Green Book

4 Mar

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Año: 2018.

Director: Peter Farrelly.

Reparto: Viggo Mortensen, Mahershala Ali, Linda Cardellini, Sebastian Maniscalco, Dimiter D. Marinov, Mike Hatton.

Tráiler

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         Las vueltas que da la vida en el cine. Después de convertirse en el adalid de la comedia escatológica de los noventa junto a su hermano Bobby y de atravesar una amplia barrena en taquilla en las décadas sucesivas, el bueno de Peter Farrelly se encuentra hoy encumbrado como el director de la flamante vencedora del Óscar a la mejor película con Green Book, en la que, en lugar de chistes con fluidos corporales, se aborda un asunto serio, y por desgracia vigente, como es el racismo existente en la sociedad estadounidense.

Lo hace de la mano de la amistad entre el pianista y compositor afroamericano Don Shirley y su chófer italoamericano, Tony ‘Lip’ Vallelonga -quien por cierto terminaría haciendo incursiones en el cine en obras como El padrino, Manhattan Sur, Vínculos de sangre, Uno de los nuestros, Donnie Brasco o Los soprano, donde su origen étnico y la imagen asociada a él es precisamente relevante-.

        Green Book asienta por tanto su relato sobre el esquema de la relación íntima entre dos caracteres antagónicos -aparte de la contraposición entre el vitalismo y el tormento de cada uno y del conflicto racial de base, también se produce un choque de clase social e intelectual-, en cuyo recorrido -aquí literal, al tratarse de una road movie- se entremezclan y contaminan sus personalidades.

El filme posee los mimbres para que esta estructura, tan tradicional y trillada como efectiva si se maneja bien, funcione adecuadamente. Es decir, un protagonista carismático, encarnado con autenticidad y simpatía por  Viggo Mortensen, que halla un notable contrapunto dramático e interpretativo en el atildado y trágico músico con el que Mahershala Ali consiguió su segunda estatuilla al mejor actor secundario después del cosechado dos ediciones atrás con Moonlight, una cinta con puntos de contacto temáticos con la presente.

         Así, la narración se sigue sin esfuerzo y con una sonrisa complacida. Green Book es fácil de ver, el ritmo es ligero, la realización clásica y el humor derivado de la convivencia y el absurdo de algunas situaciones se combina con la denuncia antirracista y con el acercamiento emocional, gracias o por culpa de que la suya no deja de ser una fórmula que se conoce al dedillo y que, además, no trae consigo sorpresa alguna, lo que es extensible a una resolución sensiblera y en exceso edulcorada.

En ella, Green Book escoge la opción de generar una empatía esencial en defensa de la dignidad básica de todo ser humano frente al cuestionamiento en profundidad y la abierta rebelión desde el espíritu crítico. El ejercicio de ‘poner en la piel del otro’ es un camino totalmente legítimo y que, desde esta identificación emocional, también es capaz de despertar conciencia. Pero en este caso, como decíamos, evoluciona hacia una apuesta sentimentalista por el ‘todo el mundo es bueno’ gratificante y acomodaticia en último término; por la acción individual de corte capriano como vía para corregir los desmanes de un sistema que parece ajeno y no consustancial a quienes forman parte de él; por le reconciliación personal como reconciliación colectiva que reconstruye la gran y heterogénea familia americana.

La sonrisa complacida no tiene detrás esa rabia o esa mordiente que quizás sí demandaba semejante trasfondo y sus resonancias presentes. Bien podría comparase con el desenlace y la agresiva coda de imágenes documentales que arrojaba Infiltrado en el KKKlan, con la que competía por el máximo galardón de la Academia norteamericana.

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Nota IMDB: 8,3.

Nota FilmAffinity: 7,6.

Nota del blog: 6,5.

12 respuestas to “Green Book”

  1. roman ganuza 4 marzo, 2019 a 19:08 #

    Nuevamente, coincidencia casi total. La película es deliberadamente empatica. Los personajes, como bien lo dice tu critica, son de manual. Los salva la interpretación de los actores. Lo mejor es el Oldsmovile modelo 64, impresionante. No soy un devoto de «Roma» de Cuarón, pero la idea de que Green Book la supere solo puede prosperar en Hollywood. El desprestigio de este premio se agrava día a día. Muy buen comentario

    • elcriticoabulico 5 marzo, 2019 a 18:29 #

      No soy yo mucho de prestarle atención a los Óscar. De hecho, el otro día ni me acordé que los daban. Suelo estar un poco desconectado de todo el tema de premios, farándulas, bambalinas… Ahora, me parece precisamente una peli muy de llevarse el Óscar.

