“Si un compositor pudiera decir lo que quiere decir con palabras, no se molestaría en tratar de decirlo con música.”
Gustav Mahler
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Mahler, una sombra en el pasado
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Año: 1974.
Director: Ken Russell.
Reparto: Robert Powell, Georgina Hale, Gary Rich, Robert Montague, Rosalie Crutchley, Peter Eyre, Angela Down, David Collings, Richard Morant.
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Gustav Mahler (Robert Powell), abatido por el fracaso y la enfermedad, viaja en tren a su retiro mientras vuelve su pensamiento hacia el pasado. En su segunda biografía musical, Mahler, una sombra en el pasado, el británico Ken Russell escoge la figura trágica y contradictoria del compositor austríaco -un explorador que protagoniza la transición entre el romanticismo del siglo XIX y los nuevos estilos del naciente siglo XX-, para confeccionar una semblanza cinematográfica en la que se recoge la formación existencial y artística del protagonista y se indaga en la motivación espiritual de su música.
Russell, un cineasta a quien los términos buen gusto y políticamente correcto le son ajenos, muestra bastante deferencia hacia su objeto de evisceración, si se compara con la histeria mostrada en La pasión de vivir (La otra cara del amor), acerca de Piotr Chaikovski, y sobre todo en su inenarrable revisión pop de Franz Liszt, Lisztomanía. Organizada a través de una colección de flashbacks filmados a modo de números musicales o escenas operísticas y ensamblados desde ese presente turbulento –la agonía física de Mahler, paralela al desfallecimiento de su matrimonio con su esposa Alma y a la pérdida de reconocimiento de su música después de un infructuoso periplo en Nueva York-, la película recapitula las constantes vitales que, traducidas en pentagramas, expresan el sentido y la sensibilidad de un hombre excepcional y, por tanto, las razones que le conducen a la alegórica inmortalidad que la Historia les reserva a los genios.
La brutalidad y la simpleza de su familia, incapaz de ver más allá del valor material, y su aproximación infantil al contacto con la naturaleza que inspiraría su obra queda así narrada con un tono de cuento tradicional –extraño que un tipo como Russell no aprovechara la insólita mortandad que hizo presa en los hermanos de Mahler-. Por su parte, el cénit del romance con Alma es bucólico y luminoso, como trágico y sombrío el nacimiento de los celos y la distancia personal, rematada en apocalíptica tempestad al llegar el capítulo del fallecimiento de una de sus hijas.
Aunque sea de manera un tanto brusca y en ocasiones manifiestamente kitsch en su estética –esa permanente iluminación de tonos rojos-, Mahler, una sombra en el pasado consigue adentrar al espectador en el tumultuoso universo íntimo y creativo del compositor. Incluso capítulos tan bufos como la “venta del alma” a Cósima Wagner, que adelantan el delirio y parte del retrato artístico de Lisztomanía, pueden ser admisibles dentro de lo que cabe, compensados por su noble e incluso emocionante lectura del amor y la música como todo uno. Del amor y la música como esencia de la inmortalidad.
Nota IMDB: 7,2.
Nota FilmAffinity: 5,7.
Nota del blog: 6,5.
Joer el «peñazo» de Mahler nunca ha sido santo de mi devoción en la música culta, sino ya le hubiera dedicado más de una entrada. Si acaso dejaría la Sexta y la Novena…Para mí Mahler era la antítesis de Anton Bruckner. Dos tipos que construyeron mundos sinfónicos ciclópeos, pero opuestos: Mahler era (en mi opinión, claro) «anárquico» en su universo musical ..demasiados cambios de humor…elementos grotescos…excesivos, satirizantes…sobrepasado en sus posibilidades, que diría Celibidache aunque algunos de sus Adagios sí tienen un punto de belleza que raramente emociona. Bruckner, en cambio, era unidad arquitectónica y dominio absoluto de los «tempos» y densidades sonoras. Adagios monumentales de un intimismo casi ensoñador… y contrapuntos bestiales
La película no la he visto (y me temo que no la vea)…y de Mahler en el cine sólo recuerdo Muerte en Venecia que fue una obra olvidable…en todos los sentidos
Pues un placer leerte sobre el tema, porque la verdad es que no domino demasiado la obra de Mahler y, en general, la música clásica. Uno es más de los Creedence…
A mí los setenta rockeros no es que fuesen el colmo de mis gustos musicales…con el glam rock, el rock sinfónico…,aunque había gente que hacía cosas buenas y hasta brutales (Thin Lizzy, Led Zeppelin, Deep Purple, quizás Fleetwood Mac, algunos grupos sueltos de la RDA)…Los sesenta y ochenta…ahí me quedo
Como a mí la música de los ochenta no suele gustarme un pelo, mejor quedamos entonces en los setenta, a medio camino.