser productores para llevar las propias riendas y conseguir independencia en el sistema de estudios. En este caso la productora del emblemático Howard Hakws.
Beso
Hildy
Supongo que con las tiranías del sistema de estudios había muchos autores inquietos que tratasen de sacar un poco la cabeza para respirar más libremente, como los de la United Artist y esa gente. Cuando el arte es también negocio… siempre hay alguien que pierde.
Bueno. Y supongo que también sabreis que «La invasion de los ladrones de cuerpos» de Don Siegel, al igual que otras películas (como por ejemplo «Solo ante el peligro» de Fred Zinnemann) también tuvieron muchas lecturas sociopolíticas en la epoca del estreno. Porque ambas vieron la luz en las cercanías de la caza de brujas hollywoodiense emprendida por parte del nefasto senador Mac Carthy. En el caso de la de Siegel, el argumento parecía ser una metáfora de como algunos que parecían héroes en las películas (John Wayne, Robert Taylor, o incluso Edward G. Robinson) en la realidad no lo eran tanto y declararon contra sus compañeros supuestamente comunistas. Como si en las películas fueran unos y en la vida real otros (quizás sustituidos por clones salidos de unas vainas de orígen extraterrestre). Y «Solo ante el peligro» vendría a ser la transposición al cine de la soledad en la que se encontraban muchos profesionales del ala liberal de Hollywood durante esa crisis, acusados de comunistas (Dalton Trumbo, Abraham Polonsky. John Garfield, …..) ante unos compañeros de profesión que se mostraban insensibles ante tan injusta cacería del hombre. El guíon lo escribió Carl Foreman, también uno de los hostigados, persecución que, si no recuerdo mal le obligó a exiliarse a Inglaterra.
Estas lecturas socio-histórico-politicas parece que le suelen gustar a el crítico abúlico. ¿Habías escuchado hablar de todo esto, Victor? Supongo que sí, aunque puede que a lo mejor no tuvieras toda la información…..
Un abrazo.
Pues la verdad es que la lectura que leí sobre ella (hace muchísimo tiempo), y que casa con todas esas alegorías de la ciencia ficción del periodo, es que el extraterrestre invasor es obviamente el enemigo soviético que viene a despersonalizar al individuo estadounidense para someterlo a una colectivización tiránica y deshumanizada. Como hace mucho que la vi no sé si esa que citas cuadra mejor o peor, pero a esta la encontraba bastante sentido, porque además es una constante que abunda en aquellos tiempos.
Una de las obras maestras del género. Una pelicula ejemplar y objetivamente perfecta teniendo en cuenta circunstancias, medios y pretensiones. Un abrazo
Su calidad es tan manifiesta como las ciertas limitaciones que la lastran. Tiene cosas muy bien hechas, con respeto por el arte y por el espectador. Un abrazo, Altaica.