  2. Hildy Johnson 4 marzo, 2019 a 20:07 #

    … pero no me negarás, querídisimo crítico abúlico, que a veces apetece hundirse en esas propuestas de «todo el mundo es bueno». ¡A ver si se contagia el buen rollo en el mundo, ¿no?! (Me ha quedado un poco grito suplicante).

    Beso
    Hildy

    • elcriticoabulico 5 marzo, 2019 a 18:32 #

      Desde luego. No estoy en contra de ellas y, de hecho, suelo defender que esa tendencia a otorgarle más credibilidad a una obra pesimista que optimista (yo el primerísimo) no es más que una falacia intelectualoide y autocomplaciente. Además, el tema de la defensa de la propia dignidad humana frente a las circunstancias es uno de los que más me suele llegar, por lo general. Pero lo que no me gusta es que se cargue demasiado el azúcar y el sentimentalismo. Ahí ya me empieza a chirriar la cosa.
      Besos.

  3. roman ganuza 5 marzo, 2019 a 22:57 #

    Yo tampoco veo las entregas de premios, pero es notorio que Berlin, Venecia o San Sebastian, tienen mas seriedad.

    • elcriticoabulico 6 marzo, 2019 a 13:55 #

      Eso según a quien le preguntes… Creo que, en esos casos, la seriedad está más en la selección de películas a concurso.

  4. roman ganuza 5 marzo, 2019 a 23:24 #

    Fe de erratas: El auto de la película no es un Oldsmovile sino un Cadillac Sedan Deville de 1962, disculpas

    • elcriticoabulico 6 marzo, 2019 a 13:56 #

      Yo te distingo un coche de una moto, pero a partir de ahí ya no me pidas mucho más…

  5. Zinedine Zinedon 7 marzo, 2019 a 21:04 #

    Claro que es una película apetecible. De marca no tan blanca. Se aprecia un interesante juego entre líneas, transversal de temas como el clasismo, el racismo, la violencia…Y la música, como contrapunto.

    • elcriticoabulico 8 marzo, 2019 a 14:37 #

      Yo sí creo que, aun con sus virtudes que no quiero ni debo negar, es una película tan de fórmula, tan de manual en tantas cosas, que al final se acaban diluyendo demasiado ese juego entre líneas que dices, sobre todo por cómo decide resolver cuestiones tan espinosas y actuales.

  6. Luis Lew Tarkovski 12 septiembre, 2020 a 20:08 #

    El problema con el sentimentalismo es que es algo bastante relativo y discutible. Por ejemplo ¡Qué bello es vivir! es una obra maestra para la mayoría, sin embargo, se la podría considerar excesivamente azucarada y sentimental según nuestra particular empatía hacia ella. En el caso de «Green book» no estoy en desacuerdo con tu análisis general de la película, que a grandes rasgos es o me parece como tú la describes, pero sí estoy en desacuerdo con esa apreciación de que sea tan dulce y complaciente con el espectador. Yo creo que la película muestra las desigualdades que sufre el pianista en esa sociedad racista pero tampoco necesita cargar las tintas o ser especialmente hiriente para transmitirnos su mensaje. Es cierto que tiene un final «feliz», pero la historia ya nos ha mostrado los suficientes detalles como para darnos cuenta que no todo el mundo es bueno. También es cierto que sólo he visto la película una vez y a lo mejor en un segundo visionado ya no me gusta tanto, pero esa vez la disfrute bastante.
    La de Spike Lee no la he visto; conociéndole imagino que será más radical y agresiva, pero no siempre es más efectivo lo más radical.
    A veces se puede ser crítico sin ser desagradable.
    Una película que por ejemplo me encanta como habla del mestizaje entre culturas es «La taberna del irlandés», y sin embargo muchos la consideran un filme menor de Ford. Vamos, nada de otro mundo.

    ¡Un saludo, abulico!

    • elcriticoabulico 13 septiembre, 2020 a 14:18 #

      Pues efectivamente, no te quito la razón. De hecho, me extraña cuando las críticas son categóricas y dicen que un filme como La vida es bella no tiene emoción… y en cambio ha dejado a la sala entera pringada de mocos y pañuelos. Algo tendrá. Yo es que no me fío de ese final redentor de Green Book y lo veo demasiado complaciente. Pero estoy de acuerdo en que también puede ser una forma de concienciar sin necesidad de abroncar al espectador. Eso de ser crítico sin ser desagradable que dices.
      ¡Un saludo, Luis!

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