Flores de otro mundo

24 Mar

Relatos de amor, soledad y necesidad en la frontera entre hombres y mujeres. Flores de otro mundo para la sección de estrenos en dvd de Cinearchivo.

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“El amor es a menudo fruto del matrimonio.”

Molière

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Flores de otro mundo

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Flores de otro mundo

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Año: 1999.

Directora: Iciar Bollaín.

Reparto: Lissete Mejía, Luis Tosar, Marilyn Torres, Pepe Sancho, Chete Lera, Elena Irureta, Amparo Valle, Rubén Ochandiano.

Tráiler

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            Flores de otro mundo recoge el testigo del western Caravana de mujeres y traslada a un variopinto convoy de féminas en busca de varón –bueno, viceversa fundamentalmente- a los territorios inhóspitos, salvajes y apenas poblados de la Castilla profunda, provincia de Guadalajara. Al igual que el remoto villorrio californiano de aquella, el pueblecito meseteño donde se desarrolla la acción también posee cierto aire de frontera crepuscular: su agonía es la agonía del espacio rural español, sometido a la dictadura de un sistema socioeconómico que rompe con los usos y costumbres tradicionales –la economía agroganadera como componente predominante de la producción nacional- en favor de una especialización urbanita y terciaria, síntoma de globalización contemporánea.

No obstante, no es esta frontera geográfica la demarcación por donde transcurren los conflictos del filme. La frontera de la que habla principalmente Flores de otro mundo es aquella donde se encuentran el hombre y la mujer; sus ideales de pareja, de amor e incluso de orden cósmico.

            Posee un notable peso en la filmografía de Iciar Bollaín una aproximación concienciada, enemiga de tópicos y estereotipos, a las vicisitudes de la mujer contemporánea en los entresijos de una sociedad todavía fuertemente patriarcal –hasta extremos tan terribles como el de la violencia de género de Te doy mis ojos– y donde la figura femenina debe combatir con toda su determinación para conquistar una independencia y una libertad personal que, en realidad, debería poseer por el simple hecho de existir.

La perspectiva inicial y predominante que exhibe Flores de otro mundo está intermediada por los ojos de las mujeres. Al menos en dos de las tres modalidades de pareja que abarca el libreto, escrito a cuatro manos por la propia Bollaín y el escritor Julio Llamazares, y nominado al Goya a mejor guion original –que luego se llevaría Benito Zambrano por Solas-. Y en la tercera de éstas, la parte de ella será asimismo fácil de comprender gracias al buen trabajo desarrollado en el retrato de caracteres, una de las principales bazas de la obra y para el cual se emplean, aparte de la base textual del guion, elementos visuales como el vestuario de los personajes –la ropa de trabajo que adopta enseguida una de las mujeres, la permanente ropa de colores estridentes de otra, paulatinamente mudada a tonalidades más oscuras- o el recurso de la música diegética y extradiegética.

            De este modo, Flores de otro mundo se aproxima a las relaciones entre hombres y mujeres – un universo por completo distinto cada una de ellas, por mucho que se empeñen en canonizar los clichés del cine romántico- por medio de tres emparejamientos. Dos de ellos nacidos precisamente de este autobús de casaderas: por un lado, el taciturno solterón Damián (Luis Tosar) y la dominicana Patricia (Lissete Mejía), en busca de la ansiada estabilidad para sus dos hijos en el engañoso país de las oportunidades; por el otro, el floricultor Alfonso (Chete Lera), hastiado del ajetreo de la ciudad, y la entusiasta enfermera bilbaína Marirrosi (Elena Irureta). Y un tercero comprado, por así decirlo, por uno de los prohombres locales, el constructor Carmelo (Pepe Sancho), quien gracias a su pequeña fortuna ha podido trabar un romance exótico en la isla de Cuba con la despampanante y vitalista Milady (Marilyn Torres).

De fondo permanece asimismo una sentida reflexión acerca de la soledad del individuo que, andando el metraje, se hibrida, confunde e influye en el desarrollo de este trío de pequeños e íntimos dramas intercalados, donde se trata de encontrar a tientas el significado de aquella quimera denominada amor, si es que acaso existe –exactamente como suele ocurrirle a cada uno de nosotros a lo largo de la vida-.

            Además de mostrarse útil para aligerar el ritmo y generar cierta intriga interna en el relato, esta estructura narrativa tripartita contribuye a componer el escenario al completo al que se refiere el filme, de la mano de los matices particulares que aporta cada historia. Un escenario este que no solo se restringe al microcosmos anónimo de la Mancha donde chocan y conviven los protagonistas, sino que, debido a ese mismo carácter prototípico e intercambiable del lugar –esos gloriosos tipos humanos como los dos ancianos que comentan el desarrollo de los acontecimientos casi al modo de un coro griego-, condensa en su seno el conjunto del país.

Al margen de por estos detalles románticos -prácticamente consustanciales al ser humano-, también por otras cuestiones transversales que plantea el argumento, caso de la traumática despoblación rural o el conflicto entre lugareños y foráneos, por entonces especialmente candente en la opinión pública española y reflejado en la carga de prejuicios que aflora en mitad de este contacto incierto entre partes, del cual se extraerá cierto regusto amargo –de nuevo la frontera invisible pero siempre presente y quizás destinada a perpetuarse, de ahí el plano del rostro infantil durante la discusión repleta de falaces tópicos xenófobos-.

            Flores de otro mundo supondría el espaldarazo definitivo para la carrera como directora de Iciar Bollaín merced al premio de la Semana de la Crítica de Cannes del año 1999, así como uno de los primeros peldaños en el prestigio interpretativo de Luis Tosar, nominado al Goya a mejor actor revelación –el cual, como sucediera con el guion, perderá a causa del éxito de Solas, en esta ocasión ante el tardío intérprete asturiano Carlos Álvarez-Novoa, recientemente fallecido-.

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Nota IMDB: 7.

Nota FilmAffinity: 6,6.

Nota del blog: 6,5.

2 respuestas hasta “Flores de otro mundo”

  1. Luis Lew Tarkovski 24 marzo, 2016 a 18:25 #

    Es una película que me interesó cuando la vi hace años. Sobre todo por el tema del mestizaje en las parejas que se forman, Es un tema que me resulta cercano. En ese sentido algunas obras de John Ford como «Dos cabalgan juntos» o «La taberna del irlandés» muestran relaciones que se enfrentan a esos sentimientos xenófobos que tanto daño hacen. Aunque luego acusaban a Ford de racista.
    Pero bueno, me he desviado un poco de Iciar Bollaín, divagando con Ford.
    Un saludo.

    • elcriticoabulico 26 marzo, 2016 a 16:29 #

      Ford siempre tiene la contestación adecuada contra sus críticos. Y divagar sobre él nunca está de más.
      Un saludo, Luis.

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