“La vida sirve para forjarnos una moral personal que nos debería enseñar a respetar a la naturaleza y al ser humano.”
Aki Kaurismäki
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El castillo en el cielo
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Año: 1986.
Director: Hayao Miyazaki.
Reparto (V.O.): Keiko Yokozawa, Mayumi Tanaka, Kotoe Hatsui, Minori Terada, Ichirô Nagai.
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Es curioso cómo Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift, una feroz sátira arrojada contra los mecanismos políticos y sociales de la Inglaterra de su tiempo y un ataque despiadado contra la afición vulgar y crédula por los viajes imaginarios y la literatura odisaica, pervive en cambio a través de los siglos como ese relato de aventuras que nunca fue y siempre quiso parodiar hasta desde el tono empírico y minucioso de su narración.
Dentro de la cultura contemporánea, y dejando de lado las adaptaciones cinematográficas y televisivas de la novela, la isla voladora de Laputa -protagonista del tercer periplo de Gulliver-, desempeñará por ejemplo un papel crucial en El castillo en el cielo, obra de Hayao Miyazaki.
Aparte de constituir un caso adelantado de literatura de ciencia ficción, Laputa –tierra poblada por seres absortos en la ciencia teórica, sin interés por la realidad práctica que les circunda salvo par su uso tiránico contra el mundo inferior sobre el que vuelan-, representa en la novela de Swift una crítica contra la corrupción de la ciencia derivada del culto a los científicos modernos (Leibniz, Newton, Descartes,…) y las teorías de la poderosa Royal Society de Londres, así como, por extensión, contra los benefactores políticos y económicos de ambos: la corte hannoveriana de Gran Bretaña y la administración whig, a quienes el furibundo escritor irlandés tenía por enemigos.
En El castillo en el cielo, Miyazaki también empleará Laputa con un sentido alegórico y moral, ya que su imagen -el predestinado final del camino para una niña solitaria con sangre de princesa y para un niño huérfano que busca reivindicar la memoria de su padre-, compone una calibrada reflexión acerca de la naturaleza dual del ser humano. La dicotomía entre su carácter benéfico y su carácter maléfico; entre su capacidad constructiva y su capacidad destructiva, extrapoladas incluso en la distinta aplicación de una misma tecnología –los robots gigantes de la ínsula magnética-.
Muestra preclara de un cine infantil que desprecia la infantilización y rehúsa perseguir la complicidad adulta mediante guiños baratos y solapados, El castillo en el cielo desarrolla una aventura iniciática que reivindica valores como la amistad, la ilusión, la pasión, la bondad, la solidaridad y el respeto por las tradiciones y la ecología.
Valores imprescindibles, desgraciadamente amenazados por la degradación desde todos los niveles de la sociedad, y establecidos en firme e ilusionada oposición contra la codicia, el egoísmo, el materialismo –nada más ridículo que el intento de soborno de estos niños con un par de vestidos o tres monedas de oro- y la opresión del poder hipertrofiado y desnaturalizado –sea éste político o militar-.
Rebosante de imaginación y de un amoroso cuidado por su expresión estética, el filme que iniciaría la andadura del mágico Studio Ghibli ofrece una cinta que reúne las esencias del cine de Miyazaki. Una película de acción desbordante y sólida conciencia humanista.
Nota IMDB: 8,1.
Nota FilmAffinity: 7,6.
Nota del blog: 7,5.
Laputa, qué gran nombre para una isla, si señor.
Decir, que no viene a cuento lo sé, que McConaughey se sale, papelón, qué gran personaje se casca en «True Detective». Es curioso porque es un actor que no me gustaba nada, lo que cambia el cuento.
Consigue una de las cosas que nunca le había visto: carisma. La interpretación está bien, pero lo cierto es que también huele mucho a composición: esta posecita por aquí, este tic por allá,… No obstante, Cohle resulta un personaje superatractivo y no es cuestión de restarle méritos al muchacho.
Maravillosa película en realidad cualquier cosa de los Studio Ghibli lo es. Plenas de sentimientos, de sutilidad y esa poesía visual oriental que lo inunda todo. Genial sin duda y esta, ademas el merito de ser de las primeras, por lo menos de las que llegaron a nosotros. Cuidate
Siempre citan a Pixar como ejemplo de cine de animación, pero lo cierto es que yo me quedo con Ghibli. De largo.
Me encanta Miyazaki, me resultan muy inspiradores este tipo de dibujos característicos de la factoría Ghibili, entornos fantásticos recreados hasta el último detalle…
Un abrazo.
Ni Pixar, ni Dreamworks, ni Disney. La animación más respetuosa, honrada y estimulante de todas proviene de Ghilbli. Su cuidado por el trasfondo solo es comparable a su entrañable estética.
Totalmente de acuerdo, siempre esconden un mensaje ecologista,anti-bélico… si nuestros niños viesen este tipo de animación se convertirían en jóvenes mas críticos con el mundo que les ha tocado.
Firmaría para mis críos (de haberlos) una crianza peliculera basada en Miyazaki y Chaplin.
Lo suscribo!! también (de haberlos).