La ardilla roja

27 Ago

“Entre tanto, níveo, con arte felizmente milagroso, esculpió un marfil, y una forma le dio con la que ninguna mujer nacer puede, y de su obra concibió él amor.”

Ovidio (Pigmalión. Metamorfosis, Libro X)

.

.

La ardilla roja

.

La ardilla roja

Año: 1993.

Director: Julio Medem.

Reparto: Emma Suárez, Nancho Novo, María Barranco, Karra Elejalde, Chete Lera, Carmelo Gómez.

Tráiler

.

.

            El universo de Julio Medem pertenece a este mundo y, a su vez, a otros muchos más misteriosos y extraños. Es un cosmos definido y delimitado no por el tiempo o el espacio, sino por los vínculos personales establecidos entre sus moradores, embarcados en una carrera a través de intrincados laberintos emocionales que se edifican tanto sobre la realidad cotidiana como a partir de la ensoñación ora romántica, ora perturbadora.

            Después de sorprender y hechizar con Vacas, una ráfaga de viento fresco en el mortecino panorama cinematográfico español del momento, Medem rescataba un relato propio confeccionado durante la preproducción de su debut para dar lugar a su segundo largometraje, como el anterior, también dueño de un destacado componente zoomórfico, La ardilla roja.

El filme revisa con sarcástico surrealismo la tradicional relación de sometimiento y subordinación entre hombres y mujeres, descrita por medio de los misterios que envuelven el vitalista y travieso romance, sincero y deshonesto a partes iguales, entre Jota (Nancho Novo), un músico al borde del suicidio por sus desengaños amorosos, y Lisa (Emma Suárez), su oportuno ‘deux ex maquina’ en forma de chica amnésica.

            La compleja arquitectura de La ardilla roja, cuidada hasta el mínimo detalle, construye un enorme patio de recreo o un escenario teatral en el que, al igual que los hijos del taxista, emperrados en comportarse como un matrimonio adulto, los personajes juegan entre sí con sus mentiras optimistas, sus escarceos sentimentales y sus interpretaciones ficticias, mientras que, al mismo tiempo, el espectador juega con ellos y, por su parte, Medem juega con el espectador.

Sobre el primer engaño de Jota, fingido novio de una muchacha sin recuerdos pasados, Medem desnuda a un grupo de individuos traumatizados que tratan de labrase cierta esperanza de futuro mediante el engaño propio y ajeno. Son constructos frágiles por definición y sometidos a la constante amenaza de la realidad, hecho que envuelve el argumento en un halo de misterio e inquietud entremezclado con luminosos destellos de felicidad, ligeros y enviciados no obstante por su inconsistencia ilusoria y la escasa transparencia de su origen y naturaleza.

            Como decíamos, se trata de un contexto en el que el hombre –Jota, el psicótico exmarido de Lisa-, naufraga en el patetismo a pesar (o a causa más bien) de sus toscas exhibiciones de masculinidad: la egoísta y artera vocación de Pigmalión del primero, la execrable violencia del segundo. En cambio, la apariencia desvalida de Lisa oculta a una mujer compleja –seductora, inocente, sexual, vulnerable, dominante,…- que es quien en realidad mueve los hilos del relato, quien controla el devenir dramático de aquellos que la rodean.

Un dominio que se fundamenta tanto sobre su magnetismo personal y la fuerza de su enigma –potenciado por una Emma Suárez arrebatadora-, como por la concesión a lo mágico y esotérico que supone su conexión espiritual con una pequeña ardilla -de insinuaciones físicas incluso, según sugieren las imágenes compuestas por Medem- convertida en espíritu tutelar y justiciero, expresión puntual pero explícita de las verdaderas intenciones de la protagonista.

            Absorbente por su vertiente de intriga intimista, con un destacable empatía emocional en su dimensión romántica y muy refrescante en su originalidad, La ardilla roja acusa por el contrario la peor resistencia al paso del tiempo de ciertos detalles de la realización, en especial aquellos más arriesgados o vanguardistas –las repeticiones, el uso de la cámara lenta, el estrafalario videoclip firmado por Ana Medem, pintora y hermana del cineasta-, al igual que la desafinación de algunos detalles satíricos, en exceso esperpénticos.

 

Nota IMDB: 7,2.

Nota FilmAffinity: 6,8.

Nota del blog: 7,5.

4 respuestas to “La ardilla roja”

  1. plared 28 agosto, 2013 a 06:55 #

    Pues ami me pareció un soberano tostón. Que navega por muchos temas sin centrarse en ninguno. Sin contar los fallos propios del cine español, como la ausencia total de secundarios que den realismo a la historia. Cuidate

    • elcriticoabulico 28 agosto, 2013 a 22:41 #

      No creo que sea plan reclamar realismo a los personajes de una película de Medem, precisamente. Es cierto que ésta tiene una mezcolanza de tonos arriesgada y que hay momentos en los que no funciona al pasar de manera abrupta de uno a otro, pero estas imperfecciones no evitan que me resulte una cinta sugerente y atractiva, bastante especial, sobre todo teniendo en cuenta el estilo habitual de las producciones españolas de la época, por lo general ancladas en un realismo sin cortapisas.
      Un saludo.

  2. plared 28 agosto, 2013 a 22:56 #

    No me refería ese realismo, las peliculas de meden son sueños plasmados y como tales irreales. Me refería a cierta coherencia, vamos que te creas los personajes y que dentro de su aparente levitación todo resulte agradable

    • elcriticoabulico 29 agosto, 2013 a 01:05 #

      En ese caso, sí. En todo caso, entiendo el matrimonio de Elejalde y Barranco como otra visión, con el punto satírico más retorcido y a la vez más verosímil, de esa relación de hombre que domina a la mujer, que se erige en cabeza de familia indiscutido y recluye a la parienta en casa, suprimiendo sus anhelos y sueños, mientras él se va tranquilamente de putas con los amigotes. Al menos en ese sentido sí me parecieron encajar dentro de la propuesta general de Medem.
      Un abrazo, Plared.

Replica a plared Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.